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Seselovsky prepara la biografía de Marcelo Tinelli

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Foto: Ideas del Sur

Sarmiento explicó la Argentina del siglo XIX a partir de Quiroga en El Facundo. El periodista Alejandro Seselovsky no consume Showmatch, pero encontró en Marcelo Tinelli un instrumento para desentramar la cultura actual de la vecina orilla.Quiso escribir la biografía del hombre más masivo del Río de la Plata porque nadie escapa al enunciado de su nombre y porque algo quiere decir de él mismo y de la sociedad argentina su liderazgo ininterrumpido por 25 años. Reconstruye su vida con una particularidad: sin la voz del protagonista. Tinelli se negó a darle una entrevista.

Lleva cuatro años tras los pasos del hombre que hace un cuarto de siglo conduce el programa más visto de Argentina y no sabe cuánto tiempo más tardará en escribir este libro que tituló Marcelo, una biografía argentina. Seselovsky no persigue las regalías, no le importa el dinero: su ambición es la posteridad. Quiere hacer un libro invencible. Está en la búsqueda alocada de volverlo un clásico. "Yo quiero escribir El Marcelo", dice.

"Marcelo es un hacedor de la década del 90. En cómo el tipo leyó, intuyó y comprendió la Argentina está la constitución de su obra. En su crecimiento hay una evolución correlativa proporcional de la cultura, de lo que somos, por eso me decidí a escribir su biografía".

En la editorial Random House ya no le preguntan si avanzó o no en la escritura. Seselovsky lleva 250 mil caracteres escritos y está seguro de que depende de él poner punto final a la publicación.

Tiene pensado el cierre ideal: la imagen de Marcelo Tinelli la noche de 2014 que San Lorenzo gana la Copa Libertadores. Seselovsky estaba en la cancha y la medalla de campeón no duró ni un minuto en el cuello de Marcelo porque enseguida se la colocó a Lorenzo, su hijo menor. Un legado. Es que Marcelo vive el fútbol como un hecho filial. Seselovsky y gran parte de la Argentina lo entienden igual que él. En esas ocasiones el periodista dice, "pucha, somos este pibe. Yo voy a la cancha con mi hija y sé de qué se trata". Y se le da por escribir twits como el que posteó el 27 de julio: "Salimos de la Tinellización para marcelizarnos. Cada vez somos más él. Cada vez él es más nosotros".

Dino Hugo Tinelli llevaba al pequeño Marcelo Hugo a Buenos Aires para ver jugar al "Ciclón". Ese era el mejor plan del mes. Marcelo tenía 10 años cuando Dino murió de cirrosis y el amor por esos colores lo marcó a fuego. Marcelo ha dicho que su asignatura pendiente fue jugar en San Lorenzo. Y cuando Francisco, el mayor de sus varones, tenía 10 años declaró que si lo veía jugar con esa camiseta se moría. Es más, se hizo dirigente del club para evitar que el "Tiki" -así le decían de pequeño- se hiciera hincha de Boca. Los niños suelen fantizarse por el que gana y Marcelo no podía permitir que esquivara la tradición familiar. Ese año armó un cuadrazo y sacó campeón al cuadro.

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Seselovsky se cruzó a Tinelli una única vez. Vivían en el mismo barrio y lo vio mientras dejaba a Francisco en el jardín. Lo miró con odio. El periodista tenía 25 años en ese entonces, era un joven progresista y Tinelli estaba asociado al menemismo y representaba todo lo opuesto a sus ideales. Cuando Seselovsky se separó, volvió a vivir a lo de su madre, que miraba Showmatch, y resultó que la primera televisión que vio su hija fue con Tinelli. "Es un tipo que te atraviesa la vida por más que no quieras. No podés elegir".

El periodista que va en blanco a todas las entrevistas y prefiere guiarse por lo que hay en su memoria sobre los personajes que retrata, no hace otra cosa que buscar archivos de Marcelo Tinelli en la Biblioteca Nacional. Lee cuanta nota vieja encuentra y "peina muy fino". Desecha la mayoría de las declaraciones, aunque cada tanto encuentra una "perla".

Marcelo dijo en diálogo con revista Gente en 2005 que antes de cumplir los 50 se retiraba. El 1 de abril cumplirá 57 y si bien se dice que se hartó del Bailando, no hay indicios de que quiera abandonar su rol de conductor ni pasar detrás de cámara.

En 2003 un periodista de Caras le preguntó para qué seguía trabajando si ya tenía fama, prestigio, dinero y poder. Marcelo respondió que con 43 años no sentía que estuviera para jubilarse. "Creo que tengo mucho para dar", dijo. Y no se equivocó.

