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Puño de hierro y cara de piedra sonriente

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El fútbol uruguayo vivía los tormentosos días posteriores a la sanción contra Luis Suárez. El presidente de la AUF, Wilmar Valdez, pidió una entrevista con Joseph Blatter, que fue concedida. Valdez concurrió al hotel Sofitel de Río de Janeiro, donde se encontraba el dirigente suizo y, antes de ingresar a la sala de la reunión, recibió insólitas recomendaciones por parte del personal de la FIFA. Por ejemplo, debía dirigirse a Blatter “con tono ceremonioso”.

Meses más tarde, Valdez y el dirigente Alejandro Balbi volvieron a visitar a Blatter, esta vez en su despacho de Zúrich. Y allí tuvo una “reunión coloquial”, según fue definida, en la cual parecía saber bien quiénes eran sus interlocutores o de qué club era hincha cada uno.

Blatter puede ser un ejecutivo con modos de emperador o un afable dirigente que sabe mantener el diálogo en cualquier idioma. También el jefe de la FIFA nostra o Don Blatterone, según lo definió la prensa europea en estos días, o alguien que se pone a bailar apenas suena música.

Para llegar a presidente de la FIFA, y mantenerse 17 años -por ahora- hay que ser todo eso a la vez. Combinar el puño de hierro, un rostro de piedra y una sonrisa cada tanto.

Blatter, el delfín de João Havelange en la presidencia de la FIFA desde 1998, había ingresado al organismo como director técnico en 1975 y desde 1981 era su secretario general. Su carrera anterior no presagiaba que alcanzara un puesto tan alto en el fútbol: fue coronel en el ejército suizo, jefe de turismo de un cantón, director de la Federación de Hockey sobre Hielo y director de Relaciones Públicas de la compañía relojera Longines. Pero de cada etapa extrajo enseñanzas, según afirmó en entrevistas. Justamente su trabajo en Longines lo acercó a los dirigentes de la FIFA en la década de 1970. También su facilidad para los idiomas: habla francés, inglés, español, alemán, italiano y portugués.

La sorpresiva redada del miércoles contra dirigentes de la FIFA en Zúrich encerraba otra sorpresa: Blatter no estaba incluido en la acción policial.

Hasta ahora ha logrado mantenerse incombustible en el incendio, aunque siempre es difícil de creer que si varios gerentes de área en una empresa roban, el gerente general declare que no sabía nada y siga tan campante.

En realidad, hasta los pasos “legales” de Blatter lucen oscuros. Pese a los pedidos de afuera y hasta la recomendación de una comisión de reforma interna, la FIFA se niega a revelar el salario de sus autoridades. El expresidente de la Federación Chilena, Harold Mayne-Nicholls, aseguró en una entrevista esta semana que el dirigente suizo tiene un sueldo mensual de dos millones de dólares.

Ayer, Blatter fue reelegido por amplio margen, aunque todo indica que habrá más episodios escandalosos en esta historia, ya sea que siga en su puesto o que tenga que dejarlo.

joseph blatterLUIS PRATS

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