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Acercarse con humor al debate

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Daniel Hendler habla de su próxima película. Foto: Alejandra Pintos.

Hoy Tevé Ciudad estrena Guía 19172, serie sobre la legalización de la marihuana ideada por el actor.

Esta vez las ganas de dirigir de Daniel Hendler lo llevaron a experimentar con un formato que no suele consumir como espectador: las series. Esta noche, a las 21:00, Tevé Ciudad emite el primer capítulo de Guía 19172, una propuesta que busca "desmorrugar", dicen, la ley que regula el consumo de marihuana en nuestro país.

La serie consta de nueve capítulos de 25 minutos de duración, que irán desarrollando los puntos clave de la ley de una manera bastante creativa. Guía 19172 está protagonizada por Matías Singer —hermano menor de Hendler—, que interpreta a un estudiante de Ciencias de la Comunicación que pretende realizar una investigación sobre la mencionada ley como proyecto de tesis. Miedoso e inocente, lo acompañan en esta aventura dos compañeros de estudios, el microfonista Miguel y la camarógrafa Patricia, que además de actuar son técnicos formales de la serie: Rodrigo Gils es también el asistente de dirección y Patricia Olveira es su directora de producción.

La estructura del proyecto combina comedia con investigación. "Quería mostrar una planta de marihuana sin todo el bagaje de prejuicios que hay detrás", dice en charla con El País sobre Guía 19172. Para eso armó una estructura narrativa que buscó mezclar una historia de ficción (la del equipo investigando para la tesis) con una búsqueda documental con 40 entrevistas a los principales personajes involucrados.

Daniel Hendler está en Montevideo terminando el montaje de su próxima película como director, El candidato, el proyecto que sigue a su ópera prima, Norberto apenas tarde. Lejos del éxito de Graduados y mucho más cerca de proyectos personales, Hendler también está esperando el estreno de la nueva película de su esposa, Ana Katz, Mi amiga del parque.

—Es la primera vez que dirigís para televisión, ¿qué te motivó a realizar una serie?

—El protagonista Matías Singer, es mi hermano menor, y un día estábamos juntos compartiendo un momento de ocio y lo vi muy atento a las noticias sobre cómo evolucionaba la ley 19172, que regula el consumo de marihuana en el Uruguay. Su nivel de interés y de atención sobre las cuestiones parlamentarias —algo que nunca había visto en él— me pareció interesante. Vi algo ahí. Vi que con humor podíamos acercarnos a las aristas que quedan al descubierto de la ley y que daba para jugar con lo documental y la ficción.

—La serie propone una investigación documental pero con pasajes de ficción.

—Todo lo que le sucede al protagonista y la investigación es real. Armamos el guión siguiendo el proceso que vive el personaje central, Matías Cabani, que empieza investigando los efectos de la ley en la sociedad pero termina torciendo la investigación hacia los efectos de la marihuana en él mismo.

—En el primer capítulo lo presentan como un joven miedoso, que está paranoico porque tiene una semilla de cannabis.

—Él es como una especie de ratón de laboratorio de la ley, porque termina probando la marihuana pero de una manera digamos "académica", porque se regula como cultivador. En el primer capítulo recibe esta semilla por accidente y a pesar de que la esconde en su trabajo en una óptica, la planta empieza a germinar. En un momento se hace cargo de la planta y decide hacer ese experimento de cuidarla y consumir ante cámara. Pero para eso se regula, porque la ley dictamina que no se puede fomentar el consumo: o sea que es una miniserie que está bajo las estrictas normas de la ley.

—¿Cómo equilibraron su postura frente a la ley?

—Quisimos cubrir los aspectos con los que se debe tener cuidado. No estamos festejándola, aunque a todo el equipo nos parece interesante. Si bien dentro del equipo hay consumidores de marihuana, ninguno fue activista por su legalización. Las ganas de hacer esta serie surgieron del interés de entender ciertas cuestiones, por ejemplo, de cómo serán las políticas previstas para cuidar el consumo en adolescentes.

—¿Cómo organizaron la investigación?

—Todo el equipo participó. Este es un proyecto muy de grupo. Primero empezamos a desmenuzar el desarrollo de la ley: los sucesos en el tiempo que llevaron a la promulgación. Después identificamos a los principales actores de la etapa parlamentaria, y por último a los protagonistas que juegan en su aplicación. Con ese mapa armamos un recorrido para que Matías Cabani se fuera cruzando con estos personajes.

—Muchas veces el protagonista interrumpe a los entrevistados, o les hace preguntas atípicas.

—Siempre avisábamos que el personaje es un poco "pavote", que no se asustaran si en algún momento hacía alguna pregunta o muy conservadora o muy inocente, que ahí había humor, y que hablaran con libertad. Todos sabían que había una parte de divulgación de información y otra de comedia.

—Los propios técnicos de la serie actúan en la ficción: los convertiste en personajes.

—Y tiene que ver con la falta de presupuesto. Matías es actor, y Rodrigo Gils ya había actuado en cortos. En el caso de Rodrigo, en mi próxima película El candidato él actúa pero además fue continuista, ayudante de producción y de dirección.

—Multiempleo cinematográfico...

—Por un lado había que arreglarse para filmar con lo que conseguimos, pero además esa decisión tenía que ver con el espíritu de la serie, porque necesitábamos un equipo chico capaz de reaccionar rápido. Éramos seis personas moviéndonos para todos lados.

—Parte del chiste de la serie es la puesta en escena desprolija, con el micrófono que entra en el plano, ruidos, planos poco originales.

—Eso estuvo desde el planteo original: investigar desde la inocencia. Quería mostrar una planta de marihuana sin todo el bagaje de prejuicios que hay detrás y descubrir de dónde vienen los prejuicios, porque el prohibicionismo no sólo favoreció al narcotráfico, también tiene que ver con intereses económicos.

—¿Este proyecto fue más ágil que sacar adelante una película?

—No te creas, fue mucho trabajo, porque tuvo las complicaciones propias de la ficción y las del documental pero mezcladas. Uno no maneja el material con la misma libertad que cuando hace cine: tenés que ser respetuoso con los entrevistados, no podés manipular las entrevistas ni su edición. Pero al mismo tiempo necesitás tener una estructura en cada capítulo y en toda la serie. Fue divertido y trabajoso.

—El rodaje fue previo al de El candidato, tu nueva película como director. ¿Hubo algún aprendizaje específico que usaste luego?

—Sobre todo el trabajo con Matías, que iba a ser uno de los protagonistas de la película. Me sirvió para detectar dónde estaban nuestros cortocircuitos porque al ser hermanos hay mucha confianza pero también momentos de choque. La serie fue un entrenamiento actoral importante porque exigía mucha agilidad y estar alerta para incorporar lo que sucedía. Y como director me ayudó a relacionarme con "mis nubes".

—¿Qué son "las nubes"?

—Zonas donde uno se obstaculiza, donde uno se pone insoportable.

—¿Y cuáles son las tuyas?

—No quiero asustar a nadie, pero hay momentos en que me alieno y giro sobre mis propias ideas, y me pongo terco. Pero me parece que he zafado bastante bien. Como actor, en mis inicios, tenía más problemas con estos aspectos.

—¿De querer imponerte?

—No, al contrario: de tener momentos de aislamiento en los que dejo de funcionar y tengo que concentrarme para volver al set. Pero como director estas experiencias me agarraron crecido y las aprendí a manejar, a empujarlas cada vez más afuera del rodaje.

Surgido del teatro uruguayo, fue el "Leche" en 25 Watts y una estrella de telenovela.

Daniel Hendler ha tenido una larga carrera que lo llevó de actor y gestor de una compañía teatral a estrella de tira argentina; de actor de 25 Watts a dirigir dos películas y una serie.

Antes de ser el "Leche", aquel adolescente diletante de 25 Watts, Hendler venía de formar parte de Acapara el 522, un grupo de teatro juvenil con varias puestas elogiadas. Pero fue el cine el que le dio proyección. En Argentina, donde se hizo famoso por una publicidad de celulares, trabajó con directores como Daniel Burman (Esperando al Mesías, El abrazo partido, Derecho de familia), Ariel Winograd (Cara de queso, Mi primera boda, Vino para robar), Damián Szifrón (El fondo del mar) y su esposa Ana Katz (Una novia errante, Los Marziano). Su gran éxito fue Andy, el personaje central de Graduados. En 2010 debutó como director con Norberto apenas tarde y ahora está terminando El candidato.

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Daniel Hendler habla de su próxima película. Foto: Alejandra Pintos.

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