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Vida nueva: trabajar al salir de la cárcel

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"Sin un acompañamiento al salir de la cárcel, la reincidencia es probable", dice jerarca. Foto: F.Flores.
Nota a ex presos que trabajan, ND 20150507, foto Francisco Flores
Archivo El Pais

El Ministerio del Interior prepara un fuerte seguimiento de los reclusos liberados porque entiende que así bajarán las rapiñas. La reincidencia supera el 50% y la cobertura de los programas laborales es marginal. Para mejorar piden más dinero y un cambio de actitud de la sociedad.

El Ministerio del Interior resolvió destinar especial atención a quienes son liberados de las prisiones, con el objetivo de reducir los altos índices de reincidencia y contribuir de esa forma en la meta trazada por el presidente Tabaré Vázquez: bajar 30% las rapiñas.

Patricia Peralta, directora del Patronato Nacional de Encarcelados y Liberados, dependiente de dicha cartera, dijo a El País que el ministro Eduardo Bonomi les pidió para este nuevo período de gobierno reforzar especialmente el trabajo hacia las personas liberadas. "Se debe a que hay un claro enfoque de trabajar sobre los índices de delito que preocupan a la sociedad y, en ese marco, cobra especial importancia atender la reinserción y evitar la reincidencia de quienes estuvieron privados de libertad", explicó la jerarca.

"Bonomi nos pidió un poco más, nos dijo que buscáramos insertar más gente a la sociedad, que nos volcáramos claramente a la reinserción", comentó. Según afirmó la jerarca, el ministerio tiene pensado reforzar los recursos que recibe el Patronato, algo que estará planteado en el próximo presupuesto. Actualmente, los fondos de la oficina son $ 5,6 millones anuales.

El 5 de mayo, durante la ceremonia de traspaso de la Cárcel de Artigas a la órbita del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), Bonomi se refirió al asunto y consideró que "la rehabilitación es clave, pero la vida después de la cárcel también lo es".

Así, dijo que "los liberados deben tener trabajo para no caer en tentaciones: no pueden volver a la calle ni con una familia que los acompañó en su etapa delictiva". A la vez, propuso que haya un organismo que garantice el acceso al trabajo y al estudio por parte de los liberados.

Pero, por ahora, la oficina del Ministerio del Interior especializada en la atención a los encarcelados y liberados presenta ciertas debilidades en materia de personal disponible, además de que el dinero que maneja le resulta insuficiente. En los últimos dos años atendieron a algo más de 1.000 reclusos y exreclusos: parece poco para los cerca de 10.000 que hay en todo el país.

Peralta admitió que "si se mide en cantidad de personas", el trabajo que se viene realizando es "muy poco", y dijo que "en el interior del país hay pocos técnicos". Afirmó, también, que "hace falta más personal para poder atender a más gente". De todos modos, aclaró que se trata de un "proceso". "Hace pocos años la oficina prácticamente no tenía incidencia en la temática", recordó.

Rehabilitación es deuda.

La cantidad de personas atendidas por el Patronato cada mes va cambiando, y depende de las ofertas de trabajo a las que se pueda acceder. Durante abril, por ejemplo, había unos 160 reclusos y exreclusos trabajando a través de los convenios de esta dependencia, pero en marzo hubo más de 220 en diversas tareas.

El 60% de los asistidos son personas liberadas, y el restante 40% son reclusos. La mayoría de los convenios que realiza el Patronato duran dos años; comienzan un año antes de que la persona sea liberada y siguen un año después. También los liberados y sus familiares quedan en una "bolsa laboral" por la cual pueden conseguir trabajo incluso varios años después de haber dejado la cárcel.

Los índices de reincidencia muestran que las cárceles uruguayas tienen poco de "sistema de rehabilitación". Al respecto existen dos cifras en Uruguay.

Por un lado está la que proporcionó el Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) para la Rendición de Cuentas 2013, donde se afirma que la reincidencia asciende a 59,1% entre los mayores de edad que recuperan la libertad. Según el documento, la reincidencia se mantenía estable hace cuatro años en el país.

