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Ronnie Arias: "En Uruguay encontré mi lugar en el mundo"

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Ronnie Arias. Foto: Leo Mainé

ENTREVISTA

El ex Kaos en la Ciudad dejó Buenos Aires y se mudó a su chacra en Colonia. El recuerdo de la televisión argentina, la lucha que le dio al cáncer y la rutina en el campo: "pensé que iba a enloquecer".

El multifacético conductor argentino Ronnie Arias cambió de vida. En diciembre de 2019, tras terminar su programa de radio en Buenos Aires, dejó todo y se vino a vivir a su chacra en Riachuelo, en el departamento de Colonia. En Uruguay, dice, es una “celebrity de segunda línea”: viaja todos los fines de semana en ómnibus hasta Punta del Este para conducir un ciclo radial y los pasajeros pasan su foto para mostrar que están con él.

Fiel al estilo mordaz, ácido y transgresor con el que se dio a conocer en la televisión argentina, el conductor habla sobre su nueva rutina y sobre la farándula que integró. “El star system argentino es muy pedorro y muy creído”, dispara sin filtro.

-¿Cuándo nace tu interés por Colonia, el lugar en el que estás residiendo en Uruguay?

-Fue una búsqueda de muchos años. Cuando empecé a trabajar a los 16, soñaba con tener mi propia chacra. En 1987, yo escribía en El Mundo de Antonio Gasalla y él me trajo a la Laguna del Sauce para un cumpleaños. Me volvió loco. A la vuelta conocí Colonia y me encantó. A partir de ahí empecé mi relación de amor con Colonia.

-¿Cómo fue el proceso para elegir una chacra para vivir en Uruguay?

-Cuando me vino el cáncer de laringe, pensé “me voy al campo”. Lalo Mir me mostró unos terrenos en la zona de San Pedro, en Colonia. Y Carla Peterson me dijo “mi vieja tiene una chacra en Riachuelo, cerca de ahí”, y así descubrí ese lugar. Después de estar viendo durante un año, la bróker que nos mostraba terrenos nos dijo “ah, y este que está cosechado horrible tiene salida a un arroyo”. Me mandó las fotos el lunes de tarde y el lunes a la noche lo señé.

-¿Cómo tomaste la decisión de mudarte definitivamente?

-Fue un proceso. Durante un tiempo alquilé para ver qué me pasaba viniendo todos los fines de semana. Viajaba los viernes a la tarde de Buenos Aires a Colonia y volvía los lunes al mediodía para mi programa de radio. Encontré mi lugar en el mundo. Durante el primer año pagué el crédito y empecé a construir la casa. Todo lo que ganaba en la radio y en la tele era para eso. Yo hacía la temporada de radio y venía a quedarme durante todo el verano en la chacra. En diciembre del año pasado terminó mi programa de radio y me instalé definitivamente.

-¿Tu pareja siempre estuvo afín a mudarse a Uruguay?

-No, el odiaba el campo, pero de repente se dio cuenta de que le gusta más que a mí.

Ronnie Arias. Foto: Leo Mainé
Ronnie pasó por periodísticos como Kaos en la ciudad (2002) y La Liga (2007). También condujo el magazine Mañanas Informales (2008). Foto: Leo Mainé

-Me contabas que atravesaste tu enfermedad en un período en el que ibas y venías de Buenos Aires a Colonia, ¿cómo fue?

-Nunca dejé de hacer nada. De lunes a viernes entrenaba, iba a correr, iba a la radio, a las tres de la tarde me daba rayos y volvía a la radio. Después quedaba tan agotado que dormía desde las 17.30 que llegaba a casa hasta las 9 de la mañana del día siguiente. Pasé por un posoperatorio terrible porque los rayos generan quemaduras de tercer grado y había momentos en los que vomitaba sangre. Y adelgacé todo lo que soñé en mi vida. Si me curé fue porque no dejé de hacer nada. Tuve miedo de quedarme mudo pero nunca de morirme.

-Hubo un momento en el que quedaste sin voz, ¿cómo hiciste para seguir trabajando?

