Publicidad

Detrás del nombre

Compartir esta noticia
Le prenom

manuela da silveira

La propuesta primero la sorprendió y se tuvo que pellizcar; los primeros ensayos la hicieron creer que estaba en Disney y sintió que se había ganado una beca; el trabajo diario le mostró que estaba en un lugar seguro. Así vivió Manuela la experiencia de sumarse a Le prénom.

Así vivió Manuela Da Silveira la experiencia de sumarse a Le prénom, la exitosa obra francesa representada en teatro y cine, que hoy la tiene como compañera de Franklin Rodríguez, Jorge Esmoris, Gabriela Iribarren e Ignacio Cardozo en la versión uruguaya que se presenta en el Teatro del Notariado. También habla de los momentos amargos, como la polémica suscitada con Franklin Rodríguez; de su relación con la televisión y su regreso a Teledoce; de lo importante que es su espacio Panyaro, donde ama practicar yoga, y de su próxima meta: hacer remo.

Es enero, un mes en el que por lo general pasa poca cosa. El director y productor Mario Morgan acompaña a uno de sus artistas, invitado al programa Desayunos informales (Teledoce). En determinado momento se cruza con Manuela Da Silveira y le dice "tengo para vos un papel". Al escuchar el nombre de la obra, la comunicadora abre ojos y boca, aunque no se lo cree del todo, piensa que el director "lo dijo por decir".

"Yo sabía de qué obra me estaba hablando, ya la había visto. Me pellizqué y me dije voy a verificar si es correcta", recuerda Manuela y acota que Morgan agregó "yo siempre te estoy buscando para trabajar". Ya en su casa pudo comprobar que la obra era la que imaginaba y que el director no mentía, un tiempo atrás le había mandado un par de correos electrónicos con propuestas de trabajo. Más tranquila, dejó pasar unos días y le escribió ella: "mirá que estoy a la orden". Al poco tiempo tenía un mail con el texto, las referencias de algunas cosas, las fechas de ensayo y de funciones… todo muy detallado. "Enseguida respondí que sí. Igual era enero y es como que uno patea el nervio para más adelante… hasta que empezó a llegar la fecha".

Manuela sabía bien que representar Le prénom (El nombre) no era poca cosa. Tanto la película como la obra de teatro, escritas ambas por Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patellière, han sido éxito alrededor del mundo. Ella misma, junto con su madre, vio hace mucho tiempo la versión teatral argentina, de Fernando Masllorens y Federico González del Pino, que es la que se está representando en el Teatro del Notariado. "Nunca me hubiera imaginado que iba terminar haciéndola. Mi personaje lo interpretaba Mercedes Funes (Tita Merello en Yo soy así, Tita de Buenos Aires)", señala y confiesa que de todas formas prefirió no dejarse influenciar por lo que vio en aquella oportunidad. Tampoco quiso que la película incidiera en su trabajo. "Me costó encontrarla, la empecé a ver y la dejé. Dije la voy a ver después del estreno, pero ahora creo que no lo voy a hacer", apunta.

Manuela eligió confiar más en Morgan para componer a Ana, el personaje que en la historia está esperando el bebé cuyo nombre elegido por el padre, judío- desata todo el revuelo que ocurre en una reunión de amigos. "Estoy embarazada de cinco meses, y estoy llegando un poco tarde a esta comida que es en lo de mi cuñada, Elizabeth (Gabriela Iribarren), casada con Pedro (Jorge Esmoris), que es el mejor amigo de ni esposo Vicente (Franklin Rodríguez). Y está Claudio (Ignacio Cardozo), que es amigo de toda la vida de las dos parejas", detalla la actriz, que es la última en entrar en escena, con la discusión ya empezada.

Entre maestros.

