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Verónica Alonso: “El Frente se apropió del feminismo; yo no soy ni más ni menos”

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Verónica Alonso. Foto: Darwin Borrelli

Entrevista

De una veintena de precandidatos a las elecciones dos son mujeres. Verónica Alonso responde cómo vive su género en política y qué opina del feminismo.

Hace “cuatro o cinco años” que cada Día Internacional de la Mujer participa de la marcha por 18 de Julio. Sin embargo, su presencia nunca había sido tan resistida como esta vez. El viernes había pancartas que la tildaban de “traidora”, y fue agredida verbalmente. A la precandidata Verónica Alonso le parece que el Frente Amplio se ha apropiado del feminismo y en parte por eso le cuesta autodenominarse feminista, aunque se dice “defensora” de la mujer; reivindica la biología en contraposición a la ideología de género y defiende su feminidad como un diferencial en la política. Lo que sigue es parte del diálogo que mantuvo con El País en los días previos al 8 de marzo.

-¿Se siente cómoda en las marchas?

-En algunos momentos sí, en otros no. Hay muchas mujeres con distintas visiones. Lo lindo es que podamos marchar en tolerancia. Algunos se sienten con propiedad de decir ‘vos no sos tan feminista como yo’.

-¿Usted es feminista?

-Si feminismo es buscar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres y hacer que ese debe de la igualdad esté en el activo y no en el pasivo, sí me considero feminista. Si es buscar la equiparación salarial, si es pelear por esa violencia que en muchos casos está dirigida a mujeres y niñas, sí. Ahora, si feminismo es ir a una marcha y atentar contra una iglesia, o poner en un paredón a los hombres como si fueran culpables de la historia… ese feminismo radical no me identifica. Eso no las hace más feministas, las hace más intolerantes.

-¿Cree que el Frente Amplio se apropió del feminismo?

-Sí, sí, por eso hablo de un apropiarse intolerante. Yo digo ‘esta bandera también la puedo levantar yo, la podemos levantar juntos’. Podrán decir que no les gusta lo que yo digo, pero no soy más ni menos. Soy tan defensora del género como ellas.

-Entonces prefiere ‘defensora del género’ que feminista.

-(risas) Es que el feminismo que levanta y revolea las bombachas... ¿Qué me identifica de ese feminismo? (Esas) me parecen unas locas que no me identifican. De eso estoy lejos.

-¿Coincide con Lucía Topolansky en el temor de que el feminismo de hoy lleve a una “guerra de sexos”?

-Sí, coincido. Voy a defender todo lo que sea necesario los derechos de las mujeres. Ahora, que eso lleve a parecer que los hombres son los enemigos… Creo que las mujeres hemos avanzado en lo cotidiano, pero tenemos que avanzar más en nuestras cabezas. Y en el derecho legal. De todas maneras, no creo en la primacía del hombre ni de la mujer. Creo en la igualdad. Creo en el complemento. En este desafío que yo asumo como precandidata, no quiero repisar esa huella de hombre sino imponer nuestra propia impronta. Pero escuchando a los hombres, trabajando junto a ellos.

Ideología o biología.

Alonso es contraria a la “ley trans” y a las guías de educación sexual que ha promovido el gobierno. Asegura que esto “no tiene nada que ver con la cuestión religiosa” sino que responde a su convicción de que la dirección y acompañamiento de la sexualidad debe ser potestad de los padres. En ese sentido, adelanta qué haría si una de sus hijas fuera homosexual.

-¿Qué es la ideología de género y por qué pelea contra eso?

-Yo creo que con la ideología de género se ha creado una gran confusión. Porque, a ver, yo defiendo el rol de la mujer, estoy convencida de que las mujeres necesitamos seguir luchando por la igualdad, pero ideología de género es cuando querés negar la biología e imponer una ideología. Lo que se trata de imponer, sobre todo desde algunos colectivos que hacen presión en el gobierno, y a través del sistema educativo, es que cuando uno nace no se le asigna un sexo determinado porque eso ‘es algo cultural’. Van generando instancias en las que te dicen ‘vos podés ser nena o podés ser varón’, o ‘podés ser otro género con el que vos te sientas bien’. Y (hay que) aceptarlo si eso pasa. Nadie está ajeno a eso. ¿Le puede pasar a cualquiera haber nacido mujer y sentirse hombre? Claro que sí. ¿Hay que ayudarla? Claro que sí.

-¿Ayudarla a qué?