Por otra parte, aparece el dato manejado por el Ministerio del Interior, que refiere a que hay un 52% de reincidencia entre los liberados. Según cifras detalladas por el gobierno a finales de 2013, del INR dependen 7.789 privados de libertad, y en las cárceles del interior que no pertenecen a dicho instituto hay 1.810 reclusos. De ese total, 5.726 reincidieron.

El porcentaje baja abruptamente entre los reclusos que han recibido atención por parte del Patronato y han tenido un proceso de inserción laboral. De ellos, solo reincidió el 6% o 7%. Peralta subrayó que "se logran realidades muy distintas con este tipo de seguimiento", por lo cual entendió que es necesario "fortalecer y multiplicar este tipo de trabajo".

La jerarca también contó que entre los reclusos hay "un gran descreimiento". "Cuando les decimos que pueden trabajar en un lugar como OSE, El Correo o una Intendencia, por ejemplo, no lo pueden creer. Porque todos les prometen cosas, pero ellos pocas veces ven algún resultado, alguna ayuda", expresó.

Peralta aseguró que nunca se fugó ningún recluso de los habilitados para las salidas laborales, además de aclarar que son pocos los casos de privados de libertad que salen a trabajar con policías que los controlen todo el tiempo.

El trabajo que realizan los reclusos genera, en muchos casos, la reducción de la pena. Hay reclusos que trabajan sólo por ese motivo, y otros también porque cobran por las tareas. Pueden emplearse mediante convenios del Patronato, pero también hay quienes tienen emprendimientos adentro de los establecimientos de reclusión; algunos integran cooperativas y otros realizan diversas tareas adentro de las penitenciarías: limpieza o cocina entre las más frecuentes.

El ministerio puede pagar a unos 1.000 reclusos por año. El peculio que recibe un privado de libertad corresponde a un salario mínimo nacional, aunque también algunos, en función de la cantidad de horas que trabajen, reciben medio peculio.

Quien es liberado puede hacer uso total del dinero que gane trabajando en un convenio del Patronato, mientras que el privado de libertad no: su familia puede retirar un porcentaje o puede quedar todo depositado para cuando sea liberado. Pero al menos el 40% queda, por norma, depositado hasta el momento en el que el recluso es liberado.

Además, a los privados de libertad que trabajan se les descuenta el 10% de lo que generen para derivarlo al fondo para familiares de víctimas de la delincuencia. Por esa modalidad ya se reunieron US$ 50.000, dijo Peralta.

Falta apoyo.

El director del INR, Luis Mendoza, también se expresó el 5 de mayo sobre el asunto, y dijo que la rehabilitación tiene que avanzar a través del estudio, el trabajo, la recreación, la cultura y el deporte. El jerarca agregó: "Si no tenemos una sociedad que colabore, no vamos a lograr nuestra misión".

La directora del Patronato comparte esa opinión. Dijo que falta apoyo, sobre todo de parte de las empresas privadas, para lograr reinsertar a los exreclusos.

"No son más de cinco las empresas que aceptaron recibir liberados a través de nuestros convenios. Hay discriminación, se los mira diferente por haber pasado por la cárcel, pero es necesario entender que trabajar en reinserción es trabajar en seguridad", dijo la jerarca.

Peralta comentó que en el Estado también les ha sido difícil que los liberados sean aceptados. "La verdad es que fue algo que nos costó. Nos dijeron desde los propios sindicatos que a los trabajadores les costaba" la integración, contó. Igual, hoy ya hay reclusos y liberados trabajando en varias intendencias, en OSE, en El Correo y en dependencias policiales, entre otros organismos estatales.

La jerarca dijo que los reclusos y liberados pueden hacer distintas tareas, aunque se debe estudiar cada caso en función de la capacitación que tengan.

"La población que atendemos tiene, en su mayoría, las mismas características. Pertenece a familias desestructuradas y es básicamente gente joven. No hay que olvidar que el 70% de las personas privadas de libertad está entre los 18 y los 29 años, estándares que escandalizan al mundo", expresó la directora del Patronato.

En cuanto al nivel de formación, afirmó que la mayoría tiene nivel primario completo, pero no han culminado el Ciclo Básico. En general saben algún oficio pero no tienen acreditación.

Expuestos.

