Publicidad

Desde Uruguay hasta el "corredor de la muerte" en busca del sueño de vivir en EE.UU.

Compartir esta noticia
Cubanos frente a la embajada de Nicaragua en Uruguay. Foto: Marcelo Bonjour

TRAVESÍA CUBANA

Cientos de cubanos dejan Uruguay y emigran hacia Nicaragua para llegar a Estados Unidos. Algunos pierden los documentos y se quedan sin dinero para pagarles a los coyotes. Otros son detenidos en las fronteras. Desde allá, piden auxilio a Montevideo, pero se niegan a volver.

Elizabeth siente el peso de los sueños en las tripas que le crujen de hambre. Va a hacer un mes que se esconde en una pieza alquilada en Tuxtla, ciudad del estado de Chiapas, en México. Come una vez al día y duerme en el piso, sobre una toalla. Allí la dejó el último coyote, junto a otros seis cubanos que solían vivir en Uruguay y se quedaron sin dinero en medio de la travesía a Estados Unidos.

Desde que en enero pasado el gobierno de Nicaragua flexibilizó los requisitos para otorgarles visas a los ciudadanos cubanos, más de 5.000 viajaron a este país. Para hacer compras, visitar los lagos y los volcanes, dicen las autoridades del conflictivo gobierno de Daniel Ortega. Para adquirir productos electrónicos a bajo costo, artículos de higiene y vestimenta que luego revenden a un 300% de su valor en el mercado negro de la isla, cuentan algunos cubanos que no se han movido de su patria.

Pero todos saben que la mayoría busca en este beneficio un atajo para “brincar” de país en país hasta llegar al norte. También lo están haciendo cientos de isleños que habían llegado a nuestro país en los últimos años -12.648 en 2018, 7.006 en lo que va de 2019-, motivados por una política migratoria amigable que no deporta y brinda la residencia con facilidad.
“Se ha podido detectar que hay ciudadanos cubanos que ingresan a Uruguay para luego seguir su proyecto migratorio en otros países. Otros se instalan y buscan su regularización migratoria de forma temporal o de forma permanente. Una parte de la población cubana también, después de poder regularizarse, alterna su residencia con su país de origen, realizando aportes tanto a nuestro país como a Cuba”, dice Jorge Muiño, director general para Asuntos Consulares y Vinculación del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Para los que tienen la ilusión de cumplir el sueño americano, Uruguay es apenas una escala para ahorrar. Fernando Sánchez, periodista cubano instalado en Montevideo, dice que los inmigrantes con mejores trabajos tramitan la visa de Estados Unidos desde aquí, pero los más ansiosos e inestables laboralmente ven en la puerta que abrió Nicaragua una oportunidad.

Sin embargo, esa trayectoria es arriesgada porque cada uno de los caminos hacia las fronteras de México está tomados por coyotes, quienes mediante un pago conducen a los inmigrantes por los caminos internos, hasta las fronteras. Emigran directamente hacia “el corredor de la muerte” porque, además de cuidarse de los asesinatos, violaciones y robos que suelen ocurrir cerca del muro, los cubanos que parten desde Uruguay lidian con detenciones, deportaciones, corrupción policial y falta de dinero para costear los altos precios de las redes de tráfico.

Al mismo tiempo que en febrero el gobierno inauguró un sistema diversificado de visas y suavizó sus requisitos para desestimular la llegada de estos inmigrantes por vías irregulares y peligrosas, la cifra de egresos de cubanos parece indicar que esta población está decidida a enfrentar cualquier peligro para llegar a su Ítaca.

Pieza en México donde vive una inmigrante cubana. Foto: El País
Siete cubanos sin documentos ni comida alquilaron una pieza en Tuxtla. Duermen en el piso. Allí está Elizabeth. Foto: El País

Adiós a la celeste

La Dirección Nacional de Migración cuenta en 3.055 los cubanos que salieron de Uruguay en lo que va del año, una cifra significativa si se la compara con los 4.005 que egresaron en 2018. Desde el consulado uruguayo en Nicaragua no saben cuántos cubanos llegaron procedentes de nuestro país desde que se flexibilizó la visa, pero confirman que el flujo “creció considerablemente” por “motivos de público conocimiento”.

