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Un nuevo despertar

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María Inés Obaldía

María Inés Obaldía estrena La mañana en casa el próximo lunes por Canal 10. La intimidad sobre la vuelta a un ciclo diario, los cambios en la nueva televisión y la indignación por una imitación en Canal 4, en una entrevista a la consagrada periodista.

María Inés Obaldía regresa al mismo estudio de televisión que la catapultó al estrellato en el célebre Caleidoscopio. Desde aquel ciclo, la periodista no había vuelto a hacer televisión en vivo con un formato diario. Pero el 2015 llegó con la oportunidad de volver, y ella no titubeó en dar el sí. Obaldía será la conductora de La mañana en casa en una televisión que no es la misma a la de aquel entonces. “Tiene un ritmo vertiginoso”, apunta. Dice saber adaptarse a los tiempos que corren, pero manteniendo su sello: “hay que seducir al televidente desde la inteligencia, no solamente con diversión”. Las exigencias del nuevo ciclo, el éxito de Vivila otra vez y la molestia por una parodia en Sé lo que viste en voz de la emblemática conductora que se pone al frente de las mañanas de Canal 10 tras la dolorosa muerte de Ana Nahum.

—¿Qué significa para vos volver a hacer televisión en vivo en La mañana en casa?

—Trabajar en vivo es una gran alegría, lo que todo comunicador quiere hacer. Es la instancia más grata de comunicación, tanto que dejé la radio para hacerlo. El hecho de que el canal me haya convocado fue una gran satisfacción. Además, es un lindo grupo de trabajo con buena gente.

—¿Extrañaste ese vínculo con el público durante estos años sin trabajar en vivo?

—Eso lo completé con el programa de radio De diez a doce (Radio Uruguay). Me permitió reinventarme y aprovechar el vínculo especial con el oyente. Cuando me convocaron para La mañana en casa, decir que sí no fue el problema, sino que el tema fue dejar la radio.

—¿Durante estos años tuviste proyectos para volver a la pantalla con propuestas periodísticas?

—Sí, en más de una oportunidad charlamos para hacer diferentes cosas pero finalmente no se dieron.

—¿Sentís la responsabilidad de asumir la conducción del magazine matutino, teniendo en cuenta la importancia que le dan los canales uruguayos a esta franja?

—Sí, es de extrema responsabilidad, pero es un desafío que me gusta. Es un horario importante porque es lo primero que la gente mira antes de salir a la calle, así que tiene que ser un producto de calidad. Si uno no consume algo de calidad en las horas en las que está más despejado, las está dejando pasar. En cambio, si uno recibe un buen corpus de información, sale bien pertrechado a la calle. Nosotros tenemos que seducir al público desde la inteligencia, no solamente desde la diversión. Hay que lograr la combinación perfecta.

—¿Cómo se logra?

—Hay que estar atento a las noticias del día, con una agenda que pase por lo propio pero también por lo colectivo. Creo que a esa hora la gente ya tiene que sentir que está formando parte de lo que está pasando. Estas propuestas corales tienen de bueno que parecen no dejar ningún territorio afuera.

—¿Se puede hablar entonces de un magazine informativo y no de uno de entretenimientos?

—Sin lugar a dudas, apuesto al magazine informativo. Esa la manera de crecer. Me convocaron para eso y voy a trabajar en esa línea.

—¿Has podido ver los otros programas de la mañana?

—Prácticamente no. A veces tenía la televisión prendida en el estudio de radio pero sin voz, así que es como si nada.

—¿Pero estás al tanto de alguna demanda que creés que no está cubierta en la mañana televisiva?

—Me parece que está bueno que hayan notas de color, pero lo más importante es la información. Si eso no está al menos balanceado ya estamos perdiendo un territorio interesante para trabajar. No sé si eso se está cubriendo pero yo voy a estar en un equipo en el que va a ser fundamental cuidar eso.

—Van a estar Petru Valensky, Iñaki Abadie y Rafa Cotelo. ¿Cómo se fusionan esos perfiles con el tuyo, que a priori parecen tan distintos?

—Eso es una fortaleza del equipo. Vamos a funcionar como una orquesta. También se incorpora la periodista María José Pino, que va a ser un aporte fundamental. Cada uno de nosotros tiene cierta experiencia e idoneidad en un instrumento, y pretendemos que haya tiempo para que los solos suenen fuerte. Esperamos que la banda se escuche afinada, para nosotros es un desafío. Tenemos una paleta de personalidades de la que no queremos que nadie quede afuera.

