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¡Ay carnaval!

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"A todos los conjuntos les importa ganar, aunque digan que no, sino no entrás al concurso"

Le gusta estudiar y mantener la cabeza activa. El año pasado se enteró que existía un post grado sobre Carnaval, Patrimonio y Fiestas populares en la Facultad de Ciencias Sociales, corrió a anotarse y pensó, ‘que sea lo que Dios quiera’. Daniela Marotta fue una de las 30 seleccionadas para cursarlo. Su padre integró el dúo Yo quiero dormir con Mamá hasta que se casó, pero la coreógrafa y psicóloga no lo supo hasta que creció, “decían malas palabras y me lo ocultaron durante años”. Nunca lo vio actuar en un tablado y la primera foto se la mostraron en este post grado: “Se me caían las lágrimas”.

Mariel Varela Fotos: Marcelo Bonjour

En 2012 se presentó al primer llamado abierto que hubo en la Intendencia de Montevideo para ser jurado de Carnaval, hizo la prueba y la convocaron. Ingresó por oposición y mérito, "no es que entra cualquiera". En 2014 juzgó en el rubro coreografía y baile como alterna y este febrero lo hará de titular.

Su madre la llevaba a ver zarzuela y teatro y eso motivó su gusto por la danza, que la practica desde los 4 años, pero su vínculo con el Carnaval también se remonta a la niñez: iba con su padre a los ensayos en el Club Arbolito. "De chica iba al Jardín de la Mutual con una amiga, me llevaba una vecina. Me acuerdo que era mucho jugar, había sorteos, bingo, votabas por los parodistas que te gustaban, los Klapers o los Gabys y lo ponías en una urnita".

Le hubiera encantado subirse al escenario del Teatro de Verano pero no pudo ser, aunque lo hizo de forma indirecta, como técnica. Creó la coreografía de Los Carlitos en el 88, hizo puestas para Colombina Che y Queso Magro junto a Fito Galli, "mi hermano del alma".

—¿Por qué se cuestiona tanto al jurado de Carnaval?

—Es parte del folclore del concurso. Es un mes intenso en el que se montan más de 40 espectáculos, donde todos ponen toda la carne en el asador, piensan que tienen el mejor espectáculo y es verdad porque todos dan lo mejor pero hay cuatro que van a ser los mejores en cada categoría y todos los demás van a estar desconformes: por qué a mí no. Lo que me da tranquilidad es que el reglamento lo hace Daecpu, los directores de conjuntos, entonces todos saben cuáles son los criterios de evaluación. A nosotros nos dicen, esto es así a rajatabla, no proyecten, es lo que vean; no corren nombres, trayectoria y vos decís, ¿eso habría que re verlo? Y de repente sí pero no está contemplado. Por ejemplo, una figura icónica como Canela, ¿puede estar afuera del Carnaval si cumple 80 años su comparsa? Y yo creo que no. Habría que cuestionárselo. Por reglamento, cuando van al concurso están a la par de todos y esas son las condiciones. Como artista sé lo que es cuando estás en una obra y no va nadie a verte, es horrible porque vos sabés que diste todo.

—¿Qué autocrítica le harías al jurado? Algo que se podría cambiar o mejorar.

—Hemos visto cosas en la interna pero nosotros estamos dos años en el jurado y después se rota. Hay cosas que se van cambiando y se conversan con la gente de los grupos en la instancia de devolución. El año pasado vino uno que salió primero para ver por qué había quedado primero. Y supe que los parodistas tenían banda en vivo, en un momento se juntaron y dijeron, no se puede por costos y ahora pueden usar audios. Van habiendo pequeñas modificaciones, también en relación a cuánto se vincula el conjunto con Daecpu y trae una propuesta porque desde la queja sola es facilísimo.

—Desde los conjuntos se critica, nunca te subiste a un escenario y das una devolución. Vos puntuas en algo en lo que sí has estado del otro lado…

—El año pasado estaba evaluando Fernando Condon, él es un director de orquesta, sabe un montón, si algo está desafinado o suena mal, lo va a saber. Entonces me parece que esa cosa es más en la chiquita. Todos los conjuntos pueden ir a recusar a los jurados previo a que comience el concurso, y a veces se los deja o se los saca. Tienen un montón de herramientas para usar.

—¿Falta autocrítica desde los conjuntos?

—Todos creemos que lo que hacemos es lo mejor. Yo entiendo, hay que estar, vos decís, ¿cómo me ganaron en esto? Yo que llamé al mejor letrista, yo que puse todo y hay otro que quizá también.

—¿Quién se queja más de los juicios, el público o los conjuntos?

—Los conjuntos. En eso se pierde la perspectiva de para quién es el espectáculo, que es para el público. Esto es solamente un concurso, salís primero, segundo pero quien te aprueba de verdad el laburo es la gente: los que andan mejor tienen más tablados. Cuando ves que el Teatro de Verano se para entero, no importa si el jurado te puntuó esto o aquello mal. Ahí es donde se pierde la alegría que tiene que tener el Carnaval. Para mí lo más importante es el público. Cada uno tiene sus hinchadas. No importa si saliste siempre primero o último. Hay gente que va a ver solo a los Diablos Verdes y ves todo el Teatro de verde o solo a la Falta y no importa si no sale primera hace tiempo, eso es impagable.

—¿Te condiciona en algo ver el Teatro de Verano repleto?

—No es que te condicione pero sí es importante porque tenemos que evaluar la visión global del espectáculo y una de las cosas importantes es el feedback con el público: la alegría, la comunicación y lo que transmiten.

—¿Qué fue lo más insólito que escuchaste en tu rol de jurado?

—Más que escuchar, sentí la presión de la mirada del afuera: no poder hablar con nadie, coartarte de saludar a conocidos para que los demás no piensen que le vas a dar para delante a fulano o mengano, o de repente ponerme a charlar con alguien de cualquier cosa y no saber que es un periodista y te dicen, mirá que no podés hablar con la prensa. Yo no sabía. La mirada del otro pesa. Los hinchas nos han filmado con celulares a ver qué cara ponemos frente a tal o cual chiste. No te relajás. Mirá la cara que puso acá. Y de repente es que me duele la espalda. Y dicen, pah, ya no le gustó, esta los va a matar. Son todos prejuicios, preconceptos.

—¿Esa mirada de afuera es algo que sentís vos o no está permitido hablar con tal o cual?

—No te podés relacionar demasiado, por eso la Intendencia te da vehículo para llevarte y traerte, para que tengas menos vínculo. Igual si uno lo tiene claro puede separar los afectos.

—El concurso dura más de un mes, es todos los días alrededor de cuatro horas, ¿qué es lo más desgastante?

—Nada, bajar la adrenalina después que llego a mi casa. Para mí es alucinante que se produzcan tantos espec-táculos en un mes. Ver cuatro o cinco espectáculos en una noche, todos nuevos y pensados para ese concurso, para ese año, venís con una carga de adrenalina fuerte. Cuando llego a mi casa necesito un tiempo para procesar todo lo que vi, voy bajando de a poco.

—¿Se mira distinto a esos conjuntos que subrayan que no les importa cubrir los rubros?

—No, a veces es una postura de rebeldía que está buena mantener porque el Carnaval tiene esa cosa de denuncia, pero para bien o mal todos tratan de cubrir los rubros como sea. A todos les importa ganar, aunque te digan que no, porque si no no entrás al concurso, hacés como la BCG que se quedaba fuera de concurso y listo.

—¿Molesta en la interna que los conjuntos se metan o se rían del propio concurso?

—Yo creo que es más lúdico que de verdad. Como cuando ves un partido de fútbol: no sé si se odian tanto los equipos o si después se van a comer un asado todos juntos.

—¿Cuán pasional es el Carnaval?, ¿es equivalente al fútbol?

—Sí, es tal cual, fútbol, carnaval y política son pasionales. Habla de nosotros, no es una obra que escribió otro, hablamos de lo que nos pasa a nosotros, del Pepe, de Lucía, del Cuqui, entonces te sentís identificado. Le ponen cabeza y le dan humor a todo lo que pasó en el año para armar el espectáculo.

—¿Cómo se vive en la interna del jurado que haya hinchadas como en el fútbol?

—A mí me gusta. Va Zíngaros y se te cae el Teatro de Verano. La vibreta que hay ahí es una cosa intransferible. Yo creo que cualquier persona que venga de afuera, aunque no entienda qué se canta o de qué va, solo con lo que pasa, se genera una fiesta.

—¿Te interesa desde tu lugar de jurado escuchar la opinión de la gente y de los comentaristas?, ¿lo hacés?

—No lo hago, trato de estar lo más aséptica posible y ser fiel a lo que pienso y siento. Ves y votás en ese momento, entonces trato de abstraerme. Observo al público para ver si está atento al espectáculo, si lo atrapó, pero nada más, después tengo las orejas cerradas.

—¿Cómo vivís personalmente las polémicas que se generan?

—A mí me divierte. No somos un pueblo de polémica. De repente está bueno para hacer un poco de ruido y si eso sirve para vender más un espectáculo, los apruebo, me parece bárbaro. Es casi folclórico.

—¿Fuiste crítica con el jurado siendo espectadora de Carnaval?

—No. Me pasa con el teatro: no voy a ver una obra porque leí tal cosa, voy a ver qué me pasa. Soy poco fanática o acepto. Soy fanática del fútbol y cuando Danubio juega mal, juega mal, qué voy a hacer, no le puedo echar la culpa al otro o decir, mirá todo lo que nos hizo el juez. Se le puede haber pasado alguna pero el hombre no está en todo, es casi un ser humano.

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