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Paula Echeverría: "Criar un hijo es el trabajo más difícil"

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Paula Echeverría. Foto: Andrés Restano

NOTA DE TAPA

Paula Echevarría cuenta cómo transita el embarazo en tiempos de pandemia, lo que determinó que estuviera un mes recluida en su casa y habla del final de Tarde o temprano, ciclo del que participaba.

Paula Echeverría. Foto: Andrés Restano
La comunicadora de 37 años espera a su segundo hijo junto a Juan Azcurra. Se llamará “Manuel”. uFoto: Andrés Restano

-¿Cómo estás transitando el embarazo?

-Voy por la semana 32, así que ya entrando en la etapa final. La fecha límite es el 15 de agosto. Como ya tengo una cesárea, no me lo van a dejar para más allá de esa fecha. El embarazo viene divino, sin ningún tipo de problema. Siempre me sentí muy bien y he podido estar en actividad. Lo diferente se dio a raíz de la situación de pandemia que al principio me generó incertidumbre y provocó que me informara mucho.

-Las embarazadas son población de riesgo...

-Más o menos. Porque se comprobó que no habría verticalidad. Si yo me llego a agarrar coronavirus, no se lo pasaría al feto. Al menos en principio porque todo es muy incierto.

-¿Cuál es tu recuerdo del 13 de marzo, el día que se anunciaron los primeros casos?

-Yo iba a festejar mi cumpleaños ese viernes, que había sido dos días antes. Tenía reservado un lugar con un karaoke para esa noche. Cuando explotó todo y se generó el caos de ese día, lo cancelé. A partir de ahí me quedé en mi casa. Me llamó Andy (Rosenblatt, director de Metrópolis Films) y me propuso como medida preventiva por el embarazo que mi participación en Tarde o temprano fuera remota. Y en la radio igual.

-O sea que pasaste de un proyecto de cumpleaños con karaoke a encerrarte en tu casa.

-Así fue. Pasé un mes entero sin salir de mi casa, con mi hijo Iñaki (3 años) y mi esposo, que salía un poco más, pero también teletrabajando. Estuvo intensa la convivencia. Y yo con el embarazo que conlleva muchos altibajos emocionales mientras en el país había gran incertidumbre y paranoia por lo que podría llegar a suceder. Fue muy difícil, como supongo que le habrá pasado a todo el mundo. Además, por mi personalidad, me cuesta mucho quedarme en casa. Necesita mi cuota de salida, de hacer mis cosas, mis espacios y tiempos.

-A fin de marzo, además, se produjo la noticia de la baja de Tarde o temprano.

-De mi parte tenía un poco asumida la noticia del final. Como medida de seguridad y de cuidado, el canal no me permitía ir al programa por tiempo indeterminado. Luego vendría mi licencia maternal y con la situación como estaba, veía muy difícil que yo personalmente regresara al programa. Así que estaba "preparada" en cierta forma. De todas maneras, nunca me imaginé que el programa iba a bajar. Fue una noticia muy triste, sabiendo cómo nació todo. Fue un proyecto de nosotras tres que lo presentamos y al mes estaba al aire. Así como fue mágico ese nacimiento, mágicamente también desapareció, de un día para el otro.

-¿Y ustedes cómo lo vivieron?

-Tristes pero agradecidas. No pasa comúnmente en la televisión uruguaya que tres comunicadoras presenten un proyecto y al mes esté prácticamente esté al aire. Lo disfrutamos mientras duró y quedamos agradecidas. Entendemos que hay una situación económica complicada en todos los rubros, lo que incluye a los medios de comunicación. También hay prioridades. Nosotros éramos parte de una producción externa entonces parecía lógica que se diera prioridad al personal directo del canal. Eso no quita que nos haya quedado un gustito amargo. Siento que nos faltó tiempo. Llevábamos menos de dos años y la gente no estaba conociendo y quedó trunco ese camino.

-¿Está planteada la posibilidad de volver?

-Aunque las puertas quedaron más que abiertas, por ahora no está sobre la mesa la posibilidad. La relación terminó de la mejor manera, tanto con Metrópolis como con el canal. Además, cuando uno hace un programa, sabe que tiene fecha límite. Es la inestabilidad propia del medio, a la que todos estamos más o menos acostumbrados.

