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Chino Recoba:"Nunca gané plata con la murga"

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Perrone, Recoba, Lombardo, Keroglian y Routin. Foto: Agustín Urroz.

Decidió colgar los botines de un día para el otro. Dudó si merecía un partido despedida, pero lo tuvo el 31 de marzo de 2016. Confesó que volvería a jugar solo para revivir ese homenaje.Álvaro “Chino” Recoba no añora la pelota, no mira fútbol y no volvió a practicar goles olímpicos. Su diversión hoy es Don Timoteo. Todos los carnavales dice que será el último, pero en abril empieza a extrañar y recae. La murga no le da ganancias pero es seguro la plata mejor invertida.

—Sacaste la murga en 2013 para darte un gusto y no la desarmaste más. Todos los años decís que va a ser el último y en abril recaes, ¿por qué pasa eso?

—En los últimos años el Carnaval me ha dado tantas alegrías y emociones que siempre decís, "ta no salgo más" y terminás saliendo igual. Ves que los grupos que se han armado han sido divinos, muchos de los que estuvieron con nosotros hasta les cuesta ser parte de otra murga porque hemos apuntado a que los gurises pasen bien, se diviertan y haya armonía. Entonces te sentís un poco en deuda con ellos. Después de cinco años ya te sentís un poco parte de Carnaval también. Decís, "este es el último" porque te lleva mucho tiempo, pero después que te empieza a faltar ir a los ensayos y preparar, lo extrañás. No pasaron dos meses y ya querés arrancar de vuelta. Eso te lleva a volver a sacarla.

—¿Crees que es para siempre?

—No sé si es para siempre. No es fácil tampoco. Nos joden con que tenemos muchos sponsors pero si no los tuviéramos sería un gastadero de plata impresionante.

—¿Sin los sponsors no podrías poner todo el dinero vos?

—No es por no ponerlo. Hay gente que lo ha hecho y en los años que hemos estado en Carnaval siempre hemos perdido, pero sería una locura hacerlo porque sí. Nosotros tenemos la suerte de tener artistas que son impresionantes y para eso precisás recaudar mucho. No la sacás por hacer plata porque no ganás nunca pero tenés una familia atrás que te dice, "tampoco es la pavada. Es un hobby para vos, para tu suegro (Rafa Perrone), pero no la despilfarres". Esa es la verdad.

—¿La murga es la plata mejor invertida para vos?

—Totalmente. Te lleva esos meses a disfrutar como nada. Después de que dejás el fútbol te da emociones divinas.

—En 2013 decías que no se te ocurría dar opiniones categóricas en la murga, así como a vos nadie te daba órdenes de cómo pegarle a la pelota, ¿cambió en algo tu rol hoy con la experiencia?

—Nada, nada. Por algo tenés artistas que si no son los mejores pegan en el palo. Capaz que tenés un poco más de experiencia pero no sos experto. Hoy está Pitufo (Lombardo) y él te pregunta cómo viste la murga y vos le decís si te gustó. Este año había alguna cosa que cuando fui no me enloquecía y se lo comenté. No le dije cambialo, ni nada. Te piden un comentario de alguien que es parte de la murga, lo ve desde otro lugar, porque siendo ellos los actores principales capaz que hay cosas que no las perciben y vos le decís, "mira, esto no me pareció tan lindo".

En 2014, que ganamos, en el último segundo de la retirada la murga venía al palo cantando y cuando decían la última frase de la canción, llegaban bien de voces, pero yo lo único que comenté fue, "si antes de tirar la última palabra meten dos segundos para atrás y agarran aire va a quedar espectacular". Y así fue. Y así lo hicieron.

—Cuando volviste a Nacional querías sacar campeón al cuadro, ¿con la murga te pasó igual?

—No. En el fútbol tenés que salir campeón sí o sí, sino es un fracaso. En el caso de la murga es obvio que competís para ganar pero no es lo único. El año pasado la murga terminó quinta, pero yo quedé feliz porque para mí era la mejor. Vos en el fútbol ganás más partidos que los demás y sos campeón porque nadie te vota. En la murga es diferente, es la percepción de un jurado que tiene su visión y lo que para vos está espectacular y es lo mejor, para alguno capaz que es lo peor.

Perrone, Recoba, Lombardo, Keroglian y Routin. Foto: Agustín Urroz (Trimax Media). 
Perrone, Recoba, Lombardo, Keroglian y Routin. Foto: Agustín Urroz (Trimax Media). 

—Este año tenés un cuadrazo. Hiciste que volviera Pitufo Lombardo después de años, Marcel Keoroglian, está Pinocho Routin. Armaste tremendo plantel, ¿es el Barcelona del Carnaval?

—(Risas). No sé si es el Barcelona. A Pitufo en los últimos años le han llovido ofertas de muchas murgas y seguramente no era un tema económico, lo mismo que a Marcel y Pinocho. Porque ellos podían salir en cualquier lado y pedir lo que fuera. Con Pinocho ya nos conocíamos pero con Marcel y Pitufo lo hablé personalmente, les dije que desde que arrancamos con la murga en 2013 hubo gente que estuvo y no está más, otros que fueron y volvieron, pero siempre tratamos de mantener una esencia: ser una familia. No es fácil lograrlo. Nosotros como directores responsables jamás nos meteríamos en nada, no nos sentimos ni creemos más que nadie. Eso se lo conté a Pitufo y es fácil decirlo pero la realidad es que hay que verlo y hoy que el Carnaval está por empezar ellos confirman lo que les dijimos: acá podés ganar, perder, pero nunca va a haber ningún problema. Acá el protagonismo no lo tiene nadie. Son gurises que hacen algo divino como es Carnaval y después hay gente atrás como mi suegro y yo que apoyamos desde un lugar de disfrute, pero jamás de sentirnos dueños ni mucho menos. Ese es el objetivodesde que empezamos y los que han pasado por la murga lo saben.

—Como futbolista te contrataban. Ahora te toca estar del otro lado. Es diferente, ¿qué se siente?

—Acá está el que contrata bueno y el que contrata malo. El que contrata bueno soy yo: "sí, cuánto piden, vamo arriba". Y está el contratista que mira más las cosas que es el Rafa (Perrone) y dice, "pará, tanto no, vamo a aflojar, a ver si se puede arreglar por un poco menos". Pero más o menos sabés lo que podés ofrecer. Igual el tema económico no puede ser nunca el principal, sino no sacarías una murga porque no da un rédito.

—Ganaste dos títulos con la murga (en 2013 con el nombre Asaltantes con Patente y en 2014 como Don Timoteo), ¿se parece en algo a salir campeón con un cuadro o dar vuelta un Clásico en la hora con un gol tuyo?

—Hay momentos como cuando vas al Teatro de Verano que son sublimes porque jugás con la cancha llena y ahí es donde la murga que gana generalmente no falla. O aunque no gane, no falla. Solo hubo una vez que la murga no me enloqueció.

—¿Cuándo?

—La segunda rueda del primer año que ganamos (2013). Vos lo ves casi todos los días y cuando vas al Teatro de Verano sabés si te gustó o no. Cuando te gusta se te pasa volando el tiempo, decís, "pah, ¿ya terminó?" Esa vez capaz que no estaba bien para mirarla o me agarró cansado porque yo todavía jugaba al fútbol.

—Y cuando te enterás que gana es como dar la vuelta, ¿no?

—No, la noche de fallos es un drama total. No es fácil hacer los números, van llevando las cuentas, hay uno que dice, "vamos arriba", otro grita, "estamos abajo, nos pasaron la primera rueda". Es un loquero. Cuando termina y ganás quedás feliz. Pero el año pasado salimos quintos y yo estaba contento igual porque la emoción que te da la murga cuando vas al Teatro de Verano no tiene precio. Y cuando gana una murga como La Gran Muñeca (2016) que son gurises recontra divertidos, a mí me encanta. Siempre estás con la idea que querer ganar, pero termina el Carnaval, pasás raya y no te cambia mucho lo que viviste en esos meses por salir primero, segundo o tercero.

—¿Sos de ir a ver a otras murgas al Teatro de Verano?

—No, solo Timoteo. No soy de ir especialmente a ver la competencia y además es imposible hacer comparaciones porque vos siempre ves mejor la tuya. El año pasado ganó La Gran Muñeca y nunca la vi. Te llegan comentarios y capaz que la ves y a vos no te gusta pero porque creés y pensás que la tuya es la mejor. Ahora, si me decís por el espectáculo, me encanta ir a ver a Zíngaros, Los Muchachos, Los Chobys, Sociedad Anónima, Cayó la Cabra, que son recontra divertidos.

—Cuando jugabas te tocaba llevar la pelota. Ahora mirás desde la platea, ¿lo ves más tranquilo?

—Sí, lo ves más tranquilo. La previa es divina. Vamos a lo de Rosario Viñoly (maquilladora). Están desde el mediodía preparándose, se ponen a cantar, te tomás un traguito de algo y llegás feliz al Teatro de Verano. Es más relajado.

—Timoteo mueve muchos fanáticos, ¿creés que ese marketing de la murga tiene que ver con que vos estás atrás?

—No, hoy no. Creo que el primer año que sacamos la murga e involucré al Tony (Pacheco) capaz que eso generaba un poco más de movida. Igual en el plantel teníamos a Diego Bello, Rafa Cotelo, Danilo Mazzo, El Alemán, Marcelo Pallares, Maxi Pérez.

—Pero había cierta magia porque estaban vos y el Tony…

—Yo creo que sí. El primer año capaz que los sponsors decían, "vamos a invertir en la murga del Chino y del Tony porque va a ser noticia". Ahora, si no brindás algo espectacular, al segundo año te van a decir que no. Los sponsors no van por el Chino o el Tony, van por el espectáculo que brindaste.

—A Carlos Tanco no pudiste retenerlo, ¿te costó su partida?

—Carlos es un tipo divino, que sabe mucho, pero el segundo año prácticamente que lo obligamos a salir, él no tenía muchas ganas, y salimos primeros. Con Carlos tenés más de la mitad del espectáculo ganado seguro. Es un fenómeno como persona y además está adelantado a todo: él te habla de lo mismo que otros pero lo pone desde un lugar que vos decís, "¿cómo lo pensó así?" El tipo es un genio.

—Te gusta cantar y con el Pupi Zanetti hacían karaokes en Italia, ¿no te dan ganas de subirte al escenario ahora que te retiraste del fútbol?

—No, sería una falta de respeto salir profesionalmente en una murga. Me he subido a algún tablado a cantar y he terminado muerto de la voz. Imaginate todos los días cuatro o cinco veces por noche, imposible. Me gusta el karaoke, lo hago seguido y canto de todo. Pero querer hacerlo profesionalmente sería una locura y un atrevimiento.

—La noche del 31 de marzo de 2016 fue especial. Todo el Parque Central rendido a tus pies, ¿tardaste en que te cayera la ficha?

—Fue algo inesperado. Yo nunca imaginé que me organizaran un partido despedida. Cuando surgió esa idea dudaba, no sabía hasta qué punto lo merecía. Con los hechos, viendo cómo me acompañó la gente esa noche y los amigos que vinieron de afuera, me acuerdo que llegué al hotel, hablé con los organizadores y les dije, "¿puedo volver a jugar así hago otro partido despedida?" Porque me encantó. Fue divino, emotivo e impresionante.

—¿Te sentís el último ídolo de Nacional?

—Ídolo no. Creo que en Nacional me fue bien. Me siento agradecido porque el club me abrió las puerta de nuevo cuando podían decirme que no perfectamente y estaba bien porque yo en su momento había decidido venir a Danubio, el equipo de donde había salido de chico, pero después tomé la decisión de volver a Nacional, el club que me dio la oportunidad de irme al exterior. A mí el club me dio más de lo que me hubiese esperado. Uno no se siente ídolo, se siente querido por la gente y al mismo tiempo agradecido al club que confió en vos. En ese momento, estaba bien si me decían que no pero yo hubiese dejado de jugar al fútbol. En cambio, Nacional me dio esa posibilidad de sentirme útil en un equipo grande y de lograr cosas divinas e inolvidables. Esos años en el club fueron lo mejor que me ha pasado en mi vida futbolística sin lugar a dudas.

—¿Mejor que lo que viviste en Europa?

—Lo que pasa es que es en tu casa. En Italia estuve diez años y con el Inter gané scudetto, Copa UEFA, Copa Italia, pero salir campeón en tu país, en Nacional y tener la posibilidad de ser importante en momentos decisivos no tiene precio. Eso no se iguala. En el exterior es totalmente diferente a estar en tu país y hacer las cosas bien de la manera en que me salieron a mí en Nacional.

—¿Todavía tenés ganas de ser presidente de Nacional?

—Sí, totalmente.

—Hace poco te fuiste en moto a Chile, ¿cómo fue esa aventura?

—Cuando jugás al fútbol no podés hacer nada prácticamente y a mí me encanta andar en moto. En un principio el viaje era con mi hermano Fabián. Pero él labura y se le complicó. Me enganché con tres amigos y fue impresionante. Yo nunca había cruzado la cordillera en auto o en moto, solo en avión. Y fue recontra espectacular.

—¿Seguís mirando Game of Thrones en tu tiempo libre?

—No, terminé. Ahora veo The walking dead. Siempre estoy mirando algo.

—¿Mirás fútbol también?

—No, poquísimo, ni de acá ni del exterior. Prefiero ir al estadio o al Parque.

—¿Vas a ver a Nacional?

—La verdad, tampoco. Fui a ver un Clásico y un partido de Nacional pero no me acuerdo contra quién.

—¿Seguís practicando goles olímpicos en tu casa?

—Tampoco.

—¿En algún momento en todo este tiempo sentiste ganas de volver a jugar?

—No, profesionalmente nunca. Ahora estoy jugando al fútbol playa porque me divierte pero cero fútbol once.

—¿Te fuiste convencido de que no querías más nada?

—Ya había pasado la etapa. De un día para el otro dije, "me aburrí, no juego más". Y así fue.

—¿Te cansó?

—No es que me cansó pero cuando es un peso ir a concentrar, cuando sabés que el 5 de enero estás empezando la pre temporada y decís, "otra vez no aguanto" es porque ya está. Aparte no quería hacerlo sin ganas. Si no te sentís bárbaro, no da para más.

—Cuando cumpliste diez años de casado hiciste una fiesta de disfraces donde cantó Asaltantes. Ahora celebraron veinte años renovando los votos, ¿por qué?

—Miramos para atrás y hace veinte años no daban mucho por la pareja. Más allá de nosotros que estábamos convencidos de casarnos con 18 y 20 años, la verdad las apuestas no eran muy altas. Hoy nos encontramos con veinte años de casados, dos hijos divinos y estaba bueno celebrarlo.

—¿Cómo fue la fiesta?

—Pusimos una carpa gigante en el jardín de mi casa en Punta del Este. Fue Bola 8 y yo le canté una canción a mi señora. Grabamos un video de diez minutos donde actuábamos e intercambiábamos roles: Lorena hacía lo que yo hago en el día y yo lo que ella hace. Fue muy divertido. Estuvo divino.

Crack con la pelota.

"No vengo a retirarme, vengo a salir campeón con Nacional", dijo el Chino Recoba. Y cumplió. Dio la vuelta con su equipo en la temporada 2011-2012 y 2014-2015. En 2012, marcó dos goles olímpicos con menos de un mes de diferencia vistiendo la casaca tricolor (contra Liverpool y Fénix de local) y en su partido despedida le regalaron el córner del Parque Central. El Chino lo tiene en su barbacoa. Dice que todos los regalos que le ha dado el fútbol son un tesoro. Hoy la mayoría de ellos (camisetas, short, botines) los guarda su hijo Jeremías.

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Foto: Marcelo Bonjour

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