Los ensayos comenzaron en mayo y los nervios volvieron. Y con más fuerza cuando Manuela se vio rodeada de un elenco de consagrados. "Al principio me daban un poco de pudor las lecturas. Me decía estoy rodeada de maestros. En la primera reunión estaba como en Disney, en la segunda los escuchaba y a veces me distraía con solo verlos agarrar la lectura. Primero, por el oficio, y segundo, por el talento con el que se apropiaban de algo que estaban leyendo. Esas primeras semanas me iba para mi casa sudada, pero con la sensación de realmente salir de un lugar cómodo. Como cuando vas a un cumpleaños de niños que no conocés del todo a la gente y volvés a tu casa con otro olor", cuenta entre risas.

Poco a poco fue armando su personaje. "Al principio empecé a trabajar en vocalizar más fuerte, en plantarme más… es un personaje que es bastante firme, no es del todo simpático… eso es muy liberador de alguna manera. Me dejé llevar por Mario", con quien era la primera vez que trabajaba, al igual que con todos sus compañeros de elenco. "Es la primera vez que trabajo un texto así porque con Emilia (Díaz) y Angie (Oña) hemos hecho cosas las tres pero de creación colectiva o de textos que fuimos escribiendo con María Rosa Oña. Nunca había leído un texto tan potente, es una obra en la que está todo ahí, y la volvés a leer y te sigue bajando información. Yo le decía a mi familia: todavía no estoy capacitada para que me cale este texto".

Pero allí estaba Mario Morgan, detallista al extremo, para ayudarla. "Es un apasionado", dice del director quien, al terminar cada ensayo o en un mensaje posterior, le seguía haciendo devoluciones. O sus compañeros, de los que aprendía cada día. "Es como que me gané una beca", dice.

Las amargas.

Disneylandia puede tener también sus momentos de susto. En el caso de Le prénom la cosa pasó por todo lo que se generó por las declaraciones de Franklin Rodríguez al semanario Voces. Primero fue la prohibición de ensayar en las instalaciones del Teatro El Galpón, a las que recurrieron durante las vacaciones de julio porque El Notariado tenía obras para niños. "Sin querer minimizar lo que pasó, creo que del hecho en sí se hizo una leyenda. La imagen era que nos habían echado y estábamos todos con las cosas caminando por 18 de Julio. Y no fue tan así, pudimos quedarnos ese día", explica Manuela. El tema era el día después, para el que la solución fue trasladarse a Espacio Teatro, propiedad de Franklin. "El lugar, al ser más chiquito, era muy cálido y estuvo bueno para establecer los vínculos de los personajes en la obra", acota la actriz, buscando el lado positivo a un hecho que calificó como "violento, muy fuerte".

"Después se dio algo medio espontáneo entre todos de no salir a hablar. En el momento uno no dimensiona. Estás ensayando y te vas, y empiezan a aparecer unos mensajes. Ese fin de semana nos consultaban, nos escribían. De alguna manera yo me sentí más unida al grupo porque todos, más o menos, reaccionamos de una manera que me gustó", destaca.

La cosa no terminó allí porque luego vino la resolución de SUA (Sociedad Uruguaya de Actores) de suspender a Franklin y pedirle a sus socios que reconsideren trabajar con el actor. "Soy socia de SUA y no me parece para nada grato lo que pasó, y creo que nos está pasando a todos como elenco que cada uno tiene su indignación", expresa Manuela. "Yo voy a seguir actuando en esta obra y mañana probablemente haría otra con Franklin. Ojalá que ningún actor se frene de actuar con él por esta medida".

"Hay una cosa que está buenísima en Le prénom. Cuando arranca, la primera frase es no hay otra opción, para llegar hay que atravesar un infierno y, casi al final, el personaje de Franklin dice y sin embargo, a los tres meses, la vida siguió como si nada. El tiempo va poniendo las cosas en su lugar", agrega la actriz anhelando que ocurra lo mismo con esta situación. Además, cuenta que ha sentido mucho apoyo del público. "La gente pasa y saluda a Franklin como si fuera Cavani. Eso llama la atención, que la gente toma partido porque lo ve como algo muy ingrato". Y agradece que sus compañeros de Desayunos informales hayan respetado su deseo actual de no hablar del tema, quizás más adelante lo haga.

