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"Mi compromiso no es con el lector"

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Arturo Pérez-Reverte. Foto: EFE.
Paco Campos - EFE-ARCHIVO

Fue periodista de acción y ahora académico de la Real Academia Española, una institución en la que no ha evitado la polémica.

Pero es, por encima de todo, uno de los escritores en habla castellana más importantes gracias a una impresionante lista de éxitos como La piel del tambor, La reina del sur, o las más recientes, El tango de la Guardia Vieja y Hombres buenos, o las ya clásicas aventuras del capitán Alatriste (que Alfaguara acaba de compilar en Todo Alatriste). Ahora tiene nueva novela, Falcó, sobre un amoral que cayó en el lado de Franco, pero pudo haber caído de cualquier lado. Sobre esa nueva novela, que ya ha sido editada en Uruguay, va esta entrevista con Pérez Reverte.

—Falcó parece el principio de una saga…

—Lo parece. En El tango de la Guardia Vieja me quedaron en la cabeza flecos por resolver, me dije que había una novela y me puse a trabajar en ella. Vi que había un canon que la definía, un tipo de diálogos; que no era como las otras. Y mientras escribía me di cuenta de que disfrutaba con este modelo de escritura, y era una pena cerrarlo. Hay puertas abiertas para poder seguir con Falcó.

—Tanto en El pintor de batallas como en El tango de la Guardia Vieja hay un aliento emocional que aquí no…

—Cada novela tiene sus exigencias. No puedes escribir El duelo de Conrad como si escribieras Guerra y paz. Una novela de espionaje, de acción, de violencia, de pasiones no puede tener un desarrollo muy lento, porque aburre al lector y lo saca del tema. Esta novela me exigía contención, limpieza, descripciones mínimas y eficaces, diálogos mucho más cortados y picados, y una velocidad narrativa muy superior a las de otras novelas.

—¿Cómo afecta eso la vocación literaria que subyacía en El pintor de batallas?

— No le afecta porque soy un escritor profesional, llevo 20 años en este oficio, mi trabajo lo conozco razonablemente bien. Cuando me planteo un libro, antes veo cómo lo voy a contar. Cuando se me ocurre Hombres buenos, El pintor de batallas o esta novela no me digo: "Voy a ver cómo me sale el impulso creativo, qué bien, qué emoción". No, no. Durante meses reflexiono serenamente lo más que puedo, fríamente, estructuro la historia para contar eficazmente la novela. Cada novela tiene un canon. Puedes ser el más chulo del mundo, pero hay algo que se llama humildad profesional. Cuando trabajas no eres tú quien se pone en la novela, es la novela la que te dice cómo quiere que la escribas.

—¿Y quién es Falcó?

—Es un tipo amoral, sin escrúpulos, sin ideología; es un mercenario de sí mismo, un golfo, un vividor, un mujeriego, un asesino. También encantador, guapo, simpático, elegante. Me permito el lujo de no darle una ideología, de hacerlo un oportunista.

— Su jefe le dice que se han salvado unos militares de su bando, y Falcó pregunta: "¿Y estamos a favor o en contra?".

—Eso define perfectamente al personaje. Pero no es un invento literario, hay mucha gente así. Creemos que cuando hay guerras civiles y grandes conflictos la gente toma partido ideológico. Pero son muy pocos. La mayor parte está ahí porque su familia está ahí, porque su hermano ha sido fusilado, porque han caído en ese bando, por simpatía, por amor… A la gente no la mueve sólo las ideologías.

—¿Qué la mueve?

—En España, país enfermo históricamente, se cree que las ideologías lo determinan todo, y es mentira. Fue republicano, pero no sabemos por qué. A lo mejor no fue por la ideología. O se dice que un abuelo fue nacional, o falangista, pues a lo mejor fue porque cayó en ese bando. O a lo mejor tu abuelo, héroe nacional o héroe republicano, al que tanto admiras, no estuvo en el frente, a lo mejor estuvo fusilando gente y robando. Porque alguien tuvo que hacerlo. ¿O es que todos eran héroes?

—¿Le ha preocupado esa dicotomía de buenos y malos a lo largo de la escritura?

—No. Tengo una ventaja moral, personal: la violencia, el dolor, el horror, la soledad, las noches oscuras, los cruces de fronteras no me los han contado, los he vivido. Cuando tienes en la mochila todo eso te importa un carajo la interpretación. Que lean mejor, que se fijen cuando lean. No me preocupa… En esta novela todo ocurre en la oscuridad o en la penumbra. Y es que no era lo mismo 1936 que 2016. Entonces no había luz, ahora das a un interruptor y se enciende. He querido que el lector vea el mundo en esa penumbra, de claroscuros.

—¿Cuáles son las diferencias entre Falcó y Alatriste?

—Alatriste ha tenido fe y la vida se la ha quitado, pero tiene códigos, lealtades, un canon por el que se guía. Falcó es amoral, carece de códigos. Es un jeta. Alatriste es moralmente salvable, Falcó no. Con Alatriste un profesor enseñó ética durante un año. Con Falcó sería imposible. Yo me iría de copas con Falcó, seríamos amigos; pero si tengo que confiar en alguien la vida de mi gente, ese sería el capitán Alatriste.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Arturo Pérez-Reverte. Foto: EFE.

ARTURO PÉREZ REVERTEJUAN CRUZ

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