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Perro Verde: Jesús Quintero cumplió 80 y vive con lo justo

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Jesús Quintero. Foto: Archivo

PERIODISTA

Alejado de los medios, el periodista español que marcó una época en TV enfrenta deudas y está aquejado por la depresión. “Soy un antiguo pobre”.

Jesús Quintero. Foto: Archivo
Jesús Quintero. Foto: Archivo

El periodista español Jesús Quintero, mejor conocido como "El perro verde" o "El loco de la colina", acaba de cumplir 80 años. De personalidad bohemia y estilo poético para las entrevistas, el comunicador atraviesa por una etapa en su vida de bajo perfil. Es muy recordado en Uruguay por la visibilidad de sus programas en los años '80 y en especial porque en 1997 concretó una edición uruguaya de su ciclo de entrevistas ("El perro verde") con producción de Teledoce.

Alejado de la radio y de la televisión desde hace una década, el comunicador llegó a hacer fortuna al frente de su productora El silencio, pero la perdió en otras aventuras de comunicación sin sustrato como inversiones. Hoy vive con lo justo y aquejado por problemas de salud. Gestiona el Teatro Quintero, en la ciudad de Sevilla, pero desde el año pasado que no hay espectáculos programados en la sala. Los medios españoles aseguran que el comunicador está endeudado con el propietario del local y que padece de una persistente depresión.

Según un informe de El País de Madrid, la empresa propietaria del inmueble aseguró que Quintero adeuda unos 540.000 euros y que a pesar de las sentencias en contra nunca pagó.

Jesús Quintero. Foto: Archivo
Jesús Quintero. Foto: Archivo

“Cada tanto desaparezco, porque no me mueve el dinero. Me he arruinado tres o cuatro veces en mi vida. Si no trabajo, bajo los techos, bajo el nivel. Vivo con lo justo. Nunca seré yo un nuevo rico. Siempre seré un antiguo pobre”, confesó años atrás en una entrevista con la periodista argentina Leila Guerrero.

Cuando le preguntaron qué era la vida, respondió: “Para mí, es el camino. La meta no tiene ningún interés. Ni siquiera la cumbre, porque después de la cumbre lo que puede venir es la ladera. Detenerme, todavía no. Aunque empiezo a pensar dónde me detendría. A lo mejor no es un paisaje. A lo mejor es una mirada. Entonces ahí ya dices tú aquí me quedo y todo lo demás no importa”.

Arte de escuchar. Jesús Quintero nació en Huelva (España) el 19 de agosto de 1940. Su padre era electricista y su madre campesina. Con inclinaciones artísticas, Quintero probó suerte en el teatro pero el destino le abriría otra puerta. Al final de una de las funciones, se le acercó un hombre de radio admirado porque su voz llegaba a todos los rincones de la sala. Le dijo que suyo era el dial.

A los 20 años consiguió trabajo en Radio Nacional de España donde animaba un programa de la tarde. Inquieto, Quintero presentó a las directores de la emisora un proyecto de programa. Titulado El hombre de la roulotte, se trataba de una idea alocada para la época: recorrería España en una camioneta llena de libros y sartenes para hacer entrevistas a personas anónimas, sin fama pero con historias ricas de vida.

Contra los pronósticos, fue un éxito. La cadena Ser lo reclutó y Jesús Quintero subió la apuesta. Accedió al pase de emisora pero pidió la condición de que durante su programa no hubiera publicidad. Ese fue el comienzo de El loco de la colina, un ciclo que iba por las madrugadas y en el que recibía llamados para escuchar las voces de los atormentados, los solitarios, los necesitados de afecto.

El éxito del programa radial hizo que 1988 desembarcara en la Televisión Española (TVE) con El perro verde, su más recordado programa de entrevistas que se retransmitió en Uruguay en aquel año. Allí entrevistó a Arturo Pérez-Reverte, el subcomandante Marcos, a Jorge Luis Borges, el filósofo Antonio Escohatado, el actor Antonio Banderas, el expresidente español Felipe González y a Diego Maradona, entre muchos otros. Pero más allá de las personalidades, él disfrutaba de las entrevistas a personas anónimas. Entrevistó a un condenado por asesinato, a un depresivo que leía poemas en chino y hasta reportó a una pareja mientras tenían relaciones sexuales. En el estudio lo acompañaba un perro blanco y lanudo que se quedaba todo el tiempo echado en el piso.

A lo largo de su carrera, Quintero realizó más de 5.000 entrevistas. “Quiero que el entrevistado me cuente sus cosas. No voy a acosarlo, ni a chuparlo, ni a vencerlo. Nunca uso la estocada. Si ha de morir se matará solo y con sus propias palabras. No me creo nada esa moda del reportaje agresivo”, aseguró Quintero en uno de sus contados reportajes. “Si te pones contra el entrevistado, lo pierdes. Si llegas arrogante, también. Si llegas muy humilde, te derrota. Hay que decirle sin palabras ‘tú eres quien eres… pero yo no soy un tonto”, agregó.

En el ciclo uruguayo, El perro verde entrevistó a Fernando Parrado, José Mujica, Eleuterio Fernández Huidobro, Eduardo Galeano (de cuya obra Quintero se declaró admirador), entre otros. La escenografía era mesa redonda y el resto se componía por elementos acordes al entrevistado. Eran frecuentes los planos muy cerrados en un ambiente de luces tenues y humo de tabaco. El perro no solo era verde sino que fumaba en aquellos tiempos.

También llegó a hacer su programa en Buenos Aires, donde sufrió un violento robo. A punta de pistola, hombres armados se llevaron 10.000 dólares y Quintero sufrió un culetazo en la frente. Cuando llegó la policía le preguntó si quería denunciarlos y el perro verde respondió que lo único que le interesaba era: ¡entrevistarlos!

Poco se sabe de la vida privada de Jesús Quintero. Tiene dos hijas: Andrea y Lola, de sus dos parejas conocidas. El año pasado circuló el rumor de que sus hijas presentarían reclamos judiciales contra el padre, aunque más tarde fue desmentido.

Después de El perro verde vinieron otros programas pero ninguno repitió el éxito para un hombre cuyo estilo desentonaba en una industria cada vez más volcada al entretenimiento ligero. Al perro verde se lo amaba o aburría. Qué sabe nadie, La boca del lobo, Cuerda de presos, El vagabundo, Ratones coloraos…fueron los nombres de esos programas menos memorables. Su última experiencia televisiva en España fue en 2012, con el ciclo El gatopardo. Luego tuvo experiencias latinoamericanas en DirecTV y en la cadena Telemundo pero las dos de escasa proyección.

La mayoría de sus inversiones resultaron un estrepitoso fracaso. Compró una (emisora Radio América), montó el Televisión Babilonia y fue anfitrión en El Café de la Luna: todos corrieron la misma suerte que el más reciente Teatro Quintero.

En la última entrevista que dio (al periódico El Español en 2018), aseguró: “Volver por volver, por estar ahí, no tiene sentido. Solo regresaría para hacer las treinta entrevistas que me ayudaran a entender y explicar a mi audiencia los signos y los males de este tiempo”.

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