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Un autor entre el fútbol y el policial

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Foto: Darwin Borrelli

Profesor de historia de profesión, sus inicios en la literatura parecen robados de un personaje de alguno de sus cuentos. Empezó a escribir como un hobby, llevando sus libros en papel a una radio de Buenos Aires, donde un audaz periodista deportivo se animó a leerle cuentos de fútbol a su audiencia.

Esos cuentos fueron la base para Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol, su primer libro. En 2005 publicó La pregunta de sus ojos, la novela que Campanella tomaría como base para El Secreto de sus ojos, la película argentina ganadora del Oscar.

Originalmente, la novela de Sacheri no contenía elementos del mundo del fútbol, por lo que una de las mejoras escenas de la película, en que Darín y Francella persiguen al asesino por la cancha de Racing, fue agregada a la película por insistencia del propio Campanella. Estuvo bien. Era un poco una injusticia que el fútbol no tuviera un lugar en esta historia que consagraría a su autor.

Sacheri volvió a trabajar con Campanella para Metegol, la película animada basada en un Memorias de un wing derecho, un cuento de Roberto Fontanarrosa. Este año también fue llevada al cine Papeles en el viento, su segunda novela, una adaptación que no le hace justicia al libro original, una tierna e hilarante historia de tres amigos que hacen lo imposible por vender un futbolista bastante malo, para así lograr un sustento para la hija de un cuarto amigo fallecido.

Sacheri lleva publicados nueve libros, el último Las llaves del reino, es una recopilación de cuentos publicados en la revista El Gráfico. La semana pasada estuvo en Montevideo con motivo del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires, que por primera vez se realizó también en la capital uruguaya y en Santiago de Chile.

—Tus libros hablan de fútbol, del barrio, de los amigos, ¿sobre qué disfrutas más escribir?

—Lo que vincula todo lo que hago es el mundo de lo cotidiano. Yo me críe en Castelar, un suburbio a 40 kilómetros de Buenos aires, sigo viviendo ahí, y mis hijos también. Y todo eso tiene que ver con para qué escribo. Mis temas literarios surgen de mis preguntas existenciales. Dicho así suena ampuloso pero en el fondo son eso. ¿Para qué estoy vivo? ¿Cuándo y dónde voy a morir? ¿Con quién estoy? ¿A quién deseo?

—Dedicás mucho a describir los rasgos psicológicos detrás de tus personajes ¿Es una característica tuya?

—A mí no me gusta descuidar las tramas. En mis libros me gusta que suceda algo. Cuando escribo y cuando leo me gusta que me cuenten una historia. Pero también me interesan los personajes, me gusta conocer las personas ficticias a las que les sucede esa historia. Esas viejas novelas del siglo XIX donde el autor te contaban la altura, el color de ojos del personaje... no me interesan tanto esos rasgos del personaje como cómo habla, cómo siente, esas dos o tres ideas directrices de su vida que lo definen.

—¿Hace falta un poco más literatura de ese estilo? ¿Más cercana a la gente quizás?

—Lo mejor es que uno escriba lo que necesita escribir. Si eso coincide con el interés de los lectores estupendo, pero esa comunión tiene que ser azarosa. Lo que sí te puedo decir, como lector, es que hay mucha literatura autoreferencial, muy en primera persona, quese sitúa en los conflictos personales del autor, como una catarsis individual, una cosa instrospecticva de relatar ese viaje interior, que a mí como lector me deja bastante indiferente. Y no me gusta que los libros o las películas me dejen indiferente.

—¿Te gusta ser un escritor asociado al fútbol?

—Me incómoda cualquier etiqueta. No solo el fútbol, tampoco me gusta cuando la etiqueta es “este es el que ganó el Oscar con El secreto de sus ojos. Esa también es una etiqueta, aunque va por otro camino. Está bien, conocemos el mundo etiquetando y es inevitable, pero me gusta que se tenga la flexibilidad de mirar las cosas más en su conjunto.

—¿Y por qué escribís tanto sobre fútbol?

—Porque es parte de mi vida. ¿Qué me gusta a mí en la vida? Estar con mi familia, estar con mis amigos, jugar al fútbol y leer. En esas cuatro cosas se resume mi vida.

—¿Cómo juega Fontanarrosa en tu estilo?

