Opinan Ana María Mizrahi, Antonio Maeso, Soledad Bauzá y Diego Delgrossi.

No es que las críticas sean desmedidas pero estar todos los días diciéndole a los jóvenes que todo lo que ellos hacen no sirve para nada es un mensaje muy negativo. Es evidente que la educación en nuestro país está en dificultades, pero es lógico que el presidente de la República resalte que aquellos que le quieren pegar al gobierno que lo hagan pero que tengan en cuenta que en el medio hay niños y adolescentes cuyas opiniones no son tenidas en cuenta. Que todos los días el mundo adulto les diga que todo es un desastre no aporta, no construye, deprime mucho.

Es increíble escuchar que la educación está bien en Uruguay. Si no se reconoce que está mal, lo que va a suceder con mucha suerte es que todo siga igual, y lo más probable es que empeore. Las estadísticas son notorias: En las pruebas Pisa estamos entre los peores países, y las tasas de deserción van aumentando. Catedráticos de las universidades señalan que llegan estudiantes que ni siquiera tienen comprensión lectora. Si eso es estar bien...

De ninguna manera las críticas pueden ser desmedidas cuando son datos duros y objetivos los que hablan de la decadencia de la educación pública: los índices de repetición, el hecho de que los chiquilines llegan a primero de liceo sin poder manejar las herramientas básicas como escribir sus propios nombres correctamente. Es paupérrimo, es lamentable. Es el fracaso de un modelo que no está enseñando de acuerdo a los principios históricos que tuvo la educación uruguaya. Y lleva a un efecto dominó que termina en desigualdad, en inseguridad y en catástrofes que degradan el bienestar en una sociedad.

Ocurre que hay un debe con la educación que es una gran reforma educativa integral que desde los años 60 está planteando la izquierda. Todos pensamos que en la primera presidencia del doctor Vázquez se iba a comenzar una reforma y también lo pensamos cuando asumió Mujica. Es cierto que hay más presupuesto y es muy positivo, pero si no hay una hoja de ruta la plata se termina invirtiendo mal. Tengo fe que en estos tres años que le quedan a Vázquez en la presidencia haya una reforma integral en la educación. Hay cosas buenas que hay que rescatar y otras que no se han hecho y urge hacerlo porque es una herencia para las próximas generaciones.

YO DIGO