Alejandro Ripoll, director de cámaras de Showmatch, comparó a Marcelo Tinelli con Lionel Messi. Él es quien prueba cada sección hasta que encuentra la pócima que funciona. Supervisa absolutamente todo. Cada decisión pasa por su filtro. El programa no existe sin él.

Marcelo no usa cucaracha o micrófono inalámbrico, prefiere el de mano porque le permite controlar. Él te da o te quita el micrófono y así anuncia, según Seselovsky.

Ese tipo que no puede delegar en su trabajo, es un inútil en su casa. No logra colgar un cuadro solo ni cambiar una lamparita sin ayuda.

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Cuando Marcelo Tinelli se enteró que Alejandro Seselovsky preparaba una biografía se negó a concederle una entrevista. El periodista conoce a la gerente de prensa de Marcelo porque trabajaron juntos en Gente. El año pasado lo llamó para preguntarle qué tal iba con el libro, él contestó que bien, y ella le dijo que si precisaba algo le avisara. No hubo más diálogo, pero Seselovsky intuye que el conductor de Showmatch se muere de intriga.

Ante la primera negativa no insistió y ahora ya no le interesa tener una charla con quien convirtió en un clásico el "buenas noches, América". "Sin él tengo una libertad que no tengo con él", dice Seselovsky. Aunque existe un testimonio que le sumaría muchísimo conocer de su boca y es sobre la muerte de su padre, "él me lo podría contar mejor que nadie", intuye.

El periodista fue varias veces a Bolívar. Habló con la tía paterna de Marcelo y le contó lo que recordaba porque pasaron 46 años desde que dejó su ciudad natal. Dino Hugo Tinelli fue periodista y tuvo un bar. Seselovsky se entrevistó con uno de los mozos que trabajó para él. Dino era un tipo querido en el pueblo.

Marcelo vivía como un rey en Bolívar. Su abuelo materno, José Domeño, había llegado de Pamplona con una mano atrás y otra adelante y terminó siendo dueño de dos diarios, una barraca y de varios campos. Marcelo ha dicho que se ve reflejado en él. María "Chiquita" Domeño era maestra y se enamoró del atorrante del pueblo. Dino Hugo era carismático y pobre. Se casaron contra la voluntad de José Domeño y nació Marcelo Hugo Tinelli.

La biografía comienza con la muerte de Dino. Seselovsky encuentra en esa pérdida el "ladrillo primigenio" para contar la historia del hombre más exitoso de la televisión argentina. En una entrevista que Tinelli concedió a Pronto en 2008 relató que su familia y él se fueron arrancados de Bolívar. Él tenía 10 años. Lo despertaron a la una de la madrugada y salieron en un Ford rumbo a Buenos Aires para internar a su padre que murió 20 días después. Su madre no quiso regresar. Marcelo se instaló en la casa de sus abuelos en Peña y Pueyrredón, a tres cuadras de Radio Rivadavia, y jugaba en la tercera de San Telmo. Iba todas las tardes a la puerta de la radio para preguntar cómo habían salido los partidos del ascenso. Un día lo invitaron a pasar y así arrancó la historia de este chico que le rogaba a Juan Alberto Badía que no lo obligara a salir en televisión porque él quería hacer radio. Lo máximo a lo que aspiraba Marcelo era a cubrir el vestuario local en algún partido.

El hombre que hace 25 años es el dueño de la pantalla le pidió a Gustavo Yankelevich que lo pusiera detrás de un escritorio y no a conducir Ritmo de la noche porque se veía muy encorvado.

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A Marcelo no le gusta mostrar su oficina, aquel famoso cuarto piso. Pero cuentan que en su despacho tiene un cartel que suscribe "si sucede conviene". Su capacidad de adaptación es lo que maravilla a Seselovsky. Él hace con lo que tiene. Abre la heladera y saca un plato con los ingredientes que encuentre, así solo tenga hielo. "En esa condición encuentro buena parte de la Argentina y de mí mismo. Eso me genera admiración". Marcelo trabaja con su apetito. Hace y deshace a su antojo y no se equivoca. Ripoll ha dicho que Showmatch se basa en la improvisación e intuición de Marcelo. Y él mismo ha reconocido que su permanencia en los medios se debe al trabajo, pero también a su carisma y olfato.

Marcelo estuvo a punto de renunciar a Videomatch a principio de los 90 porque el programa medía muy mal e Irusta Cornet, productor de Telesport, decidió retirarle su apoyo y se quedó sin material para poner al aire porque los videos eran de ESPN. Armó una reunión con sus colaboradores y pidió que sacaran videos de donde sea, de abajo de las piedras igual, aun sin tener los derechos. Quince años después, es el primero en arruinar a los programas que pasan fragmentos de otros ciclos. "En esa contradicción bastante miserable yo leo a la Argentina", dice el autor de la biografía.

