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Una salida a doce pasos de distancia

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Pablo Ramos. Foto: Fernando Ponzetto
Nota a Pablo Ramos, escritor argentino, de visita en el diario, ND 20161007, foto Fernando Ponzetto
Archivo El Pais

El escritor argentino, ganador de un Martín Fierro por Historia de un clan, tiene nuevo libro

Pablo Ramos es un tipo simpático, se entusiasma al hablar, y cuando lo hace tira citas, cuenta historias, vincula astrofísica y religión y siempre termina reflexionando.

Dice que ha editado poco para todo lo que escribe, pero su obra abarca una serie de novelas (Lo pasado pisado, La ley de la ferocidad, En cinco minutos levántate María, El sueño de los murciélagos), un par de colecciones de cuentos (Cuando lo peor haya pasado y El camino de la luna) y otros tantos guiones, incluyendo el de Historia de un clan, la serie dirigida por Luis Ortega por la que ganó un Martín Fierro. Además conduce un programa de literatura en la televisión pública argentina (Animal que cuenta que está en YouTube) y está preparando el guión de la biopic sobre Hebe de Bonafini que dirige Tristán Bauer y produce Pablo Echarri; no hay mayor certificación de peronista y kirchnerista.

Pero su literatura no es política. Estuvo en Montevideo, de hecho, para presentar Hasta que puedas quererte solo, su serie de crónicas sobre su rehabilitación de las drogas. Es un libro incómodo pero fascinante, al punto que cuando Ramos pregunta "¿te gustó?", uno se siente al decir que sí como esos "me gusta" solidarios que suelen ponerse en Facebook ante una noticia de un conocido que no es tan buena.

Es que Hasta que puedas quererte solo, dividido en los 12 pasos del programa de Alcohólicos Anónimos, es un libro en el que Ramos se desnuda ("pero pudorosamente", aclara) y exhibe los demonios que lo acosaron durante tantos, demasiados años. Es altamente confesional incluso para los estándares confesionales que Ramos le impone a toda su obra.

No es un libro de autoayuda ni lo quiere ser, aunque, como él dice, qué libro no es de autoayuda. Pero sí es una peripecia personal hacia una salvación que estaba, después de los 12 pasos más difíciles de recorrer.

Ramos charló sobre cosas como esas con El País.

—Su literatura es bastante confesional, siempre, pero esta vez se pasó para el otro lado.

—Esta vez son crónicas. Es un paso más allá y un punto final a toda una etapa familiar. Con el trabajo de Historia de un clan, de mi película, de mi programa Animal que cuenta y ahora que estoy con la película de Hebe de Bonafini para Tristán Bauer, acá cierro mi literatura familiar. Ahora empiezo a escribir otra cosa. De hecho estoy con una cosa que llamo El evangelio según los otros —una idea que se me ocurrió de Tomás de Mattos y su La puerta de la misericordia— para contar las historias bíblicas desde varios puntos de vista. Siempre he sido un gran lector de religión. Leo astrofísica y religión.

—Sus novelas anteriores eran, digamos, como en mundo alejado de la mano de Dios, pero acá Dios está muy presente...

—Bueno, En La ley de la ferocidad, el tipo odia a Dios y eso es como reconocer su existencia.

—Los adictos muchas veces encuentran solaz para superar su adicción en algo, Dios o lo que sea. ¿Usted dónde halló eso?

—En la escritura, esa es la única misa en la que puedo comulgar. Mi reconciliación es la reconciliación con las palabras, no con otra cosa: de lo dicho a lo no dicho. Ese es mi misticismo pagano, poco efectivo pero bastante poético.

—El libro está armado a partir de los 12 pasos de los Alcohólicos Anónimos. ¿Cómo llegó a esa estructura?

