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Más propuestas que hechos

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Para 2020 estiman que harán falta 80 mil viviendas. Desde la restauración democrática se presentaron ocho proyectos para resolver la carencia, pero ninguno ha encontrado el eco suficiente.

Para la mesa tras el cajón.

El diputado por el Frente Amplio Alfredo Asti tiene desde 2012 un proyecto de ley para la legislación e inclusión social de los inmuebles abandonados. Lo presentó entonces, lo modificó luego, lo volvió a presentar en 2014 y se archivó. Ahora salió a la luz en abril de este año y pasó de la Comisión de Códigos a la de Vivienda de la Cámara de Representantes. Ahora está a estudio.

Objeción del oficialismo.

"Lucía Topolansky propuso hacerse cargo del tema en la campaña a la Intendencia, a nosotros nos preocupa y Asti (del grupo de Astori) tiene un proyecto... Estimo que todos lo votarán", dijo a El País una fuente del equipo de Raúl Sendic. Pero la misma fuente luego cambió su discurso: "Puede que haya que hacer modificaciones, porque no todo el Frente Amplio está de acuerdo".

Una solución habitacional.

En la campaña electoral Luis Lacalle Pou propuso eliminar los asentamientos. Para eso, planteó rescatar las propiedades estatales sin uso y ofrecer a los habitantes de asentamientos inviables un plan de alquiler solidario de esas fincas. "No tiene sentido lanzar planes de construcción de vivienda si antes no se hace un aprovechamiento de este activo", decía.

Una posible causa de base.

Hay quienes sostienen que la ley de arrendamiento de 1974 es una de las causantes de la gran cantidad de fincas abandonadas. ¿Por qué? Privilegia los derechos del inquilino y al arrendador le cuesta mucho (tiempo y dinero) mover a un arrendatario que no cumple sus obligaciones. Por eso prefiere tener la casa deshabitada. Ningún parlamentario reconoció esta posible causa.

Expropiar y no vender.

"Vamos a apoyar que el Estado pueda expropiar las casas abandonadas", dice Gonzalo Martínez, asesor de Unidad Popular, en referencia al proyecto del Frente Amplio. Pero su sector propone un Plan Nacional de Vivienda Popular en el que las fincas no se vuelquen al mercado para su comercialización, sino que "vayan para el pueblo".

Para el plan de cuidados.

"El Sistema Nacional de Cuidados es una prioridad", dice Mauricio Guarinoni, director nacional de Gestión Territorial del Ministerio de Desarrollo Social. "Y para hacer efectiva esa prioridad deben utilizarse las casas abandonadas". A modo de ejemplo, el funcionario imagina que algunas viviendas puedan servir para hacer un CAIF o un centro de atención a adultos mayores.

Un edificio parado hace 10 años y dos grúas de recuerdo.

Los trabajadores suben y bajan de los camiones cajas de alimentos en conserva. Enfrente tienen el esqueleto de un edificio a medio construir. Y sobre sus cabezas, una grúa. Estática.

Cualquiera que haya caminado en los últimos 10 años por Rondeau y Manuel Freire pasó debajo de alguna de las dos gigantescas grúas que son el recuerdo de ese edificio abandonado. En el barrio —una zona de galpones, arrendadoras de autos y fábricas— no saben con exactitud la historia del lugar. Todo indica que, como en otras construcciones que quedaron por el camino, la sociedad anónima a cargo desapareció.

"Esta situación parece surrealista", dice la arquitecta Mariana Ures, del Instituto de Urbanismo de la Universidad de la República. "¿Cómo es posible que haya esos elementos peligrosos por años?".

En la investigación que la propia Ures lideró con Gonzalo Bustillo figuran 145 edificaciones ostensiblemente riesgosas, de un total de 339 fincas visiblemente abandonadas en los municipios B y C. Parte de sus fachadas están por desprenderse, tienen bloques sueltos o las aguas salen al exterior de las fincas, por nombrar unos típicos ejemplos.

Si bien el estudio se está ampliando al municipio CH, en lo relevado en 2014 a solicitud de la Defensoría del Vecino de Montevideo, hubo casos que requerían de un trabajo urgente. Por eso, el ombudsman envió el material a la Intendencia de Montevideo para que un equipo de Seguridad Edilicia tome cartas en el asunto.

En la misma zona donde está el edificio de las dos grúas, quedan las ruinas, hace años, de la estación de la Administración de Ferrocarriles del Estado (AFE). Es una de las postales del abandono más extendidas y, a la vez, de las que más polémica generan.

Con su librito

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