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Un lugar para volver a conocer

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Una de las salas más grandes del Museo Nacional de Artes Visuales. Foto: F. Ponzetto

El tradicional museo del Parque Rodó renueva exposiciones y presenta su programación.

El Museo Nacional de Artes Visuales, ubicado en el Parque Rodó, es uno de esos museos que hay que revisitar cada poco tiempo. Con 2.000 metros cuadrados distribuidos en cinco salas y 6.000 obras en su acervo, las exposiciones varían cada poco tiempo (por año hay entre 10 y 15) y las propuestas siempre son cuidadas y de interés. Ahora conviven en la misma sala un Kandinsky (la obra del artista ruso referente del arte abstracto fue adquirida después de la Segunda Guerra Mundial) y La Carlota de Juan Manuel Blanes, dos cuadros potentes y completamente distintos, que dentro de la museografía de este lugar tiene sentido que se encuentren a pocos metros de distancia.

"Hace muchos años en los museos se hacía una suerte de cronología, que acá se mantiene a grandes rasgos, pero el arte no es lineal y no puede contarse así. Por eso, nosotros trabajamos en núcleos conceptuales entonces cuando abordamos el paisaje o el retrato en ciertos artistas cruzamos los años. No subestimamos el espectador, cada uno hace su propio relato", asegura, Enrique Aguerre, director del museo.

En un desierto martes de Carnaval, el museo del Parque Rodó tenía una cantidad nada despreciable de visitantes. Un par de niños, algunas parejas jóvenes y adultos mayores componían el variopinto público. Comenzaron por secciones distintas y vieron las obras con ritmos diferentes, pero con gran interés. Tal vez lo más llamativo, a nivel de visitas, fue el de una chica no vidente que, ayudándose con las herramientas de accesibilidad instaladas (ver recuadro), pudo transitar el museo en su totalidad.

En esta ocasión el recorrido comenzó por la exposición más reciente titulada sencillamente como "Colección MNAV", en la Sala 2, compuesta por piezas de la corriente de Abstracción Geométrica que se extenderá hasta el 27 de marzo. Predominan los colores fuertes y, como es de esperarse, las formas geométricas. La mayoría de las obras datan de principios del siglo XX, pero perfectamente podrían haber sido hechas ayer, porque se mantienen tan relevantes como hace 50 años.

"Ahora, con la cultura digital, nosotros vemos que trabajar con colores planos y formas abstractas es casi contemporáneo", explica Aguerre. "Estas obras tienen otro valor porque antecedieron los usos de las herramientas digitales, fueron creados con herramientas convencionales como lápiz, papel, acrílico y óleo. Más allá de la formalidad hay un sentido muy especial en cada una de estas obras, estos artistas vieron la realidad de una manera particular. Nosotros queremos contarles a los visitantes qué características tienen esas visiones".

Las obras de artistas uruguayos como José Pedro Costigliolo, Antonio Llorens (una grata sorpresa), Amalia Nieto y María Freire dialogan perfectamente con las de Wassily Kandinsky y Auguste Herbin, al punto que parece increíble cómo esos pintores, que coincicieron poco más que en la contemporaneidad, hayan hecho piezas que compartan la misma esencia.

"Las ideas, en el arte y en la cultura, no salen de un cero absoluto, todo tiene un precedente y hay diálogos que se van haciendo en tiempo real o tiempo después. Durante el siglo XX se dieron estas particularidades, hacer arte de esta forma, haciendo prevalecer la geometría y lo abstracto", asegura Aguerre.

A pocos metros las dos obras más impactantes de Juan Manuel Blanes tientan al visitante a dejar el arte abstracto e inclinarse por las clásicas piezas del bien llamado "pintor de la patria". Es un contraste que no se ve forzado, sino que se entiende como una técnica que hizo posible el desarrollo de la otra. La fiebre amarilla, en la que un bebé está inclinado sobre su madre muerta mientas dos señores observan consternados la escena debe de ser una de las imágenes más potentes de todo el museo y lo va a seguir siendo por mucho que cambie el arte.

Lo real y lo virtual.

Pero ese diálogo no se desarrolla en el mundo virtual, aunque muchos optan por este medio para estudiar las obras. El Museo ofrece la posibilidad de ver los cuadros en su página web. "Tenemos muchísimo material en internet y estamos trabajando para una aplicación de celulares, para hacer recorrido en 360º. Pero ver las obras es como escuchar música en vivo y escuchar un disco, ves la pincelada, el gesto, tenés una relación personal con la obra y eso es intransferible", explica el director.

