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Cristian Amacoria es un Zíngaro más

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Cristian junto a la barra de Zíngaros.

Comentó tras bambalinas que le gustaría hacer Carnaval y esa misma noche vio desde el escenario a Ariel “Pinocho” Sosa. El dueño de Zíngaros corrió hasta el Tinglado para ver quién era el tal Cristian Amacoria. Vio Enefecto (Mario Erramuspe) con la lupa puesta en el joven actor perteneciente al elenco estable de El Galpón. Le gustó su temperamento y polenta, así que lo siguió hasta el auto con la intención de hablarle, pero no se animó. Al día siguiente, Cristian recibió un mensaje de Pinocho por error y no dudó en contestarle. El carnavalero elogió su trabajo y lo citó. Le propuso el rol principal en la parodia de Drácula.

Le comentó al director del Tinglado que soñaba con salir en Carnaval pero lo veía muy lejano porque no tenía contacto con nadie del ambiente. Carolina Favier, excantante de Zíngaros, supo ese dato y se lo comunicó a Pinocho Sosa. "Este pibe anda muy bien, lo vi en Enefecto y me gustó, tiene ganas de salir con ustedes", le dijo al dueño del conjunto. Pinocho necesitaba un actor dramático para interpretar a Drácula, así que cual caza talentos del fútbol, corrió hacia El Tinglado esa misma noche para ver quién era el tipo del que le hablaban.

Lo esperó a la salida pero no se animó a ir hasta el camarín a saludarlo. Lo siguió hasta el auto pero no supo cómo entablar un diálogo. Tiempo después, le confesó a Cristian que es un tipo muy tímido: puede ponerse al Teatro de Verano entero en el bolsillo pero le resulta difícil superar la vergüenza del mano a mano.

Cristian recibió un mensaje extraño la mañana siguiente con una lista de canciones. La intención de Pincho era enviárselas a Cristian Vega, cantante de Zíngaros, que esa noche tenía una fiesta. Quién sabe si lo envió por error o lo traicionó el inconsciente, pero lo cierto es que el joven actor supo que quien le escribía era Pinocho cuando vio su foto de whatsapp y le contestó con humor: "Qué gusto verte en la platea anoche, si querés te las canto todas". La respuesta sirvió de empujón para que Pinocho discara su número, lo felicitara por su actuación en Enefecto y le propusiera juntarse para charlar.

—¿Qué te dijo en esa primera reunión?

—Que le había interesado mucho mi laburo, que él necesitaba un actor dramático para interpretar a Drácula con mucha comicidad, y que precisaba que tuviera muy buen vínculo con la hinchada. Él siempre pone en primer plano a la hinchada de Zíngaros, hace énfasis en que es la más grande del Carnaval. Me vio actuar y creyó que podía funcionar muy bien.

No se equivocó. Cristian se encontró con una hinchada súper fiel que llena todos los ensayos en el Monte de la Francesa. Se acercan entre 600 y 800 fanáticos cada noche. "Es una familia enorme", dice. Y él se integró con facilidad. "Voy y vengo de Flor de Maroñas hasta Colón todas las noches en bicicleta y la gente me lleva kilos de avena, yogur, pastafrola porque se generó una cosa de que me tienen que alimentar", cuenta entre risas.

Cristian junto a la barra de Zíngaros. Fotos: redes sociales. 
Cristian junto a la barra de Zíngaros. Fotos: redes sociales. 

Está maravillado con la posibilidad de probarse y medir su trabajo en los ensayo con un público masivo, pero además, le conmueven las reacciones de la hinchada que explota en las gradas "a grito pelado". Se paran, aplauden, se emocionan, vibran, reparten abrazos y mimos a los componentes del grupo. Cristian no da crédito que haya gente que lo tenga a él como foto de perfil.

"El público popular es de una frescura bestial, no hay nada intelectual de por medio", dice. Está fascinado. El actor protagonista de la exitosa obra Mi hijo solo camina un poco más lento (Gerardo Bergérez) asegura que el teatro ha perdido el vínculo con lo popular por ser "más elitista e intelectual". "Amo el teatro, es mi primer amor, mi casa, pero siento que me voy a encontrar con el mismo público siempre".

Loco lindo.

Cristian Amacoria nunca pisó el Teatro de Verano ni siquiera como espectador. Vive a una cuadra del tablado de Flor de Maroñas y lo frecuentaba en la adolescencia, pero jamás vio una actuación de Zíngaros en el escenario máximo del Carnaval. "Cuando se abra el telón creo que va a ser una patada en el pecho".

El actor tenía la imagen de Pinocho como un ser "egocéntrico". Ese mito se le vino al piso cuando lo conoció y empezó a tratarlo.

—Es un loco de mierda. Él lo sabe y lo dice, yo estoy loco. Pero es un tipo tremendamente apasionado y tiene la locura del que ama lo que hace y se juega la vida por su conjunto. No es fácil encontrar alguien que viva tan a flor de piel la pasión por lo que hace. Para mí trabajar con un tipo así es alucinante. Y estoy aprendiendo kilos.

Pinocho se enoja si en medio del ensayo alguien se distrae o está con la guardia baja. Maneja un termómetro infalible de lo que pide su hinchada. Sabe lo que quieren y se los da. "Si estamos un punto por debajo de lo que él cree que necesita el conjunto te pudre todo y delante de la gente. Te dice, esto son Los Zíngaros, los necesito al 100%, vamos de vuelta".