-Estuve seis meses afónico, pero la radio me obligaba a ir a trabajar igual. Me tenía que sacar fotos en el estudio y hablaba por medio de Google: escribía y se escuchaba la voz del traductor de internet. Nunca falté. Yo estaba deprimido, hecho mierda, pero pensaba que conmigo la enfermedad no iba a poder. Soy un inconsciente. No pienso las cosas: actúo.

-En tu trabajo se te conoce como un personaje inquieto y eléctrico, ¿cómo hiciste para pasar varios meses en el campo sin actividad en los medios?

-¡Pensé que me iba a volver loco! Lo máximo que había estado sin trabajar habían sido dos meses en mi vida, en verano. En Uruguay pasó el primer mes, pasó el segundo mes, pasó el tercero... ¡No sabía qué hacer! Me deprimía y me volvía loco. Nuestro medio tiene una adrenalina que no tiene otro. Mi cuerpo estaba acostumbrado a tener adrenalina todo el tiempo y de golpe dejó de recibirla. Me sentía en el fondo del abismo y que nunca más iba a poder hacer nada. Pero ahora surgió lo de la radio de los sábados (Es lo que hay, por Viva y LaX.uy), tengo mis curros y soy como una especie de celebrity de segunda línea en Uruguay. Voy al supermercado de barbijo y la gente me reconoce. En el colectivo veo que se pasan mi foto para mostrar con quién están. Eso me hace sentir satisfecho de que construí una carrera interesante. Ese tipo de cosas son como parches de nicotina.

-¿Y extrañás ser una “celebrity de primera línea”?

-No. Eso de que en Uruguay no hay estrellas, salvo Natalia Oreiro, me sorprende positivamente. Nadie cag… más abajo ni más arriba que nadie. En Argentina la gente se olvida de eso. El star system argentino es muy pedorro y muy creído. Y ya no quedan figuras. Mirá lo que pasa con Ángel De Brito, por ejemplo. Lo que hace como conductor del Cantando es horrible. ¡Horrible! Lo que tiene de genial él es cómo pregunta y cómo maneja a las minas esas de su otro programa. Pero no sirve para un gran show.

-¿Cuál es la etapa que más disfrutaste en la televisión?

-Lo mejor que hice fue La Liga. Yo soy muy exigente y me gusta lucirme. El problema de la televisión argentina es que hay muchas productoras que te llaman para hacer un programa y te dicen “lo vamos armando en el aire”. No quieren perder tiempo. Pero antes tiene que haber una idea, un guión. El otro día vi el programa de este pibe que viaja en pandemia (En Foco), y me pareció un programón. La parte que hacían en el estudio fue un bajón, como de escuela técnica, ¡aburridísimo! Pero el pibe es buenísimo en lo que hace. Y no creo que lo haya hecho sin preproducir.

-Se habló mucho de tu mala relación con Ernestina Pais cuando compartieron conducción de Mañanas Informales, ¿qué tan mal la pasabas?

-¿Del 1 al 10? ¡9,5! Eran “Mañanas Infernales”. Engordé 15 kilos. Llegaba a las 8 de la mañana y me ponía a tomar fernet. Ernestina pensó que me iba a poder manejar y que yo iba a pasar a ser un personaje como “El Payaso Mala Onda”. Me decía “hablá de moda que es de lo único que sabés”. Yo puedo manejar la política, lo policial... El problema fue que se murió Jorge (Guinzburg), que era el que tenía los roles definidos. Era toda una situación de mierda. Uno no elige a sus compañeros, salvo que sea Tinelli o Susana.

-Igualmente has tenido suerte con varios de tus compañeros, trabajaste con grandes de los medios argentinos como Juan Castro…

-Sí, tuve mucha suerte. No me puedo quejar. A Juan lo conocí cuando era modelo…

-¿Estuviste enamorado de él?


-No, era demasiado lindo. Él era para marido, no para cog… Cuando yo trabajo con alguien, se me apaga el sexo. El secreto para hacer una buena pareja de conducción es verle los hilos al otro, y cuando le ves los hilos a alguien ya no te calienta. Por ejemplo, yo a Fernando Peña le conocía todos los hilos y ahora cuando lo veo a (Sebastián) Wainraich, veo todo lo que absorbió de Peña. Wainrach es genial y hace el mejor programa de radio del momento, pero le veo los hilos de Fernando.

