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Cinco cosas que no sabías de Russell Crowe

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El ganador del Oscar por Gladiador (2001) es un artista completo. Actúa, dirige, compone y canta. Las entrevistas le resultan tortuosas y solo acepta guiones que lo erizan. Su rol más importante fue Nash en Una mente brillante.

1 - NO PREPARÓ SU ÚLTIMO ROL

Gosling y Crowe siguieron el mismo proceso en este filme.

Suena extraño y Russell Crowe lo sabe incluso antes de comenzar la entrevista con Elmundo.es, pero se anima a confesar que en Dos tipos peligrosos (Shane Black, 2016) no hubo lugar para construir personajes.

El actor neozelandés confirma que esa falta de preparación fue clave para conseguir la fluidez que la película ambientada en los '70 necesitaba. "Nos escuchábamos y dejábamos que las escenas salieran frescas, sin anticiparnos a nada".

En su último filme ganó la improvisación. Los secretos para que esta modalidad resultara eficaz fueron la confianza que el director depositó en Crowe (que encarna a un matón a sueldo) y Ryan Gosling (que interpreta a un detective privado) y la química entre ellos.

2 - VEÍA A SU PADRE EN WIGAND

Dice que el ´personaje de "El dilema" era igual a su progenitor.

Cuando encarnó a Jeffrey Wigand en El Dilema (Michael Mann, 1999) sucedió algo especial. El personaje era 20 años mayor que Crowe, y eso lo llevó a realizar una gran transformación física. Cada vez que se miraba al espejo creía estar viendo a su padre. No eran locuras de su imaginación. Wigand es un calco de su progenitor. Es más, el día del estreno los fotógrafos iban directo a su padre, que perdió la paciencia, y dijo, "¡vete a tomar por el culo, yo no soy ese", se ríe Crowe al recordar la anécdota.

El actor está seguro de que uno de sus trabajos más profundos fue John Nash en Una mente brillante (Ron Howard, 2001). Para componer de forma veraz y sensata a ese matemático que padecía esquizofrenia se agarró de un par de tips. Se dejó crecer las uñas porque sabía que Nash tenía dedos largos y eso le obligó a manejar las manos de forma distinta en las escenas donde escribía en un pizarrón o agarraba papeles. Ese fue uno de los roles que le puso la piel de gallina. Estuvo nominado al Oscar pero no lo ganó.

3 - TRABAJÓ DE NIÑO CANTOR

Soñaba con vivir del arte, pero tuvo otros empleos antes.

Debutó con seis años en la serie Spyforce, y continuó como extra. Russell Crowe quiso abandonar el secundario para dedicarse a la música y la actuación. Es que el arte guía su vida desde que tiene uso de razón.

Pero igual tuvo otros empleos antes de triunfar en lo que era su real vocación. Cantó los números de un bingo pero duró poco en el puesto: lo echaron porque mechaba rimas de su autoría.

Consiguió un papel en la versión teatral de Grease, y a los 19 años se mudó de Nueva Zelanda a Australia para probar suerte. Igual, siguió trabajando en el rubro alimenticio. Filmó una película para la formación de conductores en Gales del Sur y su rol era enseñar a la gente la forma correcta de interpretar el cartel de pare. Se ríe al recordarlo.

Narrar está en su ADN. "Si hubiera vivido en la época de Shakespeare sería feliz viajando por los pueblos en la parte de atrás de un carro tirado por bueyes para ver dónde se puede montar una obra".

4 - GUARDA UNA CARTA DE MARLON BRANDO

Se la hizo llegar a través de un amigo.

Hizo al padre de Superman en El hombre de acero (Zack Snyder, 2013) y la comparación con Marlon Brando fue inevitable. Crowe es fanático del actor de El Padrino, incluso le compuso un tema titulado I Want to Be Like Marlon Brando. Contó que tiene una conexión especial con él.

Tres años después de su muerte, un amigo en común le reveló que este icono del cine había intentado contactarlo sin éxito y le había dado un libro del poeta irlandés Patrick Kavanagh para que le entregara. Dentro traía una carta y Brando le decía que había disfrutado sus películas. Ese regalo movilizó mucho a Crowe "porque cuando empecé como actor sus interpretaciones me emocionaron mucho. Es una auténtica leyenda".

5 - ROCKERO, MÚSICO Y COMPOSITOR

Tuvo bandas, lanzó discos y filmó clips.

Hizo la banda sonora para dos filmes en los que también actuó: Virtuosity (Brett Leonard, 1995) y Un buen año (Ridley Scott, 2006). Crowe recurre a la música como una vía para liberar la pasión. Y ocupa un lugar tan importante en su vida como su labor como padre y actor.

Toca para disfrutar y se presentó en Europa, Australia, Estados Unidos y Canadá. Cuando compone una canción se concentra en la letra. Hoy ya no precisa promocionar los conciertos, basta con que los anuncie en Twitter. "Las entradas se ponen a la venta y se agotan a la media hora como mucho".

Crowe y su banda no dan entrevistas, tampoco invitan críticos ni fotógrafos a los shows, "es una experiencia mucho más íntima para la audiencia".

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