Publicidad

Dárgelos descarado

Compartir esta noticia
Babasónicos hará un show en el Radison. Foto: Martín Bonetto

Una de las bandas más importantes del Río de la Plata aterriza en Montevideo para inaugurar el festival de tendencias Sesiones Estéreoel viernes 17 de julio en el Radisson Victoria Plaza Hotel.El show de Babasónicos es la excusa ideal para conversar con Adrián Dárgelos, cantante y líder de la banda.

La timidez no frenó a Adrián Dárgelos: “cuando uno sale al escenario sabe del horror, el desamparo y está dispuesto a enfrentar la vergüenza igual. Podés seguir siendo tímido, lo que pasa es que sos extrovertido de esa timidez, enfrentás el abismo y ya que vas a caer le das un poco de gracia”.Compara esa posición con la tabla de los piratas, “no puedo retroceder porque hay una espada, adelante está el público y me caigo”. El caballito de batalla del líder de Babasónicos es la seguridad: “el contacto con el público me lo da el descaro, el arrojo, no me importa que me juzguen”.

—Eras muy tímido de chico, no cantabas en los cumpleaños familiares ni en el colegio, pero explotaste tu vergüenza, ¿no?

—Las personalidades cambian, la timidez quizá me acompañe pero a lo que apuntaba ese comentario era a decir que no siempre terminan cantando los que quieren o tienen vocación, sino los que la gente elige.

—¿Sentís que te eligieron?

—Hay personas que tienen un talento superlativo y no pueden ser frenadas ni siquiera por la elección de los demás, Elvis por ejemplo. En el caso de Babasónicos, algo en nosotros hizo que los demás se fijen, no fue solo nuestra voluntad de querer ser. Cuando empezamos, la música no era un negocio, no existía como trabajo o profesión. Pensá que en Uruguay solo existían grupos como Los Estómagos. En los últimos 10 años algunas bandas pueden vivir de eso, en Uruguay unas dos o tres, en Argentina 10, 12, tampoco son 100.

—¿Componías antes de cantar?

—Sí, siempre me fue natural el hecho de jugar a inventar música sin saber que eso era componer porque como no vengo de una familia instruida en la música tampoco me podían guiar para saber si eso era componer. En el colegio ya había hecho canciones con letras y melodías.

—¿Conservás esas canciones?

—En la memoria algunas, las recuerdo pero son primitivas, infantiles porque la música se me fue revelando con el tiempo. No tuve formación musical desde la infancia, pero tengo un gusto muy desarrollado, en mi adolescencia ya tenía todo un bagaje cultural de música popular, más que nada de rock, pero eso tiene que ver con la aprehensión que hice, cómo abracé y escuché música permanentemente, cómo fui fanático de los discos. Eso tiene que ver con mi interés, no con ir a un conservatorio.

—En la adolescencia te planteaste no buscar trabajo. Lo más cercano fue cobrarle a tu padre por ordenar unos libros en una biblioteca, ¿no?

—No busqué trabajo porque eran períodos de inestabilidad económica, no había incentivo en trabajar porque no se ganaba dinero en los 80. Lo otro tiene que ver con que mi papá tenía un kiosco de diarios, no es que le cobraba, algo me tiraron para ordenar libros descatalogados y ahí empezó mi gusto por la literatura.

—Viajaste a París para estudiar semiótica pero te la pasaste viendo bandas de rock en Inglaterra…

—Me fui de Argentina porque tampoco tenía futuro. Al no tener vocación, ser un indefinido social y no tener trabajo, estaba la opción de estudiar afuera pero tenés que hacer los trámites desde el país de origen, entonces cuando llegué me di cuenta de que mi ignorancia era superior: no solo no sabía nada, sino que no sabía ni siquiera cómo entrar a una universidad. Ahí tuve que buscar trabajo. Llamé a unos amigos y me dijeron, andate a Inglaterra que es más fácil conseguir un trabajo como ilegal. Aparecí. Había visto un montón de bandas en Argentina, antes había pasado por Brasil, Nueva York y en mi vagabundeo por el mundo había visto bandas. Viajé como mochilero, a dedo por Latinoamérica en la década del 80. Antes de terminar el colegio yo ya había viajado solo.

—¿Eso aceleró tus ganas de dedicarte a la música?

—No lo sé, lo aceleró mi desesperación y el hambre, pero yo no sabía qué iba a hacer, inclusive no creía que la música era un lugar posible, no creía que era una profesión ni una vocación, solo creía que era una debilidad, una trinchera donde ocultarme, un paraíso desde el cual pensar o darle a mi imaginación posibilidades, más que un paraíso un páramo.

—Dijiste que eras consciente de que no ibas a poder vivir del rock toda la vida, ¿imaginás cómo será tu vida al retirarte?, ¿pensás en eso?

—No, supongo que no voy a hacer otra cosa y voy a vivir toda la vida de lo que hago. Lo que pasa es que nunca tuve la intención de hacer música, fui acorralado a esa situación porque no quería pertenecer a ningún engranaje del trabajo, por mi indefinición, por mi falta de vocación, por no querer hacer nada y por ser vago. Mi banda del colegio fue progresando, nos fue yendo a ver la gente y encontré que podía empezar a sobrevivir en algo vinculado a la música. Yo no tenía más aspiraciones porque tampoco creía en un mundo formal.