-¿Cómo era tu relación con Fernando Peña?

-Es la persona más mentirosa con la que yo trabajé en mi vida. Él contaba su infancia y era la de Elizabeth Vernaci. Contaba que cog… con minas, y era algo que había contado yo. Era un mitómano. Por eso podía hacer todo eso que hacía. Agarraba un estereotipo, lo exprimía y hacía magia. El nivel de locura que tenía era increíble. Cuando yo tuve éxito en Kaos, él se puso celoso y denunció en Intrusos que yo le había robado $40. Lo que había pasado era que lo habíamos ido a buscar al Sheraton, estaba recontra pasado, había pedido un gin tonic y le había dado $40 de propina al mozo de lo borracho que estaba. Él contó que se conoció con Juan Castro haciendo picadas por Panamericana. ¡Y Juan Castro nunca supo manejar! Fernando era adorable, un nene. En la última época de su enfermedad dejamos de vernos y solo hablábamos por teléfono. Tenía el nivel de agresión de una persona que se estaba yendo y yo no lo podía tolerar. No me pude despedir, pero nos despedimos tantas veces…

-¿Te escriben argentinos para preguntarte sobre tu vida en Uruguay?

-Sí, y les digo que yo hice una experiencia a largo plazo: alquilé un año, construí mi casa. No fue que dije “me voy”. Cada uno tiene que hacer su propia experiencia: googlear y visitar mucho. Ahora, el que quiere venir a hacerse a la América, éste no es el lugar. No es joda: acá hay que trabajar. El uruguayo está acostumbrado a laburar. El argentino está acostumbrado a que se tira un pedo y espera a alguien para que se lo sople.

-¿Por qué te quejaste de que González Oro también se haya radicado en Uruguay?

-Hice un chiste. Lo que dije fue “basta de putos”. No precisamos otro.

-También revelaste que compartieron una especie de novio…

-Dije que yo tuve de amante a un novio que tuvo él. Eso le pasa porque él los presenta a todos. ¡Él cog… y se enamora!

-¿Qué opinás de las críticas de Jorge Rial, que fue muy duro con los que se radicaron en Uruguay y habló de un “exilio dorado”?

-Lo que pasa es que Jorge se acomoda al gobierno de turno. Si él no estuviera trabajando hubiera hecho lo mismo. ¿Cuál es el problema? ¿En dónde va a estar mejor Susana con su brazo roto y los perros que acá? Que cada uno haga lo que pueda. Yo no formo parte del exilio dorado, no estoy en La Juanita. Vivo en una casa de machimbres sostenida con cuatro palos en el medio del campo.

-Conducís Es lo que hay (LaX.uy) los sábados en Punta del Este, ¿viajás todos los fines de semana?

-Viajo todos los viernes de Colonia a Montevideo a hacer algún curro, a la noche me voy para Punta del Este y el sábado después del programa vuelvo a Colonia. Voy al estudio porque amo este laburo. Tengo siete horas para ir, hago el programa de tres horas, y tengo otras siete de vuelta. Es como ir a cog… con la novia o el novio más lindo.

-Son siete horas...

-¡Y qué no he hecho! (Risas) Solo como detalle: yo que me mato si no tengo bidet, me fui de campamento un fin de semana nada más que para estar con una "musculoca" que era profesor de gimnasia. ¡Y fue un fiasco! Si hice eso, ¿qué no voy a hacer para ir a trabajar?

-¿Evaluás la posibilidad de quedarte en Punta del Este durante la temporada?

-Es que yo extraño el rancho. Me gusta Punta del Este, pero no disfruto la playa. Prefiero estar en Montevideo, conocer los museos... Para que vaya a la playa me tienen que emborrachar o fumar.

-¿Te gustaría hacer televisión en Uruguay?

-¡Por favor! Me vuelvo loco. Me gustaría hacer televisión o radio en una asiduidad más continua que la que tengo ahora. Me haría súper feliz.  Uno admira tanto a un montón de artistas uruguayos que triunfan en Argentina y al revés, que poder estar en la lista de los que vamos de un lado y del otro del río es una de las cosas más hermosas que le pueden pasar a alguien que está en los medios.

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