CINE
La del colombiano Ciro Guerra, un drama del turco Nuri Belgi Ceylan y la disputa Ford y Ferrari dirigida por James Mangold, las recomendaciones
Pájaros de verano
Con El abrazo de la serpiente, Ciro Guerra presentó al mundo al cine colombiano con nominación al Oscar incluida. Ahora en su nueva película (codirigida con su esposa y productora, Cristina Gallego), Pajaros de verano, cuenta la historia de una familia de indios wayuu que viven en la Guajira colombiana y que empiezan en la década de 1970 a vender marihuana a Estados Unidos. El relato sigue el derrotero de esa familia que va desintegrándose a medida que crece en el negocio. Más allá de la estética y la temática Netflix, a Guerra y Gallego les interesa mostrar las tradiciones y sus rituales que acercan el asunto a un colorido realismo mágico. Es una buena película policial con ambiciones.
El árbol de peras silvestre
Pausado relato del director turco Nuri Belgi Ceylan (autor de Tres monos, Erase una vez en Anatolia) sobre joven bachiller que vuelve a su pueblo y se encuentra con un padre ludópata y un futuro incierto. La película está armada como una sucesión de encuentros que, más o menos, van aportando un panorama social, político pero, principalmente personal a este muchacho algo engreído y que empieza a enfrentarse con algunas realidades poco auspiciosas. Con ese ambiente, El árbol de peras silvestre es un relato lleno de simbolismo que obliga al espectador a entrar en el trance de ver una película. Sorteados algunos inconvenientes para tiempos como estos (dura tres horas, por ejemplo), y aceptado el desafío se vuelve una de las mejores películas del año.
Contra lo imposible
El cine de carreras de autos tuvo hace poco uno de sus buenos ejemplos con Rush: Pasión y gloria que retrataba la rivalidad entre los pilotos de Fórmula 1, James Hunt y Niki Lauda en la década de 1970. La dirigía Ron Howard, un artesano muy competente que le daba el justo tono hollywoodense. En Contra lo imposible, otro artesano (aunque con pretensiones de autor) muy competente, James Mangold, cuenta otro feudo: el de Ford y Ferrari en las 24 horas de Le Mans de 1966. Los autos rápidos y los pilotos temerarios son buenas historias de cine.
Mangold (que dirigió Copland: Tierra de policías, Logan y la recordada Johnny & June) se concentra en el lado estadounidense de esa rivalidad, contando la epopeya desde el punto de vista del diseñador del auto (Carroll Shelby, interpretado por Matt Damon) y el piloto (Ken Miles interpretado por Christian Bale). El otro protagonista es Henry Ford II (Tracey Letts) y su despecho hacia Enzo Ferrari, quien se negó a venderle su compañía.
La película sigue todo el camino hasta Le Mans, las pruebas del auto, las intrigas corporativas y la relación de Miles con su hijo pequeño.
Todo eso lleva a que el metraje exceda las dos horas y media, lo que es mucho para lo que se quiere contar. Como siempre en las películas de Mangold, el resultado es desparejo pero cuando está bien, está bien: es un puestista clásico y vistoso y las carreras están mostradas acorde al protocolo de ese tipo de escenas.
Damon y Bale hacen lo que se espera de ellos: uno es el diseñador que lidia con las presiones industriales y el otro el piloto alocado, rebelde e incontrolable. Adivine quién es quién.