—A mí me enorgullece que me comparen tanto con Fontanarrosa como con Osvaldo Soriano, aunque me parezca excesivo, pero te confieso que no leí Fontanarrosa en mis años formativos como lector, que son entre los quince y los veintipico, dónde uno es más flexible a que los libros le impacten de un modo que en el resto de su vida no lo harán. Yo a Fontanarrosa lo leí después, cuando ya estaba publicando, y de Soriano lo que más había leído eran sus novelas, no sus relatos de fútbol. Lo que sí creo es que con Fontanarrosa y Soriano compartimos el universo de no temerle a lo cotidiano, sino usarlo como ámbito, como mundo dentro del cual contar. Una diferencia con Fonatanarrosa es que él tiene un costado humorístico que -más cerca o más lejos- siempre está. En los libros de Soriano y los míos eso no está, aunque algunas cosas que escriba tengan cierta comicidad.

—Jugás mucho con el folklore, pero también con el lado oscuro del fútbol.

—Lo que pasa es que el ser humano es el que tiene el lado oscuro. El fútbol es una estupenda oportunidad de conocer el alma humana. Me escucho y suena super ampuloso, pero es así. Cuando vos jugas tendés a suspender tu criterio de las buenas costumbres y solo jugás. La vida no es nada más que eso, y como es sólo eso dejas aflorar las cosas más profundas, y dentro de esas cosas pueden aparecer cosas sublimes pero también cosas monstruosas.

—En Papeles en el viento, Armando Prieto, un periodista deportivo chanta y corrupto guarda una gran similitud con Fernando Niembro, quién actualmente está investigado por lavado de dinero. ¿Qué te genero esa noticia?

—Parece parecerse sí… (Risas) No quiero hablar de nadie en particular, pero no puedo evitar cierta perplejidad. La sociedad argentina parece ser de una candidez feroz. Lamentable más que feroz. Que existen periodistas y medios que están todo el tiempo haciendo lobby rentado es algo súper evidente y desde hace años. Y en el mundo del fútbol es pornográfico, es obscenamente evidente, y ante este tipo de investigaciones mi pensamiento es “ahora recién se dan cuenta?” Lo que más me llama la atención de esas situaciones no es la inmoralidad de un medio o de un fulano sino la ingenuidad lindante con la imbecilidad de los que consumen eso. A mí me gusta trabajar con esas obviedades en mis libros, si bien son personajes ficticios los construyo desde lo que me pasa viendo futbol. Cuando uno está viendo un partido y dice “controlate un poco, que no se te note tanto que estás haciendo publicidad”.

—¿Cómo ves la situación actual en Argentina con la violencia y las barras?

-En Argentina el fútbol tiene un lugar cultural y social central, entonces sí o sí termina siendo depositario de cosas más profundas que afloran con una claridad deslumbrante. Si vivimos en una sociedad argentina intolerante, maniquea, violenta, frustrada, a la cual le cuesta mucho asumir las diferencias entonces el fútbol que se alumbras también es así. El fútbol argentino es violento porque la sociedad es violenta. Claro, como encima nos encanta el fútbol entonces se convierte en un negocio fenomenal. El fútbol argentino está extremadamente mercantilizado en todos sus aspectos, incluido su sector marginal y violento. No digo que sea legítimo, pero en el fondo si me preguntas, es hasta lógico. Si lucran todos, ¿porqué no lucrarían los barras. Más en una sociedad tan reñida con la legalidad como la argentina, tan proclive a poner nuestras conveniencias particulares por encima del respeto a la ley. De nuevo, cuando los medios argentinos se asombran por la violencia imperante en el fútbol mi primera reacción es: “perdón, ¿recién lo ves?"

—Cómo viviste los procesamientos de dirigentes de FIFA por sobornos?

—Lo miro un poco como eso que decía, “Ah mirá, recién se dan cuenta” y al mismo tiempo lo miro con un profundo escepticismo en relación a que cambie. Vos fíjate, fue un escándalo feroz y la copa en Rusia igual se va a jugar, y la Copa América Dios no permita que no la juguemos. Me parece que es un tema que trasciende a la Argentina o Uruguay. El deporte en general —y el fútbol en particular— tiene esta cosa magnética, mágica, de hechizo, de que mientras se mueva la pelotita lo demás no importa. Y lo digo como víctima también, porque yo te digo que el fútbol argentino es corrupto pero cuando juega Independiente, juega Independiente.

¿Cómo ves al "Cebolla" Rodríguez en tu equipo?

Veo los partidos con mi hijo, y estoy esperando que nadie me despierte de este sueño de ver un tipo así jugando en Independiente. Está bien, van pocos partidos, Pero no son solo los valores de entrega, este pibe sabe mucho con la pelota en los pies. Mucho. Y en un fútbol tan embrutecido como el argentino, que un tipo te la de siempre redonda y vaya para adelante… Cuando juega el "Cebolla", Independiente juega a otra cosa. Estoy contentísimo.

—Tenés una carrera en el cine, ¿qué diferencias hay entre escribir un libro y un guión?

—Hay una diferencia técnica importante: un libro es un fin en sí mismo, es un objeto terminado. En un libro vos le dedicas a la palabra un cuidado, una delicadeza que a un guión no le dedicas. Un guión son acciones y diálogos, es meramente un ladrillo en una construcción mucho más grande. Es un laburo individual contra uno colectivo, porque el cine es un laburo colectivo por definición. Para un escritor, la gran exigencia que tiene el cine es que implica un gran esfuerzo de disciplina y humildad. Hay que escuchar, debatir, negociar, Lo termino disfrutando, pero también me cuesta.

—¿Cómo te cambió la vida a partir de El Secreto de sus ojos?

—Le dio a mi carrera una proyección internacional de la que carecía. En Argentina mis libros tenían un recorrido interesante, se vendían y se sostenían en el tiempo, pero el cine te da una masividad descomunal. Mis libros empezaron a viajar literalmente por el mundo. ¿Por qué mi libro se publica en Tailandia? ¿Porque son estupendos? No, es por El secreto de sus ojos.

—¿Viste el trailer de la remake? ¿Qué se siente ver a Julia Roberts y Nicole Kidman en tus personajes?

—Es muy raro. No quiero perder la felicidad que te puede aportar la ingenuidad. En lugar de ponerme a preocupar y decir “che ¿qué me habrán cambiado?”, prefiero pensar: "yo hace veinte años miraba a estas mujeres y me enamoraba de ellas, y ahora actúan en una película basada en mi novela". Me encanta. Y me quedo con eso.

—¿En que estás trabajando ahora?

Estoy escribiendo una novela nueva con la idea de publicarla el año que viene, que va a ir por el mundo policial, mi última novela se alejó del mundo del futbol y para esta también tengo esa idea. También estoy trabajando con Campanella. Después de El secreto... hicimos Metegol juntos y ahora estamos pensando una nueva pelicula, lo que pasa es que todavía es muy tentativa, porque como no se basa en una novela mía, no tenemos esa estructura para trabajar.

Los libros en tiempos de redes sociales

—Es una pregunta un poco trillada, pero ¿cómo ve el futuro de los libros?

—Siempre hay una cosa como de profecía macabra cerniéndose sobre el mundo de los libros y de la literatura, pero el libro papel va a seguir existiendo. Me imagino que en una convivencia con todo el tema del libro electrónico. Desde el punto de vista de las prácticas lectoras, me parece que las redes sociales son un pequeño retorno a prácticas de lectura y escritura. Hace quince años todo era televisor y teléfono, todo era oralidad e imagen. Yo creo que las redes son una oportunidad de lectura. Una lectura caótica, parcializada, volátil, fragmentada. Pero una práctica al final. Es cierto que los pibes deberían leer más pero los grandes también deberían hacerlo. Ese corte generacional donde los adultos juzgan lo poco que leen los pibes me parece abusivo.

Sus gustos en Uruguay

—En materia cultural, ¿consumís algo de Uruguay?

—He leído Benedetti, sobre todo sus cuentos. Después Quiroga, sus cuentos fueron esenciales para mi. Me gusta mucho la música de Jaime Roos, y algunas cosas de murga me parecen estupendas. La letra de "La Violencia", de Agarrate Catalina está vinculada al laburo que estamos pensando con Campanella. En Argentina hay una sociedad argentina muy partida, una clase media a salvo y una clase baja descreída abandonada, paralizada y sin horizontes, A partir de ese concepto me acordé de la letra y le mandé a Campanella: "mirate esto". Porque ese tema de una nitidez conceptual que es espectacular.

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Foto: Darwin Borrelli

ENTREVISTA CON EDUARDO SACHERI FRANCISCO MARQUES

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