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Nicolás Vázquez en la cama

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Nicolás Vázquez en "El otro lado de la cama".

Acaba de llegar a Uruguay en un vuelo turbulento y lo espera una larga jornada de entrevistas para difundir la presentación de su obra en Montevideo. Evita saludar con la mano, que todavía lo duele por la lesión que sufrió en el pulgar mientras realizaba una de las pruebas de su programa. "No puedo ni abrir los sobrecitos de mayonesa", lamenta. Pero nada hace que el actor pierda la frescura y desfachatez con la que se hizo conocido y que todavía exhibe en cada aparición en pantalla. "Si uno mantiene los pies en la tierra, las cosas se dan", explica. Entrevista a Nicolás Vázquez.

—¿Por qué la obra El otro lado de la cama es un éxito?

—Tiene los condimentos necesarios que la gente venía buscando en una comedia. La gente se ríe cada 15 segundos, y en vez de tener un bache en el que un personaje piensa y tiene un momento para descansar, ahí entra una canción que levanta y tira al techo al público: temas de Calamaro, Soda Stereo, Fabiana Cantilo. Eso hace que más que una obra sea un evento, la gente se vuelve loca y la ve dos o tres veces. Han viajado de 50 o 80 uruguayos por fin de semana a verla. Eso a mí me daba un poco de miedo porque pensaba “vinieron tantos uruguayos a vernos a Argentina, ¿quedará gente por vernos en Uruguay?”.

—¿Esperabas semejante repercusión cuando arrancaste con este proyecto?

—Superó mis expectativas. Yo le tenía mucha fe porque creo mucho en las energías y acá formamos un gran equipo. Eso tiene que ver con el trabajo que hay en el escenario, con los pies sobre la tierra, humildad, y dejando todo. Bailamos, cantamos, nos reímos. Dejamos todo. Y que nos vaya bien es un privilegio.

—Esta etapa de tu carrera te encuentra cantando, conduciendo, dirigiendo teatro y actuando en cine. ¿Es una búsqueda profesional diferente?

—La obra la busqué conscientemente, pero el resto no. Estoy en un momento de la vida en el que me doy cuenta de que cuando uno trabaja con responsabilidad y humildad, y sabe trabajar en equipo, las cosas se dan. Y yo tuve la suerte de que este año se me dieran todas. Es increíble lo que pasa con La última fiesta en cine, el programa (Como anillo al dedo) es un éxito, mi primera dirección con El Canasto también. No tengo más palabras que de agradecimiento. La clave es trabajar con los pies en la tierra, es lo que yo siempre le digo a los chicos.

—Dijiste a Clarín que tu mayor preocupación en el elenco juvenil que dirigís es que se mareen con el éxito. Has trabajado varias veces con adolescentes, ¿te pasó de notar que se mareaban?

—Sí, de verlos perdidos y por momentos desagradecidos. He visto algunos que no tienen memoria, o que se preocupan más por cuánto ganan que por lo que tienen. Mi trabajo es encausar a ese joven. Yo soy muy obsesivo con eso porque me ha tocado tener compañeros al lado que se marearon y también otros que son muy humildes. De todos aprendí.

—¿Te llegaste a ir de algún elenco por no soportar gente así?

—Sí, me pasó y me fui. Cuando no me siento cómodo en un lugar, no se me puede comprar. Prefiero correrme e irme.

—¿Fue lo que pasó en Casi Ángeles, que te fuiste antes de la temporada final?

—No, no. Pasó con proyectos de teatro que no se terminaron de concretar. En un momento noté algo negativo, oscuro y dije “me voy”. En Casi Ángeles fue un tema de que yo quise cambiar en ese momento mi carrera y apuntarla a lo que estoy haciendo hoy. Quería hacer comedia y ahí estaba limitado, pero Casi Ángeles es el programa que más amé en mi vida.Hice las giras más grandes y me dio un reconocimiento por todas partes del mundo.

—¿Te gustó de entrada la idea de que tu pareja Gimena Accardi se sume a la conducción de Como Anillo al Dedo con vos o al comienzo te hizo algo de ruido?

—Dije que sí enseguida y me dijeron “sos un caso en un millón”. Nosotros tenemos el ego muy acomodado y no existe la competencia. Sé que en muchas parejas pasa y yo no lo puedo creer. Nosotros somos muy hincha del otro, muy fan. Yo ya no quería jugar más con famosos, quería que el programa fuera más humano y participara la gente. Me dijeron que aceptaban mi propuesta pero querían que estuviera Gimena. Me encantó la idea.

—¿No les preocupa que trabajar juntos en televisión y en El otro lado de la cama pueda desgastar la pareja?

—La gente cree que estamos todo el día juntos, pero no es así. El programa lo grabamos una vez por semana. Los otros días yo arranco a las 9 de la mañana y me voy a hacer trámites. Estoy muy metido en la producción del teatro, y El Canasto me lleva mucho tiempo. Varias veces nos vemos recién en la función, y ahí estamos trabajando así que hablamos después.

—¿Es más fácil transmitir la sensualidad que exige la obra siendo pareja en la vida real?

—Sí porque ahí cuando uno está en el escenario hay una conexión absoluta. Y ahí un juego. Ella pasa y yo le toco el culo y ella me mata con la mirada. Está ese permiso que con una compañera no lo puedo hacer. O pasa y yo le levanto la camisa que tiene puesta. Nos divertimos y se genera una interna que a veces la gente la agarra y se divierte con nosotros y es genial.

<b>En su mejor momento. </b>Vázquez encabeza la obra <i>El otro lado de la cama</i>, conduce <i>Como Anillo al Dedo</i> (Canal 13), protagoniza <i>La última fiesta</i> que se acaba de estrenar en cines y dirige la obra juvenil <i>El Canasto</i>.
En su mejor momento. Vázquez encabeza la obra El otro lado de la cama, conduce Como Anillo al Dedo (Canal 13), protagoniza La última fiesta que se acaba de estrenar en cines y dirige la obra juvenil El Canasto.
El eterno femenino de una imaginativa pintora
Nicolás Vázquez, Gimena Accardi, Benjamín Rojas y Sofía Pachano son los protagonistas de "El otro lado de la cama"

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