Los componentes saben que no integran cualquier grupo de parodistas, que precisan estar "al mango" todo el tiempo y que deben ganarse el lugar todas las noches. Cada rezongo de Pinocho es un piñazo, pero lo escuchan con un respeto brutal porque admiran su entrega. "Él te lo pide a su manera, con su locura y cuando volvés a salir después de la puteada te das cuenta de que estabas un punto abajo porque la gente explota, él explota y explotamos todos".

Chau zona de confort.

En 2016 Pinocho convocó a Vicky Rodríguez para que interpretara a Juana de Ibarbourou y este año repitió la fórmula. Fue a buscar a Cristian Amacoria para que se pusiera en la piel de Drácula. Cuando se reunieron le dijo que apostaba a los actores porque pretendía hacer de Zíngaros un grupo "más fino".

Pinocho será Cervantes en la parodia del Quijote y no faltarán sus clásicos monólogos, pero le comentó a Cristian que se siente cansado porque el conjunto le demanda una cantidad de trabajo abajo del escenario. "Me dijo que tenía ganas de ir cediendo de a poco ese espacio protagónico a ver qué pasaba. Y confió en mí".

—Cuando hiciste a Branko en Mi hijo solo camina un poco más lento conectaste con su discapacidad andando en silla de ruedas por toda la ciudad. El Carnaval no es igual al teatro, ¿cómo encaraste a Drácula?

—No tiene nada que ver y eso es alucinante. Llevé la ropa que pensaba que Drácula debería usar para conectar con su fineza y elegancia y ya fui el freak del conjunto porque en Carnaval no se hacen esas cosas. Era medio chocante porque yo le rompía a Pinocho para que me consiguiera los colmillos porque acostumbrarme a la dicción. Al principio traté de indagar en la psicología del personaje pero Pinocho precisa que vos trabajes para ocho mil personas desde el primer ensayo. Me chocó mucho esa modalidad porque el loco quería que yo estuviera al palo y yo vengo acostumbrado a los procesos pequeños, ir de poco a más. Me sacó del lugar seguro, de esa necesidad del actor de crear en la intimidad. Fue una fricción grande, me calenté, me fui a mi casa re quemado, me agarraba la cabeza y decía, ¿cómo voy a hacer para encarar esto?

—¿Qué te pedía?

—La proyección, por ejemplo. En el Carnaval no existen las escenas intimistas. O lo intimista debe de ser proyectado de forma bestial hacia delante porque necesita verme el primer espectador que está a siete metros y el último a dos cuadras. Es fundamental la frontalidad constante y es algo a lo que no estoy acostumbrado. Yo trabajo mucho lo íntimo en teatro, el frente a frente con el actor, tratar de olvidarme del espectador. Acá es todo lo contrario: hay que meter al espectador de cabeza para adentro de la escena. Eso era lo que me pedía al principio que me costaba pero ya le agarré la mano.

Se metió en la historia de Drácula, vio muchas películas y sacó material para inspirarse. Pero su rol en la parodia escrita por Andrés Tulipano es distinto al clásico. "Si bien es frío, distante, sufre por su condición de vampiro y eterno, es más fresco y abierto". Y dejó de adentrarse en la psicología del personaje para trabajar sobre el manejo de la energía arriba del escenario: "Acá lo que necesito es explotar".

Aquí "se reivindica a los diferentes" desde la figura del vampiro: este Drácula es vegetariano, no toma sangre, sino sangría.

Ola de cambios.

Nunca había cantado pero descubrió que tiene buen oído y afina. Y encontró en esta disciplina su nueva pasión.

—Tuviste que indagar en la comicidad también porque la parodia pide humor.

—Drácula es el personaje serio. A mí al principio me costaba entender por dónde querían Pinocho y Tulipano que laburara. La consulta siempre era, ¿qué necesitan de este Drácula? Yo intuía que la comicidad se la tenían que dar los personajes que estaban para introducir: Pablo Cánepa que hace de Jonathan Karkers, el tipo que llega a comprar el castillo de Drácula, y Panchito Araújo, que hace de la mucama del castillo y es el descacharre total.

—¿Qué pretendían ellos?

—Que yo hiciera el dos, el servidor del chiste. El personaje serio tira el centro para que ellos metan el golazo de humor.

—Antes de salir a escena con Branko decías que te aislabas, escuchabas música y tratabas de estar tranquilo. En el Teatro de Verano eso es imposible.

—Es imposible y está demás. De repente estamos ensayando una coreografía, Pinocho te caza del pescuezo, te tira arriba del escenario y te dice, bueno, ahora viene la escena de amor de Drácula y Mina y de la galera tenés que encararlo. Ese ejercicio de agilidad emocional es alucinante. No hay transiciones. Acá es todo ya.

—Pinocho comentó que buscaba un artista con un alto nivel de temperamento y polenta, que son cualidades que caracterizan a Zíngaros, ¿te lo dijo a vos?

—Él me dijo que necesitaba eso en primera instancia y ahora en las devoluciones me dijo que está sucediendo, que Drácula está teniendo la polenta y la presencia que tiene que tener. Él está re conforme y yo estoy feliz.

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Foto: Fernando Ponzetto

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