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Nestor Remeseiro: "Es milagroso lo que pueden ayudar dos minutos de televisión"

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Néstor Remeseiro. Foto: Estefanía Leal

ENTREVISTA

Es uno de los movileros con mayor continuidad en Telenoche. Pisa la calle en busca de historias de alta sensibilidad: pedidos de ayuda, llamados a la solidaridad o reclamos de barrios afectados.

-Comenzaste en los medios con Omar Gutiérrez, ¿cómo fueron esos inicios?

-A los 18 años trabajaba con mi madre en una fábrica textil en Ciudad Vieja. Era marcador y cortador de telas. Pero mi pasión era la radio y en concreto el programa De par en par, de Omar Gutiérrez. Lo escuchaba todos los días y siempre con la idea de ir a la radio a conocer la cocina del programa. Un día que tenía libre me animé. Me recibió muy bien Omar y así seguí yendo los sábados, que tenía franco, como espectador. El programa era muy bizarro: los sábados se hacía en la calle, en 18 de julio, con público. Un día se sorteó una radio con casettero y lo primero que me tocó decir al aire fue: “Y el número ganador es el 40”. Para mí fue como dar la noticia más importante del día.

-Luego te sumaste a la producción…

-Sí, de a poco me fui convirtiendo en el cadete del programa: iba a buscar los diarios, recibía a los invitados… hacía de todo. Un día faltó el productor y Omar me preguntó si no me animaba. “Yo te doy me agenda y vos me conseguís los invitados”, me propuso él. Me tiré al agua, aunque nunca había hecho producción de nada. Además, implicó una renuncia económica. Porque al principio Omar no podía pagarme un sueldo y de todos modos dejé el trabajo en la textil. Después el programa empezó a crecer y a marcar agenda. Con el crecimiento comercial Omar, que siempre fue exageradamente generoso, nos arregló a todos muy buenos sueldos. Más tarde pasamos a la tele con De igual a igual y vivimos momentos de esplendor en toda la década del ‘90 y gran parte de los 2000.

-¿Estabas el día en que Jorge Zabalza quemó una bandera de Estados Unidos en el estudio?

-Estaba sí. Cuando lo invité me dijo que tenía reservada una sorpresa para el final de la nota. Pensé que sería algo que iba a anunciar o decir. Pero no. En vivo sacó la bandera y la quemó. Encima después Omar se puso a pisar la bandera para apagarla. Yo miraba eso en el monitor y no entendía nada. Quedamos en shock. No se nos ocurrió cortar y mandar la tanda porque quedamos congelados. No sabíamos qué hacer.

-¿Dirías que ese fue el momento que más recordás de De igual a igual?

-Hubo muchos momentos. Omar era una máquina de generar anécdotas. El programa fue una revolución. Como coproductor y como conductor, Gutiérrez hizo una fortuna pero terminó en muy malas condiciones económicas. Fue saqueado. A Omar lo saquearon, lo malvivieron…

-¿Quiénes? ¿En qué sentido?

-Personas de su entorno a las que él, con su carácter, les daba una mano pero los otros le tomaban el codo, el hombro, la cabeza... Él no era prolijo con los números, además de ser despistado. Así que se reunía de gente que se los manejaba. Fijate que hasta una casa en Las Toscas le hicieron comprar y creo que no fue ni una vez. Le hicieron alquilar una oficina en el Centro que usaba otra gente. Yo le decía que prestara más atención a ese tipo de cosas, pero él no hacía caso. Omar Gutiérrez era muy permeable para maniobras de gente que se aprovechaba porque él confiaba mucho en el otro. En los últimos tiempos, Omar vivía en la escasez, prácticamente no tenía ni para el combustible para venir a Montevideo a hacer su programa de radio.

Nestor Remeseiro. Foto: Estefanía Leal
Nestor Remeseiro. Foto: Estefanía Leal

-En 2009 dejó de emitirse De igual a igual por diferencias con la gerencia de programación del Canal de ese momento. Más allá de la partida de Gutiérrez, en tu caso seguiste en el canal…

-Sí. Cuando terminó el programa, Omar cumplió con todos. Pagó lo que correspondía de despidos y hasta demás. En mi caso, yo decidí quedarme en Canal 4 porque ya tenía una familia formaba y no podía irme con Omar a ver qué pasaba. Se lo dije y me entendió. Yo me quedé haciendo la producción de Uruguay decide, que lo conducían Fernando Vilar y Daniel Castro y de a poco empecé con salidas al aire en Telenoche, en especial con notas sociales, pedidos de ayuda, algo que mantengo hasta hoy.

-A Omar le costó mucha esa salida de Canal 4 y de hecho, siempre quiso volver…

-Es verdad. Fue un poco traumático para él, más allá de que continuó con su carrera en Canal 5 y después en Canal 10, sentía que su casa era Canal 4. Se había habituado al ambiente y a los compañeros. En mi caso, yo lo esperaba con el mate pronto todas las mañanas. Omar tenía un gran corazón y al mismo tiempo, un carácter especial. Era como un niño: tenía el amor, la emoción, el orgullo pero también el enojo muy a flor de piel. Para mí fue un referente.

-¿Cuando empezaste con los móviles en Telenoche, nunca habías salido al aire?

-Nunca. De a poco fui aprendiendo y venía de la escuela de De igual a igual. El primer móvil lo hice por una movida que hacía el sindicato bancario. Muchos nervios. Fue extraño sentirme del otro lado pero después, en lo social, me sentí muy cómodo porque es más lo mío.

-Informás de pedidos de colaboración con llamados a la solidaridad, ¿cómo se forjó ese perfil?

-Los informativos suelen manejar una agenda común de noticias, por lo que para mí el mayor desafío es encontrar historias diferentes. Se me ocurrió que el lado social podía ser un camino. Lo propuse y así salimos a buscar esas historias de gente que necesita ayuda para operarse, para obtener algún dispositivo de salud muy costoso o por otras causas nobles. Va mucho con el perfil del Canal, que siempre está dispuesto a colaborar con campañas solidarias.

-¿Cómo manejás la emotividad en esos casos?

-Con los años uno se acostumbra, pero son historias emotivas. Muchas veces me voy a mi casa y sigo tocado. También me genera una gran satisfacción cuando gracias al pedido de colaboración, logramos lo que la persona pide, se logra la curación o que mejore su calidad de vida. En ocasiones la historia no termina bien porque la persona no accede a la operación o fallece y ahí es muy duro también. Yo hablo mucho con mis hijas de lo que hago y veo todos los días para que tomen conciencia de que hay una vida diferente y mucha gente que la está peleando.

-¿Por qué en la interna del canal te llaman “Dr. Caño”?

-Bueno, porque en los móviles de la mañana es un clásico que vaya a los barrios donde hay algún caño roto, un pozo u otro desperfecto. Cuando voy, se produce el milagro. Después de salir al aire con el reclamo, aparecen de la Ose a arreglar. Más de una vez bromearon conmigo los empleados de Ose o de la Intendencia: “Remeseiro, nos hiciste trabajar hoy”.

-Imagino que te llegan muchos pedidos de colaboración, ¿cómo hacer la selección?

-Es bravo, pero tratamos de ir a todos. Muchas veces logramos con dos minutos de televisión, cosas que de otro modo no se podrían. He recorrido todos los asentamientos de Montevideo ayudando merenderos y otras causas. Lo que a veces me genera preocupación es cuando volvemos a un asentamiento y 10 o 15 años después, la gente está con la misma chapa con los mismos agujeros y el mismo colchón apolillado… Uno se pregunta: ¿En 10 o 15 no pudiste cambiar esa chapa? Hay gente que se ha habituado a las ayudas del Estado o de emprendimientos solidarios y se queda ahí. No tiene un impulso genuino de salir de esa situación. No digo que pase siempre porque hay otras personas que salen adelante o lo intentan, a pesar de las circunstancias más duras.

-¿Algo así como esas personas que piden por años en la calle?

-Algo así. A veces te dicen: “¿Para qué voy a trabajar si el Mides me da la canasta y mando a los gurises a tal merendero?” Como que se abusan de las ayudas. Eso lo veo a diario. Hay que encontrar el punto medio entre ayudar y enseñar a la gente a salir de esa situación y valerse por sí mismo. Porque si no, estamos en círculo de nunca acabar. Además de los medios, he tenido caballos de carrera. Alguna vez necesité de peones para cuidar a los animales y no encontraba en esos lugares. “¿Para qué voy a trabajar?”, me decían. También está el tema de la droga. De la gente que está en la calle, muchos tienen un grado de adicción que les impide ser personas libres. Están condicionados por el consumo e idos de la realidad. Es muy complejo. A veces uno reclama por estos problemas sociales pero no son fáciles de solucionar para los gobernantes.

-Estás en radio también…

-Sí, estoy en varios radios (Carve, Monte Carlo, Fénix y La Red) con un programa para los jubilados. Estoy muy vinculado a la Onajpu. Es un periodístico enfocado en los intereses de la tercera edad. Buscamos historias también de personas longevas. Hay que escuchar a la gente mayor. Yo aprendo muchísimo con ellos todos los días.

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