En plena peatonal Sarandí, un grupo de cubanos custodia la puerta de entrada de la embajada de Nicaragua. Llevan fotocopia del pasaporte, dos fotos carné y US$ 30, lo único que se requiere para hacer el trámite de la visa. Salvador Méndez, asesor de la embajadora, declaró a varios medios que entre febrero y abril habrían entregado unas 1.200, aunque fuentes de otras embajadas mencionaron para este informe que ya serían más de 2.000. La demanda fue tal que sobrepasó a los funcionarios, hizo colapsar el correo electrónico y las líneas de teléfono, según cuenta el chofer de la sede diplomática, encargado de recibir las consultas para este informe, que finalmente nadie respondió.

El grupo de inmigrantes está esperando que les confirmen si serán recibidos. En los últimos días no les concedieron entrevistas, cuenta la única mujer que no huye apenas intuye que llegó la prensa. Su pareja le ayuda a salir del paso y dice que quieren la visa “para ir a pasear”. Pero el hombre baja la mirada y se aleja. No sabe mentir. Rendida, ella suelta enseguida: “Yo tengo hijos, no puedo atravesar la selva con ellos. Pero es cierto que muchos se están yendo para América”.

La excusa del turismo también la usó Elizabeth. Así consiguió deshacer en avión el camino que había hecho tres años antes desde Guayana hacia Montevideo, atravesando fronteras guiada por redes de tráfico. El costo del pasaje a Managua rondó los US$ 1.000. En el aeropuerto la esperaba el primer coyote nicaragüense, al que había contactado meses atrás desde su casa en Ciudad Vieja. Le cobró US$ 200 para llevarla a Honduras.

Allí sacó un salvoconducto que le permitió circular libremente por unos pocos días, y pagó US$ 30 por un pasaje de ómnibus hasta Guatemala. En Guatemala, un nuevo coyote le cobró US$ 200 para acercarla a la frontera, y luego otro -también guatemalteco- le pidió US$ 100 para cruzar el río que conduce a Tapachula, en México.

Los coyotes mexicanos no andan con pequeñeces: le pidieron US$ 1.000 para llevarla hasta alguna de las fronteras. ¿Cuál de todas? Elizabeth no sabe. “Fronteras con Estados Unidos hay millones”, dice en un mensaje de audio por WhatsApp. Habla rápido, porque se le acaba el crédito y no tiene dinero para comprar otra tarjeta.

Como solo le quedaban US$ 500 consiguió otro coyote que la arrimó a Tuxtla. Su mejor amiga, el esposo de esta y la niña de tres años de ambos pagaron el precio completo y llegaron a Veracruz, pero allí los detuvo la Policía Federal. El gobierno mexicano reforzó en los últimos días los controles migratorios en la frontera sur -con Guatemala- y en todo el territorio para frenar la amenaza de Donald Trump de subir el arancel de las importaciones mexicanas entre un 5% y 25% si no contiene la avalancha de migrantes que cada día piden asilo en la frontera o intentan cruzarla.

De sus amigos, Elizabeth no volvió a tener noticias. Teme que sean deportados a Cuba en vez de a Montevideo. En la isla hoy se vive una pesadilla. Periodistas cubanos que prefieren no ser identificados dicen que hay un desabastecimiento de alimentos y productos parecido al que se vivió en 1990, tras la caída de la Unión Soviética. Sánchez dice que hay dos factores esenciales que lo explican: la debacle de Venezuela -el principal socio económico de Cuba- y el recrudecimiento de las restricciones que impuso Trump, limitando los viajes a Cuba y el monto de las remesas que se envían a la isla.

Según datos oficiales, cada año ingresan al país US$ 4.500 millones en remesas de familiares desde el extranjero, una cifra que estiman se duplicaría si son consideradas las que se realizan de forma informal. Muchos de los cubanos que emigran hacia el norte están haciendo una parada en la isla para visitar por última vez a sus parientes y recorrer el país como nunca antes lo hicieron. Elizabeth viajó en enero, y llevó regalos para todos. Su hija, desde Montevideo, dice que en esas vacaciones gastó lo que ahora le falta para llegar a la frontera de México.