-Con De taquito (Radio Universal) volviste a la presencialidad, ¿por qué?

-Sí. Me reintegré luego de hablarlo con Diego Sorondo y con Gabriela Imperio. Ellos me dieron la libertad para regresar. Y yo decidí volver por salud mental. Me sentía segura y tranquila; en la radio se tomaron todas las medidas de prevención. Y la verdad es que necesitaba salir de mi casa. Me hace muy bien. Es mi trabajo y lo hago porque necesito trabajar y para desarrollar mi profesión, pero también es un disfrute. Me encanta lo que hago y no lo padezco. Todo lo contrario. Por lo pronto, voy a ir hasta el 1 de agosto para luego quedar a la espera de llegada de Manuel.

-Siendo ya madre de un varón como Iñaki. ¿Querías una nena?


-No. Yo siempre me sentí madre de varones. No sé por qué tenía esa convicción. De todos modos me va quedar el bichito de haber sido una nena. Ya tengo 37 y pienso que no tendré más hijos. Si viene, viene y será bienvenido. Pero por lo pronto será dos.

-¿Qué diferencias tiene con el primer embarazo?

-Hoy, con un niño de tres años al que tenés que asistir todo el tiempo no hay mucho tiempo para el relax y para disfrutar del embarazo. De todos modos, tengo mis espacios para poder conectar con Manuel. La situación de pandemia también ha complicado el tema de los controles, aunque los pude hacer.

-¿En qué sentido se complicó?

-Hay demoras y no coincido en que se haya producido este escenario. Entiendo las medidas, pero un embarazo es un embarazo y hay que controlarlo. En mi caso, me daba hora para dos meses. Al ser periodista y madre, sé que hay estudios que deben hacerse en determinado momento, entonces me peleaba y lograba hacerlos. Pero no fue fácil. En este momento, es fundamental para una mujer que esté cursando un embarazo que se informe y que reclame por sus derechos.

-¿Qué dice Iñaki sobre la llegada del hermano?

-Al principio no quería saber de nada. Ahora es imposible que ignore porque estoy con una panza enorme. Y lo está aceptando más. Le da besos, lo integra, habla de Manuel. También tiene momentos de mucha demanda conmigo. Veremos cuando nazca cómo va a ser esa convivencia.

-¿Por qué el nombre Manuel?

-Nos costó bastante el nombre. Ninguno nos convencía. A través de mis redes sociales, convoqué a los seguidores a que me tiren ideas y comenzaron a aparecer cientos de nombres de todo tipo y color. Dimos 20.000 vueltas y en cierto momento nos preguntamos ¿y Manuel? Al principio lo habíamos barajado y nos parecía muy sencillo. Pero después nos pareció lo mejor. Combina con los apellidos, que son vascos los dos. Es un nombre muy dulce. Luego me enteré, cuando le dije a mi madre, que mi bisabuelo se llamaba Manuel también.

-Hace unos días hubo una polémica en el Parlamento luego de que Martín Lema apelara al reglamento para interrumpir un discurso feminista de la diputada, Verónica Mato. ¿Cuál es tu posición?

-A Verónica la conozco. Ella es actriz y amiga de mi hermana, que es directora de Implosivo. Trabajaron juntas en varios proyectos. Cuando pasó lo que pasó en el Parlamento, no vi que haya una palabra "hiriente". Martín Lema dijo que se había atado al reglamento. Tengo que decir que me pareció un hábil declarante Martín Lema. Pero más allá de eso, no vi las expresiones hirientes. No creo que sea machista de todos modos. Fue un episodio infeliz, pero anecdótico. Lo grave es el fondo de la cuestión y es la baja representatividad de las mujeres en el Parlamento.

-Mato decía además que las legisladoras no son escuchadas...

-Espero que no sea cierto. Porque la representatividad de la mujer ya es baja. Si además de pocas, no nos escuchan, estamos en el horno. No escuché mucha repercusión de otras legisladoras. Sería interesante saber si el planteo de Verónica es compartido por sus colegas. Sobre la representatividad, tiene que ser mayor. En la sociedad somos más de la mitad las mujeres. No veo por qué en los ámbitos de discusión y de gobierno, no hay más.

