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La voz dulce del rap

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Eli Almic

Cuando rapea, Elisa Fernández se transforma en Eli Almic. Cierra los ojos y mueve su mano izquierda como si fuera una brújula marcando el sentido del flow. Es una de las pocas mujeres que se hizo un lugar en el ambiente del hip hop local.

Llegó sin conocer a nadie, pero decidida. Hace tres años que es un nombre fuerte de la escena: genera shows, graba música propia, participa en discos ajenos y suele ser invitada por colegas y músicos de otros géneros a sus toques. Primero se formó como actriz, pero había algo que faltaba. “Debe ser la madurez. Para encarar tu propio proyecto tenés que tener claro qué querés decir y cómo hacerlo”, explica. Se describe y habla de “sincericidio”, “necesito soltar los pensamientos aunque caigan mal. Me sentí identificada con esa actitud del rapero que impone ese ‘acá estoy yo’”.

El del hip hop es un terreno fértil y cada año parece crecer un poco más en Uruguay. En el momento en que se publica esta nota, las bandas latejapride y AFC acaban de lanzar nuevos discos: Cazadores de gigantes y A.N.T.R.O. También Contra las cuerdas vuelve a las canchas, grabando un show para Autores en vivo el próximo viernes 25.

Marcel Cabrera, Dostrescinco, Santi Mostaffa, Portadores de hip hop, Tortuga y Weste, esperan el resultado de los Premios Graffiti -el 22 de setiembre- para saber quién se queda con el premio al Mejor Disco del género de 2015.

Hace una semana, el chileno Bronko Yotte filmó con su celular la sala llena de Perillán antes de empezar a cantar: "en mi país no me van a creer", dijo. "Tienen una escena buenísima", gritó. La mayoría de los presentes sabía de memoria sus letras y las del grupo uruguayo Mac Team, que tocó antes. La rapera con más público de la noche fue Eli Almic. A pocas semanas de presentar su nuevo disco, cuenta cómo fue que eligió el rap para expresarse.

—¿Cuando empezaste a cantar?

—Empecé a cantar sin tener ninguna idea de técnica. Tengo muy poca disciplina y llegué a estudiar canto solo por dos meses. Cantar es algo que me gustó desde siempre, y hace unos cuatro años conocí a gente del rap. Mi problema era que rapeaba pero no sabía cómo relacionarme con los raperos.

—¿Y cómo hiciste?

—Lo busqué: empecé a caer a fiestas, sola, a ver a quien podía conocer. Una buena manera de entrar a este ambiente es por el freestyle, o sea las competencias de improvisación.

—¿No es una forma difícil de arrancar en un escenario?                        

—Soy muy careta, incluso no sé por qué me animaba más en esa época que ahora. Ahora estoy un poco más tímida. Se ve que tenía una necesidad de entrar de alguna manera y no me importaba nada, aunque para improvisar también tenés que dedicarle tiempo a practicar.

—¿Cómo te recibieron?

—Me abrieron las puertas enseguida. Creo que caí bien y me cayeron bien. Al poco tiempo ya estaba grabando mis temas y participando en temas de otros.

Eli Almic. Foto: Nicolás Garrido.
Eli Almic. Foto: Nicolás Garrido.

—¿Por qué te interesó el rap?

                                 

—Lo descubrí a los 17. No es que quería ser rapera pero me interesaba la parte rimada: me aprendía los rap de memoria. Y me gustó esa actitud, esa cosa fuerte e irreverente de hablar sin pedir permiso y decir las cosas de una manera que a veces puede molestar. Sé que tengo eso en mi manera de ser: soy de las que dicen las cosas que caen mal, sufro de sincericidio.

—El hip hop es un territorio 90% masculino.

—A mí me motivó acercarme como mujer, porque sabía que éramos pocas y que eso es intimidante. Pero nunca sentí que me cerraran una puerta, ni siquiera las otras mujeres. Afuera del país sí noté una especie de recelo entre raperas, eso de "te dejo entrar pero por la mitad"; creo que es un tema de inseguridad. Acá lo que puede pasar es que te pongan un poquito a prueba, y no en una mala y no todo el mundo. Es más un a "ver qué tenés para decir".