Desde su escondite, envía una selfie. Lleva una remera negra que dice “New York”. Está despeinada, con los músculos del rostro apretados y una mirada que expresa miedo y cansancio. No se parece en nada a la mujer cincuentona, vital y sonriente que vivía en Montevideo. Luego asegura que ella “está bien” y aclara que no quiere volver: está a “solo” 19 horas de distancia de cumplir su sueño.

De rumor en rumor

Myriam Coitinho, directora de Migración, dice que hasta el momento únicamente dos cubanos fueron deportados a Montevideo y fue desde Panamá. Explica que la decisión de deportar al país de origen o de procedencia depende de la normativa de cada nación.

Anselmo Castro Strunz, embajador de Panamá en Montevideo, calcula que se entregaron entre 50 y 75 visas a cubanos que van a hacer compras de pasada hacia La Habana, y luego regresan. “Los requisitos son muy exigentes”, advierte el diplomático. “Para no perder su seguridad social los cubanos deben regresar voluntariamente cada dos años a la isla, por eso van y vuelven a su vida hecha aquí. La inmigración que quiere ir a Estados Unidos no parte desde Montevideo, sino desde Colombia y Ecuador hacia el norte. Y allá las fronteras están cerradas”, opina.

Sin embargo, desde Panamá, Nicaragua y México recibe llamadas de auxilio Karla Mateluna, representante de la organización Idas y vueltas en el Chuy, una de las fronteras secas más utilizadas para ingresar de forma irregular a nuestro país. Mateluna les ha puesto el hombro a varios isleños, pero no sabe cómo ayudar a los que emigran. “Les digo que averigüen bien cómo es el trayecto antes de aventurarse al sueño americano que persiguen. Pero no lo hacen, se lanzan en base a rumores que han escuchado. Luego me llaman ellos o sus familiares para decirme que están detenidos y si puedo ayudarlos a tramitar las visas para esos países desde acá, y no lo puedo hacer si ellos ya están fuera de Uruguay”, explica.

Los que estaban escondidos junto a Elizabeth eran siete, pero ahora quedan seis. Tres hombres fueron detenidos por la Policía Federal de México cuando salían con pasaportes y dinero para comprar pasajes de ómnibus hacia el Distrito Federal. Los oficiales estaban dispuestos a mirar para otro lado si les daban una coima. Dos de ellos huyeron, pero sus papeles quedaron en poder de las autoridades con el tercer hombre que aún está detenido.

Sin documentos, cansados y con hambre, Elizabeth y sus amigos esperan un milagro. Los familiares les envían remesas desde Montevideo para que paguen la renta y coman lo que puedan. El dinero lo giran a nombre de un ciudadano mexicano que les cobra un porcentaje: el negocio de la inmigración ilegal es infinito.

Final incierto

El milagro para Elizabeth depende de una liquidación que no cobró cuando renunció a su trabajo como limpiadora. Desde la empresa reconocen la situación y explican que le avisaron que debía hacer un poder notarial para que cobrara algún familiar autorizado. Sin embargo, ella se marchó tres días después dejando apenas una carta escrita a mano. Esperan tener una solución la semana entrante, dicen desde el área de recursos humanos. Mientras tanto, su esposo, sus hijos y su yerno que están en Montevideo juntan los US$ 200 que le faltan para llegar a la frontera.

Una vez allí piensa entregarse y conseguir asilo. “Así lo están haciendo muchos cubanos amigos. Te detienen, te dan el asilo y te permiten trabajar”, dice completamente confiada en la facilidad del ingreso. Es probable que Elizabeth no esté considerando que los centros de refugios de la frontera están desbordados. Además, si no se le comprueba persecución política, racial, de género o religiosa, le será negado el asilo.

