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Skarsgard es Tarzán, Margot es Jane

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Tarzán

Filmada en los Estudios Warner Bros. de Leavesden y en otras locaciones del Reino Unido, La Leyenda de Tarzán retoma el personaje creado por Edgar Rice Burroughs, ahora encarnado por Alexander Skarsgård, el recordado vampiro Eric de la serie True Blood.Con dirección de David Yates y un reparto que incluye a Margot Robbie, Samuel L. Jackson, Chritoph Waltz y Djimon Hounsou, cuenta el regreso de Tarzán a la selva africana tras varios años viviendo en Londres.

Han pasado varios años desde que el hombre alguna vez conocido como Tarzán dejó la selva africana para vivir una buena vida bajo el nombre de John Clayton III, Lord Greystoke, con su amada esposa Jane. Todo se altera cuando lo invitan al Congo para oficiar de emisario del Parlamento, sin imaginar que no es más que un instrumento en una mortal conspiración de codicia y venganza planeada por el capitán belga Leon Rom (Christoph Waltz). Quienes están detrás de este complot asesino no tienen idea de lo que están a punto de desatar.

A continuación, Margot Robbie (la actriz que impactó en El Lobo de Wall Street) cuenta cómo fue la experiencia de encarnar a Jane.

-¿Qué sintió cuando supo que iba a interpretar este personaje?

-Mi reacción inmediata fue que no tenía ningún interés en interpretar a una damisela en apuros. Pero mi equipo dijo: "No lo leyó. Es un punto de vista diferente". Entonces leí el guión y pensé: "¡Oh, Dios mío, esto va a ser increíble!". Me encantó la historia y su sentido de la aventura. Se sentía épica, como una mezcla de todas las películas que adoro. Y, a pesar de que ella está cautiva, es muy desafiante e independiente, casi hasta la exageración a veces. Creo que esa es una de las cualidades que más me gustaron del papel.

-¿Qué es lo que une a Jane con John Clayton/Tarzán?

-Una de las primeras cosas que [el director] David Yates me explicó es que ésta es una historia de amor épica. Estos dos personajes están tan locamente enamorados el uno del otro, que cuando están separados hace que quieras que vuelvan a estar juntos. Afortunadamente, pude interpretar esa relación con alguien como Alexander Skarsgrd, que es el tipo más amable en el mundo.

Jane y John llevaban una vida cosmopolita en Londres.
Jane y John llevaban una vida cosmopolita en Londres.

-¿Qué puede decir del desarrollo de la relación con Alexander y las cualidades que el actor aporto al icónico personaje?

-Alexander es un actor realmente bueno y el tipo más agradable, así que fue genial trabajar con él. Inmediatamente tuvimos una muy buena relación. Lo que me resultó más interesante de Alexander encarnando a Tarzán fue que, para mí, no se ve como un macho alfa. No es violento y se concentró en sí mismo. Eso permitió generar un ambiente perfecto para crear esta muy real relación entre nuestros personajes.

Ésta es una historia de amor genuino. No es algo que estábamos tratando de introducir, ya estaba en la historia. El director quería centrarse en ella, por lo que se le dio la cantidad de atención que necesitaba.

-Cuando comienza la historia, John y Jane están casados y su vida en Inglaterra es muy diferente de lo que era en el Congo. ¿Qué significa para ellos volver a África?

-La vida en la Inglaterra victoriana es extremadamente extraña para Jane. No es feliz allí. Creció en el Congo y esa es la clase de vida que se ajusta a ella, no la del siglo XIX en Londres. Entonces quiere ir a casa ni bien surge la oportunidad y la reacción inmediata de John es mantenerse en Londres. Pero ella gana esa batalla y está radiante de felicidad cuando llegan a casa. Luego, por supuesto, todo cambia. Se distancia de John, pero está en su hogar, lo que le permite estar preparada para el peligro. Es una mujer muy capaz.

-¿Cómo fue para usted trabajar con actores como Samuel L. Jackson (George Washington Williams), Christoph Waltz (León Rom) y Djimon Hounsou (Jefe Mbonga)?

-Simplemente brillante. La oportunidad de trabajar con este elenco fue una de las cosas más emocionantes de este proyecto. Por extraño que parezca, probablemente pasé más tiempo con Christoph que nadie porque Jane es la prisionera de Rom durante gran parte de la película. Fue el socio de actuación perfecto para ese tipo de escenas. Christoph hizo ese personaje tan complejo, interesante y peculiar. Fue una delicia estar cerca de él. Rom es una amenaza, pero Jane es muy, muy desafiante. Lo que es interesante es que ella siente curiosidad por él, en lugar de miedo. Sabe lo que Tarzán va a hacer y solo puede advertirle: "Él viene". No tuve que pasar tanto tiempo como me hubiera gustado con él, lo mismo que con el personaje de Sam. Interpretamos a dos estadounidenses y las escenas que tuvimos juntos no las logramos hacer tan rápidamente. Era tan bueno en ese papel. Realmente aportó mucho al personaje y era agradable tener esa divertida relación con él. No tuve escenas con Djimon, pero es un actor fenomenal y tan fuerte en este papel que, cuando vi la película, era como ver que gritaba su actuación. Pensé: "Dios mío, está en la pantalla por poco tiempo y ya me tiene llena de lágrimas".

-¿Cuál diría que fue su mayor reto al hacer esta película?

-Hablar en lingala fue lo más difícil. Hay una escena en la que tengo una conversación completa en lingala y había una línea que no me salía. Estuvimos en medio de la histeria todo el tiempo. Yo no podía hacer esta línea y todo el mundo se estaba viniendo abajo. Fue muy gracioso.

-¿Qué puede contar de su trabajo con el director David Yates y de haber estado inmersa en estos ambientes increíbles?

-Lo más excepcional de este trabajo fueron los escenarios. El hecho de que hicieran que Leavesden fuera tan convincente como el Congo, fue una locura. Construyeron ciudades; construyeron selvas que eran lo suficientemente grandes como para correr a través de ellas, con cascadas y máquinas de lluvia que te ponían en el medio de un monzón. Nunca vi nada igual. Me sentía como un niño en una tienda de dulces. Y si en la recreación de estos ambientes vas a confiar en alguien, es en David Yates. Lo hizo en las películas de Harry Potter y lo hizo aquí. Estaba esa sensación mágica del mundo que él creó, que al mismo tiempo es tan crudo y real. No imagino otro director que hubiera podido lograr eso en la forma en que él lo hizo.

Margot Robbie aceptó el papel porque su Jane no iba a ser una mujer sumisa.
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Tarzán

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