Sin descanso.

Para Manuela empezó un mes en el que no habrá días libres. Funciones de Le prénom de viernes a lunes, que se suman a su presencia de lunes a viernes en Desayunos informales, y los viernes de noche en La columna de la gente (graba los jueves). Pero todo la llena de felicidad.

"Desayunos informales es como una familia, esa rutina del día a día me gusta, estar activa temprano. Siempre fui remañanera, no me cuesta para nada, me gusta estar diariamente en movimiento. Es un momento de la televisión para estar esperando. Volví a Teledoce, que es el lugar en el que quería estar. No sé si estoy haciendo lo que profesionalmente me tiene desafiada, pero estoy contenta de estar ahí", confiesa.

-¿Y qué es lo que te desafiaría profesionalmente?

-Es que no lo sé. Es un momento muy extraño. En Le prénom, estoy actuando en un papel que es en función de la obra y el humor está en la tele, pero no hay como un lugar específico para hacerlo y en este momento tampoco estoy haciendo un unipersonal en el que esté esa Manuela. De repente ya no está. Voy viendo cómo voy creciendo, estoy en esa transición de la Manuela que estaba en Telemental, que de repente era más descocada, más delirante, y que va mutando. Todavía no vi ese reperfilarme que quiero. Estoy buscando.

-¿Parentela era lo que querías?

-No me puedo quejar, era lo que yo quería o lo que teníamos en mente, lo que deseábamos hacer. Después, llevarlo a la práctica no siempre es del todo fidedigno a lo que tenés en la cabeza. Mucho de lo que hubiera querido hacer estaba ahí. Cuando empezamos a avanzar programa a programa, no le encontrábamos la vuelta o nos parecía que estaba bueno, pero no sé si se entendía del todo. O yo no me hacía entender. Y fue bastante ingrato el final y el cierre. A eso está bueno darle tiempo, porque uno pasa por ciclos. Hay momentos que estás encachilado, otros en que te empezás a cansar, otros en que te frustrás un poco… y estamos trabajando permanentemente con el ego. Pasás por todo, es una rueda de hámster. O llega un año como este, de Mundial, en el que todo gira en torno a eso y vas cediendo los lugares. Y está buenísimo, como espectador lo disfruto, pero a la hora de hacer, en el corazón sentís "¿y nosotros dónde estamos?". Hay que ir renovando la confianza. Capaz que idealizo otros momentos de la televisión en los que estaba y las redes sociales no eran tan fuertes. Hoy el humor es más competitivo porque las redes generan otras formas de humor, otras plataformas. Y además está todo el escarnio permanente.

-¿Usás redes sociales?

-Me gusta consumirlas bastante y uso para amplificar o para trabajar. Pero a veces entro a leer y se me van un poco las ganas o las fuerzas de intentar algunas cosas que son al borde del ridículo. Es un acto de fe, decir "a esta hora sostengamos un momento humorístico".

-¿La televisión es el medio que más te gusta?

-No lo sé, me gusta mucho lo que sucede con la televisión o lo que ha sucedido en mi carrera con la televisión. Espero que siga habiendo para rato y que haya nuevas formas de hacer televisión en Uruguay y producción nacional. Claramente es mi lugar cómodo, no me pasa lo de la adrenalina que me sucede con el teatro. Me cuesta imaginarme fuera del medio para ver dónde estaría, pero es cuestión de ver. Ahora me imagino en el canal por un rato porque me regustó volver.

Ratos libres.

Está claro que hasta noviembre, Manuela casi no tendrá momentos de descanso. Pero los pocos que aparezcan, tratará de dedicarlos al yoga, su forma de cortar con la realidad. "Me resulta mucho. Las prácticas largas, las prácticas en grupo, tomar clase. Hice un profesorado hace un par de años y eso también me dio pila de herramientas para practicar sola". Panyaro, el espacio que maneja con sus hermanos, es ideal para su desconexión. "Es divino todo lo que sucede allí. Es redifícil sostener un emprendimiento en este país, por los gastos fijos. Por eso agradezco pila a la televisión porque me permite financiar y apuntalar ese proyecto familiar y de corazón", destaca sobre el lugar donde se dictan distintos tipos de talleres "con el fin de poner el cuerpo y el alma en movimiento".

Otra cosa que le hace muy bien es volver a México, país en el que vivió un tiempo y se formó mucho profesionalmente. "Vuelvo mucho, aunque la última vez que fui fue cuando levantaron Parentela, tuve vacaciones imprevistas (risas). Ahora que vi la serie de Luis Miguel no lo puedo creer, yo trabajaba con Camila Sodi (hace de pareja de Luis Miguel en la ficción), toda la historia de Jaime Camil (Jane The Virgin) la sabía porque conocía a la ex… tremenda nostalgia. Mis amigos me dicen de ir a hacer algo, pero me encanta ir a disfrutar y vivir acá, me gusta mucho vivir en Uruguay. Lo mismo me pasa con Buenos Aires, me encanta estar entrando y saliendo de esa locura".

El tiempo le ha enseñado que en la vida se pueden tener momentos en los que no pasa nada. "Por una cuestión de formación, siempre crecí muy exigida o exigente para con los logros profesionales sin permitirme mesetas, que me parece que son muy necesarias en la vida de todo ser humano. Me gustaría tener un momento de decir bueno, no trabajo y tengo ganas de hacer remo grupal. Resolví que me voy a comprar a medias con un amigo una canoíta para salir acá mismo. Puedo abstraerme, antes no era tan así, estaba más pendiente de todo y de las repercusiones, de estar informada. Tengo un mundo paralelo, que es el de Panyaro, que es del yoga, en el que nadie sabe quién soy".

Hasta eso de ser "la hija del Toto" está quedando atrás, aunque no deja de reconocer que le abrió muchas puertas. "Hubo un tiempo en que lo fui más de lo que lo era antes, capaz. Cuando empecé no lo sufría para nada. De repente había algún comentario sobre el parecido físico pasado de rosca que me podía lastimar, no necesariamente por ser igual sino porque lo adjetivaban. Cuando arranqué estaba más contenido lo que hacía, tenía menos exposición. Lo que yo pensé que iba a ser terrible, no lo fue. Empezó Telemental y no lo fue, empezó Sonríe, te estamos grabando y tampoco, en el stand up me reí mucho de eso yo también… Hasta ahí no era tan consciente. Con el tiempo y las redes sociales, si mi padre está expuesto de determinada forma, repercute en mis redes porque él no tiene. A nivel de colegas siempre tuve mucho cariño", explica quien siempre se sintió muy protegida por su familia, a la que hoy suma una pareja con la que empezó a salir hace muy poco.

"No es que sienta que ya no soy la hija del Toto o que quedó atrás", aclara quien ya tiene más que ganado su "nombre"… Cosas de la vida, así se llama la obra que motivó esta charla y que hoy la tiene en una nueva búsqueda de desenlace incierto pero desafiante. "Quiero disfrutar de Le prénom, si se me empiezan a ocurrir algunas cosas para tener algún show de vuelta, buenísimo; pero será para después de que bajemos de cartel, quizás para el verano", anuncia sin urgencias. La adrenalina del escenario es lo que toca ahora.

Manuela es Ana

Un bebé es el inicio de la felicidad. Su nombre es el inicio de la discordia. Su anuncio en medio de una reunión familiar de una familia judía, provoca una serie de situaciones imprevistas donde todo lo que no se dijo durante años amenaza con tirar abajo lazos familiares y una amistad inquebrantable. La prénom va en El Teatro del Notariado. En agosto: viernes (21 hs.), sábados (21 hs. y 23 hs.), domingos (20 hs.) y lunes (21 hs., precios bonificados).

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad