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La vedette Kenia Acosta sobre su relación con un empresario 20 años mayor: "Su familia no me acepta"

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Kenia Acosta. Foto: Raúl Cascalllares

ENTREVISTA

La vedette se reconvirtió en mundo de la moda con el lanzamiento de su marca de ropa. Dueña de un porte y una personalidad sin filtro, Kenia Acosta todos los días tiene una anécdota que contar.

-Hace poco más de un año te lanzaste a un emprendimiento de moda con tu marca propia. ¿Cómo surgió la iniciativa?

-Con la pandemia y la caída de otros proyectos. De chica había estudiado corte y confección y empecé a sacar los modelos de mi ropa que traía de Estados Unidos. Comencé a buscar telas y fui armando sin apuro ninguno las primeras prendas. Al publicarlas empezaron a tener cada vez más demanda y ahora abrí una boutique de FashionK en Montevideo. Estoy muy contenta; desde lo económico estoy haciendo más dinero que en otras etapas de mi vida. Y también me da muchas satisfacciones. Estoy viviendo uno de mis mejores años, de crecimiento en todo sentido.

-¿Dónde estudiaste?

-En la adolescencia. Estudié en un Cecap (Centro educativo de capacitación y producción) porque provengo de una familia de bajos recursos y tuvimos que lucharla desde muy chicos. Ahora que me está yendo mejor ubiqué a la profesora que me dio clases cuando tenía 15 años y fui a agradecerle. No se acordaba de mí pero valoró que una mujer que salió de ese lugar, haya emprendido y le haya ido bien.

-¿Qué estilo tienen las prendas?

-Es mi estilo. El estilo de una mujer que marca la diferencia y apuesta por exaltar las curvas o resaltar con un estampado.

-¿Ropa de ese tipo no encontrabas en Uruguay?

-No, por eso yo compraba en Estados Unidos, mirando por catálogo. Acá, la mayoría de la ropa proviene de Argentina.

Kenia Acosta. Foto: Raúl Cascalllares
Kenia Acosta. Foto: Raúl Cascalllares

-¿La mujer uruguaya se está animando más a los escotes y a los entallados?

-Sí, claro que la idiosincracia uruguaya no es la de la mujer colombiana o dominicana, pero de a poco se va lanzando. No solo a las curvas, sino a los colores. Me alegra ver que muchas mujeres están saliendo del look insulso, del blanco o negro. También se animan a las uñas o a las pestañas.

-Sos muy activa en redes sociales, ¿con qué frecuencia publicás?

-Todos los días. Al ser una persona tan transparente y frontal, siempre tengo una anécdota que contar. A la gente le entretiene: tengo dos cuentas, la de la marca donde muestro los modelos y la personal, donde hago el show. Mi boutique es solo para mujeres, así que me interesa más ese público. La etapa de mostrar el traste y vender fotos ya no me va tanto. Además, estoy en pareja.

-Tu relación dio un poco de que hablar en redes porque se trata de un empresario algunos años mayor. ¿Cuál es la diferencia de edad?

-Él tiene 54 y yo 31. No es tanto. Pero la gente habla por hablar.

-¿Casamiento?

-Puede ser. Nos fuimos de viaje e hicimos un compromiso en Aruba. Después al volver lo pensamos mejor. Pero estamos bien. Convivimos en la ciudad de Libertad (San José) donde vive. El problema es que la familia de él no me acepta. Se guían por los prejuicios de la imagen. Vienen de una familia conservadora y hasta el día de hoy no me aceptan. Por suerte mi pareja me defiende a muerte y estamos muy bien juntos. Él, como empresario, me ayudó mucho con el emprendimiento. Soy una esponja. A mí siempre me gustaron los hombres maduros para aprender. Lo que más me interesa en la vida es crecer.

-¿Que no te acepten tiene que ver con el preconcepto sobre las vedettes?

-Sí, claro. Además son del Interior. Entonces, ven una mujer como yo que está con él y enseguida piensan que estoy por el dinero. No. He estado con otras personas con dinero o sin él y no me movilizaba eso. También él tuvo un cambio importante después de haberse divorciado de su ex. Era obeso e hizo tratamiento y recuperó su imagen y su autoestima. Entonces ha sido mucho cambio para su familia. Tiene dos hijos, una de 18 y un chiquito de 10. Con él nos llevamos bárbaro, pero con la adolescente hay más distancia.

-Están conviviendo en Libertad. Allá tuviste un entredicho con un seguidor que te criticó y de hecho lo fuiste a buscar a su casa. ¿Qué pasó?

-Se llama Luciano. Es un chico del pueblo. Según supe después, se había metido con varias mujeres y mandaba mensajes ofensivos por las redes. A mí me escribió: ¿quién te conoce? Te hizo Gustavo”, en referencia a mi pareja. Ahí empecé a explicarle todo lo que hice en mi carrera. Le dije: “Que él me regale un coche, para mí es normal porque ya me han regalado coches o que hagamos viajes juntos, también me parece normal. Si vos lo ves anormal, problema tuyo”. Pero me quedó haciendo ruido el comentario y de noche lo fui a buscar. Averigüé donde vivía y fui. Quería ir a preguntarle cuál era su problema pero se ve con mi forma de ser se asustó. No estaba en la casa ese día y tampoco al siguiente. Lo fui a buscar tres o cuatro veces más y nunca apareció. No iba a pegarle ni a hacer un escándalo. Quería una explicación y una disculpa por un comentario machista e injusto que había hecho. Ahora, las últimas noticias que tengo son que se fue del pueblo. No está. Desapareció Luciano.

-Más allá de este caso, ¿has sufrido otros episodios machistas?

-No. Ningún hombre me falta el respeto. Le basta ver mi forma de caminar y ya se da cuenta que no soy una mujer manipulable. Este caso se dio por el anonimato de las redes sociales. Yo conté todo lo que pasó y muchas se sintieron identificadas conmigo.

-¿A qué se dedica tu pareja?

-Tiene una empresa de transporte nacional e internacional. Le da trabajo a 120 personas, muchas del pueblo. Tiene un perfil muy bajo y me pareció horrible que se metieran con él. Pero bueno, ya está.

-Sos montevideana, ¿extrañás la capital?

-Sí. Aunque Libertad queda cerca y voy y vengo por el local, a veces no aguanto más la chismografía del pueblo. En Montevideo hay chismes pero muy de rubros. Por ejemplo, rubro médico: chisme de médicos. Categoría candombe: chismes de candomberos. Acá, los chismes vienen todos juntos. Ni siquiera se puede hacer zapping.

-Fuiste parte de varias comparsas como vedette y también trabajaste en Argentina, en revistas, con Carmen Barbieri. ¿Cuáles son tus planes a nivel artístico?

-Antes de la pandemia tenía decidido volver a Buenos Aires, donde tengo contactos y el ofrecimiento para trabajar. Me encantaría volver. Yo puedo vender varios perfiles y le dije a mi pareja que mi vida artística no está terminada. Solamente estamos en un impasse por la pandemia. Espero volver y tengo el objetivo de Argentina y de la televisión.

-Y en Uruguay, ¿volverías al carnaval?

-El carnaval lo dejé. Porque no me llevo con el ambiente, que es muy mediocre. Me refiero al candombe. Para muchos, el candombe es chupar vino o la mujer grosera. No va conmigo eso.

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