Marcelo hubiera preferido tener padre para toda la vida. Pero una vez que la tragedia sucedió, la transformó en un recurso y le sacó provecho. "La muerte de su padre lo trajo a Buenos Aires, él hizo algo con eso, se convirtió en Marcelo Tinelli. Eso me maravilla".

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El periodista no fue a buscar la voz de Federico Hoppe y el "Chato" Prada, los dos secuaces de Marcelo, justamente porque no quería a nadie que estuviera "demasiado cerca de él". Prefirió recurrir a personas que trabajaron con él años atrás, como "Teto" Medina o Abel Jacubovich.

Consiguió una entrevista con Soledad Aquino, primera esposa de Marcelo, que le costó decenas de plantones. El día que logró engancharla y grabarla a ella se le había roto la camioneta y no la podía mandar al taller porque el arreglo le salía alrededor de ocho mil pesos uruguayos y no los tenía. Charló con ella dos veces durante sesenta minutos.

Con los hijos mayores de Marcelo (Candelaria, Micaela, Francisco y Juanita) tampoco quiso hablar. En ese rol no le interesa "porque es muy buen papá".

A Seselovsky le resulta pintoresco mostrar a Marcelo desde la analogía con su padre. En Bolívar recuerdan a Dino Hugo como un tipo muy carismático que construía bromas pesadas. Además era un gran cocinero y Marcelo probó ranas gracias a un engaño de su padre, "comé que son pollitos chiquitos", le dijo y cayó como un angelito.

Hay una anécdota que Marcelo repite seguido. Dino le regaló una camisa colorinche y con flores y lo convenció para que saliera a la calle a lucirla, "te va a quedar pintada", le dijo. Bajó y su padre escondido desde el balcón le gritaba, "payaso". Marcelo volvió enojado y le tiró la prenda en la cara. "Era una jodita para Dino Hugo". Cuando Marcelo profesionalizó las cachadas en cámaras ocultas que lo catapultaron al éxito, el remate era: "Es una joda para VideoMatch".

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El hombre más exitoso de la televisión argentina es algo torpe, llano y poco profundo. Seselovsky observa que usa un vocabulario elemental y que hace el programa con cuarenta palabras. No habla idiomas, no sabe bailar ni cantar y se ríe de todas sus deficiencias. Marcelo no es un genio, es una persona con excesiva intuición que quedó en el centro sin buscarlo y sin ninguna pretensión.

Marcelo percibió que el televidente quería ver a un hombre auténtico delante de la pantalla, "que puede cometer errores y que no presume de ser alguien inteligente o muy intelectual". Así lo decía en una entrevista que dio a Pronto en 2003. Eso le dio a su público que lo mantiene en lo más alto desde hace 25 años.

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Marcelo Tinelli es políticamente correcto y sale bien parado de cada batalla. Hábil declarante. Negociador nato. Jamás va al choque. Y no se casa con nadie.

En una entrevista que dio a revista Gente en 2005 le preguntaron a quién votaría si se presentaran Mauricio Macri o Néstor Kirchner en 2007 y él contestó: "Hay cosas de los dos que me atraen. Esperemos a 2007".

Mario Pergolini lo atacó infinidad de veces y sus reacciones jamás fueron desmedidas. "Si la pelea conmigo le sirve para hacer más rating, que lo haga. Mientras no se meta con mi familia, no me enojo", dijo.

A Marcelo le sale el tano por los poros menos confrontativos. Quería una familia numerosa y tuvo cinco hijos (Micaela, Candelaria, Francisco, Juana y Lorenzo) con tres mujeres distintas (Soledad Aquino, Paula Robles y Guillermina Valdés). Llegó a grabar las ficciones que produjo en VHS para que las disfrutaran los más chicos del clan. Marcelo no contaba con Youtube en 2003.

No sufrió depresiones ni le teme a las enfermedades. Es alegre y descarga su ira en la cancha de fútbol. No se cansa de repetir que la única zanahoria que lo hace avanzar es la felicidad.

A ese hombre exitoso que sale todas las noches a ganar en rating y da la impresión de tenerlo todo y más, lo que le pesan son las pérdidas. Querría escuchar los consejos de su padre y tenerlo al lado para que lo ayudara en los momentos difíciles. Cuando hizo plata pudo darle un buen tratamiento a su madre que padecía esquizofrenia.

Marcelo está convencido, o al menos eso dice, de que el único poder que tiene es el de ser feliz día a día.

Seselovsky el autor.

La ambición del periodista es explicar la Argentina del siglo fin del siglo XX y principios del XXI a través de la vida de Tinelli. Seselovsky trabajó en revista Gente, escribió para Rolling Stone, Gatopardo, Clarín, Perfil, Orsai y escribe para El País de Uruguay. También lanzó el libro Trash, relatos de la argentina mediática. Dice que no hace periodismo de espectáculos sino crítica cultural.

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