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Wosh Machin y Fabiana Fine hablan de la obra que estrenan en febrero en Teatro Metro

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Fabiana Fine. Foto: Rúl Martínez

ENTREVISTA

El dramaturgo y director teatral y la actriz hablan sobre "Vamo arriba", la obra que tendrá funciones el 14 y 21 de febrero en el Teatro Metro

Fabiana Fine. Foto: Rúl Martínez
Fabiana Fine. Foto: Rúl Martínez

Hay pocos autores y directores uruguayos tan prolíficos como Wosh Machin, el joven que el próximo 14 de febrero estrena en el Teatro Metro la obra Uruguay nomá! que tiene a seis cómicos emergentes con la premiada actriz Fabiana Fine como hilo conductor. Como en todas sus obras también hay espacio para hablar sobre la sociedad, los miedos y los artistas A y B de nuestro país. Wosh Machin y Fabiana Fine hablaron con Sábado Show sobre este espectáculo, también sobre los prejuicios de nuestro país, lo que significa ser un artista under y cómo es hacerse un nombre en la escena teatral.

—Wosh, desde hace un tiempo tu nombre se asocia a las obras de teatro en el Metro, no has parado de escribir y dirigir.

—Es de lo que vivo y lo único que sé hacer. Tengo una estructura bastante buena que me ayuda. Tengo un coordinador literario que se encarga de pasar mis ideas al papel, entonces si se me ocurre algo le tiro las ideas.

Wosh Machin
Wosh Machin, un artista con camino propio. Foto: Leonardo Mainé

—Generalmente son obras sobre mujeres con una gran carga social, sobre todo sobre la violencia machista.

—Sí, porque creo que es algo carente en el mercado, algo que no estaban tratando y si lo trataban era muy por arriba. Y hay que meterse adentro, al fondo y encontramos una veta positiva, también gente comprometida que le puso ganas y por otro lado con deseos de salir, y la herramienta menos invasiva es el arte. Considero que el arte es como la tercera persona que no te invade pero te muestra lo que está mal, y las personas empiezan a reaccionar. Me pasó con una actriz que protagonizó una obra el año pasado, hizo tres funciones llenas y se dio cuenta que estaba en una relación tóxica y ahí se desencadenó lo que después se conoció.

Wosh Machin. Foto: Difusión
Wosh Machin. Foto: Difusión

—¿Te ha pasado algo así?

—Sí, lo he vivido en carne propia, porque la violencia de género no discrimina ni clase social ni condición sexual. Hay que cortar de raíz, porque lo que cura es el contacto cero con el violento. Porque si no es contagioso, empezamos a tener reciprocidad negativa, actitudes malas y te contagias de eso.

—Tus obras mezclan caras conocidas con artistas nuevos o al menos desconocidos, ¿cómo es trabajar con gente casi que sin experiencia?

—Cuesta mucho trabajar con artistas nacionales, les falta disciplina artística. El tema de los horarios creo que tienen que estar marcados y se tienen que cumplir. Pasa que muchos han tenido trabajos irregular culturalmente, entonces empezar a convertir el arte en tu fuente de trabajo y no como tu hobby, te hace profesionalizar. Entonces empezás a modificar el chip, lo que es importante porque es la cara, la marca y te vas librando de cosas, y comenzás a ver con quien trabajar y con quién no.

—¿Por qué tus obras tienen tan pocas funciones?

—Porque trabajo a función agotada, sino no trabajo, porque vivo de esto. No estoy para perder el tiempo y si no se agota no voy a estar perdiendo el tiempo. No puedo tener gente trabajando si no hay ganancia, entonces las entradas son anticipadas y con funciones agotadas. Hay un trabajo de convocatoria fuerte y he sabido fidelizar gente, por suerte.

—Ahora estrenás una comedia, Uruguay noma!

—Sí, pero tiene todo un tabú detrás. Lo que tiene Uruguay nomá!, es la representación de esa división entre los humoristas, que están los que son humoristas A y humoristas B, y en Uruguay hay mucho clasismo artístico.

—¿Hay clasismo?

— (ríe) Hay clasismo artístico, están los que son Top, y los Emergentes, porque Uruguay no tiene una colonia artística que te convierta en celebridad. No hay una colonia comercial para que puedas decir este es una celebridad, hay artistas más famosos o conocidos, pero eso no le da la entidad de celebridad porque las condiciones económicas no se dan. Entonces comienza el tema de los egos, el artista con más camino empieza a mirar desde otro lugar, que es natural.

—Contame de la obra.

—Son ocho humoristas emergentes, algunos con más escenarios que otros, y poner a Fabiana Fine que es una referente trans, es transgersora como el espectáculo. Quería alguien que no tuviera nada que ver con lo cotidiano de la showman o del capocómico, entonces tenía que ser una mujer trans con tablas que sea muy distinto, muy de Uruguay.

—Ahí aparece Fabiana Fine.

—Sí, es una artista con 25 años de carrera, tiene un camino recorrido, prestancia y Uruguay tiene que empezar a tener una apertura. A veces las condiciones sexuales limitan un poco, será que uno rompió tantos prejuicios y paradigmas culturales.

—Pero vos también has roto varios paradigmas culturales.