—Pero no sentís que haya machismo en el ambiente.

—En los 90 en el hip hop la figura de la mujer era un culo. Las historias venían de los barrios bajos, de guetos, de sobrevivir, de violencia, de guita que no se tiene y de colgarse un collar de oro como símbolo de pertenencia. Lo entiendo en esa época porque era necesario, porque era algo que se estaba descubriendo. Pero ahora si veo un video de un rapero y me ponés una minita de espaldas, me sale el costado feminista, pero desde el lugar de la igualdad, de no tratarnos como objetos.

—Varias veces te vi cantar con los ojos cerrados aunque a pocos metros tenés al público, ¿cuesta concentrarse durante un show?

—A veces pienso que tendría que mirar un poco más a la gente. Me vienen esas dudas de cómo llegarle al público en vivo. Está bueno mirar y también cerrar los ojos y sentir un poco más lo que estás cantando (además de que tengo mala memoria). De ojos cerrados conectás mejor con lo que estás diciendo...lo hago para equilibrar el adentro y el afuera.


—Sobre todo hay dos corrientes del hip hop que influenciaron en Latinoamérica: la de Estados Unidos y la de España, ¿cómo fue en tu caso?

—Acá el hip hop de España pegó muchísimo. La Mala Rodríguez, por ejemplo, fue una súper influencia, pero yo empecé escuchando a Lauryn Hill y su banda, The Fugees. Ahora estoy más volcada al rap latinoamericano, te puedo nombrar al chileno Bronko Yotte. Lo contacté para grabar en mi disco y me invitó al suyo. Vino el fin de semana a tocar en Montevideo y es probable que yo viaje a Santiago.

—¿Cómo ves la escena en la región?

—La movida en Chile es tremenda. En Colombia y en Brasil también. A mí me hablan mucho de la escena local cuando yo no estaba y puedo percibir que hubo un cambio. Cinco años atrás no era lo mismo. La gente no estaba tan preocupada por sacar un disco, y mirá que hay mucho más rap, mucho que es muy under.

Algo que nos motivó fue la creación del sitio especializado en el género El quinto elemento, que nos mantiene comunicados. Entrevista a músicos locales y del exterior, y desde hace dos años entrega premios a distintas categorías. Es un reconocimiento que creo que puede hacer que te preocupes por tener un material de mejor calidad.

—También rapeas en inglés.

—Y hasta suena distinto, porque la cadencia de la lengua es diferente. Como yo escuchaba música en inglés me fue más fácil rapear en ese idioma, pensaba que me salía mejor. Luego me di cuenta de que si hablo en español y mi público habla en español, tengo que cantar en ese idioma. Quiero hacer mis canciones accesibles para cualquiera. De todas formas me interesa ir incluyendo fragmentos en las lenguas que vaya aprendiendo para experimentar con eso de las cadencias; me parece que es muy rico para este género.

—¿Qué particularidad tiene escribir canciones de hip hop?

—Hasta ahora lo que hago es desarrollar una temática en el mismo tema. No soy de salpicar, pero veo que hay raperos que tiran líneas que parecerían ser inconexas y en realidad tienen que ver unas con las otras; ese es otro tipo de escritura a la que quiero acercarme. Además eso te puede ayudar a no ser tan explícita. De repente yo te quiero contar lo que me pasó con una desilusión amorosa y tengo que buscar la manera de no quedar tan en evidencia. En definitiva, tengo que buscar cómo escribir para decir mejor.

—Tus letras mezclan denuncia social con romanticismo.

—Me he puesto a pensar sobre qué escribo. Yo escribo sobre lo que veo. Sí me interesa mostrar una parte crítica porque soy así, pero no me interesa únicamente quedarme en una temática, sea cual sea. Las temáticas del amor, de los descubrimientos propios, me parece que tienen que estar porque son la evolución de la vida de una persona.


