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A 21 años de un secuestro histórico

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Rehenes

"rehenes"

Se cumplen 21 años de la toma de la Embajada del Japón en Perú. Fueron 126 días que terminaron con 71 rehenes, liberados el 22 de abril de 1997 gracias a una exitosa operación militar. Una historia ideal para una película... que finalmente se hizo, dirigida por el uruguayo Federico Lemos.

ANALÍA FILOSI

El 17 de diciembre de 1996, en la residencia del embajador japonés en Perú (Morihisa Aoki), se celebraba el 63 cumpleaños del emperador de Japón, Akihito. Había alrededor de 800 invitados, entre diplomáticos, autoridades, militares de alto rango y gente de negocios. Ocasión que la organización terrorista peruana Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) consideró propicia para hacer escuchar sus demandas, secuestrando a todos los presentes. Esa misma noche fueron liberadas todas las mujeres y otro buen número de hombres, quedando solo 72 rehenes. Lo que ninguno de ellos imaginó es que estaba comenzando uno de los secuestros masivos más largos de la historia, 126 días de una historia que, desde este año, tiene su propia película: Rehenes.

"En esa época, mi padre trabajaba como cronista de Policiales del diario El País, pero también hacía coberturas especiales. En este caso puntual, cuando sucede la toma de la embajada, mi padre estuvo a cargo de la cobertura. Si bien no fue corresponsal en Lima, tenía a cargo de su página el seguimiento del hecho", recuerda Federico Lemos, hijo de Carlos Lemos y director del documental. "Estamos hablando de un mundo totalmente diferente, no existían las redes sociales, tampoco la TV cable, solo había TV abierta. En ese año, casualmente empieza a transmitir CNN, entonces también se dio como una cuestión interesante a nivel noticioso. Era el primer canal que transmitía 24 horas de noticias".

Cada noche, Federico esperaba la llegada de su padre a su casa para, en la cena, enterarse de todas las novedades que se estaban produciendo en torno al hecho. "Me acuerdo que una noche llegó y dijo está el Mossad, el servicio de inteligencia israelí, interviniendo y ayudando al ejército peruano. En cualquier momento toman la embajada", que fue lo que finalmente ocurrió gracias a la exitosa operación militar Chavín de Huántar. "Estábamos pendientes de la televisión durante horas y lo que la señal internacional mostraba era siempre el mismo plano, una cámara fija al costado de la casa donde se veía que entraba y salía la Cruz Roja. Estaba todo el mundo pendiente de ese desenlace que se iba postergando y postergando con los días", rememora el realizador sobre un hecho que marcó a muchos.

"He hablado con mucha gente que me dijo yo me acuerdo que ese día estaba haciendo tal cosa. Fue algo que generacionalmente nos marcó. A mí me llamó mucho la atención, en ese momento, la magnitud del hecho. Estamos hablando de un concepto de terrorismo completamente diferente al que se maneja hoy en día, si se quiere hasta más romántico, donde había todavía una lucha guerrillera e ideologías que peleaban por determinadas cosas que pueden denominarse como utópicas o no. Había ideales que se perseguían. Hoy día hablamos de un terrorismo totalmente diferente, un terrorismo fundamentalista que mata por matar, y que, de alguna manera, es injustificable en todo sentido. A partir de ese hecho, también el mundo comenzó a ver al terrorismo desde otra óptica. Los gobiernos y las organizaciones empezaron a entender esa problemática desde otro lugar".

En 1996, Federico no imaginaba que terminaría involucrado en el mundo del cine pero, una vez que fue parte de él y al estar por cumplirse veinte años del secuestro, ese recuerdo siempre presente lo motivó para contar lo ocurrido en un documental. Estaba naciendo Rehenes.

Dos países.

En 2012, Federico viajó a Lima para presentar 12 horas, 2 minutos en el Festival Internacional de Cine Digital. La película sobre la donación y el trasplante de órganos que dirigió junto a Luis Ara se quedaría con el Premio del Público y Federico con varios contactos en el país incaico. Uno de ellos fue Melissa Cordero, una productora peruana que había trabajado en Matanza Cine, la productora del argentino Pablo Trapero (Elefante blanco, Carancho, Leonera).

"Me reúno con ella y le manifiesto el interés de hacer una película documental sobre la toma de rehenes en la Embajada de Japón en Lima por parte del MRTA. Faltaban dos años para que se cumplieran los veinte años. Ella, totalmente sorprendida con mi propuesta, me hace saber que es uno de los grandes proyectos que, como productora, siempre quiso llevar adelante y que le llamaba mucho la atención que un director, desde Uruguay, se lo viniera a proponer habiendo tantas productoras o directores en Perú". Cordero aceptó de inmediato y ambas productoras, la uruguaya Medio&Medio Films y la peruana Mano de Obra Cine, comenzaron a trabajar en el esquema de coproducción. "Toda la parte de investigación, producción, contactos políticos, permisos, autorizaciones… fueron llevados adelante desde Perú por Mano de Obra Cine. Mientras que Medio&Medio Films se ocupó de la parte operativa de realización", cuenta el director.

Visión outsider.

Rehenes está planteado como un típico documental que mezcla testimonios, imágenes de archivo y recreaciones de algunas situaciones. "Me interesaba particularmente tomar una posición outsider y bien objetiva, ofrecer una mirada muy amplia sobre lo que sucedió. Perú es un país sumamente dividido, inclusive tienen grandes dificultades para entender lo que es la izquierda. Si sos de izquierda, sos terrorista; si sos de derecha, sos facho", detalla Federico haciendo referencia a una de las dificultades que significó encarar un hecho tan polémico que aún hoy tiene dividido a ese país.

"Nos propusimos contar una historia que tiene dos lados y presenta una visión bastante más amplia de lo que la gente cree. No solamente quisimos destacar la brillantez de la operación militar Chavín de Huántar, tomada como modelo de eficacia en el mundo entero, sino que también nos propusimos desmenuzar esa madeja de historias relacionadas a todos los rehenes que estuvieron cautivos 126 días", destaca el realizador y es así que Rehenes se detiene no solo en la historia de los secuestrados, sino también de sus secuestradores, de los familiares o los militares que participaron del rescate. Todos, de una u otra forma, fueron rehenes. "En el concepto de rehenes queríamos enmarcar todos los lados de la historia", explica Federico.

"Quisimos conocer las historias de los miembros del MRTA y lo que los llevó a cometer el hecho; quiénes eran los miembros del MRTA y quiénes eran los miembros de Sendero Luminoso, para diferenciarlos. Hoy, veinte años después, hay gente que piensa que el secuestro fue perpetrado por Sendero Luminoso. Quiénes eran los 72 secuestrados, quiénes eran los que estaban en el brazo derecho del entonces presidente Alberto Fujimori, el Servicio de Inteligencia, los mediadores, la Iglesia… conocer todas esas historias de manera paralela y, en el final del documental, dejar planteada una serie de interrogantes que el público se encargará de procesar y de definir para qué lado quiere terminar la historia, quiénes son los malos y quiénes son los buenos", destaca el realizador.

Rehenes se ocupa además de mostrar cómo ha evolucionado la vida de los involucrados años después. "Ver si realmente Perú está preparado como sociedad, como nación, para empezar a trabajar el tema del perdón, evolucionar como sociedad y dejar esas diferencias. Hoy día, cada vez que hacemos un posteo en las redes sociales sobre la película, es impresionante el odio que todavía hay en esa sociedad por todo lo que sufrió. Hay que estar en la piel del pueblo peruano", apunta.

Figuritas difíciles.

Rehenes está construida en base, fundamentalmente, a testimonios. Y, a la hora de armar la lista de quiénes debían estar, hubo obviamente voces que no se pudieron conseguir. "No pudimos hablar con Fujimori, que está preso. Durante un año hicimos gestiones para poder entrevistarlo, por todos los carriles posibles. Para nosotros era fundamental tener su testimonio porque es considerado por gran parte del pueblo peruano como el héroe, el responsable de acabar con el terrorismo. La película también analiza eso, analiza si Fujimori realmente terminó con el terrorismo en el Perú, y si su accionar o modus operandi es válido, terror contra terror. Ahí entran a jugar los cuestionamientos de los Derechos Humanos", señala Federico.

Otro de los complicados fue el polémico Vladimiro Montesinos, ex asesor de Fujimori. "Teníamos una posibilidad clandestina de entrevistarlo, nos pidió dinero, una suma importante. Las condiciones de ingreso al centro penitenciario donde está recluido eran bastante riesgosas. Se nos pusieron condiciones muy complejas y empezamos a sospechar realmente que íbamos a ser víctimas de un engaño, de los tantos engaños que Montesinos ha llevado adelante en toda su vida. Cuando estábamos a punto de concretar la entrevista, decidimos dar marcha atrás. Él, posteriormente, la terminó haciendo con un medio de prensa peruano, donde dijo un montón de cosas que hubieran sido interesantes para la película. Pero por las condiciones que nos estaba planteando era peligroso hacerla y podía llevar a algún problema de la producción".

A pesar de esas ausencias, todas las partes del suceso están bien representadas. Está la palabra del canciller peruano del momento, Francisco Tudela, rehén número uno en importancia; del Jefe de Inteligencia peruano y uno de los rehenes, Luis Giampietri; del mediador arzobispo Juan Luis Cipriani; del líder del comando Chavín de Huántar, el general William Zapata; de periodistas de distintas partes del mundo; de personalidades del mundo de la política; de soldados.

Y se aborda además el rol de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que cuestiona el fusilamiento extrajudicial de algunos miembros del MRTA que se rindieron tras la operación de rescate. "Ése es un punto medular en la película, cómo la Corte condena al gobierno peruano a abrir una investigación contra los comandos, contra el Ejército y contra el operativo Chavín de Huántar. La película ahonda en ese cuestionamiento y en de qué manera se produjeron esas ejecuciones extrajudiciales, no por parte del Ejército peruano, sino de un comando paralelo liderado por Montesinos, que ingresó posteriormente a la liberación, tomó a los rendidos y los ejecutó en la casa. Eso es analizado en un bloque muy controversial de la película", destaca el director.

La pata uruguaya.

El secuestro de la embajada japonesa en Perú tuvo su costado uruguayo porque, entre los 72 rehenes, estaba el embajador de Uruguay en Lima, Tabaré Bocalandro, que fue liberado durante el proceso. "Según el relato de varios de los rehenes, la liberación fue negociada a cambio de la libertad de dos emerretistas detenidos en Uruguay, acusados de participar del secuestro del embajador de Bolivia. Pero también tenemos el testimonio del entonces presidente uruguayo Julio María Sanguinetti, que niega absolutamente haber participado de una negociación y sostiene que fue el Poder Judicial el que tomó la decisión de liberar a los emerretistas, no el gobierno de Uruguay. En la película, hay una serie de acusaciones cruzadas entre el canciller Tudela, el jefe del operativo Zapata y el presidente Sanguinetti. Bocalandro denegó participar de una entrevista", cuenta Federico.

Rehenes insumió dos años de trabajo. Fue estrenada en Uruguay en el marco del Festival Internacional de Cine de Montevideo (MONFIC) con tres funciones. En Perú, en tanto, se estrenó en salas comerciales el pasado 7 de diciembre, el mismo día en que quedó disponible en Netflix para todo el mundo excepto Uruguay y Perú, donde se la podrá ver 45 días después de esa fecha. Es el tercer producto de Medio&Medio Films en ingresar a Netflix, luego de Gonchi (realizado con Trailer Films) y Márama Rombai.

"Es un material histórico muy necesario para poder entender hoy cómo la visión del terrorismo a nivel mundial ha cambiado, desde los gobiernos y desde la gente", destaca el titular de Medio&Medio Films, productora cuyos próximos tres proyectos son Cordera y la fábula del escorpión, película sobre el artista argentino Gustavo Cordera; la biopic sobre el futbolista colombiano Carlos "El Pibe" Valderrama, y la película oficial docu-ficción- del Club Nacional de Fútbol.

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