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Disfrazado de indie

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Salvador García

Entrevista con Salvador García, actor y compositor al frente del sello virtual Vía Láctea y del grupo fernandino Limpiando encontré monedas. Acaba de editar su primer material solista Todavía las nubes y el adelanto de un disco a dúo con canciones de amor pop.

A los 30 años Salvador García atraviesa su momento compositivo más prolifero. Creció en Maldonado y desde allí empezó a tejer intercambios entre el teatro y la musical local y la montevideana. Instalado en la capital, juntó sus dos pasiones para darle forma a tres proyectos que lo tienen como un destacado letrista y compositor y como uno de los gestores del sello virtual Vía Láctea, que puja por una música sin barreras de consumo. Sobre el interesantísimo primer disco de Limpiando encontré monedas (Un paseo en bicicleta), su début solista en el recién lanzado Todavía las nubes y los avances de un dúo de canciones de amor pop, habla en esta charla.

—Sos de Maldonado, ¿estudiaste música ahí?

—Nunca estudié música. Siempre tuve bandas bien distintas, de punk, rock, reggae. Tocaba el bajo hasta que tuve una guitarra y empecé a investigar cómo hacer canciones. Soy estudioso en el sentido de que escucho mucha música de todos los géneros pero mi formación es en el teatro, yo llegué a Montevideo para trabajar en teatro y la música siempre me fue acompañando como una actividad secundaria que ahora se volvió primaria.

—¿Qué cambió cuando llegaste a Montevideo?

—Conocía bastante la movida porque siempre quise estar al tanto. En Maldonado tenía una casa cultural y ahí llevé a tocar a 3Pecados, a Fernando Henry y así empezó un ida y vuelta. La banda Limpiando encontré monedas, cuando arrancó era yo solo.

—Vos tenías esas canciones armadas, ¿pero la dirección musical ya estaba craneada?

—No, cuando empecé a grabar el primer disco de ese proyecto iba a ser una presentación solista, sin muchas pretensiones, pero durante la grabación apareció el resto de la banda e hicieron aportes que convirtieron a las canciones en algo mucho más valioso para mí. Si bien sigo encabezando el proyecto porque son mis canciones, ya funcionamos como un colectivo. Nos conocimos en un taller de teatro, en el grupo hay dos de Mercedes y uno de Río Negro; todos confluimos en Montevideo. Empezamos con Humus, que era una locura que mezclaba música instrumental intervenida con movimientos actorales. Lo abandonamos, pero fue como el origen de la identidad de Limpiando y decidí presentarles mis composiciones.

—De ahí que decís que en tus orígenes está John Cage, compositor vinculado a la danza contemporánea…

—Sí, me gusta estudiar cómo la investigación experimental atraviesa lo popular en las personas que lo han logrado como (Jorge) Lazaroff, (Eduardo) Mateo, (Leo) Maslíah.

—En la música de Un paseo en bicicleta y Todavía las nubes aparece una herencia digerida de esa movida musical popular de los 70 y 80 en el trabajo de collage de coros, en la forma de cantar de sus solistas y en las estructuras de algunos temas. Más cerca en el tiempo, se podría emparentar con Cucú Rapé.

—Me lo han dicho, pero no puedo decir que fue consciente. Me interesó mucho ese movimiento musical, en esa época había un valor muy grande que no se continuó. Por el contexto histórico esa gente se juntaba por afinidad ideológica, no era "somos los indies" o "somos los metaleros", y el teatro y la música era mucho más cercanos entre sí para protegerse. La escena independiente hoy está re fuerte en Uruguay y hay intensiones ideológicas ahí, de decir qué necesito yo para hacer música, con qué recursos la hago y mostrarla de la forma que pueda. Yo veo esa misma energía, en ese sentido.

—El nombre y la estética del disco suenan mucho más indie que el contenido que uno se encuentra, ¿por qué ese disfraz?

—Es verdad, el nombre responde a una movida que se dio de una estética de capricho anti comercial tipo, ¿quién se va a acordar de ese nombre? Nos encasillan con un contenido indie y nos sentimos mucho más cerca de la música popular pero en realidad la gente que nos acunó y nos brindó los espacios fue la gente del indie, el colectivo Esquizodelia, de la movida de la música libre. Siempre sentimos que tenemos un circuito extraño, que no pertenecemos a ningún lado, que nos da lo mismo tocar en un Peach & Convention que en un festival de murga, y nos gusta que así sea.

—No hay una única temática en tus canciones, pero si aparece un cuestionamiento, "quieren oír canciones y mis canciones no son canciones/ hablan de otras cuestiones que quiero gritar".

—Todas esas inquietudes respondían a que no me encontraba en la música. No sabía que podía hacer bien esto. Siento que las canciones son una conversación y me interesa sacarlas de ese lugar romántico en el cual el creador es un genio que puede hacer canciones y yo no. Quise plantear el quitar la barrera entre público y artista, que sea un intercambio y no una relación en la que uno observa, aplaude y opina.

—Tu disco solista, Todavía las nubes, salió en simultáneo con algunas canciones de amor grabadas a dúo con Toto Yulelé.

—Lo que me pasa con Toto es que aprendimos juntos a hacer canciones y él tiene un perfil muy marcado de canción de amor pop que a mí me alimentó mucho. Pero escribir de amor para mí es igual que para los otros temas, incluso el tema Massachusetts ("No aprendí a decir adiós/tuve tanto que decir/tropezó la confesión/hábil declarante/No aprendí a decir perdón/separarnos nos unió/tropezó la confesión/somos tan distantes") es para mis cinco hermanos y la gente cree que es para una novia.

—¿Y cuando escribís sobre una relación de pareja?

—Me resulta más fácil escribir desde la carencia, no sé por qué.

—Hay letras de una oración, otras de dos párrafos breves, otras extensas.

—Le doy una importancia muy grande a las letras, creo que tenés que cantar sobre lo que estás convencido porque si vos eso lo grabás lo vas a tener que escuchar toda tu vida. Mi forma de escribir es buscando la síntesis de una idea global, porque me voy por las ramas creando, tengo que obligarme a ser sintético, a veces de tres carillas mi laburo es encontrar la potencia de una única oración que pueda resumir eso, que lo haga resonar.

—Componés desde la guitarra, ¿cómo armás la melodía con la intervención de los otros músicos?

—En general los arreglos surgen de los músicos, yo me reservo la última palabra. Llevo ideas de cómo imaginé la canción pero mis referencias para los músicos suelen ser paisajes, "acá me imaginé que todos estamos subiendo una montaña", eso es muy del teatro. Hoy en día con la banda hay muy buena química, llevo una canción y empieza a moldearse muy rápido. Ahora queremos integrar a un bajista y nuestro problema es conseguir a alguien que nos siga el tren: ensayamos tres veces por semana. Ya tenemos canciones para grabar el próximo disco.

—¿En esos ensayos entraron los temas de Todavía las nubes?

—Fue por otro lado, y no sé bien porqué. Yo soy amante de la solitud y estoy en un momento prolifero y hay cosas que quiero compartir y otras que quiero investigar solo. Las que elijo tocar solo son esas, las que quiero darle otro proceso, de hecho las toco muy diferente al resultado del disco.

—¿Por qué elegiste a Pau O Bianchi como productor?

—Fue mi primera vez trabajando con un productor. Me ofreció grabar en su casa, no hubo una propuesta concreta. Hizo algo buenísimo para mi ego que fue sacar versos: eso para mí era sagrado, me sugería practicidad para funcionar mejor y tenía razón. Aprendí a no casarme con mi estructura de la canción. Y ahí entendí, ¿esto era producir?

—Equilibrio, la canción que cierra el disco, tiene un final muy emocionante.

—Lo que dice esa canción para mí es clave, fue una decisión que tomé hace un par de años y la escribí: aunque pierda el equilibrio no me caigo más y fue así respecto a todo lo que uno atraviesa en la vida. Basta de lamentarse, hay que hacer y salir y ver. No había forma de que no fuera emotiva, es una de esas canciones que me van a acompañar siempre.

—La grabación comienza con un suspiro, y es común escuchar murmullos, respiraciones; recuerda a Mateo solo bien se lame entre otros discos.

—Viene de ahí, el disco lo grabamos en un año y medio tocando en un cuarto una vez por semana y queríamos que suene a eso, a un disco casero, a un disco cercano. No es nada nuevo, pero cuando escucho a Mateo hablando antes de las canciones me aproximo a ese momento y a ese artista, a su personaje; busqué eso.

—¿Qué te interesa del teatro que atraviese tu música?

—Y la escritura; que son disciplinas en las que siento que puedo ser yo tranquilamente. En el resto de la vida cumplo con mis roles.

Salvador García se presenta el 6 de febrero en Allegro (Acevedo Díaz y Brandzen) y el 7 en el Centro Cultural Lengue Lengue de Maldonado.

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Salvador García

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