Un western que recrea un clásico, la última de Tim Burton y una uruguaya

01/10/2016, 05:00

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Los Siete Magníficos es la nueva versión de la película de 1960, Miss Peregrine y los niños peculiares es una historia que apela a la imaginación y la fantasía, y Los Modernos es un film nacional que gira en torno a las relaciones de parejas entre treintañeros.

Los Siete Magníficos

Desde el título está claro que es la remake de la película de 1960 dirigida por John Sturges, que a su vez se basaba en Los siete samuráis, de Akira Kurosawa. Una viuda contrata a un cazarrecompensas para que salve a su pueblo de un empresario con minas de oro que arrasa con los poblados que ocupan las tierras que le interesan. El pistolero reúne entonces a seis compañeros con distintas características para conseguir la complicada misión de vencer a unos 200 hombres bien armados y crueles. Poniéndose a tono con la diversidad exigida por el cine actual, los siete magníficos no solo son hábiles en distintas disciplinas (tiro, arco y flecha, cuchillos), sino representativos de distintos sectores de la sociedad estadounidense: un negro, un mexicano, un indio, un asiático… Claro está que cada uno en la piel de un actor de renombre o en ascenso, entre los que destacan Denzel Washington, Chris Pratt y Ethan Hawke con el coreano Byung-hun Lee, mientras que Vincent D’Onofrio compone un personaje más artificial o cercano al ridículo. En cuanto a la historia en sí, lo primero que se rescata es que pone en cartelera al western, un género que casi ya no se hace y continúa teniendo seguidores. Esta versión de Antoine Fuqua no es de lo mejor que se ha visto en los últimos tiempos (Tarantino lo supera), pero igual no desentona y cumple con los requisitos del género: hombres recios, peleas a tiros y también de salón (o bar), travesías a caballo, campamentos al lado del fuego y el típico poblado con sus personajes icónicos. Se pasa un buen rato sin asistir a nada nuevo, cosa que no tiene por qué ocurrir para que una película sea buena y guste. Un western correcto para despuntar el vicio.

Miss Peregrine y los niños peculiares

Basada en un best-seller, es de esas historias que uno imagina ideal para que Tim Burton lleve a la pantalla grande. Sobre todo su segunda parte, en la que el protagonista, un adolescente poco popular, descubre que es un "niño peculiar" gracias a un mensaje de su recientemente fallecido abuelo. Es así que recala en una isla galesa donde un particular grupo de niños a cargo de Miss Pelegrine vive una y otra vez el mismo día amenazado por monstruos. El guión permite el despliegue de colorido, escenarios lúgubres, efectos especiales y las calaveras que tanto ama Burton recrear. Entretiene, sobre todo a pre-adolescentes y adolescentes; los más chicos deben estar preparados para escenas propias de este director. Se pasa bien.

Un chico se encuentra con un grupo de niños con habilidades especiales.

Los modernos

Treintañeros que comparten un proyecto para hacer un documental son además pareja, pero sin compromiso. Ella está separada y tiene dos hijos, él ha decidido postergar la paternidad para así poder ser cineasta (ya que en Uruguay esto no asegura estabilidad económica). En ese ida y vuelta, de peleas y reconciliaciones, se cruzan con otras personas y aparecen las dudas. Pero lo que podría ser una historia centrada en las relaciones de pareja, se empieza a llenar de otros contenidos (lo intelectual y lo popular, los sueños, el trabajo, ser padres, etc.), y bien se sabe que quien mucho abarca, poco aprieta. Si a eso le agregamos que la película es demasiado hablada (y filosofada) y dura media hora más de lo que debería, la conclusión no es muy alentadora. Se rescatan las labores de Noelia Campo y Stefanía Tortorella, ambas muy naturales.