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Gerardo Sotelo a diario

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Gerardo Sotelo. Foto: Daniel Ayala

Gerardo Sotelo, con 57 años, dice sentirse lejos de tener “la vaca atada” a esta altura de su carrera. Por el contrario, enfrenta el desafío de ser el anfitrión de una nueva plataforma. Conducirá A Diario en EL PAIS.TV, el canal en vivo y por Internet del diario líder en Uruguay. Pero no es lo único en lo que ocupa su atención por estos días. El periodista de Informativo Sarandí y El ladOculto acaba de publicar un libro sobre Wilson Ferreira que derivó en un feroz debate con Juan Raúl, su hijo. Y también se colocó en el centro de la polémica por el rol de la prensa en el caso de Milvana Salomone. La voz del periodista que le hace frente a los debates.

—¿Qué representa para ti el desafío de incursionar en una nueva plataforma periodística como EL PAIS.TV?

—Es apasionante, siento que tengo 20 años de vuelta. Estoy arrancando algo nuevo, que no es solamente un programa nuevo sino un medio con características novedosas. Vamos a utilizar recursos del lenguaje televisivo de otra manera, pero tanto Elsa (Levrero) como yo tenemos algunas horas de vuelo y eso da cierta confianza que al aprender sobre este nuevo medio la cosa puede salir bien.

—¿Cuáles son los nuevos códigos de la TV online?

—La gente se sienta a tomar mate mirando un televisor a tres metros, mientras que el vínculo con la pantalla de la computadora, smartphone o tableta es con el televidente que va en el ómnibus mirando el teléfono, o en la oficina y tiene que minimizar la ventana cuando pasa el jefe, pero le interesa la entrevista y la puede seguir escuchando sin verla, o puede utilizar el video on demand y seguirla esa noche en su casa. El hecho de que toda la programación sea en vivo y al mismo tiempo esté colgada íntegra en la web resulta revolucionario con respecto a la televisión tradicional.

—¿Crees que los medios digitales ocuparán el lugar de los tradicionales?

—Nada desaparece del todo y menos en Uruguay. Los cambios dramáticos en los medios en el siglo XX indican que cada vez que aparece un medio nuevo, el anterior que era hegemónico ocupa un espacio distinto. Cuando apareció la radio, el diario perdió la primicia absoluta de la noticia. Cuando apareció la televisión, la radio tuvo que adecuar sus horarios. Lo seguro es que el modelo tradicional de la grilla pensada por el gerente de programación de un canal que te dice que tenés que ver esto tal día a tal hora es una tiranía inaceptable en la cabeza de la gente, sobre todo de los jóvenes. Los canales tradicionales no tienen manera de luchar contra eso sino yendo hacia el video on demand y a sus propias páginas web, porque la gente está migrando a medios digitales tanto por información como por entretenimiento. Mi hijo de cinco años mira los Power Rangers en la tableta y el televisor está apagado con cinco canales infantiles.

—¿Con cuáles medios te informás?

—Estoy permanentemente pendiente de Twitter, que es el medio más formidable que se ha inventado para enterarse de todo. Cada tuit remite después al desarrollo de una noticia en un portal. También escucho radio todo el tiempo y miro los informativos centrales de los canales uruguayos.

—¿Cómo viviste el desborde de información sobre el caso Milvana Salomone el sábado pasado cuando aparecieron las primeras versiones de que estaba viva y resolviste publicarlo en Twitter?

—Yo estuve toda la mañana del sábado ocupado en EL PAIS TV. Ahí me comentaron que habían liberado a Milvana y que lo había informado Radio Sarandí, pero estuve encerrado prácticamente hasta las dos de la tarde. Cuando salí me encontré con un escenario mediático donde había información, rumores, gente que me mandaba mensajes particulares, un estado preocupante de incertidumbre y de falta de claridad en lo que se decía. Me puse a averiguar cómo había sido todo con fuentes. Hablé con gente vinculada a la familia que negó el hecho y me siguió llegando información sobre movimientos a nivel médico que no publiqué porque no pude confirmar, pero sí hablé con gente de la policía que me aseguró que ella estaba viva en Uruguay. Finalmente, su aparición no hace más que confirmar el punto hasta el cual pude llegar el sábado.

—¿Te sorprendió la reacción de algunos colegas que cuestionaron que hayas publicado esa información antes de versiones oficiales?

—Ya no me sorprende nada. Siembre hay algún vivillo que quiere medrar a costa de la reputación ajena, pero eso está en la condición humana. Cualquiera hace periodismo con comunicados oficiales o levantando blogs de burócratas ministeriales. Hacer periodismo cuando pican las balas es un poco más difícil. Estamos en un medio muy competitivo y lleno de egos y cada uno se revuelve con lo que tiene a mano.

—Publicaste recientemente Las cartas contra el pecho, sobre el regreso de Wilson Ferreira a Uruguay tras el exilio. ¿Qué te cautiva de él como para homenajearlo en un libro?

