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Gerardo Sotelo y Luis Orpi: cada bufón con su librito

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Foto: Darwin Borrelli

No eran amigos pero habían compartido muchos momentos risueños en los pasillos de Canal 10. El periodista y el cómico estrenaron Tenemos que hablar en el Teatro La Candela hace un par de semanas y están tan embalados que les cuesta esperar hasta el jueves siguiente para hacer una nueva función.

La soledad en el escenario lo tenía a mal traer. Luis Orpi estaba harto de llegar a los eventos, buscar un recoveco lejano en los salones para cambiarse y no tener a un compañero al lado para bromear.

Le aburría hacer tantos shows en solitario. Necesitaba un partenaire en el escenario. Recordó la época en que se reía a carcajadas con Gerardo Sotelo en los pasillos de Canal 10, y se le ocurrió invitar al periodista para hacer juntos Tenemos que hablar, (todos los jueves a las 21:00 horas en La Candela). 

No tienen registro de su primer encuentro. Solo recuerdan que sucedió en Radio Nacional durante los ’90. Eran jóvenes, estaban repletos de entusiasmo y sin un mango. No les cabe duda de que fue "amor a primera vista". Gerardo Sotelo daba las noticias en el informativo de la mañana y Luis Orpi construía personajes en un ciclo vespertino. La repartija de talentos no se alteró desde esa fecha: uno se mantiene como actor creativo y el otro en el rol de periodista. Confluyen en el humor y confían que es el mejor recurso para transmitir mensajes profundos. Les regocija la reflexión pero salen pipones si con Tenemos que hablar logran distender, divertir y alterar el estado anímico del público en esos ochenta minutos que dura el show. La meta es abstraerlos de "este vaho que es la cotidianidad".

El libro Luis Orpi, el peor de mis personajes reposaba sobre el escritorio de Carlos Muñoz. Lo vio y pensó, "quiero llevar este texto al teatro". Ambos se conocen desde hace años, fueron compañeros de clase en Teatro Uno así que no titubeó: agarró el teléfono y le hizo la propuesta. Orpi enseguida pensó en Sotelo para que lo acompañara. Recordaba su talento como comunicador, su simpatía y sobre todo la complicidad que habían generado en los pasillos de Canal 10. No eran amigos, no se juntaban para los cumpleaños, pero cruzaban miradas y se tentaban. A Sotelo le impactaba esa actitud porque "los humoristas no suelen reírse de los demás, tenés que reírte vos de ellos".

La invitación fue un agasajo para el periodista. Recibió ese llamado como si lo hubiera convocado Pep Guardiola o el Maestro Tabárez. Se juntaron por primera vez en noviembre de 2015. Armaron un boceto, tiraron ideas, pero en ese diálogo hubo más camaradería que proyecciones. Sotelo y Muñoz también son amigos desde la infancia y, además, éste lo dirigió en las tres ediciones de Algo habrán hecho, donde debutó en el género stand up.

Sotelo salió entusiasmado de esa primera reunión pero luego le surgieron más ofertas laborales (La tarde en casa, A Diario en El País TV) y la obra quedó en el olvido. No volvieron a tocar el tema hasta hace un par de meses: Muñoz se comunicó con su amigo, le preguntó por sus hijos, y acto seguido, se dio esta charla.

—Mirá que la semana que viene empezamos a ensayar.

—¿Ensayar qué?

—¿Cómo ensayar qué? El espectáculo con Luis (Orpi).

—Ah, yo pensé que eso había quedado por el camino, de verdad. Estoy con mucho laburo pero ya me comprometí...

—No, loco, no me jodas, ya tenemos sala para estrenar.

El periodista cumplió con lo acordado.

Llegaron con pocas horas de ensayo. Orpi dice que juntaron tres días. Sotelo lo corrige: fueron seis y uno dedicado a ponerse al día con sus temas personales.

Orpi es nochero y sufre de insomnio. Sotelo se acuesta temprano porque madruga. Así que las reuniones se pactaban a la hora de la merienda. Las citas eran el Subterráneo Magallanes (el reconocido boliche que Orpi maneja hace décadas). Cada uno preparaba su monólogo con la uruguayez como vedette, y luego el segmento a dúo. Dicha instancia se planteó como una entrevista que el periodista le hace al cómico: recrean anécdotas, recuerdan cómo se conocieron, se ríen de sus sueños frustrados (Orpi quiso ser cantante de ópera y ama de casa) y recorren los emblemáticos personajes que interpretó el cómico a lo largo de su carrera (Pedetti, el Tenso, Solange.). Faltó el mecánico porque a Orpi se le ocurrió levantar el tape una hora antes del estreno.