—¿Cómo se procesó en la interna el trágico fallecimiento de Ana Nahúm para salir adelante con una nueva propuesta?

—Fue devastador, absolutamente salvaje. Los compañeros quedaron muy dolidos. Yo lo he hablado especialmente con Petru, que es un ser absolutamente solidario. El canal me convoca porque siente que tiene que hacer una mañana nueva, porque lo de Ana fue tan devastador que el programa terminó con ella. Este es otro programa.

—¿En qué cambió la televisión desde Caleidoscopio hasta ahora?

—Yo hacía televisión sin celular. De ahí para adelante cambió todo. La tecnología es espléndida, es muy útil. Yo trato utilizarla lo menos posible para no invadir mi vida privada pero para el trabajo es perfecta.

—¿Te ha costado adaptarte a las nuevas tecnologías?

—En general no, me cuesta adaptarme a la sobreexposición. Soy muy sobria y trato de no exponerme. Por ejemplo, no tengo Twitter. Hay uno con mi nombre pero no soy yo. Trato de cuidar esas cosas porque estoy hace muchos años en el medio, y sé lo que desgasta y devora estar sobreexpuesto. Yo pretendo llegarle a la gente desde otro lugar.

—¿Y ha mutado lo que va a buscar el púbico en la televisión?

—Sí. Sin embargo, tenemos una población muy adulta en nuestro país que es consumidora permanente de televisión. Hay mucha gente que siente que sin ella no puede completar su vida cotidiana, por lo que hay que darle un producto inteligente. Por otro lado, hay un grupo de gente más joven que tiene una relación diferente con la televisión: antes los niños llegaban de la calle a ver programas infantiles, y ahora ya no hay niños que miren televisión abierta. También ha cambiado el ritmo: ahora es todo mucho más rápido y vertiginoso, lo cual es saludable, sin llegar a ser caníbal como la televisión argentina. Ojalá no lo sea nunca.

—¿Continuás en Vivila otra vez?

—Sí, vamos a hacer la sexta temporada. El producto goza de muy buena salud. La gente acompaña y pide mucho material.

—¿Cuál es la clave del éxito en un ciclo cuyo eje pasa por reciclar archivo?

—Yo tengo que hacer un mea culpa porque pensaba que no iba a funcionar, así que no soy la persona más indicada para explicar su éxito. Yo creía que la gente iba a quedar insatisfecha porque le mostrábamos cosas que ya no están más. Humberto (De Vargas) en ese momento me dijo de apostar, y perdí. Creo que se explica con que el Uruguay tiene una historia corta de muy buena televisión, sumada a una relación interesante con la nostalgia.

—¿Cómo se fue construyendo esa química tan especial que muestran con Humberto De Vargas en el programa?

—Es increíble lo bien que funcionamos porque no nos vemos antes, sino que nos encontramos en el estudio. De a poco fuimos construyendo al aire un vínculo en el que Humberto ha aceptado generosamente hacer de malandro y yo de buena señora que trata de educarlo en la vida, bastante pesada. Eso se ha ido dando y ha ido creciendo. Nos tenemos una enorme confianza, nunca sabemos qué va a decir el otro, entonces es una hora y media de enfrentarme con una persona inteligente, bien informada, que sabe mucho más de televisión que yo, y empezamos una especie de duelo. Aprendimos a hacer ese show sin haber trabajado nunca juntos. Estábamos en el canal al mismo tiempo pero nunca habíamos compartido nada.

—La dupla fue parodiada en el programa Sé lo que viste de Canal 4. ¿Es cierto que te molestó?

—Es cierto.

—¿Por qué?

—No me cayó bien porque el personaje intentaba seducir a los invitados y ese lugar refuerza el estereotipo de que las mujeres llegan a los puestos de trabajo de la peor manera. Trabajar sobre esos estereotipos me parece regresivo y dañino en un país en el que las mujeres han luchado mucho por hacerse un lugar como trabajadoras en los medios. Me pareció un recurso totalmente atrevido. Para hacer esas cosas hay que pedir permiso. Mucha gente me dijo "¿cómo lo permitís?". Me encanta el humor, pero eso no me gustó.

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