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Jane Fonda: "quiero que lo que hago sea un éxito"

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"Me preocupa que mi actuación no sea lo suficientemente buena", dijo.
Jane Fonda
Andrew Eccles/Andrew Eccles / jbgphoto.com

Hay cosas que no sorprenden. Es lógico que Jane Fonda esté rodeada de experimentados estilistas, maquilladores y asistentes pendientes de cada una de sus necesidades.

Tampoco sorprende su aire de autoridad y su seguridad al dirigirse a un grupo de periodistas de todo el mundo que la escuchan hablar de Grace and Frankie, la serie que Netflix estrena mañana. Ni desconcierta a nadie que su belleza siga intacta, como si el tiempo casi no hubiera pasado para la actriz ganadora de dos Oscar, activista y exreina de la gimnasia aeróbica. Pero cara a cara empiezan las sorpresas.

La primera es que, más allá de haber nacido en un mundo de privilegios —es hija de Henry Fonda— y de haber sido una estrella por mérito propio durante toda su vida adulta, la actriz no tiene aires de diva. Saluda cordial, sonríe porque tiene ganas de hacerlo y es brutalmente honesta. Especialmente consigo misma.

—Después de cincuenta años trabajando como actriz, ¿todavía disfruta del proceso de crear un nuevo personaje? ¿Se pone nerviosa?

—Me gustaría poder decirte que con el tiempo se hace más fácil todo el tema de los nervios, pero la verdad es que no. Creo que a estas alturas uno espera más y también porque sé que no tengo mucho tiempo por delante, así que no puedo cometer errores. Realmente quiero que lo que estoy haciendo ahora sea un éxito y la verdad es que nunca sentí tanta presión antes. Porque siempre había una posibilidad de hacerlo mejor mañana. Y, la verdad, es que ahora no me quedan tantos mañana. Por eso cuando terminamos de grabar la primera temporada de Grace y Frankie, contraté a un profesor de actuación.

—¿En serio? ¿Lo hizo pensando en un proyecto en particular o por el arte mismo?

—Bueno, idealmente sería para prepararme para la segunda temporada de la serie. Si es que la conseguimos. Y si es así, quiero ir más profundo en mi interpretación. Pensé: "Actúo hace 50 años y tengo 77 años, pero lo puedo hacer mejor. Puedo mejorar. Tengo que hacerlo mejor".

—¿Le costó la decisión de volver a estudiar actuación a estas alturas de su carrera?

—Sí, y estoy muy orgullosa de haberme animado a hacerlo. Porque me sigo poniendo muy nerviosa y me sigo preocupando de que mi interpretación no sea lo suficientemente buena. Siempre deseo poder repetirlo, poder hacerlo de nuevo.

—En Grace y Frankie le tocó una maestra de la comedia como compañera de elenco, Lily Tomlin.

—Lo es. Y a veces no es fácil ser la contracara más seria de sus locuras humorísticas porque uno se pone a pensar con bronca: "Ella tiene los diálogos más graciosos". Pero eso acaba siendo otra forma de aprendizaje.

Porque le terminé encontrando la importancia a interpretar a la "seria" en el dúo. Lily es tremendamente cómica y además la quiero mucho. Somos amigas hace años en la vida real y entonces todo es mucho más fácil. Hacer una ficción televisiva es difícil: son jornadas de grabación de 15 horas. Que la persona con la que trabajas sea buena y amable, y que no intente robarte la escena o hacer algo para hacerte quedar mal es muy importante. Imaginate si tuviera que lidiar con una persona así como compañera. Sería aun más difícil todo el proceso.

—Y aun así quiso tener su propio programa. ¿Su participación en The Newsroom la inspiró?