-Se dice que a las mujeres les interesa menos la política.

-No. Hay muchas militantes mujeres en todos los partidos. El problema es que en cierto momento van encontrándose con obstáculos que no permiten que la mujer pueda acceder a mejores lugares en la carrera política. Creo que va por ahí en una sociedad que ha tenido muchos avances, pero que sigue siendo machista.

-¿Siguen los avances o crees que hay un freno?

-El feminismo ha avanzado. Siempre están las puntas de lanza, que son las más radicales. No me siento identificada con ese grupo, pero considero que es necesario porque son las que a veces mueven un poco más la aguja. Gracias a las feministas de otra época, hemos logrado cosas que hoy las damos por naturales, como el divorcio o el voto. Igual, considero que falta mucho. Muchas cosas están incluidas desde que nacemos en la sociedad. Como mamá de varones, pienso en qué tipo de crianza le tengo que dar a mis hijos.

Paula Echeverría. Foto: Andrés Restano
Paula Echeverría. Foto: Andrés Restano

-¿Cómo se cría en la equidad?

-Es difícil. Ya es difícil criar a un hijo. A secas. Machista o no, criarlo es muy complicado. Llevarlo por el buen camino es un gran desafío. Creo que es el trabajo más difícil que podemos tener en la vida los seres humanos es criar a un hijo y encaminarlo hacia un lugar de bien, que sea buena gente y feliz. No pretendo mucho más que eso.

-¿Por qué es difícil? Porque resulta complicado compatibilizarlo con la vida moderna, con sus exigencias laborales.

-Porque un hijo te plantea desafíos todos los días. Y no sabemos cómo hacerlo. Tenemos que aprender. Y una vez que aprendimos algo, plantea un desafío nuevo porque va creciendo y demando otras cosas. Uno lo tiene que llevar de la mejor manera, perdonádose porque seguramente vamos a cometer errores en el camino. Es un trabajo difícil y serio. No es tengo hijo y la vida los cría. Y al mismo tiempo, está el desafío de criarlo en un ambiente de equidad en todo sentido. Soy una persona muy abierta, por ejemplo, en las viejas clasificaciones de colores, juegos o actividades para varón o para nena. Si le gusta la cocina, que cocina, que sea lo que quiera ser. Eso es importante.

-Hay quienes sostienen que también para la crianza “todo tiempo pasado fue mejor”

-No estoy de acuerdo. Lo veo en los adolescentes de hoy, que tienen una gran apertura. Muchos tienen la cabeza mejor puesta en los vínculos sanos. Hay más compromiso medioambiental, por ejemplo. En muchos aspectos noto un avance, en comparación a otros años. En mi época, que una persona sea homosexual era un tanto escandaloso. Yo no tuve ninguna amiga homosexual.

-No sabés...

-No lo sé. No lo supe, lo que también demuestra algo y es que no se decía. Hoy, la gente es más libre de expresarse y mostrarse tal cual es. Igualmente, no se puede generalizar porque siguen pasando atrocidades. La violencia, el bullying, la discriminación... eso sigue. Pero quiero creer que se ha avanzado. Ojalá que cuando mis hijos sean adolescentes, puedan tomar mejores decisiones, en ambientes más sanos todavía.

-¿Concidís en que la violenca intrafamiliar es otra pandemia que se vive en el país?

-Sí. Me alerta muchísimo la cantidad de feminicios que hay en nuestro país. Todas las semanas nos enteramos de casos nuevos. Hay algo a nivel de gobierno que no se está haciendo, y no me refiero a este ni al anterior. Te hablo históricamente. Es una situación que se nos escapa de las manos. Particularmente, me genera indignación cuando hay un femicidio con una denuncia previa. Con lo que cuesta hacer la denuncia, esa mujer fue a la policía, pidió ayuda y no la pudimos proteger. Eso me indigna. Se tienen que buscar otras herramientas, pensar otras estrategias. Y también dar capacitación al agresor. No se trata solamente de ponerle una tobillera, sino de tratarlo porque es una persona que está mal. Quizás salga de esto pero va atener otras relaciones. Es muy complicado, pero por más que nos complique, tenemos sí o sí que pensar e instrumentar soluciones para este problema.

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