—Durante los ensayos, el director decía, "acá hacés tal personaje", entonces Orpi se paraba, tiraba, "acá viene Solange" y me quedaba mirando. "Por favor, dame un pie, contame la anécdota, algo que me permita entrar en ambiente", le pedía yo. El espectáculo dura una hora y veinte pero ensayábamos 25 minutos porque hablaba yo solo; Orpi iba y volvía, se ponía y se sacaba la peluca.

Más allá de la dinámica, el cómico de gran trayectoria reconoce el mérito del periodista: "tomó todos los puntos y los pies sin mucho ensayo".

***

Han hecho radio y televisión. Trabajaron en Canal 10 al mismo tiempo. Orpi es hincha de Fénix y Sotelo de Central, cuadros "minúsculos pero grandes en su corazón". Son taurinos. Y tienen hijos de la misma generación.

Tuvieron la fortuna de ser compañeros de dos grandes del humor nacional. Orpi trabajó una década con Ricardo Espalter y Sotelo compartió horas en Radio Nacional junto el gran Julio César Castro (Juceca).

Orpi reconoce la generosidad de uno de los fundadores de Telecataplum, recuerda que de su boca salieron unas cuantas verdades acerca de la televisión, aunque prefiere no explayarse. "Al principio yo era un pichoncito, veía las luces, me conocía todo el mundo y pensaba, "¿qué malo puede tener esto?" Sentía que todo era maravilloso, increíble, pero Espalter tenía razón cuando decía que la de acá era una televisión a pedal".

A Orpi le encantaría que se retomara aquel humor de antaño que supo cultivar en Decalegrón, donde no había lugar para la "cargada". "Juceca decía, ¿qué sentido tiene reírse de un rengo porque es rengo o de un cabezón porque es cabezón? Es lo obvio, lo que todos ven", parafrasea Sotelo.

El periodista opina que la televisión comprime y la radio libera. El cómico está seguro de que el teatro es "la raíz y madre de todo". En las tablas se siente como pez en el agua. Observa la reacción del público y saca un chiste de una simple mirada cómplice, un gesto, o incluso un silencio.

—(Orpi): Todo es lícito para el cómico. Al bufón se le permite todo.

—(Sotelo): Si salgo en los medios diciendo que los uruguayos somos poco interesantes y que Argentina y Brasil son países serios, van a saltar, "este tipo es un idiota, ¿quién se cree que es?" Ahora, si lo digo en el marco de un espectáculo de humor se recibe y se entiende de otra forma. Y se acepta que de verdad somos un pueblo poco interesante.

El periodista de La tarde en casa es fanático del humor norteamericano, donde la crítica política y social no tiene reparos. No se guardan nada. Pero opina que en Uruguay es imposible hacerlo de esa forma, "si decís la décima parte te acusan de estar loco, de faltar el respeto y de correr a la gente".

—El público prefiere que el comediante haga referencias personales a que hable de política...

—(Sotelo): Temen que si te metés con la política puedas resultar hiriente. Aunque si ven que sos ecuánime y cruel con todos también te permiten que con humor critiques a su partido, a su gobernante. De repente si decís lo mismo pero en serio te frenan, "momentito". Es el Carnaval.

***

Hace décadas que Orpi agarra el micrófono y se planta frente a públicos de contextos dispares para hacerlos llorar de risa y reflexionar un poco. El stand up es moda hoy pero él es de la época en que se le decía unipersonal o monólogo. Lleva años en el oficio pero "algún nervioso pasa por mi físico". Esa sensación de temor permanece en su cuerpo el tiempo suficiente como para usarla en su favor y transformarla en una "masa de compinchismo, al final el show no lo hago solo ni con Sotelo: lo hacemos entre todos".

Sotelo se animó a probar en el stand up sin tener formación actoral, al igual que lo hicieron Sergio Gorzy, el Turco Abdala y Nano Folle (excompañeros de Algo habrán hecho). Da la sensación de que se trata de un género fácil, pero después de tres temporadas de aquel show el periodista confirma que no es soplar y hacer botella.

"No es una conferencia sobre tu vida. Si la gente no se ríe, no funciona. Y no podés justificarte en soy un fenómeno, no me entendieron; no, significa que hay algo no hiciste bien".

—El aplauso y la risa los infla...

—La risa, la risa-, repiten a la vez.

—(Sotelo): Es espontánea, no hay manera de fingirla: se ríen o no se ríen.

—(Orpi): Cura, es linda, te hace pensar. El humor es un lenguaje completísimo.

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Foto: Darwin Borrelli

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