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Viviendo en dos mundos

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Jenny Galván
ND20170715, foto Marcelo Bonjour - Archivo El Pais
Marcelo Bonjour/Archivo El Pais

Se reconoce como mujer de teatro pero este año, después de algunas experiencias anteriores, se metió de lleno en el mundo radial donde va ganando cada vez más comodidad.

Actriz profesional desde 1993, Jenny Galván es parte del elenco que hace hasta setiembre la obra Magnolias de acero en el Teatro Alianza, y conduce de lunes a viernes junto a Gustaf el programa Amanece que no es poco en la renovada Océano FM. “El escenario sigue siendo el lugar donde más cómoda me siento”, confiesa en charla con Sábado Show esta mujer de sonrisa amplia y voz firme, que se recibió de abogada pero sueña con aprender el oficio de hacer cine.

"El mundo radial me es ajeno todavía, yo soy de teatro", dice café de por medio en su apartamento que da hacia la rambla, en una tarde de frío imposible, con una decoración perfecta del espacio y con la música de Regina Spektor sonando de fondo. Lo dice ahí, en un lugar que le queda cómodo pero que no se compara a la comodidad que encuentra sobre el escenario, y que tampoco tiene que ver con la sensación que le genera estar trabajando en Océano FM, donde hace algunos meses pasa casi todas las mañanas.

Jenny Galván, en una charla larga, va soltando algunas máximas tajantes —"yo soy de teatro" es una y es así, sin discusión— que sabe, no siempre son tan definitivas. Cuando la compañía Italia Fausta de la que formó parte durante muchos años cerró sus puertas, en 2015, resolvió que era el momento ideal para ponerle una pausa rotunda a su actividad teatral por primera vez desde 1993, año en que debutó profesionalmente, y tomarse entre dos y tres años de descanso.

Y sin embargo, esa construcción se derrumbó apenas recibió la oferta de Álvaro Ahunchain para formar parte de Magnolias de acero.

"La propuesta era linda y el elenco también. Porque el libreto no es lo primero que leo, a mí me importa el equipo: quiénes están, quién es el director, en el teatro que se hace... Cuando me llamó Álvaro, esa firmeza que tuve se deshizo, y cuando me llegó el libreto yo estaba de viaje, y leyéndolo entre los recorridos terminé de decir que sí", cuenta.

Con Ahunchain y un elenco fantástico —César Troncoso, Roxana Blanco, Gabriela Iribiarren, Adriana Da Silva y Gustaf—, Galván hizo en 2002 la obra La sangre, una pieza importante de su carrera, y desde entonces había querido volver a coincidir con él pero no se habían alineado los planetas. Esta era una buena oportunidad y aunque había decidido parar, se arriesgó a decir que sí y no se arrepintió.

"Cada vez que nos estamos maquillando con Josefina Trías en el vestuario nos miramos y decimos: ¡qué suerte que aceptamos esto!", afirma.

Después de dos meses de ensayo, a fines de abril estrenó junto con Silvia Novarese, Isabel Schipani, Viriginia Méndez, Tefi Crocce y Trías esta versión de Magnolias de acero en el Teatro Alianza, consiguiendo buena repercusión y convocatoria. La obra sigue en cartel los dos últimos domingos de mes, y durante los jueves de agosto y setiembre. "Sería un sueño, además de en el interior que lo estamos gestionando, poder hacerla en Buenos Aires. Sería divino", confiesa con el mismo énfasis con el que dice que aún sueña con hacer cine y aprender el oficio.

—¿Ya tenés planes para el resto del año, después de Magnolias?

—Por ahora no. Pero no voy a hacer teatro de acá a fin de año y esto sí, es una promesa. Me descruzo de piernas. Físicamente no puedo y el tiempo no me da, porque tengo que estar concentrada en lo demás.

Un nuevo lugar.

Jenny Galván es mujer de teatro: lo dice ella —la misma que tiene un título de abogacía colgado en una de las paredes de la casa, aunque no ejerce—, y el hecho de que una propuesta tentadora haya echado por tierra toda su estructurada agenda y su deseado descanso no hace más que confirmarlo.

Por si quedan dudas, sobre una mesita se despliegan una cantidad de fotos que tienen que ver con algunos momentos fundamentales de su carrera. Allí está haciendo, por ejemplo, Esperando la carroza, El Principito, Arrabalera, Verano y humo, Madres al límite o Black Comedy: recién ahí, en 1999 y haciendo ese último título, con seis años de escenarios encima, Jenny Galván se sintió actriz por primera vez.

"Ahí dominé totalmente el escenario", explica casi 20 años después y con más de 40 obras de teatro apuntadas en su curriculum. "Y sigue siendo el lugar donde más cómoda me siento".

Pero hoy, Galván también es mujer de radio aunque sea un mundo que todavía siente ajeno. Desde este año coconduce junto a su amigo Gustaf el programa Amanece que no es poco, que va de lunes a viernes a las 08.00 en la renovada Océano FM. "Es pasar a jugar en Primera de una. Es mucho compromiso y mucho respeto" haber llegado a esta emisora, asegura la actriz que ya había tenido un par de experiencias radiales, siempre en formatos más convencionales que esta suerte de show de la noticia, donde una serie de personajes van abordando la actualidad.

La propuesta de Gustaf le llegó en diciembre. El actor le habló de todos los cambios que se estaban dando en la radio uruguaya, y le habló de este nuevo proyecto al que la quería integrar. "Si vos crees que yo puedo, yo te sigo", le dijo Jenny Galván a su amigo, con quien desde febrero está llevando adelante este programa que todavía está buscando su forma definitiva.

Hoy, Jenny es una suerte de articuladora que va pivoteando entre los personajes de Gustaf, aunque también tiene espacio para componer sus propios roles: le pone la voz a Ramón, el niño mexicano que es la pesadilla de Donald Trompa (que es por supuesto una versión de Donald Trump); y es la pituca Inesita, el hilarante contrapunto de Jonathan Planchón, que es uno de los personajes más populares del comediante desde hace rato.

"A mí me sorprende la inteligencia que tiene Gustaf en cualquier intervención", dice sobre su compañero en este proyecto. "Yo me divierto y soy una espectadora más, la diferencia es que lo tengo ahí enfrente". "Además yo soy muy inocentona. Fito Galli, en la compañía Italia Fausta y mucho más joven de lo que es ahora, siempre me embromaba. Me escondía cosas, me mentía quién estaba en platea, ¡y yo creía todo! Y ahora lo mismo, Gustaf está siempre pronto para el doble sentido y yo creo, ¿viste? Soy crédula", dice en medio de una carcajada.

Prueba de fuego.

Para Jenny, que se sigue sintiendo mujer de teatro y un poco intrusa en el universo radial, la parada que le tocó aguantar hace algunas semanas fue un mojón clave en este nuevo camino que transita. Gustaf se enfermó y durante una semana, con el aporte clave de sus compañeros de Todo pasa (el programa que viene después de Amanece..., con Mariano López a la cabeza), tuvo que llevar adelante el espacio sola, lidiando con todos los frentes. Y fue difícil.

Fue un desafío enorme, una responsabilidad que la cansó, pero también una instancia clave que la ayudó a soltarse y a seguir por este camino con entusiasmo renovado. "Estamos ilusionados", dice, y aprovecha para tirarle flores a su amigo: "Con esto descubrimos que Gustaf es un gran conductor. Se le vienen cosas buenas". Porque aunque la radio la divierte, el futuro de Galván está sobre el escenario.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Jenny Galván

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