—¿Tenés una rutina de trabajo?

—Soy muy desordenada, vengo mejorando en este aspecto. No tengo una rutina diaria para ver qué saco de adentro, aunque entiendo que puede ser útil. Por lo general me mandan una base musical y quedo en juntarme tal día. En base a esa mini presión que me genera tener una fecha para juntarme con alguien, escribo.

—El EP que editaste, Rara vez, y el disco que estás por lanzar son coautorías con DJ RC, ¿qué tan importante es conseguir un socio en un proyecto de este tipo?

—En 2012 empezamos a tocar juntos. Escuchó un tema que grabé y me dijo que le había gustado y que quería hacer un proyecto juntos. Yo no conocía a casi nadie y no lo podía creer. Fue una ayuda muy importante, por ejemplo, yo pensaba que rapear era decir todo lo que quisiera, pero tiene ciertas reglas como la estructura de cualquier canción, y fui aprendiendo ese tipo de cosas.

—En tu último show te presentaste con una banda, ¿vas a cambiar el formato?

—También estoy tocando sola con guitarra y a veces incorporo percusión, porque me interesa lo vivo de la música ejecutada en el momento. Lo de la banda surgió cuando me llamaron de Pardelion Music TV. Como la consigna es hacer distintos formatos, decidí hacer un poco con DJ y un poco con banda y nos copamos y seguimos.

Además es la opción para llegar a un público distinto que no tenga tanto que ver con el rap. Hay mucho prejuicio de "ah, es una base hecha en computadora, no tocan nada". Yo respeto muchísimo la manera de componer en computadora, pero de alguna manera hay gente que se toma la música un poco más en serio cuando ve una guitarra, un bajo y una batería.

Pero más que nada me interesa la banda para poder explorar sonidos, ponerme a prueba y salir un poco del hip hop cuadrado, que tampoco es lo que hago. En lo que hago el hip hop es un pilar, pero no me interesa que sea cuadrado. Me gusta mucho Erykah Badu, cantantes que quizás no rapean pero que podrían hacerlo, que dentro de su música el rap estaría bien. Por ahora creo que mis grandes influencias vienen del rhythm and blues de los '90, del soul y del jazz. Me interesa filtrar esos ritmos en las melodías.


—¿Hay alguna rapera que te interese ahora?

—Anita Tijoux, chilena, para mí es LA rapera de Latinoamérica. Sale en la Rolling Stone, gira por todo el mundo. Al principio pensaba "no me quiero parecer a vos", pero luego me dije, "ta, te admiro, no voy a esconder más que te escucho mucho y que quizás se me pegan tus flows", y me relajé con eso.

Cuando escucho el EP que saqué hace dos años me cuesta, porque hay temas que no me gustan, que sé que los podría rapear mejor o de una manera que me satisfaga más. Pero pasa siempre -lo he consultado- eso de escribir una canción que luego quisieras encarar de otra manera.

—¿Te parece que conseguiste una forma de cantar propia?

—Siento que todavía no logré tener un estilo propio. Creo que lleva tiempo, me lo ha dicho mucha gente que rapea desde hace años. Al principio te nutrís de influencias y te parecés a ellas; el primer año todo el mundo me decía "te parecés a la Mala Rodríguez" y a mí no me encantaba que me dijeran eso. Por un lado lo tomaba como un halago porque ella es buena, y por otro quería ser yo. Después entendí que había que ser muy paciente, y que rapeo desde hace tres años nada más, no es mucho tiempo para desarrollar tu estilo, para dejar tu propia marca en un flow.

Proyectos.

Eli Almic editó en 2013 el EP Rara vez y en breve lanzará nuevo disco (aún no sabe el nombre) de forma independiente y con descarga gratuita. Además participa del grupo Atlántico Negro, una banda que mezcla reggae, rap y dub, con quien presentará un disco.

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