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La vista gorda expone fotos de murgas rosarinas ‘estilo uruguayo’

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Exposición de fotos en el INJU. Fotos: La Vista Gorda

Se reúnen con la excusa de transmitir un mensaje, convertir una crítica en cuarteta y sobre todo divertirse. Las murgas rosarinas potencian aún más que las de aquí ese espíritu bufón ya que carecen de un concurso y no les interesa la competencia; se concentran en “promulgar los vínculos, recuperar el Carnaval popular y gratuito para el barrio”, dice Guillermo Erijimovich, miembro de La Vista Gorda, colectivo de fotógrafos y murguistas argentinos.

Los artistas de la Vista Gorda se definen como enamorados de la fotografía y la murga. Se reunieron en ese afán por registrar ambas pasiones. "Cada uno tenía un criterio para captar su murga: a uno le interesaba mostrar a la gente que concurre, a otro los detalles, a alguno lo colectivo, los ensayos", enumera Guillermo los elementos motivadores. Son ocho miembros y todos integran una murga en Rosario, "hay gente de Mal ejemplo, Vecinos re contentos, Sobre todo en verano, La Guevarata, La Triple, Aguantando la pelusa y Parió la abuela".

La muestra Murgas rosarinas, Carnaval de la otra orilla será el 18, 19 y 20 de febrero en el INJU. El colectivo se fijó tres ejes: registrar el vínculo con el carnaval barrial, el armado de los espectáculos y el momento del show: "hay fotos que indican el contexto social en que se ubica, el carnaval gratuito y popular".

Pretenden dar cuenta de cómo toman el legado de la murga uruguaya desde la visión rosarina, que se basa en "una construcción más independiente, descontracturada", ajena a la competencia y más interesada en recuperar "el rito del Carnaval como fiesta popular". La ausencia de un concurso les permite reunirse, transmitir un mensaje y abordar el espectáculo con mayor libertad. "Acá el que no sabe cantar puede hacerlo y no pasa nada (...) Para mí la murga es 1% show y 99% lo que transcurre detrás: los ensayos, el armado, la preparación, lo que se comparte, las discusiones, la fiesta".

Caza curiosos.

Hace diez años había tres o cuatro murgas en Rosario pero de a poco se empezó a reconocer a los murguistas como artistas culturales y el género creció. Hoy existen más de 20 conjuntos que se reúnen con el espíritu de construir en grupo, reírse de sí mismos y disfrutar. Guillermo es testigo. Se metió en una murga sin saber cantar ni tocar un instrumento; ni siquiera tenía idea de cómo era la movida en este lado del Río de la Plata, pero a medida que avanzó, la curiosidad lo invadió. Entonces empezó a escuchar los clásicos de Falta y Resto, Asaltantes con Patente, Agarrate Catalina, Garufa, Contrafarsa, Araca la Cana y Cayó la Cabra, "con un estilo punk que quiebra con la murga tradicional". Incluso se inscribió en un taller de composición para acercarse al código de escritura que demanda el género. El estilo uruguayo tiene que ver con el modo de transmitir el mensaje y es en eso en lo que hacen foco, "nos fijamos mucho en cómo se dicen las cosas y el trabajo del humor". Un día, Guillermo y sus compañeros se percataron de que todo lo asimilaban en términos de murga: "te cruzás con una melodía, escuchás una canción y pensás, esto podría ser una murga".

Registro.

Reciben murgas uruguayas, arman festivales, talleres. Absorben como esponjas pero también se nutren de sus acciones. La perspectiva mutó desde los intentos iniciales por capturar las imágenes del Carnaval rosarino. Las primeras veces no lograban zafar de mostrar "la murga en el escenario, las caras, el maquillaje. Nos fuimos dando cuenta de que eso ya se sabía, entonces fuimos un poco más atrás y empezamos a mostrar los preparativos, la gente adornando los espacios, esa previa de la murga y el post". En el camino hubo más de un proyecto: una de las chicas realizó una muestra con retratos murguero, Guillermo registró el seguimiento de una murga para su trabajo final de realización audiovisual y entre todos crearon Días de murga, instantes de Carnaval, documental que se proyectará el 19 de febrero a las 20:00 en el INJU. Se estructura como la actuación de una murga: presentación, popurrí, cuplé y retirada. "Muestra cómo se vive en Rosario la previa en cada instancia: el preparado, las discusiones, las comisiones, los ensayos, las puestas, la cuestión política".

Momo es infinito.

En la vecina orilla se respeta la estructura básica de la murga estilo uruguayo pero rompen ciertas reglas. La duración del espectáculo no les preocupa porque no deben cumplir con un reglamento, "algunos duran una hora y media, otros 20 minutos, no hay límites". Tampoco existen fechas establecidas porque no hay concurso. El año pasado hicieron un Carnaval "infinito", arrancaron en febrero y continuaron sin parar hasta diciembre. Eso hizo que se atrasaran en la creación de los nuevos espectáculos, así que en 2015 empezarán cuando aquí termine, en marzo.

No existen sponsors, la murga se gestiona de forma independiente. Tocan en clubes, bares, fiestas, festivales, eventos políticos, cumpleaños, "pocas veces tenemos la oportunidad de llegar a un escenario o un teatro". La mayoría de las presentaciones se realizan al aire libre, en plazas y parques barriales. No hay estrado, el escenario está a nivel del piso y movilizan entre 200 y 300 personas en cada intervención. "Se está volviendo un género conocido, atractivo, convoca bastante gente".

Este año se les ocurrió una idea: "queremos propulsar el Carnaval de invierno: nos da más tiempo para terminar de afinar los espectáculos y no sufrimos el calor con los trajes. Habría que hacerlo en clubes".

A continuación una galería que muestra alguna de las imágenes que se exhibirán en la muestra que tendrá lugar el 18,19 y 20 de febrero en el INJU. 

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Exposición de fotos en el INJU. Fotos: La Vista Gorda

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