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Cinco cosas que no sabías de Ben Stiller

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Hijo de cómicos, el neyorkino Ben Stiller siguió el mismo rumbo que sus padres. El actor, director y productor participó de los filmes más taquilleros: Loco por Mary, La familia de mi novia, Noche en el museo y Zoolander I y II.

1 - QUERÍA SER UN BEASTIE BOY.

Cumplió su sueño cuando cantó con ellos hace unos años.

Puede llamarse dichoso. Ben Stiller experimentó grandes aventuras como actor: filmó escenas extremas con olas de dos metros en medio del mar, nadó con tiburones y cruzó Islandia en patineta. Pero la gran fantasía que tenía desde la infancia se concretó el día que se subió al escenario para cantar junto a los Beastie Boys "con la gorrita incluida".

Stiller es un neoyorkino de cepa al igual que este grupo musical fundado en 1981 y usa las bandas sonoras para transmitir el tono y las emociones que quiere dar cuando le toca dirigir una película. Hace dos años, Stiller volvió a darse otro lujo al compartir elenco con el Beastie Boy Adam Horovitz en el filme Mientras seamos jóvenes (Noah Baumbach).

2- DISFRUTA MÁS DIRIGIR.

Le sienta muy bien ese rol y le gustaría ejercerlo más seguido.

Desde los diez años soñaba con convertirse en director y lleva más de dos décadas ejerciendo esa profesión en paralelo con la actuación. Ben Stiller dice que cuanto más grande se pone, más tiempo quiere pasar como realizador. Debutó a lo grande, lo hizo dirigiendo nada menos que a Ethan Hawke y Winona Ryder en Reality Bites (1994).

Dos años más tarde, fueron Jim Carrey y Matthew Broderick quienes se pusieron bajo sus órdenes en Un loco a domicilio. Un tiempito después llegó la exitosa Zoolander I y II (2001 y 2016) y ahí también se dio un par de gustitos personales: protagonizó junto a su amigo Owen Wilson y en la segunda parte compartió elenco con Penélope Cruz a quien comparó con Sophia Loren.

"Ser un director de cine es ser un soñador todo el día. Cuando menos lo esperás tomás un momento de tu día y te ponés a imaginar todo eso que querés transportar de tu cabeza al mundo real". Este rol le permite crear un universo que muchas veces es mejor que el que vive en la vida real.

3 - ESCUCHA CONSEJOS DE SU PAPÁ.

La genética lo condicionó y eligió el camino del arte.

Benjamin Edward Stiller, conocido como Ben Stiller, es hijo de los cómicos Jerry Stiller (actor de la serie Seinfeld) y Anne Meara. Ellos ejercieron una fuerte influencia en su vocación y desde niño empezó a filmar sus cuentos con una cámara súper 8. Realizó su primera incursión en TV con apenas 10 años en la serie Kate McShane, donde actuaba su madre.

Pero a pesar de haberse criado en una casa de artistas, el consejo más sabio que recibió de su padre y que aplica hasta hoy no tuvo que ver con la actuación. "Dormir arreglará todo. Anda y échate una siesta", le decía Jerry Stiller. Su hijo lo repite en varias entrevistas y aunque no sabe si funciona totalmente, está seguro de que ayuda. Stiller confesó que no le hacía mucha gracia que sus compañeros supieran quiénes eran sus padres, hablaran o tuvieran una opinión sobre ellos, "uno quiere ser un individuo". Por eso, procura que sus hijos estén bastante al margen y así preservarlos.

4 - JUGÓ CON DEL POTRO Y NADAL.

Es fanático del basketball y el tenis.

Apenas la periodista de La Nación se presenta y le dice que es argentina, Ben Stiller se acomoda en su sillón y repite como pensando en voz alta, "Del Potro, Argentina". El actor es fanático de los deportes, y aunque ya no juega porque su rodilla no le permite correr, es un fiel seguidor de la NBA, hincha a muerte del New York Knicks y le apasiona ver los grandes torneos de tenis.

Sabe que Martín del Potro está en el Top Ten y lo menciona en esa nota del 2014. Es que Stiller quedó fascinado desde que hizo dupla con Rafael Nadal en un improvisado partido que se jugó en el Madison Square Garden. Del otro lado de la red estaba Del Potro y una niña del público. "Fue un momento único. Me sentí como un chico entre dos monstruos".

5 - NO QUIERE HIJOS CONSENTIDOS.

Sus chicos tienen los pies sobre la tierra.

Dejó Los Ángeles y se mudó a Nueva York con el fin de que Ella Olivia (14 años) y Quilin Dempsey (11 años) dejaran de vivir en una burbuja. Stiller entiende que su ciudad natal abrirá la cabeza de sus hijos porque los expondrá a distintos estilos de vida, convivirán con gente de mucho dinero y con otros más humildes. Opina que es una forma "no muy dramática" de mostrarles la complejidad de la vida.

Pone límites pero es muy afectuoso con ellos. Es feliz cuando los lleva a recorrer museos, cada vez que acompaña a Quilin a sus clases de karate y cuando le enseña a andar en skate a Ella en la patineta que él le regaló tras el rodaje de La vida secreta de Walter Mitty, filme que dirigió y protagonizó en 2013.

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Foto: Archivo El País

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