—Su enorme coraje para tomar decisiones me resulta cautivante. También su carisma, su visión de los problemas del país y su finísimo y a veces durísimo sentido del humor, que era una exhibición de inteligencia. Y obviamente el tipo de liderazgo que ejercía: el viernes fui a presentar el libro a San Carlos, y en primera fila había una señora para que se lo firme, y me dijo: "Yo por este hombre hubiera sido capaz de dar la vida".

—Hay un fragmento polémico en el libro, donde se plantea que Wilson ofreció al gobierno militar "una especie de trato a cambio de su desproscripción"...

—Yo no lo planteo, lo plantea él. La polémica surge con aquellos que no leyeron el libro. Él no dice "si me desproscriben, los perdono". En 1984 reivindica la importancia de la justicia con respecto a la violación de los derechos humanos, pero luego dice algo que nos interpela a todos. Le preguntan por las cuentas del pasado y él explica bajo qué condiciones estaría dispuesto a perdonarlas. Dice "esto es un camino de ida y vuelta, nos piden que seamos generosos, y estamos dispuestos si me dan señales de que puedan resolver esto que nos pasa". ¿Quién se lo pide?, ¿quién le puede resolver lo que le pasa? Los militares. ¿Qué tiene de malo eso? Sanguinetti tenía el camino expedito para ser presidente de la república, Seregni sabía que no le iban a autorizar la candidatura y no iba a ser presidente. El único que se estaba perjudicando era Wilson, y en ese contexto él plantea negociar lo que queda de la transición con un espíritu patriótico y de generosidad, pidiendo que lo dejen cumplir el rol que el partido le había asignado. ¿Cuál es el escándalo? En definitiva, el libro deja a Wilson en un lugar mucho más elevado que la utilización mezquina de presumir que el tipo era una especie de ángel impoluto, cuando era un hombre de gran coraje y determinación que estaba tratando de lograr que su partido compitiera de manera justa. No hay que escuchar a cualquier bobo que manipula sacando las expresiones de contexto.

—¿Parte de la mítica de la figura Wilson no se construyó en base a haber sido de los pocos líderes políticos que insistían en una vuelta al sistema democrático sin negociar con militares?

—No. Lo que se construyó fue por la forma de la que se opuso a la dictadura desde el exilio y con su vida en riesgo. Lo mandaron preso porque había logrado cosas en el exilio muy duras contra los militares. Era el principal opositor que estaba libre y el candidato que podía ganar la presidencia en 1984. A eso se le suma un regreso épico que termina agigantando su figura, y finalmente su discurso en la explanada cuando fue liberado tres días después de la elección.

—Sostenés que lo más natural era que negociara con el gobierno militar. ¿Creés que si lo hubiera hecho se hablaría de Wilson de la misma forma heroica de la que se habla hoy?

—No, capaz que estaríamos hablando del expresidente Wilson Ferreira Aldunate. Ni él abdicó de sus principios frente a los militares, ni ellos perdonaron la campaña de denuncias que hizo Wilson durante 10 años. Por eso fue preso y no candidato. Pero no se puede especular con lo que no ocurrió. Lo que se sabe es que no era de hacer transacciones sencillas. No entregaba las cosas por su beneficio propio, su vida así lo indica.

—Su hijo, Juan Raúl Ferreira, fue muy crítico con el libro, y le respondiste "canalla" y "mentiroso". ¿Qué fue lo que más te molestó de él?

—Es una persona que me resulta molesta por cuestiones que no vienen al caso. Desde hace muchos años todos sabemos que es un hombre que miente. En este episodio me molestó que haya dicho que no había investigado y que no lo había entrevistado. ¿Cómo puede negar algo que se hizo delante de un grabador? Esto no tiene que ver con el libro, que no leyó, porque se han dicho cosas muchísimo peores de Wilson en otras publicaciones. Hay situaciones en libros de Alfonso Lessa o Álvaro Alfonso y yo no vi que él haya reaccionado así. El problema de él es que alguien publicó un libro en homenaje a su padre que no era él. Eso se resuelve en el terreno de la psiquiatría.

—¿Te incomoda que el libro haya tenido más notoriedad a partir de tu enfrentamiento público con él?

—Me molesta profundamente porque hubiera preferido que el libro se defendiera solo para bien o para mal. Creo que sin este episodio, el libro hubiera sido notorio igual, no por mí sino por Wilson. Esta situación logra lo que buscaba el que lo generó, que es ensuciar un libro que homenajea a una figura extraordinaria.

SABER MÁS

Noticias, TV y web a diario.

Sotelo conducirá A Diario, el envío periodístico del nuevo canal de televisión en internet EL PAIS.TV. Estará acompañado por Elsa Levrero. Se podrá ver de 10 a 12 en vivo, y luego a través de videos on demand publicados en la web.

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Gerardo Sotelo. Foto: Daniel Ayala

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