De todas formas, ese esfuerzo del museo por mantenerse actualizado es valorado por el público, que generalmente se manifiesta gratamente sorprendido en las redes sociales. Además ha logrado volverse una suerte de punto de reunión para los amantes del arte, sobre todo los domingos. El año pasado, a la exposición de Ignacio Iturria, acudieron 20.000 personas y a la de Rafael Barradas, 40.000, dos cifras grandes para lo que se maneja en los museos uruguayos.

Ese nivel de concurrencia responde a una intención desde el equipo del museo de que se instale como algo popular, de acuerdo a lo que dice su director, que lleva seis años en el cargo. "Esa vieja imagen del museo como mausoleo, quieto, poco visitado y elitista no tiene ningún sentido. Este es un lugar de ciudadanía, una forma de acceder a nuestra cultura para saber de dónde venimos. El arte hay que compartirlo. Cuando hicimos la exposición de Barradas hacía 40 años que no se mostraban sus obras, la gente no conocía su trabajo en profundidad".

El museo del Parque Rodó es necesario volver a visitarlo, pero no solo por la rotación de sus piezas o por las novedades edilicias, sino porque el efecto de las obras varía con el tiempo. "De repente hoy tenés una relación con esta obra y en un par de años volvés a verla y te pasa otra cosa, porque tú no sos la misma persona", asegura Aguerre.

Y no puede estar más en lo cierto. El cuadro de Carlota puede haber cobrado un nuevo significado ahora, pero nada borra aquella primera impresión del paseo escolar de esa señora desafiante.

Diversas actividades y novedades para este año.

En marzo, con motivo de la celebración del Mes de la Mujer se inaugurará una muestra antológica de la artista Gladys Afamado, pintora y grabadora uruguaya. También habrá un repaso de la carrera de Nelson Ramos, un artista al que, para Enrique Aguerre, habría que "darle más difusión". Ramos fue docente y es señalado por varios artistas contemporáneos, como Ignacio Iturria, como una gran referencia.

Pancho Graells, ilustrador y caricaturista uruguayo que trabajó para el prestigioso diario Le Monde, mostrará sus trabajos en una exposición cerca de mitad de año. Otros artistas que tendrán muestras son Claudia Anselmi (dibujante y pintora), Mario Sagradini (pintor y antiguo director del museo) y Daniel Tomasini (artista visual).

Este 2016 además, se entregará el Premio Nacional de Artes Visuales, que se realiza cada dos años y siempre causa polémica. La exhibición de las obras finalistas se realiza alrededor del mes de agosto y dura dos meses.

Además habrá otras actividades, no distintas a las muestras. Por ejemplo se están coordinando jornadas de música en vivo, charlas en el auditorio, presentaciones de libros y talleres. Aguerre señala los talleres como uno de los grandes fuertes del museo, sobre todo aquellos dirigidos a los niños, ya que acercan el arte a toda la familia.

Para el Museo Nacional de Artes Visuales el 2016 es un año importante a nivel edilicio. Después de haber instalado rampas y un ascensor que lo volvieron accesible para aquellos que tienen problemas de movilidad, el museo ahora ofrecerá a los no videntes y personas con baja visión una experiencia integrada. Un camino con relieve que señala el recorrido de los cuadros, varias réplicas en tres dimensiones de cuadros seleccionados y un sistema interactivo de tabletas son las herramientas que permiten que todos puedan conocer arte nacional e internacional.

A nivel edilicio, además, se inaugura una cantina exterior y se continúa con el éxito de la tienda de regalos. Con al compra de los productos, que van desde tazas hasta catálogos y crayolas, se colabora con la financiación del museo. Otra de las innovaciones fue la actualización del sistema de almacenamiento de las obras, que ahora cumple estándares internacionales.

El Museo Nacional de Artes Visuales puede ser visitado de martes a domingo de 14:00 a 19:00. Se puede coordinar visitas guiadas para instituciones educativas o para público general a través de las redes sociales o llamando por teléfono.

Una de las salas más grandes del Museo Nacional de Artes Visuales. Foto: F. Ponzetto
Una de las salas más grandes del Museo Nacional de Artes Visuales. Foto: F. Ponzetto
Foto: Fernando Ponzetto
Foto: Fernando Ponzetto
Foto: Fernando Ponzetto
Foto: Fernando Ponzetto
Foto: Fernando Ponzetto
Foto: Fernando Ponzetto
Foto: Fernando Ponzetto
Foto: Fernando Ponzetto
Foto: Fernando Ponzetto
Foto: Fernando Ponzetto

Museo de artes visualesALEJANDRA PINTOS

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