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Susanita en tiempos de Google

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Mariana Olivera

Mariana Olivera fue madre a los 24 años y escribió Madrecoco, un blog que la editorial HUM convirtió en libro. Un conjunto de relatos íntimos, divertidos y rabiosos sobre cómo sobrevivir al embarazo, el sistema médico y los primeros meses del bebé.

Mariana Olivera dice que le gustan las historias mínimas porque le interesa lo particular, y cómo esos pequeños detalles se transforman en un ejemplo de algo más grande, algo universal.

Entre las singularidades de su vida hay 14 mudanzas por Montevideo, Parque del Plata, Atlántida y Colonia Valdense, donde su familia materna se encarga de una funeraria y de una carpintería que construye los ataúdes. También resulta sorprendente que a los cinco años supiera fingir el llanto frente al espejo del baño de su casa, y le provocara una felicidad terrible conseguirlo. Que hasta esa edad usara chupete. No uno, sino siete. Y que con tanta naturalidad, mientras sirve un poco de té para amenizar esta charla, enumere sus renuncias laborales.

El récord fue de un mes y medio en la Cámara de Diseño de Uruguay. "Ese desdoblamiento que hay que hacer de olvidarse de quienes somos, ansiedades, defectos, imaginaciones, y ponerse a cumplir la tarea, eso que es tan fácil para algunos, yo nunca lo pude hacer", explica con la calma del resignado.

La oficina donde marcó tarjeta por más tiempo forma parte de la Intendencia de Montevideo. Allí trabajó dos años como pasante en la División de Información y Comunicación y empezó a escribir un blog sobre su embarazo, Madrecoco. Ser madre es la parte universal en la historia mínima de Mariana.

Este domingo en la Feria del Libro (que se celebra casualmente en la Intendencia), presentará su primera obra. El diario de una madre primeriza que comparte sus experiencias más íntimas y rabiosas. Arrancó en la semana 28 de gestación, cuando las agendas y textos especializados comparan el tamaño del bebé con el de una berenjena. Madrecoco puede ser la primera muestra de literatura maternal nacional que habla desde el lado más dark de una embarazada en apuros, una parturienta dolorida y una madre reciente: "lo más peligroso con lo que uno podría toparse en un supermercado".

Al día siguiente su hijo Vicente cumplirá dos años, cerrando perfectamente el ciclo que propone el libro y que Mariana dice que le duró el puerperio. Así se le llama al tiempo de recuperación del aparato reproductor luego del parto, que para Wikipedia y algunos manuales de medicina no debería exceder las seis semanas.

Pero la femineidad en tiempos de Google puede no ser tan exacta y sobre eso quiso reflexionar Mariana, que fue madre sin planificarlo a los 24 años.

Madrecoco es su primer libro publicado.
Madrecoco es su primer libro publicado.

Lo que resiste.

"Ser madre me trajo una consciencia de lo femenino que es todo lo contrario a esa imagen de Susanita edulcorada que avalan varios blogs esponsoreados y un montón de discursos repletos de logos de marcas de pañales. Para ellos la maternidad parece ser una mujer en pantuflas que mira pasivamente cómo la vida se le va por la ventana, mientras sonríe para la familia que le dice que está espléndida y le impone la obligación de sentirse feliz."

En Madrecoco, en primera persona,admite que siempre quiso ser adulta y que sobre todo tenía el deseo de ser madre durante su juventud. Pero también "tenía miedo a la anulación de mi identidad, de mi creatividad y fue todo lo contrario. Por eso me da lástima cuando hay mujeres que lo postergan o lo descartan". La maternidad contemporánea también está contaminada de prejuicios.

La contradicción es la dialéctica que eligió esta autora para narrar su viaje, y así como habla de "soportar la anarquía emocional que conlleva la paternidad", dice que si pudiera jamás volvería a ser la que era antes de la llegada de Vicente, y que "saberse creadores del juego" de la humanidad es una manera de salir a flote y vencer la confusión.

El mareo de certezas y la descripción de sus "cimientos de cartulina" sobre cómo convertirse en madre y en una de las buenas, son el fuerte de este relato, tremendamente honesto, aunque el adjetivo de la honestidad está tan gastado en las reseñas artísticas como el valor y el poder del útero en el círculo teatral. Porque Mariana también es actriz (interpretó, embarazada, a una mujer que sufría un aborto en el film de terror psicológico Dios local), y varios de los ejercicios que aprendió en los cursos y talleres la ayudaron a lidiar mejor en el nuevo mundo que enfrenta. Un truco: apretar el dedo gordo del pie contra el piso para poder fingir mejor la incomodidad emotiva.

In your face.

Hace dos años que no duerme bien. Lleva varios meses planeando festejar el cumpleaños de su hijo a lo hippie y en un parque, sin piñata. Desde hace algunas semanas buena parte de su familia le recrimina algunos pasajes del libro. "Es el costo de exponerse: tengo muchos familiares ofendidos, enojados, a los que no les parece nada meritorio la publicación de mi libro".

Es que Mariana describió la celebración del primer año de Vicente como una pesadilla de parientes pesados y quejosos que se terminó con el desmayo de una amiga. Se asqueó ante la cantidad de manos que le tocaron la panza como si fuera un santo que da suerte. Le dio un consejo poco amable a una excompañera de trabajo que se enojó por el medio horario que obtuvo por la necesidad de amamantar. Dejó en evidencia la falta de sentido común de un reconocido homeópata que le dijo que su hijo sufría gripe por consumo de leche y falta de abrazos. Y lloró meses después, en una azotea ventosa, al recordar un parto traumático y la sonrisa "europea" y congelada del ginecólogo que ella eligió contratar.

Es que traer un "pibe" al mundo puede ponerte tête à tête con tu lado oscuro de una manera feroz.

"Cuando estás embarazada empezás a imaginarte cómo va a ser y siempre te ves sola con la panza, en planos cinematográficos levantando al niño que queda iluminado por un rayo de sol. No te imaginás que tendrás un nuevo lugar en el sistema donde vas a sentirte sometida porque el trabajo, la medicina, los estudios, el supermercado, está hecho a imagen y semejanza de los hombres. Pero una vez que aprehendés eso puede ser una información poderosa, porque podés cuestionarlo y no reproducirlo inconscientemente".

Los otros protagonistas del libro: Vicente (2 años) y su padre, el conductor de TV, radio y murguista Diego Waisrub.
Los otros protagonistas del libro: Vicente (2 años) y su padre, el conductor de TV, radio y murguista Diego Waisrub.

Basta del protagonismo de la caca y los mocos: "la maternidad sigue estando encerrada en casa, en cada padre y yo creo que es momento de abrir la discusión al discurso social", propone.

Hablemos del dolor. "Mi madre siempre me dijo que el parto era un dolorcito de ovarios pero a mí el dolor físico me sobrepasó. Me decían que 'las contracciones tienen que ser amigas', me hubiera gustado que alguien me dijera que iba a ser algo terrible, por eso lo escribí."

Y está el otro tema, el sexual. "Tu cuerpo está literalmente quebrado. Amamantar significa que tu cuerpo no te pertenece del todo y eso repercute. Yo creía que no me iba a pasar, pero sí: está el tiempo dado, perfumito, pareja y nada. No podés. Todo esto tenemos que hablarlo para poder manejarlo mejor".

Mariana, desconfiada, precoz, lleva días teniendo sueños extraños a los que intenta darles sentido para no volver a terapia. Soñó que tenía dos mamaderas en lugar de pies. También que se preparaba para un parto natural, en un campo y en cuclillas. Nacía una niña y la llamaba Antonia. "Todo lo que defiendo está condenado al cambio constante", previene. En Madrecoco dice que con un solo hijo le basta, y es que ese es parte del encanto de los diarios íntimos: las convicciones cambian como si pasaran por una puerta giratoria. No son dueñas de su rumbo, igual que la vida.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Mariana Olivera

aventura maternal Mariángel Solomita

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