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Fútbol, poder y literatura son una terna explosiva

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Santiago Roncagliolo, autor de "La pena máxima".
Lisbeth Salas

El mejor momento para cometer un crimen es durante un partido de fútbol porque nadie se entera", asegura el escritor peruano Santiago Roncagliolo. El autor de La pena máxima, libro editado por Alfaguara, también ha subrayado en varias ocasiones el olvido del fútbol por parte de la literatura. Su reciente novela, publicada en 2014, no es futbolera, pero está, como la vida misma, transida de fútbol.

Es que luego del escándalo de los sobornos de la FIFA, el Moggigate en Italia, el proceso derivado del fichaje de Neymar, el caso Messi o las sospechas sobre la compra de partidos en España, los delitos cometidos en el mundo del deporte rey cobran especial relevancia y pasan a la literatura.

De hecho, el poder y la presencia amenazante de determinados grupos ultras completan un panorama poco halagüeño. Y la novela negra se ha lanzado de lleno a pagar una de las deudas tradicionales de la literatura y BCNegra (encuentro literario de Barcelona que ayer cerró su décima edición) dedicó uno de sus actos centrales al asunto, el pasado jueves. Y algunos de los escritores se atrevieron con el lado oscuro y a veces criminal del fútbol.

¿Por qué hasta ahora nadie le había prestado la atención que merece al tema?, es la pregunta motor. "Creo que, por un lado, había un punto despectivo a la hora de escribir sobre fútbol, aunque muchos escritores fueran futboleros. Al mismo tiempo, la novela negra era considerada como un subgénero. La dignificación de los dos ámbitos se ha producido a la vez", asegura Leandro Pérez, autor de Las cuatro torres (Planeta), un libro sobre la especulación y los manejos del fútbol.

¿El fútbol está irremediablemente corrupto?, es otra de las preguntas. "La corrupción es tan antigua como la ley del fuera de juego" explica Horacio Convertini, ganador del premio Extremo Negro BAN 2013 con su novela El último milagro. "No creo que la corrupción esté matando al fútbol, a no ser que hablemos de la FIFA", asegura, siempre provocador, el escocés Philip Kerr. Futbolero irredento, fan incondicional del Arsenal, Kerr acaba de publicar Mercado de invierno (RBA), posiblemente la aproximación más certera hasta el momento a estos problemas.

En una conversación con El País plagada de críticas a la FIFA, Kerr apunta a uno de los grandes problemas del fútbol: el dinero y los salarios de los jugadores. "Los clubes no van a poder seguir a este ritmo y los aficionados tampoco podrán aguantar para siempre las subidas del precio de las entradas", afirma poniendo el dedo en la llaga. "En 20 años el fútbol va a ser irreconocible", asegura antes de reconocer que no sabe en qué sentido. "Puede que la incorporación definitiva de Estados Unidos al espectáculo cambie el deporte, pero me da la impresión de que lo que hará será acentuar el poder del dinero en el fútbol".

Hay profundas aproximaciones a todos estos problemas (El lado sucio del fútbol, de varios autores, editado por Planeta, es uno de los grandes ejemplos), otras menos críticas y mucho más literarias (Tres actos y dos partes, Giorgio Faletti, Anagrama) y otras inclasificables, como la novela que publicó Javier Tebas, presidente de la Liga, bajo el ingenuo y voluntarioso título de El fútbol no es así (Tropo).

Pero parece que la inmersión del género negro en este ámbito no ha hecho más que empezar. "La novela negra es un terreno de juego muy adecuado para adentrarse en este mundo. El fútbol no se juega solo en el bar o en el campo, sino que es un espectáculo que se extiende a otros ámbitos y el de la literatura, que no está explorado, tiene todo su interés", abunda Leandro Pérez, que, tras su debut, tiene preparadas varias novelas más sobre el tema.

Pasión de multitudes en las letras locales

Los escritores uruguayos que se ocuparon del fútbol son muchos, y abarca también autores para niños, como Roy Berocay en Pateando lunas, o la obra de Daniel Baldi, cuya novela Mi mundial vendió entre 2010 y 2011 unos 15 mil ejemplares, siendo Libro de Oro.

El investigador y ensayista Pablo Rocca, autor del libro Literatura y fútbol en el Uruguay. 1899—1990, fue consultado por El País y destacó algunos clásicos del tema.

"El pionero, antes que ninguno, y quizá mejor que ningún otro en lo sucesivo: Horacio Quiroga y su notable Juan Polti, half-back; el cuento Puntero izquierdo, de Mario Benedetti, una gran experiencia desde el lenguaje; y el poema de Parra del Riego Polirritmo a Gradín, jugador de fútbol". También el poema de Salvador Puig en homenaje a Schiaffino, o el breve e intenso texto lírico de Elder Silva que representa una estampa de campito. Y también, más acá, la novela de Miguel Motta, Breviario de un mediocampista. Si hablamos de críticos o estudiosos, aquí, pocos. En todo caso debemos a Eduardo Galeano una antología importantísima, Su majestad, el fútbol, que hizo visible el tema a fines de la década del sesenta, cuando la intelligentsia local más bien se ocupa de otras urgencias".

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Santiago Roncagliolo, autor de "La pena máxima".

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