-Ayudar en el sentido de la contención, la ayuda psicológica, el buscar herramientas para que no sea discriminada en esa vulnerabilidad que seguramente sienta, pero no imponer una ideología por parte del Estado. Es el concepto de libertad. El Estado no puede imponer una ideología. Más allá de que se han frenado las guías, que me parecían un disparate, la búsqueda sigue siendo que Violeta (su hija), en la escuela, pueda explorarse con otra niña, que se toquen. Eso está mal.

-¿En su postura inciden creencias religiosas?

-No, no tiene nada que ver la cuestión religiosa. Estoy convencida de que les corresponde a los padres. La escuela debe enseñar disciplinas, no esto.

-¿Cómo reaccionaría si una de sus hijas tuviera dudas sobre su sexualidad?

-La acompañaría. De hecho, nosotros tenemos un caso muy cercano. Nadie está ajeno, te puede pasar, lo viví muy cerca.

-Pero, ¿de qué manera? ¿Qué le diría?

-La acompañaría, hablaría con ella, buscaría contención psicológica. Me tendrían que ayudar a mí, no sería solo a ella; también a mí por cómo conduzco, cómo ayudo. Hay cosas en las que tenés que dirigir. Porque son menores, y porque es tu responsabilidad como madre o padre.

-¿Cree que la sexualidad es uno de esos temas en los que hay que dirigir?

-A ver. Creo que hay que acompañar. Hay cosas que van a ser seguramente más fuertes. Esas cosas no podés negarlas.

Femenina y presidente.

Consciente de las bondades de su imagen, y también de los prejuicios que le puede traer, Alonso afirma que le gusta cuidarse, que con eso transmite también su capacidad de “cuidar al otro”, pero que es más que “una cara o una sonrisa”. Quiere ser presidente y no presidenta, y cree que el término no “cambia en nada” su defensa del género.

-¿Cómo vive su feminidad y qué rol le asigna en la política?

-Me siento tremendamente femenina y lo trato de reafirmar en cada instancia que tengo con mis compañeros.

-¿Qué significa ser femenina?

-Cuando entrás a política, la primera tendencia o reacción es masculinizarte: hacer más o menos lo mismo que hacen los demás, y casi todos son hombres. Las reuniones son a horas en las que llegamos a casa o nos están esperando, entonces en general son muy masculinas.

-Porque los hombres pueden abstraerse de las tareas con los niños, ¿dice usted?

-Ah, yo creo que sí. En general hay una cuestión que es hasta cultural, y educativa también: los hijos no están esperando a los papás, están esperando a las mamás para que hagan la comida, los ayuden con los deberes, los bañen, los hagan dormir, les lean un cuento. No estoy diciendo con esto que no lo hagan. Eso fue cambiando, por suerte, pero en general están esperando a la mamá. Para nosotras el desafío es mayor, y especialmente en política. Creo que las mujeres que decidimos hacer política tenemos que mostrar nuestra feminidad. Hablar desde ese lugar que nos hace diferentes.

-¿Cuántas veces le hicieron sentir que lo que decía valía menos por ser mujer?

-Al principio varias. Si hablabas de temas de género te escuchaban porque era políticamente correcto decirte ‘vos seguí esos temas’. Ahora, si hablabas de temas ‘duros’, como en mi caso la política internacional, te miraban de costado, ‘no va a venir esta a decirme esto a mí’.

-Habla en pasado. ¿Ya no le pasa?

-No, no me pasa. No me pasa porque vas generando un respeto que te lo dan varias cosas: el hablar con propiedad de determinados temas, el respetar al otro, y te lo dan los votos, el apoyo de la gente.

-¿Qué pasa si mañana en la interna no tiene votos? ¿No va a valer más?

-(se ríe) Sí, voy a seguir valiendo como persona, me van a querer mucho mis hijas, mi familia, mis padres, pero políticamente lo que valen son los votos.

-¿Consideraría dejar la política?

-Si me fuera mal en la interna, pondría arriba de la mesa las opciones. No lo estoy considerando porque siento el apoyo de la gente y creo que me va a ir bien. Me encanta lo que hago, me encanta pensar que puedo ser parte de transformar al país. Si la gente dijera ‘no, no sos vos’, trataría de no ser testaruda. En política hay muchos testarudos y hay muchos envases retornables que vuelven y vuelven.

-¿Está dando un mensaje al decir “Verónica presidente” y no presidenta?

-Es una decisión, sí. En el equipo algunas decían ‘hay que poner presidenta’ y yo decía que no. El término bien utilizado en castellano es presidente.

-Los dos están aceptados.

-Sí, pero a mí me gusta presidente. Y esto no es ponerme en una postura de hombre. Voy a ser la mujer presidente. No me cambia ni medio milímetro mi definición de mujer ni mi defensa por las mujeres. Nada cambia, nada.

