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La murga no tiene fronteras

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La película se exhibe en ambas salas de Cinemateca (18 de Julio y Pocitos)

Prefiere el cambio, disfruta al deambular de un género al otro: si interpreta a un villano, después quiere hacer un rol más benévolo, luego uno de composición y otro naturalista. Esta vez, César Troncoso no construyó un personaje, sino que fue hacia ellos en La Murga, Ópera Popular (David Baute). El documental retrata el género en Montevideo, Cádiz y Tenerife, “un cruce de caminos, por algo todo se llama murga en definitiva”.

Le importa hacer cine y tener continuidad en el trabajo, pero su mayor deseo es no repetirse. Los desafíos lo motivan y apuesta al cambio siempre, "a veces no se consigue y te tocan tres o cuatro películas donde los personajes tienen características similares". La actualidad le permite jugar en esa cancha. Está rodando La Emboscada, la segunda película de Daniel Hendler como director e interpreta a un ejecutivo vinculado al protagonista, "tiene su doblez pero no llega a ser un villano, es un tipo que piensa en su conveniencia". Su próximo proyecto será en un filme del brasileño Paulo Nascimento, con quien trabajó en reiteradas ocasiones. Tendrá un rol secundario en La superficie de la sombra pero le entusiasma porque hará una búsqueda poco frecuente: "es sepulturero de día y de noche canta tango en un boliche de mala muerte. Espero no perjudicar para nada la película pero voy a intentar una composición un poco más jugada, más zarpada".

En el documental del español David Baute también pudo despuntar ese vicio de rotar. No es periodista ni entrevistador, lo tiene claro y define su rol en La Murga, ópera popular como facilitador de una charla. La clave para que los diálogos fluyeran fue "entrar con el pie derecho, la guardia baja, no ponerme en pedante, ni sobrador". Se subía a las bañaderas, caía en los ensayos, iba a los tablados, al Teatro de Verano, a una escuela en Cádiz, andaba por las calles canarias palpitando esa fiesta con el deseo de absorber y la intención de conocer un mundo que no le pertenece, una vivencia que no es la propia.

—Dijiste soy actor porque las personas me invitan a actuar, si tuviera que correr las invitaciones, me atraparía la inseguridad, ¿cómo te llegó esta propuesta?

—Vino por parte de David Baute, el director, él había venido a Uruguay a filmar Ella(s) (2010), un documental sobre Mercedes Pinto. Tenía unas pequeñas escenas ficcionadas, necesitaba un actor y me llamó por intermedio de una productora. Pegamos onda, seguramente le hablé de mi interés en la murga, él se fascinó con este género y ya tenía referencias porque en las Islas Canarias está la murga de Tenerife pero también hay mucha admiración por la murga uruguaya.

—Siempre que podés ayudar, no dudás en aceptar los proyectos, ¿desde dónde sentiste que podías aportar en La Murga, Ópera Popular?

—Más que pensar en lo que yo le podía aportar a David, la verdad es que pensé en mi propio placer: me interesa el Carnaval, cuando puedo me acerco a ensayos, voy al tablado, al Teatro de Verano; la murga es la categoría que me resulta más autóctona, tiene un recorte único. En un principio, David me había propuesto que como actor realizara una especie de racconto actuado sobre el final, entonces tenía sentido mi participación, pero después el proyecto se fue moviendo de lugar por los materiales que David encontró y se transformó en otra cosa, así que quedé en ese rol que no es el más adecuado para mí, como de entrevistador.

—En el avant premiere aclaraste, no soy periodista, soy actor…

—A veces me hago un poco el humilde pero acá es clarísimo que me atreví a tomar este rol en el entendido de que era una charla con el entrevistado. A todas las personas con las que hablé les aclaraba, mirá, yo soy actor, no soy entrevistador, se trata de que hablemos normalmente como lo haríamos en una conversación en la que vos me explicás cosas a mí pero sin la pretensión de ser ni un erudito, ni un tipo con capacidad de plantear las mejores preguntas del mundo. Por suerte encontré gente locuaz, apasionada por el tema y me vino bárbaro.

En un momento tuviste la oferta de salir en A Contramano, ¿no?

—Sí, me hubiese gustado experimentarlo, aunque no sé si soy apto para la tarea. Entono pero hasta por ahí nomás y soy actor pero en otro palo. Me hubiera gustado probar pero se me complicó con una reposición de una obra y quedé cerca del grupo ese año pero no como componente.

—A veces estás en la disyuntiva de querer hacer el papel que le tocó a otro actor. Eso no te pasó esta vez pero te permitió no repetirte, algo que te interesa.

—Es un lugar bien extraño, raro para mí, no sé si lo repetiría, quizá me animaría siempre que fueran charlas, no entrevistas. En Manual del macho alfa (Guillermo Kloetzer, 2014) hice toda la voz en off, en El padre de Gardel (Ricardo Casas, 2014) también pusieron las palabras de un personaje en mi boca. A mí me interesa el cine, actuar, tener continuidad de trabajo y disfruto mucho.

—El rol del director debe de haber sido importante para señalarte desde qué lugar pararte porque era todo nuevo para vos y él tiene mucha experiencia en documentales…

—Hablamos bastante y él me decía, despreocúpate del hecho de no ser periodista, ya sé que no lo sos, no te estoy llamando porque seas periodista sino por otra cosa. Me dio mucha confianza, fue justamente lo que me permitió llevar adelante esta tarea. De todas maneras, podíamos cortar y me decía, preguntá esto, él me sumaba cosas que le interesaba descubrir.

—Un buen actor debe observar todo el tiempo, ¿cuánto de tu memoria carnavalera usaste?

—Sé de Carnaval por lo que sale en tele o porque me gusta, pero no tengo una memoria carnavalera histórica, no soy de esos que te pueden decir cómo estaban los Saltimbanquis en el 97, no tengo la menor idea de esas cosas; registro nombres, conozco alguna gente del panorama murguero actual en Uruguay. Es probable que David al editar haya dejado afuera alguna barrabasada que me mandé.

—¿Pero te informaste mucho?

—En algunas cosas sí, pero en otras la ignorancia era lo que me permitía preguntar cosas que, de pronto pueden ser muy obvias para un gaditano, pero como esto no pretendía ser solo para Cádiz sino informar a las diferentes ciudades, podía tener sentido una pregunta muy tonta o primitiva. Tenía una referencia de la murga canaria porque veía los concursos en la TV cable, busqué en Youtube chirigota, más allá del descubrimiento que después fue tenerlas ahí adelante en vivo.

—¿Cómo fue la primera impresión?

—Impresionante. En Canarias no son 17 como acá, son 80, una banda gigantesca. En Cádiz fuimos al ensayo de la comparsa de Jesús Bienvenido que lo hicieron en una escuela y los tipos te despeinan, cantan con esa cosa gitana; es muy impresionante lo que pasa en las calles. Acá más allá de los corsos barriales, el Carnaval no sale a la calle. Cuando caminás por Cádiz hay grupos de amigas disfrazadas, familias enteras con la misma pilcha, no se perdió la capacidad festiva. El Carnaval de Uruguay es hermoso pero dejó de ser el Carnaval de la calle, más popular. Aquí en el mes de Carnaval es muy raro ver murgas que no participen del concurso, en Cádiz hay gente que opta por no participar, que le interesa más la presentación en la calle: es otra vibración. Es increíble la cantidad de similitudes que hay y por otro lado, las diferencias que también existen.

—Cuando hiciste doblaje para Anina (Alfredo Soderguit, 2013) te interesó la reconstrucción que se hizo de Montevideo y te generó nostalgia, ¿qué pasó cuando viste La Murga, Ópera Popular?

—El espectador común va a ver un documental acerca de murgas de tres ciudades, pero para mí es además un montón de otras vivencias que tienen que ver con el hecho de haber estado y tenido asuntos personales en ese lugar: durante los días en Cádiz, mi familia que vive en Galicia bajó a verme; charlas y momentos que no quedaron en el documental pero vivencialmente fueron muy fuertes. Genera una nostalgia de lo que viviste dentro del rodaje. El documental coloca a la murga en otro plano, se la ve despegada del día a día, la recorta de la realidad de una ciudad concreta y la transforma en una cosa divina, más allá de la magia que ya de por sí tiene el Carnaval.

—Hablaste con historiadores, técnicos, maquilladores, cupleteros, letristas: abarcaste un abanico amplio…

—Muchas veces uno se distrae mirando a las diferentes figuras que tiene el Carnaval, el cine o el teatro pero siempre es un arte colectivo. Podrá haber una figura descollante (la Falta y Resto es la murga del Flaco Castro, la comparsa de Jesús Bienvenido lleva su nombre) pero siempre es equipo y en el documental queda claro: el individuo que descolla adelante lo hace porque tiene un colchón de gente atrás respaldándolo.

—El documental hermana estos tres carnavales desde la narración, los testimonios y parece que fuera uno solo…

—David eligió justamente ese camino: hay un Carnaval y se desarrolla en tres ciudades. Hay una frase que comienza Pinocho Routin, hace una pausa y el director la pega con un componente de una murga canaria o de Cádiz. Las influencias son las mismas, las dificultades son las mismas, los bolichitos en los que se para son los mismos, el encuentro entre la gente es el mismo; está todo muy empastado. La película empieza con un acorde de una murga uruguaya, inmediatamente después hay uno de una murga canaria y es muy increíblemente parecido.

—El Carnaval no es tu lugar. Venís del teatro, ¿cómo te recibieron los murguistas?

—Me recibieron muy bien. Como no tengo capacidad de entrevistar y lo mío es facilitar una charla, yo trataba de entrar siempre con buen pie, en el sentido de no ponerme pedante, ni auto suficiente. Vos vas con la intención de conocer algo que no es tu mundo, tu vivencia, tenés que ir con la guardia baja a dejar que ellos te digan lo que saben, que es mucho.

—El documental se filmó durante el 2012, ¿qué tuvo de particular ese Carnaval?

—Mi ganancia ese año fue recorrer clubes, tablados, subirme a los ómnibus con la murga, acercarme a gente que conocía de lejos pero jamás había cruzado una palabra. A los Cardozo, la gente de A Contramano, el Flaco, Esmoris más o menos los conozco, sé para donde disparan, pero hay gente que no es del palo, que son figuras importantísimas dentro de Carnaval pero durante el resto del año no los ves, están para otra cosa. Eso me pareció riquísimo, una ganancia que tuve extra película.

—A la salida Tabaré Cardozo comentó que no se arrepentía de nada de lo que había dicho y sentía que ninguno de los entrevistados había quedado mal parado…

—Creo que cada quien expresó lo que deseaba. Hay muchos entrevistados y muchas veces decían apenas algún bocadillo, pero lo que quedó de ellos es más o menos lo que recuerdo que pensaban, nada se tergiversó.

—Ese cuelgue que genera la murga no sucede en teatro, es bien distinto. Mientras hacías el documental, ¿te daban ganas de vivir algo similar arriba del escenario?

Sí, claro. Yo salí en el año 92 con la Naranja Mecánica (categoría humoristas) y fue una experiencia maravillosa. Cuando iba los tablados era otra historia. Se accede a un público que no está formado en el sentido clásico de la palabra, no van y te evalúan, qué buen desempeño este muchacho y la vibra de otra manera. El Carnaval abarca una diversidad de público tan amplia que ojalá el teatro algún día pueda con eso.

—Como artista y ser humano te gusta estar descubriendo y conociendo gente, ¿con qué te encontraste cuando te metiste en el interior de este mundo?

—Con personas que se rompen el lomo, que son apasionadas por la tarea. Muchos de los entrevistados son los dueños de las murgas, les tienen que cerrar los números para poder seguir sacándola, entonces vos te imaginás que están más pendiente de la cantidad de tablados que del hecho artístico en sí. Sin embargo, cuando hablás con ellos, se percibe que todos conectan desde la pasión, no están hablándote desde el negocio, ni del prestigio. La base es la pasión.

Se manejan con una humildad que decís, este tipo es grandioso y no tiene consciencia. Gente que no se la cree, se va para la casa, maneja un taxi el resto del año, después vuelva al Carnaval y rompe todo. Un poco lo que dice el Sheriff, que es uno de Cádiz, acá estoy firmando autógrafos, mañana me toca ir a firmar el seguro de desempleo.

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carnaval en tres ciudades

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