—En realidad es algo que estaba intentando hace unos cuantos años. Te diría que durante cuatro años estuve intentando armar una serie, avancé con algunas ideas para las cadenas de TV abierta, pero los guiones no eran lo suficientemente buenos y luego apareció la invitación para participar de The Newsroom. Después apareció Marta Kauffman con esta propuesta y, finalmente, todo cerró. Lo cierto es que tengo 77 años, y Hollywood no suele ser muy amable con las mu-jeres de mi edad. En la TV es más fácil, porque se arriesgan más, y Netflix es la plataforma más arriesgada de todas.

—Grace parece ser el opuesto de lo que el mundo conoce de usted y de su visión de la vida. ¿De dónde sale esta señora tan reprimida y tensa?

—Lo cierto es que hay mucho de mí en Grace. El hecho de vivir durante mucho tiempo sin ser una persona auténtica. Pensalo un poco: estuvo casada 40 años con este hombre y probablemente en el comienzo era una pareja linda, apasionada y con mucho sexo. Pero durante 20 de esos 40 años, él estuvo enamorado de un hombre. Y aunque ella no lo sabía conscientemente, tenía que saber que algo pasaba. Aunque nadie hablara de eso. Y cuando vivís de esa manera tu matrimonio, la verdad es peligroso. Todo se vuelve falso. Viví así. Me casé tres veces y cuando esos matrimonios se terminaron, sufrí mucho.

—El tema de la empatía femenina parece ser una de sus preocupaciones más urgentes. Hace poco, habló de la necesidad de avergonzar a los jefes de los estudios para que contraten más mujeres.

—Es algo en lo que creo apasionadamente. Porque aun las mujeres responsables de los estudios no son de gran ayuda para alentar el trabajo de directoras. Hay gran talento femenino en dirección y producción, y tenemos que forzar a los que toman las decisiones a estar atentos, a que les presten atención. Tienen que contratar a mujeres: aportamos algo diferente a la paleta creativa.

—En ese sentido, ¿cambiaron las cosas en Hollywood desde el comienzo de su carrera?

—Hubo un tiempo, antes de que yo empezara a trabajar, en los años 30 y 40, previos a la época de la censura y el macartismo, cuando actrices como Mary Pickford, Mae West, Joan Crawford o Barbara Stan-wyck tenían mucho más poder que las estrellas de hoy en día. Y se contaban historias fuertes de mujeres fuertes. Eso casi se detuvo por completo en los años 50 cuando la industria se volvió mucho más conservadora. Pero creo que con el tiempo pode-mos recuperar esas buenas épocas. Yo soy siempre optimista.

Dos mujeres que deben empezar juntas de cero.

Es inflexible Fonda con ella misma y con los temas que le importan. Como el hecho de estar protagonizando una serie creada por Marta Kauffman —responsable de aquel humilde programa sobre seis amigos de Nueva York que se transformó en un fenómeno global, Friends sobre "los asuntos de las mujeres mayores. El recorte demográfico que más crece". Y al que pertenecen tanto su Grace, una mujer de aspecto siempre impecable, acostumbrada a cuidar las formas y al disimulo, como Frankie, su opuesto en casi todo: cultora de toda práctica new age que llegue a sus oídos, honesta y abierta, el personaje necesitaba de una actriz capaz de transformar todos esos rasgos en comedia. Y nadie mejor para hacerlo que la brillante Lily Tomlin, con quien Fonda ya había trabajado hace 35 años en la graciosa película Cómo eliminar a su jefe.

Juntas, un buen día —un día pésimo en realidad, Grace y Frankie se enteran de que sus respectivos maridos-socios en un estudio jurídico hace décadas— llevan años siendo amantes y, tras la aprobación del matrimonio igualitario en su país, decidieron casarse. Y divorciarse de ellas, claro. Una premisa que hace implotar la existencia de las dos señoras de las maneras más traumáticas y graciosas.

Ese es el centro de la nueva serie de Netflix que, sus usuarios de Uruguay, también pueden ver desde mañana.

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"Me preocupa que mi actuación no sea lo suficientemente buena", dijo.

Netflix estrena Grace y Frankie, su primera serieNATALIA TRZENKO, LA NACIÓN/GDA

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