“Nos acostumbramos a que los cubanos teníamos un privilegio por el programa ‘pies secos, pies mojados’, que Barack Obama canceló en 2017 por considerarlo inhumano”, explica el periodista Sánchez, y agrega: “La opción que les queda, mucho más peligrosa, es ingresar de forma ilegal y aguantar en esa condición un año y un día para apostar a la Ley de Ajuste Cubano”.

Desde la embajada de Estados Unidos en Montevideo explican que “ciertos cubanos” que ingresaron de forma legal y reúnen “ciertos requisitos” pueden solicitar la residencia al año y un día de estadía en el país. Pero el ingreso legal es complicado ya que el presidente Trump eliminó las visas múltiples que se daban a familiares de cubanos residentes allí y acortó la duración del visado de cinco años a tres meses.

En su escondite, Elizabeth se ilusiona al contar que cuando obtenga el refugio, una amiga de la infancia que ya lleva tiempo viviendo en el país de sus sueños, la recogerá y juntas irán a Miami.

Cuando eso ocurra, contará esta travesía como si se tratara de una aventura. Aventuras como las que en esta parte del mundo solemos escuchar de los abuelos inmigrantes que se escaparon de las guerras en Europa. La diferencia está en que todos conocemos el final de las historias que terminaron en Uruguay, pero todavía nadie sabe qué pasara con las que aquí comienzan.

¿Dónde están viviendo los cubanos en el mundo?

Primero en 2013 y luego en 2016, el gobierno cubano flexibilizó las salidas de la isla. Esto provocó que únicamente en 2017, 1.558.312 cubanos emigraron, de acuerdo a un cálculo de Naciones Unidas. Este número representa el 13,57% de la población residente en el país. Entre ellos, el 53,34% son mujeres. El principal destino es Estados Unidos, adonde llegó el 81,05%. Le sigue España con el 8,58%, y luego Italia, con el 2,21%. Otros cubanos viajan a Uruguay, Paraguay, Argentina, Ecuador, Brasil, Chile y Colombia; y en menor medida a Panamá, Nicaragua, Costa Rica y México. La exigencia de visado en nuestro país hace que la ruta de acceso comience en La Habana u Holguín hacia Guayana (vía aérea, ya que ese país no exige visa), y luego vía terrestre se desplazan hasta la frontera entre Brasil y Uruguay, ingresando por Livramento, Yaguarón y Chui.

Casi 1000 visas diversificadas solicitadas desde Cuba

El sistema diversificado de visas que entró en vigencia en febrero pasado ya está dando resultado. Según la Dirección Nacional de Migración, 967 visas fueron tramitadas desde La Habana, de las cuales 150 son solicitudes de reunificación familiar. Además de este último tipo, hay visas de turismo y negocios, trabajo, educación, y urgencia. Por otra parte, se acortó la demora de Cancillería en brindarlas. Los trámites para acceder a la cédula de identidad provisoria pasaron de un retraso de 10 meses de espera a un máximo de dos, según el equipo de asesoramiento en documentación de la organización Idas y vueltas. Sin embargo, el dificultoso acceso a la vivienda persiste. “Hoy está peor que ayer”, dice Leonardo Fossatti, de la misma ONG. Juan Ceretta, abogado del consultorio Jurídico de la Facultad de Derecho de la Udelar, que ha asesorado a inmigrantes en situaciones de vulnerabilidad, cuenta que algunos, hartos de las pésimas condiciones de las pensiones, empiezan a incumplir el pago de la mensualidad. Para evitar que sean retirados por la Policía, recurre cada vez más a procesos judiciales. Otro problema es el laboral. La Inspectora General de Trabajo, Cristina Demarco, confirmó que han recibido denuncias referidas a población migrante, pero advierte que no son demasiados casos. Sí se están acercando más para consultar sus derechos, relata. Eugenia Robaina, también de Idas y vueltas, considera que el período más complejo es el inicial, cuando se busca trabajo sin tener aún la cédula y caen en las “changas” informales. “Sí nos dicen que les pagan menos que a los uruguayos, y eso lo cuentan con enojo”. Además percibe que hay más inmigrantes en situación de calle. Según el último censo realizado por el Ministerio de Desarrollo Social, en Montevideo son 15.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad