Dos historias reales, una comedia y una típica película coral

15/04/2017, 05:00

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Las inocentes cuenta el caso de varias monjas polacas que aparecieron embarazadas en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial, mientras que Hambre de poder se ocupa del nacimiento de los restaurantes McDonald's. En Casi leyendas, tres amigos se vuelven a reunir para presentar la banda de rock que crearon en su juventud. Y Crímenes y virtudes es la típica historia de varios personajes que se cruzan.

Las inocentes

Basada en el diario de una médica francesa que trabajó para la Cruz Roja en Polonia, en la Segunda Guerra, cuenta lo ocurrido en un convento de un pequeño pueblo. Siete monjas aparecen embarazadas, resultado de la "visita" de soldados rusos. La historia es una mezcla de sentimientos encontrados, sobre todo en un grupo de mujeres que se mentalizó para una vida de castidad y que, de repente, se ven enfrentadas al hecho de ser madres. La defensa de su dignidad y su entrega a Dios hacen que reclamen mantener lo ocurrido en secreto y comprometan así a la doctora, que vive su propia procesión interior. Tres grandes actuaciones femeninas lideran un relato angustiante en un escenario cuya fotografía refuerza su dureza.

Hambre de poder

Ray Kroc vende máquinas para malteadas sin suerte. Recibe gran pedido. Creyéndolo un error, va hasta el lugar y encuentra el descubrimiento de su vida: un restaurante de comida rápida que vende un menú acotado, que prepara en 30" y se come con la mano donde uno elija. Sus dueños, los hermanos McDonalds, son dos minuciosos emprendedores que no ponen las ganancias por encima de la excelencia. Es la historia del origen de McDonalds, fundamentalmente de la cabeza que lo convirtió en un gran negocio sin importar lo que tuviera que hacer, incluido traicionar a sus socios. Gran labor de Michael Keaton como un Kroc del que en el final se muestran fotos y un audio que prueba que ese era su discurso. El film sirve desde el punto de vista informativo y entretiene por lo atractivo de la historia.

La historia de Ray Kroc, el fundador de McDonald's.

Diego Peretti, Diego Torres y Santiago Segura vuelven a ser músicos.

Casi leyendas.

Alex, que sufre Asperger, deja por un rato el cuidado de su padre en España y viaja a Argentina a reflotar la banda de rock de su juventud. Un concurso de una FM se lo posibilita, pero le falta lo principal, reunir a los otros integrantes: un profesor deprimido por la muerte de su esposa y sin conexión con su hijo adolescente, y un abogado materialista echado de su trabajo para cargar con la culpa de una maniobra non sancta. Tres hombres sin rumbo ni horizonte llevan adelante esta historia que apela mucho a la nostalgia, sobre todo de los 90. Tiene problemas en su arranque, con chistes obvios y parlamentos improbables, pero se acomoda a medida que avanza y Diego Peretti y Santiago Segura (con un personaje sin filtros) toman el timón.

Crímenes y virtudes

El recurso de la historia coral no cansa por repetido, sino cuando no está bien plasmado en la pantalla. Es lo que sucede acá, en una más de esas películas con varias historias que al principio parecen no tener conexión, pero luego van encajando unas con otras. El disparador es el ataque que sufre un profesor universitario al que quieren robar. A partir de ahí, el film va para atrás y en él aparecen también dos hermanos preocupados por su sexualidad, una estudiante que se autoflagela, un marido infiel, una mujer enferma de cáncer y un drogadicto que se niega a la rehabilitación, entre otros. Todas coinciden en su carácter anodino, con poca profundidad en lo que se presenta y mucha apelación al cliché. Los actores hacen lo que pueden, el que debió ser mejor es el guión.