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Mejor ser como vos

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Esteban Lamothe

Entrevista con el actor del momento en Argentina, Esteban Lamothe, que antes del éxito fue mozo, ferretero, músico y casi nutricionista. Estrena El 5 de Talleres el 9 de abril.

Fue músico, ferretero, mozo, cursó tres veces el primer año de nutrición hasta que se dio por vencido y volvió a servir mesas. Un cliente le mostró películas, libros, le recomendó obras y Esteban Lamothe se transformó en algo que jamás imaginó: en actor. Trabajó en comerciales, en films independientes y en importantes obras del teatro under que lo hicieron viajar por Europa. Intentó ser pintor de casas pero el cine pudo más y protagonizó una película de culto: El estudiante (Santiago Mitre, 2011). Entonces vinieron más películas y lo llamó Adrián Suar. Actuó en Sos mi hombre, Farsantes y en Guapas.

Para varios medios argentinos es el actor del momento pero él prefiere no pensar en eso. Vino al Festival de Punta del Este para presentar El cerrajero (premio a la Mejor Dirección para Natalia Smirnoff) y El 5 de Talleres, coproducción argentino- uruguaya que se estrena el 9 de abril. Bajo la dirección de Adrián Biniez (Gigante) y junto a su esposa Julieta Zylberberg, protagoniza esta divertida comedia de amor y fútbol.

—Creciste en un pueblo de 8 mil habitantes tocando en una banda de rock con tres de tus cuatro hermanos. Trabajaste en una ferretería familiar y como mozo durante 11 años hasta que te instalaste en Buenos Aires para estudiar nutrición.

—Es que cuando te vas de un pueblo tenés que estudiar una carrera, se supone que es lo que tenés que hacer y lo hice casi por inercia. Pero no me iba bien en la facultad, hice tres veces primer año. Entonces empecé a trabajar otra vez de mozo, andaba medio perdido y empecé a hacer unos cursos, y uno de esos cursos fue de teatro.

—¿Es verdad que lloraste todo el primer año que viviste en Buenos Aires?

—Sí, fue tremendo. Extrañaba mucho, me costó muchísimo adaptarme, casi no había salido de Ameghino antes de ese viaje. Me volví por un tiempo pero decidí regresar a Buenos Aires porque es el único lugar donde podés actuar en Argentina, y me amigué con la ciudad.

—Fue siendo mozo que conociste a gente del cine y del teatro y que te empezó a contactar con directores.

—Fue así, conocí a un pibe guionista y él me empezó a dar libros, a prestarme películas y me llevaba a ver obras de teatro. Sí había escuchado mucha música, ese era mi palo, pero nunca me había imaginado siendo actor, ni en pedo.

—¿Y cómo conectaste con la actuación?

—La verdad es triste y cobarde: fui a unas clases de teatro y me empezó a ir bien, bien quiere decir que al profesor le gustaba cómo actuaba y enseguida me pasó a un curso más avanzado y me llamaron para una obra y para una película y ni lo decidí. Nunca tuve la ansiedad esa de estar esperando, al revés, de repente ya estaba actuando. Incluso hasta que empecé a vivir de esto nunca tuve ansiedad de vivir de la actuación, trabajaba de lo que fuera.

—¿Cuándo la actuación empezó a ser un medio de vida?

                                                            —Antes hacía comerciales, se filmaba mucho allá por el tipo de cambio. Y con el teatro independiente que yo hacía viajaba mucho a Europa.

—En teatro trabajaste con Lola Arias y con Romina Paula, ¿cómo entraste en ese ámbito de teatro under e intelectual, que viaja tanto y es el que gusta a otros dramaturgos de la región?

—Hay una movida muy grande de teatro en Buenos Aires, hay mil salas solamente ubicadas en Capital Federal, eso lo que apareja es que haya muchos actores, mucho movimiento. Yo tuve la suerte de dar con gente muy talentosa que por ahí no es tan conocida en el país pero sí lo es afuera, y vivía de esa plata porque nos pagaban las funciones que hacíamos en los festivales.

—Y nunca más fuiste mozo.

—Cuando dejé de ser mozo empecé a pintar casas porque era una manera de ser mi propio jefe, pero al mismo tiempo es un trabajo delirante, muy pesado. Hará seis años que solo soy actor.

—La película El estudiante fue un éxito mundial, ¿crees que es un punto de inflexión en tu vida?

—Sí, porque yo venía haciendo muchas películas independientes pero ésta tenía un guión y un director increíble (Santiago Mitre) y fue un cambio para mí porque ahí entendí el lenguaje actoral en el cine y me divertí mucho haciéndola, y quedó buenísima, y pasó algo que no esperábamos que fue todo el éxito que tuvo y a mí me convirtió en un actor visible para la gente.

—¿Roque Espinosa fue el mejor personaje que te tocó interpretar?

—No creo, pero esa película siempre me va a costar, siempre va a ser la película de mi vida y me parece algo bueno. Pero creo que los actores no somos como los deportistas: nosotros podemos actuar hasta el final.

—Al poco tiempo del estreno de El estudiante te llamó Adrián Suar y te propuso hacer de boxeador en una tira, que es un hobby tuyo.

—Me hicieron un casting bastante largo igual, en la tele hay una teoría de que por ahí un actor es bueno en cine o en teatro pero después en la televisión, que tiene otra velocidad y otra frescura, por ahí no, y a veces es cierto. Empecé en la tele como boxeador en Sos mi hombre, me gustó porque sé mucho de boxeo, sobre todo de teoría porque es algo familiar que me transmitió mi padre y mi abuelo; es de lo que más sé, digamos.

—En televisión fuiste desarrollando un tipo de actuación y de personaje, de "chico de barrio", con un ritmo particular en la forma de hablar que se está convirtiendo en tu marca, algo similar a lo que fue construyendo Daniel Hendler.

—Qué bueno porque Daniel para mí es un referente, me parece un actor increíble. Ese lado cómico lo descubrí en una película que rodé antes de El estudiante, descubrí cierta manera de hablar, que es propia, y que es un registro que genera empatía y que sobre todo garpa mucho en la tele. En la tele tenés que tener eso. Cuando encontré esa línea, encontré mi voz como actor, aunque luego la tendré que cambiar.

—¿Cómo fue entrar en el mundo de las estrellas televisivas?

—No tengo una vida social muy activa así que no lo vivo tanto en la calle, y en cuanto a la competencia o ego entre colegas, me sorprendí, porque fue todo lo contrario, hay más ego en las esferas más bajas que en la tele. Yo también tenía miedo cuando entré a la tele y pensé que iba a ser un territorio hostil y al contrario, cada vez que mis personajes crecían yo fui ayudado por mis compañeros, tuve mucha suerte.

—Dijiste que las herramientas para actuar cambian de acuerdo al día.

—Es que uno actúa y tiene su vida y para mí tenés que trabajar de alguna forma con lo que te está pasando en ese momento, y de última retransformar esa energía para lo que necesita la escena. Hay muchos actores que buscan la solución lejos y a veces está cerca, por ejemplo conocí a un actor peruano que me decía que estaba tratando de sacarse el acento y yo le decía que al contrario. Otra, una bailarina tetona que escondía los pechos y no decía nada de la danza para que la tuvieran en cuenta como actriz dramática, y yo le decía que al contrario, que use todo eso, después cambiá pero empezá por mostrar tu gracia, lo que vos sabés hacer, lo que vos sos. Mis maestros me enseñaron esto: el no buscar afuera, y eso además hace que vos estés presente en el momento, que seas vos.

—Aseguraste que la TV es adictiva, ¿cómo te cuidás de seguir siendo un actor atractivo para el cine?

—Siempre me preocupé por cuidar el espacio en cine y no sé hasta cuándo pero todavía los cineastas me quieren, no les importa que esté en la tele, porque hay un prejuicio ahí también. Igual de a poco está cambiando.

—Varios medios argentinos dicen que sos el actor del momento.

—Ni lo pienso la verdad, porque la vorágine misma de tener que actuar cada día y resolver permanentemente me hace que no pueda pensarme a mí mismo desde afuera, qué tipo de actor soy o en qué momento estoy. Sí me doy cuenta de que me siguen llamando y que hay algo que funciona y a raíz de eso trato de hacerlo cada vez mejor, porque es una responsabilidad porque hay un montón de actores buenos en Argentina.

—¿Estás teniendo que rechazar trabajo?

—Sí, y nunca es lindo. Me parece que cuando te empezás a pensar por fuera hay algo que no está bueno...hay algo que es mejor no entender, creo, es preferible tomarlo como un premio y seguir con el trabajo haciéndolo cada vez mejor y con mayor humildad y esfuerzo.

—¿Cómo son los momentos en que te toca actuar con tu esposa, Julieta Zylberberg?

—Es buenísimo, además en la época de Farsantes teníamos un bebé chiquito así que salir de casa era divertido. Además yo a ella la admiraba desde antes de conocerla. Me encanta actuar con ella, en pocos días estrenamos juntos El 5 de Talleres y creo que sale otra para rodar juntos el año que viene, pero esta vez vamos a hacer de hermanos.

—¿Qué podés contar del rodaje de El 5 de Talleres?

—Fue un hallazgo conocer a Adrián (Biniez) porque es un director increíble. Yo había visto Gigante y me había encantando, y lo digo de verdad: tiene un talento increíble. Es un chabón que si me lo hubiera cruzado en la vida en otro lugar hubiera sido mi amigo, porque es un tipo divino. Es un cineasta que disfruta mucho de filmar, el rodaje es algo festivo para él y a mí me tienen hartos los directores desbordados y superados. Para mí fue joda de verdad haciendo una película, nunca me había divertido tanto en un rodaje con un director.


—¿Qué personaje te falta hacer?

—Quiero hacer un western, con historia de amor, malos, tiros, todo. Pero no se hacen esas películas acá todavía.

—¿Algún actor o director con quién quieras trabajar?

—Con Daniel Hendler, me encantaría hacer un película con él .Y con directores, con muchos, pero nunca los nombro porque siento que estoy como pidiéndoles trabajo.

—En tu pueblo debés ser el personaje más entrevistado por la prensa local.

—Sí, aunque hay un solo diario -dice entre risas-, pero no hay desbordes, yo voy siempre y sigo vinculado a la banda de rock. Extraño la música pero les dirijo los video clips a la banda de mis hermanos, y ahora les estoy armando una fiesta con otras bandas de rock, algunas proyecciones de cine y alguna pelea de box, estoy armando el concepto de la fiesta. Yo soy amigo de mis hermanos, entonces paso mucho tiempo con ellos y los ayudo.

—¿Ya te vinieron las ganas de dirigir una película?

—Sí, tengo ideas, escribo, tengo proyectos, observo mucho cuando filmo pero me falta todavía. Lo voy a hacer cuando sea más grande, cuando tenga 50 ponele, ahora tengo 37.

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