Fernando tiene 37 años y salió hace tres meses del Comcar. Estuvo preso dos años y medio por una rapiña y un delito de lesiones. Logró una salida anticipada por buena conducta y por trabajar. Ahora está realizando una capacitación en mecánica en un taller policial gracias a un convenio con el Patronato.

"De la cárcel no salís con una mano atrás y otra adelante, salís con las dos manos atrás. Salís sin nada, y la realidad es que si no tenés un apoyo, es muy difícil que sigas en la calle, libre. Ya sea por la comida, por el techo, por lo que sea, terminás cayendo de nuevo", contó Fernando a El País al cierre de su jornada de ocho horas en el taller mecánico, por la cual le pagan algo menos de $ 10.000.

Él dice que hace falta "tener mucha voluntad", que "hay que ponerse las pilas y darle para adelante, porque si no, al día siguiente de salir, volvés a la cárcel".

Para la directora del Patronato, el seguimiento de los liberados, y el trabajo de acuerdo a sus potencialidades, es fundamental. Si no, la reincidencia aparece como una de las opciones más probables. "Si no hay un colchón en su salida de la cárcel, un acompañamiento, es casi segura su reincidencia", señaló.

Martín tiene 25 años y salió hace cinco meses de la cárcel de Canelones. Estuvo tres años preso por ser coautor de una rapiña. Ahora comenzó a trabajar en El Correo y piensa retomar los estudios.

Tiene contrato por un año en el organismo estatal. Son ocho horas diarias de tareas administrativas y percibe un sueldo cercano a los $ 11.000. Según dijo, es "muy difícil" conseguir trabajo al salir de la cárcel, por lo cual valoró especialmente "la oportunidad" que le dio el Patronato: "Es algo que recomiendo a todos".

Gabriela tiene 52 años, es escribana y estuvo dos años presa por falsificación de documentos. Ella dice que al salir de la cárcel estaba muy deprimida: "Ni siquiera quería mirar por la ventana de mi casa. Perdí mi casa, perdí un montón de cosas, y tanto la parte personal como familiar se vio muy afectada". Cuenta que a partir del trabajo en El Correo, adonde ingresó en octubre de 2014, logró "salir adelante".

"Muchas veces hay un mito con la gente que viene de estar recluida, todos piensan cómo serán. Pero hay que saber superar esas barreras", opinó, casi como una súplica.

"Al principio solo hacíamos asistencialismo".

Patricia Peralta, directora general del Patronato Nacional de Encarcelados y Liberados, dijo en una entrevista con El País que durante el actual gobierno se buscará dar un envión especial al trabajo con los reclusos liberados y los privados de libertad que se encaminen a abandonar la cárcel.

Según dijo, para eso ha sido necesario ir procesando un cambio en la institución y perfilarse hacia un rol distinto al ejecutado históricamente.

"El Patronato tuvo muchísimo empuje del gobierno para trabajar en políticas de inserción. Hemos ido transformándonos, porque al comienzo éramos una institución meramente asistencialista", dijo la jerarca.

"La gente no sabía ni que existía el Patronato, no sabía qué hacíamos, ni de quién dependíamos. Y creo que ahora llegamos a un punto en el cual al menos la gente tiene una cierta noción de las tareas que acá se llevan a cabo", consideró.

La jerarca señaló que la institución busca tener un "perfil más técnico y apuntar fuertemente a la inserción". "Hemos venido trabajando en una política de crecimiento y de fortalecimiento institucional por la cual queremos profesionalizar la gestión", agregó. Peralta afirmó que la inserción ministerial tiene que ser vista como el aspecto clave a mejorar.

"No queremos ser vistos como una ONG, no queremos que se piense que somos una institución que hace caridad, sino que lo que buscamos es que entiendan que somos una institución del Estado y que tenemos un rol que cumplir", dijo la jerarca.

A su entender, una mejora en los recursos a manejar, que sea incluida en el próximo Presupuesto Nacional, sería sustancial para lograr dar un salto en los objetivos, en línea con el impulso que ha anunciado Bonomi.

"Queremos asistir a las personas en situación de preegreso, trabajar con ellos durante un período de tiempo previo a su libertad (que se ubique en el entorno de un año) y también con los liberados y con las familias de esta población. Ese será nuestro núcleo de población objetiva", afirmó la directora del Patronato.

Por otra parte, Peralta también señaló que "hay que tener claro que hay personas que no van a entrar a los programas de rehabilitación". "Hay gente que no va a tomar la posibilidad por más que le expliquemos las posibilidades que tiene. Nosotros no tenemos el porcentaje de cuánta gente está en esa situación, pero sabemos que hay determinada población carcelaria que siempre va a expresar su rechazo a este tipo de programas", dijo la jerarca.

LA TAN DIFÍCIL "REINSERCIÓN".

"Volver a trabajar fue una forma de resurgir".

"Trabajo de 9 a 17 horas, hago tareas administrativas y la verdad que estoy muy contenta", comienza diciendo Gabriela, de 52 años, al ser consultada sobre su inserción al mundo laboral luego de haber estado en prisión por falsificación ideológica. Ella afirma que haber vuelto a trabajar le "cambió la vida", y adelanta que buscará renovar su contrato en El Correo, donde dice sentirse "muy cómoda". "Cuando salís cuesta mucho reinsertarse y buscar trabajo. A mí lo que me pasó fue que me dio una depresión total. No quería ni mirar para afuera. Perdí mi casa, perdí un montón de cosas, y tanto la parte familiar como la personal se vio muy afectada", relata Gabriela. Según dice, conseguir el trabajo fue una forma de "resurgir". "Agradezco por la oportunidad, por el lugar que me dieron, por la forma en la que me recibieron mis compañeros de trabajo y por la confianza del Patronato", señala. Ella demoró tres años en volver a trabajar.

"Yo le meto fuerza todos los días para seguir".

Juan Eduardo tiene 37 años y estuvo preso por venta de droga. Salió en septiembre del año pasado y enseguida comenzó a buscar trabajo, pero no tenía suerte. En febrero fue al Patronato a la reunión normal de seguimiento y ahí le hablaron de la posibilidad de hacer una capacitación en mecánica, su gran pasión. Fue a la entrevista y enseguida comenzó en un taller policial. Es curioso: está rodeado de efectivos todo el día, hasta quienes le enseñan son policías, pero para él eso ya no es un problema. "Es solo un uniforme, yo valoro que acá puedo aprender y tener un currículum para el día de mañana poder salir a buscar trabajo". "Acá te enseñan mucho, yo le meto fuerza todos los días y espero poder seguir aprendiendo. La ayuda se vuelve clave, es un empujón que necesitás si querés volver a empezar, porque si seguís con los mismos códigos que antes nunca vas a salir a flote", dijo Juan Eduardo a El País. "Se lo recomiendo a cualquiera, un oficio de estos no lo aprendés en cualquier lado, menos gratis o incluso que te paguen por eso. Te dan todas las chances", opinó.

"Si no tenés apoyo de tu familia, se hace difícil".

"Apenas salí de la cárcel fui al Patronato, porque mi madre me había contado que ahí me podían ayudar. Me dijeron de los convenios y por suerte acá me recibieron perfecto, hay un muy buen ambiente", dice Martín, que lleva casi cuatro meses de trabajo en tareas administrativas en las oficinas centrales de El Correo. "Es difícil conseguir un buen trabajo cuando salís de la cárcel", contó a El País. Dijo que gana unos $ 11.000 mensuales y que tiene previsto concursar cuando se acabe su contrato para poder entrar en el organismo como funcionario público. "Lo que está claro es que si no tenés apoyos, como pueden ser la familia o las posibilidades que te da el Patronato de Encarcelados y Liberados, se te hace todo muy difícil. Porque de la cárcel salís sin un peso, y por lo general cuando saliste perdiste todo lo que tenías. Si uno quisiera salir y empezar a comprarse todas las cosas que realmente necesita, sería totalmente imposible", dijo Martín, que fue liberado hace cinco meses luego de cumplir una pena de tres años por un delito de coautoría de rapiña en la cárcel de Canelones.

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"Sin un acompañamiento al salir de la cárcel, la reincidencia es probable", dice jerarca. Foto: F.Flores.

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