—Hacía cuatro años que tenía algunas crónicas escritas pero necesitaba una estructura dura. Para mí un libro es una construcción homogénea, incluso en mis libros de cuentos. Y cuando decidimos con mi editora hacerlo sobre los 12 pasos, me obligué a reflexionar sobre Dios y sobre la idea de un poder superior.

—En sus trabajos anteriores, poco indicaba que iba a hacer un libro así.

—Es verdad, sin embargo, soy un escritor moral —quizás por mi educación católica— y sé que si tengo la capacidad de escribir lo que pasé, tengo la responsabilidad de hacerlo. Acá son crónicas con una estructura de ficción. Eso lo aprendí de Herzog que hace documentales con estructura de ficción y al revés. Eso le da lo sólido a lo blando y blando a lo sólido. Onetti dice en El pozo que "los hechos están desprovistos del alma de los hechos". En el alma de los hechos está verdad.

—¿Y no temía caer en un libro de autoayuda?

—¿Qué libro que te haya ayudado mucho no es un libro de autoayuda? Yo pienso en La invención de la soledad de Paul Auster que me cambió la vida. Intento que sea buena literatura y si ayuda, qué bueno.

—También lo ayudó a usted.

—Cualquier escritura lo es. Escribir me obliga a lecturas, a relecturas, a pensar, a ser el pastor de la palabra.

—Hasta que puedas quererte solo tiene momentos durísimos. Hay uno, donde se queda encerrado en su cuarto, mientras abajo están filmando su casa. ¿Cómo reconstruye algo así y lo sobrevive?

—Es durísimo. Me metí en un viaje salado.

—¿No tenía miedo de exponerse tanto?

—Si las demás personas quisieron poner su nombre, yo no podía no poner mi nombre. Por eso la estructura de ficción que le da el velo de pudor a Pablo Ramos. Es un desnudo que no es pornográfico, es un desnudo pudoroso.

—Historia de un clan fue un proyecto bastante loco...

—Muy loco. Fue un gran trabajo de escritura por eso salió tan bien. Le dimos mucho tiempo al guión. Fue algo muy loco sí, y algo muy oscuro, también. Le hice un reportaje a Arquímedes Puccio y fue conocer al mal mismo. Ahora están haciendo la de Robledo Puch (un asesino en serie argentino) y no quise participar porque esa oscuridad sí existe.

—¿Cómo está la Argentina para un peronista como usted?

—Soy un peronista-kirchnerista definido. Pero está mal, no para mí que vivo en una burguesía acomodada, pero para mi familia que es trabajadora, las cosas le aumentaron una barbaridad. Se va a armar un quilombo bárbaro, la gente está en la calle. Quisieron meter a Hebe (Bonafini) en cana y la rodeó la gente. Si no se acomodan las cosas para fin de año, y no va a pasar, va a haber muertos.

—¿Otra vez? Visto desde acá siempre están peleando...

—Es que Argentina es un continente, hay naciones, hay nueve idiomas vivos. Es como gobernar un continente y es difícil conciliar. Si acá les costó conciliar imaginate allá. Hay provincias donde no querían dejar entrar, por ejemplo, la ley de matrimonio igualitario. Y siempre va a estar esa pelea y por eso el peronismo —ese mal necesario que ni siquiera nosotros entendemos— es el único gobierno que te permite gestión. En Uruguay, igual, a veces ustedes hacen la vista gorda y así es fácil no pelearse.

Un libro duro pero que se deja leer cómodo

En Argentina, este nuevo libro de Ramos ya va por su quinta edición y lleva, dice, unos 18.000 ejemplares vendidos. Bien merecido lo tiene: Ramos es un gran escritor (eso ya lo había demostrado en sus novelas), pero acá usa su herramienta para poner su corazón sobre la mesa. Es un libro duro (es la recuperación de un adicto) pero está muy bien contado: es un libro fácil y a la vez, difícil de leer.

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Pablo Ramos. Foto: Fernando Ponzetto

PABLO RAMOSFERNÁN CISNERO

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