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Juana de Ibarbourou revisitada a través de un libro muy visual

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Mucha fantasía y una mancha de humedad se juntan en este trabajo de Acosta.

Hace tiempo que los libros para niños dejaron de ser lo que eran. Y algunos ejemplos recientes dan cuenta de esos nuevos rumbos. Uno de ellos, paradójicamente, es un clásico de la literatura uruguaya, pero presentado de modo que brinde frescura y originalidad.

Se trata nada menos que de La mancha de humedad, aquel cuento de Juana de Ibarbourou que era infaltable en alguna jornada escolar. Y Editorial Banda Oriental lo desempolvó para ofrecerlo en un marco visual renovado y que crea un diálogo interesante entre el texto y las páginas que lo albergan.

Sin duda que la llamada Juana de América tuvo tanta gloria literaria que llegó a ser mirada con recelo por las generaciones siguientes a la que la encumbraron. Además, quizá por su poema La higuera, que nunca faltaba a la hora del recitado infantil, muchos tienen sobre su literatura un concepto entre endurecida e ingenua. Pero basta leer el breve cuento La mancha de humedad, muy conocido por cierto, para encontrar una autora llena de sugerencias, más próxima incluso a Horacio Quiroga que a la idea que comúnmente se puede tener de ella.

La obra, que integra el libro Chico Carlo, un clásico de la literatura infantil uruguaya, está lejos de ser condescendiente con el niño, y de ofrecerle un mundo suave y de fantasía. La historia no puede ser más sencilla: una niña que en su cuarto imagina a partir de una mancha de humedad. Pero en el corto texto se dibujan perfectamente los personajes, el rápido y eficaz argumento, y su crudo final. En esta edición, todo eso va acompañado por las ilustraciones de Matías Acosta, en las que se inscribe el relato. El dibujante, un joven sanducero de algo más de 30 años, cuenta con experiencia en el terreno, y la demuestra acompañando el relato con un rico juego cromático y de formas. La habitación de la niña le permite jugar con tonos apagados, que van cobrando formas y colores a medida que la imaginación de ella avanza en aventuras desmedidas. Realmente, tanto el relato de Ibarbourou como la edición que ahora llega al público, son un ejemplo de buen material para acercar a los niños de hoy.

Salvando las distancias, otro ejemplo que sale del trillo es Cuentos de las tierras olvidadas, de Claudia L. Córdoba, obra que busca conjugar aventura, suspenso, misterio, magia y algo de romance. El libro busca exponer que las cosas no tienen por qué ser como en los cuentos tradicionales, y que el poder y la gloria se juegan hoy en otros ámbitos, donde los deseos a su vez pasan por otros lados. Esos mundos de fantasía ya no tienen nada que ver con un baúl polvoriento, ni con princesas que buscan príncipes para casarse.

Este trabajo surgió por una iniciativa de la Editorial Fin de Siglo, que convocó a distorsionar cuentos clásicos, revisando algunos de los estereotipos que proponían. Este concurso tuvo lugar el año pasado y fue llamado Concurso MMIRG, nombre que surgió invirtiendo un apellido de referencia al respecto: Grimm.

SEMANA SANTA Y BUENA LECTURA.

¡Un libro! - de Libby Gleeson.

Alfaguara Infantil editó este libro que trata justamente de la historia de un libro, invitando a su revaloración.

Lili Lana - de Paula Vásquez.

Una oveja escritora y gimnasta en un relato para bien chiquitos, alegremente ilustrado por la propia autora.

La mancha de humedad - de Juana de Ibarbourou.

Un placer para los padres leerle a un niño este libro lleno de imaginación aunque con un final un poco duro.

Cuentos de las tierras... -de Claudia L. Córdoba.

El objetivo, enfrentar los lugares comunes de la literatura infantil tradicional, a través de un relato de suspenso y aventura.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Mucha fantasía y una mancha de humedad se juntan en este trabajo de Acosta.

Ediciones de la Banda Oriental editó un clásico: “La mancha de humedad”

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