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Amor en primer plano

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Rotos y descosidos

La productora local Aceituna Films está rodando una serie que mezcla documental y ficción. Se llama Rotos y descosidos. La temática central son las historias de amor.

Aroma y Mario se conocieron en la cárcel. Ella iba a visitar a su padre, un preso político en épocas de dictadura. Mario era otro de ellos. Para Aroma todos esos hombres eran pelados que se parecían entre sí.
En uno de los encuentros con la familia, Mario le pidió a la madre que hablara con esa mujer para que le escribiera una carta.
Quería enamorarse.
Aunque estaba preso.
Aroma aceptó por solidaridad y durante seis meses le escribió cartas de amor a un desconocido. Ni siquiera sabía cómo era su cara. Hasta que en otra visita lo identificó por el número de prisionero.
Entonces las palabras empezaron a tener otro significado. Se esmeró en escribir promesas de un futuro juntos con letra pequeña y apretada, cumpliendo con la normativa de no superar la única carilla permitida por las autoridades. Todas las palabras que Aroma escribió para Mario fueron leídas primero por policías.

Este cuento termina bien. Todavía siguen juntos.
Después de 35 años, Aroma abrió la lata donde guarda ese noviazgo de papel y leyó un párrafo cualquiera ante la cámara de una serie de televisión.

Elena Quirici es productora y fundó junto a Hernán Rodríguez la empresa de contenidos audiovisuales Aceituna Films en 2002. 
Tenía un bebé recién nacido y acababa de separarse de su pareja cuando creyó que sería una buena idea hacer un programa sobre el amor. Lo discutió con una amiga que estaba soltera y preocupada imaginándose si algún día iba a tener hijos o no.
Pensaron en cómo sería ir al registro civil y conocer el origen de los novios que ese día están más convencidos que nunca de que el amor todo lo puede.
En un solo día consiguieron 16 testimonios.
A la mayoría de las personas le gusta contar historias felices.

Al proyecto le pusieron Rotos y descosidos, aunque ella dice que su propia experiencia calzaría mejor bajo el título "rotos y destrozados". Para organizar el material documental pensó en un personaje de ficción: una bloguera treintañera, soltera, descreída, que trabaja frente a la oficina donde la gente se casa a diario.
Elena describe una imagen cotidiana de la vida de esa mujer inventada: "cada vez que llega a su casa, sola, tiene arroz en los pies".
El espectador solo escucharía su voz. El personaje no tenía rostro.
La "Majo" que ideó para la ficción bien podría ser un reflejo de la Elena que inventó esta telenovela charlando en un bar sobre relaciones rotas.

Vicky Rodríguez interpreta a Majo, una periodista de investigación del Canal 9.
Vicky Rodríguez interpreta a Majo, una periodista de investigación del Canal 9.

Cuando Aroma y Mario contaron su historia, detrás de la cámara escuchaban Elena y Hernán, y también el guionista Eduardo Navarro y la realizadora Lucía Garibaldi. "Nos dimos cuenta de que no alcanzaba con entrevistar en la puerta del Registro. Teníamos que buscar personas que nos permitieran entrar a su casa, ver el barrio en el que viven, cómo tienen decorado el hogar", explica.

Con el primer dinero que consiguió el equipo para desarrollar el proyecto contrataron a un grupo de investigadores que buscó estos relatos. Seleccionaron algunos temas en torno al amor: entre parientes, en el trabajo, por internet, en la cárcel, por casualidad y por segunda vez. Encontraron a varios posibles protagonistas. Los entrevistaron, filmaron la historia de cada pareja y seleccionaron nueve.
Una vez que estuvo pronta la parte documental de esta iniciativa, empezó la construcción de un amor fingido.

El tema de siempre.

Según opina Hernán, los nacimientos y los romances son los temas más hablados del planeta. Pero el amor está maltratado por la televisión.
"Si no te quedás en la anécdota y vas más lejos todos los enamoramientos son relatos maravillosos", dice convencido.
Por eso la materia prima para construir la ficción de Rotos y descosidos fue ese cúmulo de historias reales de gente común.

Con ese material, los guionistas Eduardo Navarro, David de Esteban y Paula Chiappara, le pusieron cara, cuerpo y carácter a la bloguera. Agregaron una madre atípica, la cambiaron de trabajo, armaron un círculo de amigos y colocaron posibles novios en su camino.
En resumen, diseñaron los conflictos y acciones que tendría el personaje de Majo en un lapso de tres meses; lo suficiente para la realización de nueve episodios de 30 minutos de duración.

Majo (interpretada por Vicky Rodríguez) es feliz siendo soltera. No cree en el amor. Trabaja como periodista de investigación en el Canal 9, pero por órdenes de su jefe -que oficiará de galán- (Fernando Dianesi), deberá producir una serie documental de historias de amor. Así interactúan los documentales realizados con la historia de ficción.

Florencia Colucci, Luciana González y Vicky rodríguez son compañeras de trabajo en la ficción.
Florencia Colucci, Luciana González y Vicky rodríguez son compañeras de trabajo en la ficción.

La amenaza para Majo, "la mala", es Daniela (Luciana González) una periodista que consigue escalar a base de seducción. Sus colegas más cercanos son Anita (Florencia Colucci), una joven enamorada de su único novio y que está planeando cada detalle de su boda, y Pedro (Alfonso Tort): un camarógrafo obsesionado por los animales y sus comportamientos. Pedro será la tercera parte del triángulo amoroso, pero todas sus teorías del amor están armadas según explicaciones de Animal Planet.

El personaje más descontracturado de la serie es el de la madre de Majo (Virginia Méndez), que recién llegada de Ibiza se le instala en la casa queriendo compensar en 20 días de compañía todo lo que no hizo por su hija hasta ahora. El lector curioso puede ver un adelanto de la trama en el teaser colgado en Youtube bajo el título del nombre de la serie.

Lleno de piedras.

En el teaser Majo dice tener 35 años pero en la versión actual ya cumplió 38. Es que Rotos y descosidos lleva tres años haciendo el único camino posible para realizar una serie de televisión en Uruguay: el de los fondos de financiamiento estatales.

"Lo más costoso de un proyecto como este es el tiempo que perdés llenando formularios", sostiene Hernán. "Al final te preguntás de qué estás trabajando, si sos un productor de contenidos o un eterno concursante a fondos". Es que el gran problema de los formatos que nacen fuera de los canales privados es que no encuentran interés en sus socios naturales: los mismos canales de televisión abierta que suelen rechazar sus iniciativas. Aunque entreguen el contenido terminado y pronto para ser emitido.

Los que no miran para el costado son los dos canales públicos. Por eso todos los proyectos en los que invierte el Estado para desarrollar el sector terminan siendo emitidos por TNU y Tevé Ciudad.
"A vos te dan el empujón para que empieces con un proyecto, pero sea exitoso o no, no lográs continuidad, no conseguís mantener un ritmo. Por lo tanto el crecimiento es inviable. Si te ponés a pensar en eso, es frustrante", opina Hernán.

En el currículum de Aceituna hay realizaciones como el documental Ni estrellas ni fugaces, sobre la banda de rock La Tabaré (de la que fue integrante durante 12 años), y las series Neurona y La Comanda, que fue una coproducción entre TNU y UTU. El canal contrató a Aceituna para desarrollar el formato. Aunque se armó un buen producto que tuvo un rating interesante, solo alcanzó a tener una segunda temporada: el cambio de gobierno generó una reorganización de las prioridades de TNU y no se concretó la continuidad del ciclo.
Pero con Rotos y descosidos Hernán tiene una corazonada.

De guerrilla.

Acordamos esta entrevista en medio de uno de los últimos días de rodaje de la serie. El escenario es un rincón de la Rambla de Punta Carretas. El equipo técnico está integrado por 17 personas a los que se suman los seis actores protagónicos y otro grupo de participaciones especiales. Para Elena este número es una muestra de la economía de guerra que manejó el proyecto. Rotos y descosidos ganó a lo largo de tres años un fondo para desarrollo y otro para producción. Sus responsables decidieron dejar a un lado los costos reales y adaptarse al dinero disponible.

Por eso el rodaje duró un total de 18 días y se organizaron las escenas a filmar de acuerdo a sus locaciones. Además, los miembros del equipo cumplieron más de una función. Por citar dos casos, Rafael Hernández es el director de fotografía pero también maneja una cámara, Lucía Garibaldi realizó la parte documental, está a cargo de una de las cámaras en la ficción y se será la montajista de todo el proyecto.

Durante el rodaje, Eduardo Navarro se encarga de dirigir a los actores. Comenzó su recorrido como guionista televisivo escribiendo diálogos para telenovelas mexicanas. "Con el tiempo te das cuenta de que escribir para telenovelas y para un informativo es lo mismo, porque todo lo que se dice por la tele se escribe primero", cuenta.

Parte del entusiasmo de todo el equipo con este proyecto tiene que ver con el desempeño del elenco. Para lograr un buen ritmo de comedia la encargada del casting fue una argentina que estuvo a cargo de trabajar con el reparto de Lalola, Los exitosos Pells,Graduados y Avenida Brasil.

El casting fue una gran improvisación a la que se sumaban los actores a medida que iban llegando a su citación. Fue un taller de un fin de semana. Cuenta Hernán que uno de los ejercicios más útiles fue enseñarles cómo se da una cachetada en televisión. "Al principio era una cosa de desplazarse por tres metros cuadrados", pero los golpes en la pantalla se pegan en una baldosa.

Hernán Rodríguez y Elena Quirici.
Hernán Rodríguez y Elena Quirici.

Los enamorados.

Eduardo cree que vivió como guionista lo mismo que los personajes que creó para la ficción al conocer esas historias de amor de gente desconocida. Considera que este híbrido entre dos géneros es una novedad en la televisión local y que podría tener suerte con el público. Incluso el formato podría ser exportable.
Aunque las historias que recrea con emoción para esta nota cambiarían de realizarse el proyecto en otro territorio.

Habla de Daniel y la venezolana Sofía. Cada madrugada se encontraban para jugar en red el video juego Ikariam. "El fin es la colonización dado que la conquista no es posible", dice una descripción del juego de estrategia, pero mientras dirigían y organizaban una ciudad en la antigüedad se enamoraron. Ahora viven en el Prado.

También nombra a una pareja que se conoció haciendo una fila en el Hospital Pereira Rossell: los dos tenían dolor de garganta, se vieron y el flechazo fue instantáneo.

Y de Matías Faral, el jefe de prensa de la AUF. Es que el equipo intentó que la historia de amor de Luis Suárez, esa que lo hizo esforzarse por ser seleccionado por un equipo europeo para reencontrarse con su novia de la adolescencia que emigró durante  la crisis del 2002, fuera parte del proyecto. No se pudo, pero el interlocutor entre Aceituna y el jugador estrella contó la suya.

Tenía una prima que vivía en Brasil y a la que no veía desde niña. Ella viajó a Uruguay para entregar a la familia las invitaciones para su casamiento. Él la acompañó a comprar el traje del novio al shopping y salieron a tomar algo. Una semana después la mujer canceló el casamiento y se instaló en Uruguay. Se casó con Matías y tienen una hija.

Este guionista dice que para escribir tomó experiencias propias, ajenas y robadas. Muchas escenas o chistes se crearon en base a comentarios publicados en cuentas de Facebook de gente lejana.
"Te nutrís de cosas que te gustaría que te pasaran y de las que no te pasan también. Imaginás. Y también escribís mucho para exorcizar."

Rotos y descosidos.
Rotos y descosidos.

—Ahora hay telenovelas colombianas, mexicanas, argentinas, brasileñas y turcas en nuestra televisión, ¿qué encare le diste al romance montevideano?

—Bueno, es un amor a la uruguaya, un amor no tan florido...pero en el mundo el amor se vive con la misma intensidad. Aunque intentemos ser más sobrios nos enamoramos igual que los turcos y con el mismo drama que los colombianos.

—¿Y vos ya tenés tu historia?

—La propia ficción que consumimos te presiona para tenerla. En México conocí a una señora que cocinaba quesadillas. Era vieja y soltera y una noche me contó que nunca había tenido novio, pero que una vez fue a un baile y un señor que se llamaba Antonio le había agarrado la mano y la invitó a bailar. Bailaron una sola canción y él se fue. Nunca más lo vio, pero esa era su historia de amor. Todos tenemos una, y si no nos encargamos de inventarla.

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