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La metamorfosis en el trazo de un artista múltiple

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Una obra en la que el Hogue encuentra un nexo entre lo humano y lo animal. Foto: Ariel Colmegna

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El dibujante Hogue expone Animales en el MTOP.

Una obra en la que el Hogue encuentra un nexo entre lo humano y lo animal. Foto: Ariel Colmegna
Una obra en la que el Hogue encuentra un nexo entre lo humano y lo animal. Foto: Ariel Colmegna

Desde una esquina de la sala de arte Carlos Federico Sáez del Ministerio de Transporte y Obras Públicas, el camaleón David Bowie y un todavía joven Felisberto Hernández, pintado en tonos de grises, miran a su más reciente creador: el artista Horacio Guerriero, más conocido como Hogue. Ellos, junto a otros personajes entre los que están Samuel Beckett, Kafka, Aníbal Troilo (“Pichuco”) y Leonard Cohen, se reúnen en la muestra que los convoca. Animales es la pata más íntima de Hogue, la que él llama “obra introspectiva” y que no está condicionada por la velocidad de la prensa ni por la agenda del día, pero que también lleva el dibujo como sello.

Le sucede a muchos: pensar en Hogue es ver inmediatamente al caricaturista de Código País. A los que vivieron otra época, se los escucha recordar su etapa en el diario El Día y a Sufrido, ese personaje que todos fueron un poco. Pero “casi inconscientemente” y desde hace un buen tiempo (incluso estando en El Día), el dibujante empezó a interesarse por la metamorfosis o fusión entre lo humano y lo animal: “Vaya a saber uno las connotaciones que tiene, pero en definitiva los hombres somos animales; seremos más racionales o menos, pero pertenecemos a la especie”, comenta.

“Así surgen estas fusiones, que no necesariamente tienen una explicación. Y se ha transformado, en mi caso, en una temática de trabajo con la que me siento muy cómodo”, dice Hogue. Esa temática fue expuesta al público ya en 2002 con Mute, y en 2006 con Cuestión de Piel.

Esta vez, además de plantear la “animalidad del humano”, buscó jugar con el desnudo. La curadora María Yuguero, explica al presentar el trabajo que hay un devenir de “barbarie” con “atisbos de esperanza”, y de “desesperanza puesta al desnudo”. Sobre ese doble juego habla el color, intenso en todas las obras salvo en “Felisberto”.

Animales se inauguró el 20 de octubre y puede visitarse de lunes a viernes, de 9.30 a 17.00 hasta el 24 de noviembre, en la sala del Ministerio (Rincón 561).

La obra introspectiva del artista puede verse hasta noviembre en la sala Federico Sáez.

Antes de la curiosidad y el gusto por la metamorfosis, cuando Guerriero vivía en Flores y todavía no firmaba como Hogue, se lo podía ver sentado en el Café Bayruti de Trinidad, rodeado de amigos o con la familia pero siempre atento a la servilleta, donde dibujaba a los que entraban. “Siempre me interesó mucho esa cosa de hacer crónica de lo que estaba pasando. Me divertía, se divertían mis amigos (algunos no tanto). Era una necesidad imperiosa”, recuerda y cuenta que lo sigue haciendo. “Mi contacto con el dibujo inicia desde muy chiquito, es una pasión que sobrelleva todo y está por encima de todo”, remarca.

La necesidad económica lo llevó a los 14 años a trabajar en un banco, el mismo que a los 25 lo acercó a su meta de ser dibujante de prensa. Se mudó a Montevideo y al poco tiempo ya estaba en El Día, donde permaneció más de 10 años. Su trayectoria lo llevó por otros medios locales e internacionales, a trabajar en publicidad y dibujar para la televisión.

Sobre sus diferentes facetas, explica: “Soy una persona que ha trabajado en varias áreas y desde distintos ángulos. Si miro en retrospectiva mi trabajo, puedo decir que he ido mutando, por suerte, pero cabeza hay una sola”.

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