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Dany Martin: Boleros con buena compañía

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Dany Martin.

ENTREVISTA

El músico acaba de lanzar su disco Con Buena Compañía. Lleva ese nombre porque incluye la participación de Armando Manzanero, Palito Ortega, Chico Novarro, Julia Zencko y Jairo. La presentación del flamante trabajo lo trajo de vuelta a Montevideo, donde no canta desde hace 20 años.

En la previa de La Noche de la Nostalgia, el mítico cantautor argentino Dany Martin pasó por Montevideo. El referente de los boleros presentó su disco Con Buena Compañía, en el que cuenta con la participación de músicos como Jairo y Palito Ortega. “Además de ser mis amigos, los admiro”, elogia. En una charla de café, el artista recuerda una juventud de excesos, revela que es un activo usuario de redes sociales y narra el día que despeinó a Luis Miguel.

—¿Cómo definirías tu vínculo con Uruguay?

—Tengo una historia de muchos años con Uruguay. Cuando era chico participé en el Festival Costa a Costa que se hizo en Piriápolis, al lado del Hotel Argentino. Me acuerdo que competían intérpretes brasileños, argentinos y uruguayos. Yo canté una canción de mi autoría que se llamaba Ya no puedo vivir y gané el festival. Fue una de las actuaciones que recuerdo con más placer. Ahí empezó un noviazgo con Uruguay con idas y venidas durante 20 años. La última vez que canté en Montevideo fue hace 20 años, después estuve viviendo en el exterior y por distintas cosas no pude volver.

—¿Qué implica sacar un disco nuevo a esta altura de tu carrera?

—Tengo mucho entusiasmo con este nuevo disco y quiero ganar el tercer Premio Gardel. Se llama Con Buena Compañía porque es muy buena compañía cantar a dúo con Armando Manzanero, Chico Novarro, Julia Zenko, Jairo y Palito Ortega. Son cinco invitados especiales que son amigos y muy grosos. Tengo un placer enorme de poder presentar este disco con ellos, siendo que es un ambiente tan competitivo.

—¿Vos sos competitivo?

—En esta carrera todos somos muy competitivos. Yo quiero que me aplaudan más que a nadie y el otro quiere que lo aplaudan más que a mí. Somos ególatras. Al principio se sufre con eso, pero también es cierto que a medida que pasan los años uno disfruta más y empieza a admirar a otros artistas. No es casual que estos cinco estén en este disco. Además de ser mis amigos, yo los admiro. Me da placer convocarlos y que me digan que sí.

—¿Cómo eras en ese sentido al inicio de tu carrera?

—Me quería comer el mundo y me enojaba por todo. Ahora hay pocas cosas que me hacen enojar, y casi ninguna tiene que ver con mi trabajo. Antes me enojaba que un cantante sacara una canción y pegara: "Mirá este tipo, cómo puede ser que con esta canción de porquería haya vendido 200 mil discos". Me fijaba en esas estupideces.

—Igual seguís pendiente de ganar un premio, por ejemplo...

—Es que soy muy mal perdedor. Toda la vida lo fui. De muchachito jugaba al fútbol y si perdía nadie podía acercarse a mí ni para saludarme. El Premio Gardel es el más importante de la música argentina, y yo no lo puedo dejar pasar. Estuve ocho veces nominado y lo gané dos. Ahora quiero ganar el tercero.

—¿Cómo te llevás con las nuevas formas de consumir música?

—Me llevo lo mejor que puedo. A través de mi nieta mayor me enteré que estoy en Spotify, Deezer y Apple Music con mis últimos 10 discos. El cd físico está condenado a desaparecer. Las ventas bajaron un 50%. Va a servir como una tarjeta de presentación para poder dejarle a alguien y que lo escuche. Ahora es todo por medio de las redes y las aplicaciones. Yo me manejo bien con las nuevas tecnologías: tengo Facebook y Twitter. El Instagram me parece que es para gente más joven, pero igual me lo estoy por hacer.

—¿Y usás estas plataformas para escuchar música?