-Su imagen y qué tanto se arregla también transmite un mensaje, ¿o no?

-A los hombres nadie los cuestiona si se pusieron un saco de lino o si llevan la camisa arremangada. Forma parte de algo que las mujeres sabemos que está culturalmente instalado. Me gusta cuidarme, sí. También es mi forma de mostrarle al otro que el cuidado de uno es también el respeto; alguien cuidado me parece que da la señal -así lo siento yo- de que va a tener el mismo cuidado y va a buscar que las personas se sientan bien.

-¿Le ha pasado que solo la vean como una cara linda o un cuerpo lindo, solo imagen? ¿Cómo se siente ante eso?

-Yo no me siento linda, pero reconozco que en el sistema político quizás no hay mujeres… tampoco soy tan joven, pero en el sistema soy de las más jóvenes. Lo tomo como lo que es. No le pongo tanta atención. Sí me han dicho esto de ‘te voto por tu sonrisa’. No debería pasar por ahí la decisión de un ciudadano.

-Pero no sale a contrarrestar esa idea.

-Yo no tengo que decirlo. Eso se muestra con hechos. No tengo que explicarlo porque por algo hoy tengo apoyo de gente que cree en mi liderazgo. Hay más que una cara, hay más que una sonrisa. Tiene que ver con ideas, convicciones, firmeza. Una de las cosas que rescato de mí misma -a mí no me gusta hablar de mí, pero...- es la fortaleza y el coraje de hacer cosas que capaz otro dice ‘para qué’. Ahí sí creo que las mujeres tenemos un diferencial. Quizá por nuestra propia capacidad de engendrar vida.

-¿Cuáles serían sus prioridades en relación con género si llegara a la presidencia?

-Equiparación salarial: a misma responsabilidad, mismo salario.

-¿Cómo se corrige la brecha?

-Tiene que ver con una cuestión cultural. Está eso de que si tomo a una mujer en edad productiva, me lo voy a cuestionar dos o tres veces porque esa mujer va a tener un embarazo. Debe haber un cambio en la cabeza empresarial y eso se puede corregir con incentivos fiscales o exoneraciones para promover que las mujeres ingresen. Quiero potenciar también el ingreso de mujeres por encima de los 35 o 40 años. Eso se puede hacer por ley o por iniciativas del Ejecutivo. Después, tratar de equilibrar salarialmente tiene que ver con controles y sanciones.

-¿Qué otras prioridades?

-Primera infancia. Ahí es donde arranca todo. El cuidado a las mujeres embarazadas y en esos primeros 1.000 días de vida. Y después, buscaría desarrollar y fomentar en mujeres carreras tecnológicas, científicas, innovadoras.

Verónica Alonso - Partido Nacional

Tiene su sede en un piso del edificio de la esquina de 18 de Julio y Vázquez. Su oficina revela un cuidado por lo estético: pulcra, ordenada, con el escritorio despejado, apenas algunos papeles organizados en bandejas de ratán, un reloj de arena y una tuna como decoración, una pared gris y un cuadro colgado que dice “Verónica presidente”. Verónica Alonso aspira a ocupar el máximo cargo de gobierno por el Partido Nacional, y si bien las encuestas le auguran un lugar sin destaque en la interna, ella asegura que sus propias mediciones le revelan otra cosa. Tiene 46 años, es licenciada en Estudios Internacionales, lleva nueve años en el Parlamento -primero como diputada y ahora como senadora-, está casada con el empresario Marcel Gerwer y tiene tres hijas: Delfina, Camila y Violeta. Dice que su padre, Jorge, que dirigió la Colonia Berro cuando ella era niña, fue quien le “enseñó el feminismo” al promover que las tareas del hogar fueran compartidas. Alonso afirma que su marido comparte esa concepción y él se ocupa de reafirmarlo al llevarle el almuerzo a su oficina y preguntarle si precisa algo más. Allí, ella es la jefa y se nota. En el órgano ejecutivo de su campaña hay 10 personas, de las cuales cinco son mujeres. En el plenario de discusión, en cambio, la proporción es de 60% a 40% a favor de los hombres. Si bien durante la entrevista menciona a mujeres que admira, cuando se le pregunta si tiene alguien de referencia en el tema, responde: “Yo. ¿Qué mejor?”. Y luego agrega: “Tengo varias mujeres que trabajan conmigo y les interesan los temas de género: Cristina Ruffo, Grisel Pereira, Lourdes Rapalín, Paula Galimberti”.

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