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Verónica Fonseca, una diseñadora uruguaya en Vietnam

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Verónica Fonseca

ENTREVISTA

El amor y el trabajo la llevaron a vivir del otro lado del mundo, adonde lleva la inspiración oriental. 

—¿Qué fue lo más difícil de adaptarse a la vida en Vietnam?

—Vivo en Ho Chi Minh desde hace tres años y medio. Los primeros tiempos fueron los más difíciles. Cuando llegué dominaba poco el inglés, por más que había estudiado varios años en Uruguay. Este fue el mayor reto para mí, porque siempre sufrí con el aprendizaje de los idiomas. Hoy, por suerte, luego de estudiar y practicar mucho, me manejo perfectamente con el inglés. En cuanto al vietnamita, creo que nunca podría hablarlo porque es muy difícil.

—Y en cuanto a la vida cotidiana, ¿cómo fue la adaptación?

—Es una cultura y un ambiente totalmente diferente, otro mundo, empezando por el calor, el tránsito con millones de motos o la comida. En cuanto a lo económico, con el fruto del trabajo de mi esposo y el mío, se puede vivir bien en Vietnam. No es fácil. Hay que trabajar duro pero es posible hacer lo que uno ama y tener oportunidades que seguro en Uruguay no serían posibles. Me entristece que en Uruguay no haya más posibilidades para jóvenes emprendedores.

—Naciste en Melo, ¿cómo llegaste a residir en Vietnam?

—Conocí a mi actual marido en Punta del Este. Él es de Dinamarca y estuvo viviendo en Uruguay durante un año. Desde que nos vimos, no nos separamos nunca más. Al poco tiempo de nuestra relación le ofrecieron un trabajo en Vietnam, pero al principio no queríamos irnos del país así que él estuvo buscando trabajo Uruguay por un tiempo. No surgió nada, así que decidimos venir por una experiencia y conocer esta parte del mundo.

—¿Cuál es tu formación como diseñadora?

—A los 18 anos empecé a estudiar en UTU corte y confección en la ciudad de Melo durante dos años. Luego viajé a Montevideo y estudié la carrera de técnico en diseño y al mismo tiempo ingresé en la escuela de Bellas Artes. En 2010 viajé a México donde estudié en una escuela de estilismo en moda.

—¿Cuáles fueron los primeros pasos como diseñadora en Vietnam?

—Comencé mi proyecto muy lento hace dos años, trabajando sola y poco a poco fui reinvirtiendo todo el dinero de las ventas y creciendo paso a paso.

—¿Qué te diferencia como diseñadora en ese mercado?

—Vietnam no es un mercado fácil para una diseñadora extranjera, principalmente porque todavía es muy cerrado culturalmente y se trata de un país con bajo nivel adquisitivo, aunque va en crecimiento a pasos agigantados. Particularmente mis clientas son en un 90% extranjeras, y unos de los motivos es porque ninguna extranjera puede encontrar ropa que le quede bien si pesa más de 55 kilos. Las tallas aquí son una o dos escalas más abajo que las nuestras. Es decir que un talle M en Vietnam es un XS para una mujer uruguaya. Se trata de una cuestión de estructura de los cuerpos.

—¿Qué es lo más importante para ti a la hora de diseñar?

—Creo que soy una diseñadora muy versátil. Busco en cada mujer su esencia y hacerla brillar. Cuando diseño, necesito saber o imaginar quién irá detrás de cada prenda, qué tipo de mujer la usará y con qué actitud. Además, me encanta todo el proceso desde la confección en adelante. Actualmente tengo dos líneas diferentes de ropa, una de ellas es la ultima colección inspirada en los 80. La llamé "I love 80s" y tomé como punto de partida los brillos de esa época. Implica una bajada a tierra de las excentricidades de esa década. Mi vestido de novia, en color dorado, se inscribe en esa colección (foto). La otra linea de ropa es más casual con un look de inspiración bohemia. A esta línea la denominé "Natural" y básicamente refiere a prendas muy frescas y cómodas. Ademas, diseño prendas especiales a medida.

—¿Cómo son tus días en Ho Chi Minh?

—Son bastante diferentes dependiendo de los pedidos que tengo y las reuniones con clientas, lo que también lleva mucho tiempo, además de ir a comprar materias primas o hacer marketing online. Cada día es diferente pero siempre muy ocupado.

—¿En qué momento se dio tu primer acercamiento a la moda?

—Cuando empecé a coser y hacer los vestidos de mis "Barbies" o muñecas en la infancia. Tenía 6 años cuando recolectaba retazos para hacer la ropa de mis muñecas en casa de mi abuela "Mami". Desde ahí nunca paré de hacer ropa.

—¿Qué extrañás de Uruguay?

—Básicamente todo: me refiero por supuesto a mi familia, mis amigos, mi súper exjefa... También se extrañan todas las calles por las que pasaba, la rambla los fines de semana y sobre todo, nuestro cielo azul, que no se repite aquí. Uruguay y sus personas siempre están en mi corazón.

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