—Sí. Escucho músicos como Frank Sinatra, Tony Bennett, Marco Antonio Muñiz. De la actualdiad me gusta mucho Michael Bublé. Canta muy bien y le llevó a la gente joven un repertorio de 60 años atrás.

—¿Cuál es el lugar que ocupa el género del bolero hoy?

—El bolero es cíclico. En 1967 pegó Armando Manzanero en toda América con sus canciones. Un par de años después la locura y gran venta de discos se serenó. Después apareció María Martha Serra Lima y mató otra vez con el bolero. Después de que se apagó ese fenómeno, apareció la revolución de Luis Miguel, que vendió a morir en todo el continente. Yo no creo que el bolero muera. Estoy convencido de que de la mano de alguien siempre regresa. Es un género maravilloso.

—Viviste un tiempo en México, ¿es cierto que conociste a Luis Miguel?

—Yo fui compañero en Sábados Circulares de Luis Rey, el papá de Luis Miguel. Teníamos más o menos la misma edad, 16 años. Él no cantaba mal, pero no tuvo suerte. No llegó a ser popular. Pasaron como 18 años y me lo volví a encontrar otra vez de casualidad en un sitio tanguero que se llamaba Caño 14. Le dije: "gallego, tantos años, no me digas que venís a cantar". Me respondió: "no, lo traigo al niño". Estaba con un chiquitín de 12 años. Recuerdo como si fuera hoy que le sacudí el pelo. Era Luis Miguel. No lo vi nunca más. Por otro lado, mi representante mientras vivía en México era Hugo López, el argentino que aparece en la serie de Luis Miguel. La serie está muy bien hecha.

—¿Cómo sería una serie sobre tu vida?

—Sería complicada, pero con un final feliz. Al haber empezado tan niño, inevitablemente uno se pierde los juegos de la infancia y adolescencia. Después uno empieza a cantar en todos los locales nocturnos, y se empieza a enredar con gente que va a verlo. Empiezan los tragos y atrás la droga. Yo estuve 29 años consumiendo. Es normal cuando uno empieza en este trabajo tan chico, en algún momento se la lleva por delante. Como todo el mundo quiere estar al lado del famoso, la droga ni siquiera cuesta dinero. Uno se siente el dueño del mundo. A los 47 años, un día dije "esto no está bueno". Me acuerdo que miré lo que tenía en la mano y lo tiré. Nunca más consumí.

—¿Qué recordás de esos años?

—Fueron mientras estuve viviendo en México. Me metía en cualquier lugar con atorrantes que iban por todos lados. Tuve la suerte de poder salir de esas cosas que me podían hacer daño. Yo no llegué a ser adicto. Metía la pata un día y podía pasar un mes hasta volver a hacerlo. Con el cigarrillo me pasó lo mismo. Nunca me llegué a sentir mal, pero un día tomé la decisión de dejarlo. Yo creo mucho en Dios, y creo que me tiraron un centro de arriba: "es hasta hoy".

—¿Todos los artistas exitosos atraviesan algún momento de excesos?

—No debería ser así. Cuando uno no está en sus cabales por alcohol o drogas no hace nada bien. Yo he visto videos de entrevistas de 35 años atrás en los que yo estaba complicado y me veo feo: gestos duros en la cara, tenso, transpirando. Una total porquería.

—¿Cómo estás viendo el momento político que atraviesa Argentina? Muchos colegas tuyos se han expresado a favor o en contra del gobierno.

—A mí me han desilusionado todos los políticos por igual. No soy K ni anti K. Y a la Argentina no la veo bien. Siempre discutimos sobre las mismas cosas. Estaría bueno que en tres o cuatro cosas nos pudiéramos poner de acuerdo entre todos. No parece tan difícil. Los enfrentamientos no conducen a nada, y se están viendo todo el tiempo. Uno prende la televisión en cualquier canal y está todo el mundo cotorreando. ¡Me tienen podrido! Estoy descontento, pero no con el gobierno actual. Evidentemente el gobierno tomó una herencia de muchos años en los que no han pasado cosas buenas. Y antes tampoco y antes tampoco. Eso me pone loco. ¿Cuándo arrancamos?

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