—En Babasónicos y en vos hay una intención por ir tras la novedad, los nuevos compositores, ¿es algo que perseguís?

—Mi curiosidad me lleva. En literatura y música busco caminos que otros no hayan trazado; me gusta la novedad aunque sea de artistas que no sea su primer disco, a veces me cuesta encontrarla y no soy una persona que se pasa mucho tiempo buscándola... Busco otra cosa, me paso la vida buscando motivos, senderos, caminos, pero no información, me va llegando.

—Babasónicos logró cierta mística, carisma, personalidad, ¿se construyó o se dio naturalmente?

—Es que no se puede construir mucho el carisma, es una dimensión que se forma a partir de la necesidad, la falta, la ausencia, el miedo, la desesperación, esas cosas van formando rasgos de la personalidad y en esa necesidad de sobrevivir aparece el carisma. La combinación de esas personalidades y los gustos particulares han dado a esta clase de carisma mayor que es Babasónicos.

—Tenés contacto con el público, mirás a los ojos a los fans, aunque preferís no hablar mucho arriba del escenario…

—Pero tengo el mismo contacto que si hablase. El que habla solo emite, tampoco recibe, yo escucho lo que me dicen también. A veces hablo, a veces no, depende. Trato de no agregar palabras a lo que ya digo que es la música.

—¿Buscás las miradas?

—Sí porque les canto a los ojos.

—Sos como un actor cuando salís al escenario a representar

—No soy como un actor, interpreto mi propia fantasía, un actor tiene la facilidad para encarnar varias cosas, yo solo encarno lo que me imagino, si alguien me pidiera que encarne lo de él no podría, no tengo esa plasticidad dramática. Soy un intérprete de mis canciones pero no soy un actor.

—¿Tenés en cuenta esos personajes que luego vas a encarnar durante la fase de composición?

—Sí, tengo en cuenta que después tengo que ponerle la cara a eso, mi problema es que tengo descaro y la cara me da para hacer cualquier cosa que me imagino.

—Un personaje te puede llegar a cansar, ¿no?

—Algunos me pueden aburrir un tiempo, después me vuelven a divertir pero a otros les pierdo el sabor o la frescura en el momento.

—Componés sobre lo que te atormenta, ¿es un escape?

—Compongo sobre lo que me imagino, algunas cosas me atormentan, otras me dan placer.

—¿Las canciones representan más de lo que te gustaría ser que de lo que realmente sos?

—Algunas sí y otras no porque algunos personajes son muy viles, otros más mezquinos, lo que pasa es que me gustaría por lo menos ser más de una persona, me gusta vivir en todos los personajes que imagino que son más de lo que soy yo y normalmente componer me permite eso: ser por un rato más heroico de lo que puedo ser, más ladino y más vil.

—¿Sos muy perfeccionista en la búsqueda de las palabras?

—No, no lo veo como perfeccionismo; las cosas encajan, cuentan lo que tengo en la imaginación y tratan de prefigurar una línea estética y de deseo que voy tratando de atrapar en el aire y hay palabras justas para todo. Hay muy pocas palabras faltantes en el universo del lenguaje.

—¿Te cuesta encontrarlas?

—Algunas me cuestan, otras me son más fáciles. Y cuando cuestan tardo más en terminar la canción.

—Algunos de ustedes grabaron unos episodios que salieron en la web donde recitaban fragmentos de las letras de Romantisísmico...

—Alguien nos hizo hacer eso. No estoy muy de acuerdo, me parece medio estúpido, las letras no tienen sentido como declamación, sino dentro de la posición que ocupan en el disco, pero a veces no saben cómo llenar tiempo. Hay frases del disco que son buenas: algunas cosas en la vida hay que pagarlas (Los burócratas del amor) está bien pero es una frase común, puesta en la canción queda mejor. No tiene todo el mismo valor.

—Dijiste que Babasónicos hace música para molestar, luchan contra el sentido común y por eso no hacen discos comunes, ¿a qué le llamás discos comunes?

—Entiendo que el sentido común es una universidad muy pobre que manda gente a la calle falsa educada de algo que solo sirve para sobrevivir, lo que pasa es que eso no es aportable a una dimensión de comunicación, de opinión periodística, de valor artístico para una canción o una obra literaria, ahí el ingenio, la investigación y el desarrollo del intelecto darán un fruto mejor que el sentido común.

Molestar es que no digo cosas tan agradables, a veces digo cosas que no gusta oír.

Excepcional y de lujo en el Radisson.

Babasónicos presentará temas de su último álbum titulado Romantisísmico (2013) y lo hará en el marco de una propuesta innovadora. La antesala de Sesiones Estéreo correrá por cuenta de Fernando Picón, destacado Dj de música electrónica a nivel local. La fiesta seguirá con el dj set de Valentina Nirenberg que hará bailar a los presentes hasta el amanecer. Dj Le Mosc y Maru De Armas harán lo suyo en la VIP ubicada en la terraza.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Babasónicos hará un show en el Radison. Foto: Martín Bonetto

en el páramo

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

musicaBabasónicos

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad