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La chica de la que todos hablan

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Justina Bustos

La revelación del cine y de la televisión argentina es la protagonista del film uruguayo Migas de pan. Entrevista con Justina Bustos, la actriz que dejó la calma del campo para convertirse en tapa de revistas.

Justina Bustos pasó la noche rascándose la cara, hablando sola delante del espejo, pidiendo que por favor desaparezcan esos círculos rojos que delatan los nervios que le provoca verse en una pantalla.
Ya le había sucedido cuando fue extra en películas protagonizadas por Emma Watson y Will Smith, cuando actuó en las comedias Voley y Una noche de amor, cuando la citaron para interpretar a la novia de Alejandro Puccio en la serie Historia de un clan. Y el año pasado, cuando Gael García Bernal le propuso protagonizar un corto tuvo fiebre durante tres días. Resopla, pero la tranquiliza pensar que esa psicomatización es un amuleto, porque es una señal de que sigue apasionada por la actuación.
El jueves se estrenó Migas de pan, una película uruguaya donde interpreta a una presa política. Este trabajo termina de confirmar lo que todos en Argentina ya sospechaban: esta rubia de 27 años, acento cordobés y un metro y medio de altura, es la revelación del momento.

—¿Cómo encaraste la interpretación del personaje más dramático de tu carrera en Migas de pan

?

—Lo disfruté muchísimo porque es muy difícil que te toque este tipo de personaje siendo mujer. Casi siempre los héroes son hombres y las mujeres acompañan: son las novias o las hijas de. En mi carrera venía siendo así la cosa, hasta que le llegó este guión a Cecilia (Roth) y como las dos estábamos trabajando juntas en Historia de un clan me comentó que había pensado en mí para interpretar su personaje a los 20 años.

—¿Cómo te lo propuso?

—Para empezar que ella pensara en mí ya fue suficiente: ya había decidido hacerlo desde que me lo planteó. Me dijo que era una historia de la época de la dictadura, que mis escenas eran muy fuertes y concluyó: "te va a gustar".

—¿Cuándo leíste el guión qué pensaste? Protagonizás varias escenas de tortura, violación, desnudos...

—Me encantó. Lo que leía me gustaba. El desnudo no fue un problema en absoluto, pero sí las escenas de violencia. Pensé que iba a haber una doble porque tenía escenas de riesgo físico, pero no hubo, lo cual fue bueno para la interpretación pero fue muy desgastante para mí. Cada una de esas escenas en las que me arrastran o me tiro de un techo implicaba hacer 15 tomas, y quedé bastante dolorida.

—Es habitual que trabajes con una coach, ¿esta vez usaste un método distinto?

—Ensayé con ella, como siempre. Esta vez en lugar de probar las escenas buscamos más el estado anímico del personaje.

—¿Cómo es que te ponés "en estado" antes de rodar escenas tan crudas como las que te tocó hacer en esta película?

—El ambiente ayuda mucho, y nosotros filmamos en un set chiquitito que representaba una cárcel y se sentía como una. El ambiente era tenso, los lugares no eran confortables, la gente estaba incómoda, muchas veces yo estuve incómoda y todo eso me lo apropié para que me ayudara en la escena, y salía.

—Hace poco rodaste un corto bajo la dirección de Gael García Bernal (Maddly). Cuando confirmó tu participación tuviste fiebre durante tres días. ¿Qué es lo que te da tanto nervio?

—Bueno, ayer con Cecilia nos reíamos porque estábamos yendo a una cena por la película y tenía la cara llena de ronchitas. De nervios. Creo que esto nunca me va a dejar de pasar porque cada película es una historia y un mundo diferente. Si no me pasara algo físico así tan extremo, creo que me preocuparía.

Migas de pan se filmó durante dos semanas en Montevideo. Justina Bustos ya había rodado en nuestro país la serie Dance!
Migas de pan se filmó durante dos semanas en Montevideo. Justina Bustos ya había rodado en nuestro país la serie Dance!

—¿El estrés te viene antes de empezar o durante?                                                

—Durante el rodaje estoy relajada pero cuando voy a ver la película estoy más nerviosa que nunca.


—¿Qué te pasa?

—Las horas previas a la función son tremendas. Estoy en otra atmósfera de nerviosismo, supongo que es como si te estuvieras casando o una situación así.

—En poco tiempo te tocó hacer distinto tipo de personajes, ¿cuál estaría entre los pendientes?

—Bueno, este personaje para mí fue muy disfrutable. Y ahora estoy por hacer una película que se llama Los que aman odian y mi personaje es pesado, toma calmantes, está estresada, es fumadora, está ambientada en los años 40. Me encanta hacer personajes lejanos a mí, como estos.

—Por otro lado te vinculan a una nueva generación de actores, ¿estás de acuerdo?

—Yo creo que sí. Lo que pasa es que no vengo de la escuela de Cris Morena. Ahora tenés una generación de chicos que se formaron en la televisión con ella y otros que no, como yo, Ailín Salas, Rita Pauls, Martín Piroyansky, varios. Eso es diferente. Y después, vengo de diferentes escuelas de actuación.

—¿Cómo es entrar en el medio en un país tan competitivo como Argentina, con tantas actrices queriendo protagonismo?

—Es muy difícil, se logra a pura perseverancia. Yo no conocí a gente o contactos en las escuelas, fue después. Haber ido a una escuela no te habilita a tener un lugar en el cine.

Fue Cecilia Roth quien le propuso a la directora de Migas de pan que la considerara para interpretar a su personaje durante su juventud. Busto es la verdadera protagonista de la cinta, lidió con escenas de gran violencia y dramatismo y sorprende por su desempeño. 
Fue Cecilia Roth quien le propuso a la directora de Migas de pan que la considerara para interpretar a su personaje durante su juventud. Busto es la verdadera protagonista de la cinta, lidió con escenas de gran violencia y dramatismo y sorprende por su desempeño. 

—¿Tampoco tener un mánager?

                 

             

—Tampoco. Mi mánager me consigue castings. Yo soy un producto del casting. Hice muchísimos. Y ahí es donde tengo que tener buen resultado.

—Llevás más de 10 años formándote y dijiste que no querías abandonar los estudios, ¿por qué?

—Porque para mí es estar en un permanente entrenamiento. Estoy en contacto con actores, con proyectos, me aprendo letras, me pruebo en monólogos, me expongo a situaciones distintas. Eso me sirve.

—¿Qué es lo que más te cuesta de la actuación?

—Las veces que me han dicho que no, que fueron muchas. Necesitás amigarte con el no. Y entender que tu trabajo y la valoración de tu trabajo depende de la opinión de otras personas. Eso muchas veces es desgastante.

—Dijiste alguna vez que lo primero que hacés cuando te despertás es bailar.

—Sí, me siento libre cuando bailo. Ahora agregué clases de tap, voy dos veces por semana y estoy fascinada.

—¿Tenías prejuicios por entrar en el mundo del cine?

—Sí. Yo veía que la estética de mi generación era otra, por ejemplo actores con caras raras, más personajes, y yo soy rubia con cara de buenita, pensaba que nadie me iba a querer. O que me iba a tocar ser la mina princesita. Temía que por mi cara los papeles fueran dulces y frescos, y yo no quiero papeles de "sos la frescura de la historia".

—Te mencionan como una de las caras de la nueva comedia, ¿notás que hay un manera distinta de hacer comedia en el cine argentino?

—Como un acercamiento distinto desde la actuación, no. A mí me gusta mucho la comedia, por ejemplo el personaje de Vóley no era cómico, quedó así porque Martín Piroyansky se enteró de que en una clase de actuación había desarrollado un personaje de una chica cordobesa que dice muchas malas palabra y lo incluimos.

—¿Tuviste que entrenarte para sacarte el acento cordobés?

—No, tengo buen oído e imito la tonada porteña desde que soy niña.

—Aparte de los elogios como actriz revelación te está tocando ser tapa de revista. ¿Cómo se hace para equilibrar la exposición y el bajo perfil como te proponés?

—Eso es parte del trabajo; ya lo entendí. Al principio me agobiaba, era mucha cosa verme en las revistas. Y después me dije, "disfrutalo, no tiene nada de malo, es un resultado de tu trabajo".

—Cuando se repasa tu carrera también se ve que estás vinculada a obras de teatro que surgen en grupo, en los ensayos. ¿Qué tipo de actriz querés ser?

—A mí el teatro me gusta mucho. Estoy haciendo Los Ortúzar, una obra que empezó porque dije que no a un proyecto y de golpe tenía tiempo libre, y le propuse a mis compañeros de teatro llevar lo que surge en la clase a las tablas. Me gusta estar en un escenario y también el cine, mi ideal es mantener las dos cosas.

—¿Qué es lo que te da la actuación que tanto la necesitás?

—Me apasiona. ¿Qué me da? Felicidad. ¿Por qué? Simplemente porque es lo que único que realmente me gusta.

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Justina Bustos

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