—Me da vergüenza decirlo. Pasa que esperan un hombre más grande y se encuentran con uno chiquito, se esperan un hombre musculoso porque se rodea de celebridades uruguayas y soy chiquito y flaquito, no me vengan con deportes que no puedo. Ahora estuve en Punta del Este haciendo Ni un golpe más y salí corriendo porque es como demasiada la carga y el esfuerzo que tienen por la falta de control del exceso de felicidad. Ahí hay una necesidad de aparentar todo el tiempo. Y yo hago teatro de conciencia, y creo que tienen instalado un clasismo muy fuerte, me ha pasado de sentir el rechazo de algunos lugares a nivel mediático que resisten la presencia. Fito Galli me decía que soy como los sordos, que no escuchan las críticas. Escucho mucho a Eunice Castro y a Giannina Silva por los haters, no estaba acostumbrado a tenerlos. Y cuando empecé a tener notas empezaron a surgir, les puse ciberbullinistas y ahí me inspiré y escribí Frágiles para hablar del ataque que hacen los haters, el ciberbulling sin conocerte. Es una violación colectiva, vos no sabés quiénes son pero a ojos cerrados hablan mal de vos, te ultrajan y te destruyen. Entonces me decía Giannina que es parte del proceso de crecimiento, a medida que crecés tenés más haters. Parece increíble que siendo una ciudad tan chica y un país pequeño, en vez de estar más unidos estamos más divididos. Lo que tiene mi teatro es que además ha sido cien por ciento comercial. Por ejemplo no permito que mis actores vayan gratis a trabajar, me parece deshonesto y no permito la cultura del “venite y después vemos”. Lo que fuimos imponiendo con el teatro fue una rutina de laburo en la sala comercial más importante del país. Me parece que hay que tener una buena división del trabajo, el respeto al colega, son procesos educativos y culturales que hay que tener.

Fabiana Fine. Foto: Rúl Martínez
Fabiana Fine. Foto: Rúl Martínez

—¿Te ha dado visibilidad en el exterior tener tantas obras de teatro en cartel?

—Han pasado cosas locas, me escribió gente de Netflix, no podía creerlo. Actores de series de Netflix me escriben para actuar y me quería morir. Mi vida cambió muy bruscamente y de la noche a la mañana pasé a la visibilidad, a vivir del arte, entonces fue una mutación muy fuerte y me sigo sorprendiendo que gente del exterior se entere de nuestro laburo, quiera conocer nuestras historias. me pasó con Miss Bolivia o Loli Molina que es parecida a mí, también con Patricio Giménez que me escribió para venir. Y jamás me imaginé que iba a pasar, porque no lo busco. No voy a fiestas, trato de no contaminarme y hago prensa con mucha vergüenza.

—Fabiana, has pasado por el Teatro Solís con El Evangelio según Jesús, Reina del Cielo, también hiciste Carnaval, radio y cine, ¿cómo te sumás a la obra?

—No entendí todavía cómo llegué. Me llamó Wosh y me dijo de ser la conductora de este espectáculo. Es un show espectacular.

Fabiana Fine. Foto: Rúl Martínez
Fabiana Fine. Foto: Rúl Martínez

—De todo estás haciendo.

—Tengo varias reuniones para hacer teatro, una es una obra que escribí, y después La Norma que voy a hacer en el Stella, este año viene muy teatrero. Mientras espero el estreno de esta obra que es muy importante por lo que significa el Teatro Metro. Y esta obra en particular es interesante, porque Wosh le da la posibilidad a seis cómicos que no tienen un nombre hecho en el medio, y él se arriesga a hacer esta obra en este teatro con estos artistas que son excelentes pero que recién empiezan a dar sus pasos en los escenarios.

—Siempre fuiste una mujer transgresora.

—Me considero más pionera que transgresora. Porque soy la mujer trans que abrió puertas para todas las generaciones que vinieron después. Desde autora nacional galardonada con el premio al aporte a la cultura, ¿cuándo una chica trans se iba a ganar ese premio? Fue un premio que me sorprendió. También revelación de Carnaval, no hubo otra chica trans con ese título, primera chica trans en el Solís con un unipersonal, primera chica trans en ser nominada al Premio Florencio, fui primera chica trans en tantas cosas que ya ni me acuerdo. Y ese título da un poco de miedito, porque si llegué hasta acá, tengo que seguir manteniendo esa línea. Entonces uno tiene que ser consciente de lo que sembró y cosechó para mantenerse. Creo que después de 26 años de carrera, si seguís siendo convocada, el año pasado hice tres obras al mismo tiempo además de fiestas y eventos, si tenés eso quiere decir que las cosas las hice bien.

—No es sencillo hacerse un nombre en un circuito tan chico como el teatro montevideano.

—Sí, no sabés las noches llorando por las inseguridades pensando si la actuación era mi profesión. Y siempre la respuesta es que esta es mi profesión, porque la amo. Aparte soy gestora de mis propias cosas, no espero a que me llamen por teléfono para convocarme. La semana pasada me dijo una persona influyente del teatro que le encantaría trabajar conmigo pero que no sabía en qué obra, una comedia. ¿Una comedia de cuantas personas, sobre qué tema? Y en tres días no me levanté de la computadora y le presenté una comedia que todavía no sé cómo salió de mi cabeza. El tipo quedó fascinado y me dijo que nunca había leído algo así, porque parece que es una cosa, pasa a otra, después cambia y termina de otra manera. Bueno, todo eso lo hago yo, y cuando termino la temporada de una obra ya pienso qué hacer, porque nunca me quedo quieta. Aparte vivo de esto que es lo que me encanta. Yo bendigo cada función que hago con Charlie Álvarez, brindo por todos esos actores que están un sábado de noche mirando Netflix porque no tienen trabajo, para que consigan trabajo. Porque soy consciente que tener funciones todos los días todo el año no le pasan a todos. y la gente se deprime porque cuando hay poco trabajo, la cabeza empieza a hacer trampas.

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