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Nuevas pistas de nexo con Milvana

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Casa donde estuvo recluida la doctora Milvana Salomone Foto: Marcelo Bonjur

La elección de Milvana Salomone como víctima potencial podría estar vinculada con actividades de su entorno familiar. Obras recientes realizadas en el haras de su hermano abren hipótesis de que la información pudo provenir de una persona que trabajó allí.

El Haras Cuatro Piedras, propiedad de Pablo Salomone y ubicado cerca del lugar donde fue liberada su hermana Milvana, había sido sometido meses atrás a una serie de refacciones. A comienzos de enero de este año, se anunció que el establecimiento se preparaba para recibir al crack Invasor, el pura sangre más valioso del turf uruguayo. El caballo, que fue presentado ayer oficialmente en el haras, viajaba desde Estados Unidos.

Las obras que se concretaron en Cuatro Piedras reclamaron la contratación de diversos especialistas. A partir de ese hecho, la Policía sospecha que podría existir una vinculación entre la banda de secuestradores y alguno de los trabajadores contratados. Uno de los procesados, Óscar S., se dedicaba a changas en la construcción, mientras que uno de los ideólogos —el ex recluso Gustavo Lepere Mederos— es considerado un "experto" en trabajos de carpintería.

Una de las líneas de investigación presume que Lepere Mederos efectuó alguna tarea para la empresa contratada por la familia Salomone o recibió de algún trabajador información sobre el poder adquisitivo de los propietarios del haras.

La meticulosidad y la destreza de Lepere Mederos determinó que las autoridades carcelarias le permitieran efectuar una remodelación en madera dura del hall de la Cárcel Central, cuando estuvo alojado allí hace unos años por integrar la "banda del Tacoma". Esta gavilla, que operaba desde la cárcel, mató al exempresario Luis González en los Cerrillos en 1993 y al exmilitar Walter Carmona, ejecutado el 11 de enero de 2006 en el Centro de Montevideo.

El equipo especial de la Jefatura de Montevideo, compuesto por unos 60 efectivos, analiza en este momento otras hipótesis de trabajo que podrían determinar si hubo o no una conexión entre los delincuentes y la familia Salomone.

Fuentes de la investigación sostienen que hay personas con antecedentes moviéndose en el ambiente del turf y es probable que no desconozcan el gran movimiento que tiene el haras de Pablo Salomone, uno de los más importantes del país.

Ante la jueza Dolores Sánchez, Lepere Mederos declaró que eligieron a su víctima "al azar", atendiendo a un perfil: debía vivir en un barrio residencial, ser joven y de apariencia saludable, y poseer un auto importado.

A sus amigas, Milvana les confesó: "No sé por qué me tocó a mí. No me voy a preguntar más. Hoy estoy bien. Pero pienso que pronto podría estar mal".

Cautiverio.

El pozo donde fue alojada Milvana tiene dos metros por dos de superficie y 1,70 de altura. Está situado debajo del piso de un galpón. Esa precaria excavación se encuentra en los fondos de la casa donde residía Lepere Mederos.

La finca, ubicada en la calle Watt casi Aparicio Saravia, en el barrio Peñarol, está a unas 10 cuadras de donde apareció incendiada la camioneta de Milvana luego de su secuestro.

El primer día que la médica de 48 años fue encerrada en el sótano, uno de los secuestradores, impostando la voz y con el rostro cubierto, le preguntó cuál era su estado de salud, si tomaba o no medicinas y si tenía dificultades para dormir.

Ese primer día, las ropas de Salomone se mojaron por el agua que se filtraba desde el suelo, según relató a sus amigas en los días posteriores a su liberación. La primera noche, la rehén no pudo dormir. La segunda, los delincuentes que la custodiaban, le dieron un té de marcela con un sedante diluido para que pudiera descansar en una improvisada cama de madera con un colchón, sostenida por pilares de bloques.

Los secuestradores también le entregaron jabones y artículos de limpieza para que se aseara, además de tazas y platos para que pudiera tomar un café o almorzar los alimentos que los captores le suministraban.

Una de esas tazas, recordó Milvana en el juzgado, tenía estampado un diseño de Floricienta, y fue encontrada en el lugar por los efectivos que allanaron la vivienda después de la liberación.

Para que se entretuviera, los captores le bajaban libros y diarios. Uno de los ejemplares que le entregaron fue Memorias del calabozo, de Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro.

Milvana les pidió otro título. Al rato, como broma o para molestarla, le bajaron el mismo libro.

Milvana lo leyó. Le gustó tanto que una vez en libertad, le comunicó a una amiga que procuraría reunirse con Rosencof en los próximos días.

Los captores también le dieron a leer El Código Da Vinci, una novela de misterio escrita por el norteamericano Dan Brown.

Salomone, que acompañó el viernes 19 a su hijo al acto de la "Jura de la Bandera" en el colegio, relató a sus amigas que dos personas que la cuidaban a diario "eran blandos" —se refería a un changador de la construcción y a un peón— y consideró que el "duro" de la banda era el prófugo, Pedro Leone Echart.

En varias oportunidades, Leone Echart advirtió a su cautiva: "Vendate los ojos. No nos mires a la cara porque si nos ves, vamos a tener que matarte".

Para soportar la reclusión, Milvana miraba la "parte llena del vaso" y, esperanzada, pensaba que su familia pagaría el rescate en cualquier momento.

Hacía gimnasia dos veces por día en el exiguo cubículo.

El domingo 14, cuando Nacional y Peñarol jugaron la final del Campeonato Uruguayo, los secuestradores le bajaron una radio para que escuchara el partido, según relataron sus amigas a El País.

Punta Gorda.

Pedro Leone Echart vivía con su cuñado Mariano F., un jubilado uruguayo de 72 años, en una cómoda casa en la calle Ciudad de Guayaquil en Punta Gorda. El chalet tiene techo de tejas, un jardín al frente y rejas. El césped luce cuidado y la fachada, bien mantenida.

Mariano F. fue detenido el martes 16 por la Policía. "Hubo movimientos de patrulleros y motos frente a la casa. También se llevaron detenida a la esposa de Mariano F. pero a ella la jueza la liberó", relató una vecina a El País.

Otra vecina relató que el matrimonio F. no era de salir mucho. Tampoco tenía contacto con otros vecinos de la cuadra.

"Nadie los conoce bien. Apenas saludaban cuando salían en el auto. Nada más. Eran personas de muy bajo perfil", agregó la vecina.

En los últimos dos años, Mariano F. iba seguido a un depósito de elevadores ubicado en Hipólito Yrigoyen casi Iguá. Allí trabajaba como sereno o peón Ari M., un exboxeador jubilado de 73 años.

Según dijeron amigos de Ari M. a El País, el exboxeador era una persona excelente que debía muchos favores a Mariano F.

Hace un tiempo, a Ari M. se le diagnosticó un cáncer de próstata. El anciano dudaba si debía operarse o no. Mariano F. lo convenció que no se operara y le trajo medicinas costosas desde Estados Unidos.

Últimamente, el exboxeador no estaba bien de ánimo. Y no solo por la enfermedad. Desde 2013 se encontraba muy angustiado por el asesinato de su hermano. Sus amigos creen que el crimen ocurrió en Chile.

"Después de eso, él no quedó bien de la cabeza. También lo afectó la enfermedad de próstata y la pérdida del hermano. Era una excelente persona", dijo un amigo que no deseó ser identificado.

Enseguida agregó: "La noche que cayó preso no pude dormir. No podía creer lo que le había ocurrido a mi amigo. Estoy seguro que lo engatusaron para que entrara en la banda de secuestradores".

El rol de Ari M. en la banda fue secundario. Debió guardar la bolsa con los US$ 300.000 del rescate en el depósito de Hipólito Yrigoyen durante el fin de semana del 13 y 14 de junio.

Malvín Norte.

Cada vez que Mariano F. visitaba el depósito de elevadores, desde tiempo atrás, charlaba con Ari M. y con otro sereno. Cada tanto, ambos caminaban hasta un almacén cercano y hacían algunas pequeñas compras.

Un vecino señaló: "Mariano también era buena persona. Conversador. Cada tanto iba al almacén y pagaba la cuenta de uno de los serenos del depósito que sufría algunas penurias económicas".

Al lado del almacén, Mariano F. hacía lavar su Honda sedán, modelo ejecutivo, que importó de España. A sus amigos de Malvín Norte no les decía cómo había hecho dinero. Ellos suponían que había trabajado como inmigrante en varios países: España, Canadá y Estados Unidos.

A mediados de los 90, Mariano F. y su esposa fueron detenidos en España por tráfico de cocaína.

Cada tanto, Mariano F. llevaba a su cuñado Pedro Leone Echart a Malvín Norte. "El cuñado de Mariano era una persona de pocas palabras. Rara vez se juntaba a hablar con nosotros. Se alejaba o se quedaba en el Honda de Mariano", dijo un empleado del lavadero de autos.

Según los amigos de Mariano F., Leone Echart no pasaba por un buen momento económico. Había estado preso en España y en Italia por un homicidio y tenencia de armas, y luego de su regreso a Uruguay dependía de las limosnas que le daba su cuñado.

Un empleado del lavadero dijo que Mariano "le tiraba algunos trabajitos para que hiciera unos pesos".

Las amistades, las relaciones familiares y los favores fueron amalgamando a los integrantes de la banda que secuestró a Milvana Salomone mientras se jugaba un partido clásico en la tarde del domingo 17 de mayo. A la gavilla se sumó Gustavo Lepere Mederos, conocido de Ari M. El exboxeador tiene familiares presos y uno de ellos conocía de la cárcel a Lepere Mederos, el carpintero.

Durante dos meses, los integrantes de la banda planificaron el secuestro de Milvana sentados en una mesa junto a la ventana del bar "La Doble" de la calle Atlántico, sin despertar sospechas de los otros parroquianos ni del dueño del local.

El bar atiende a un público que reside en el propio barrio. En la fachada, apenas se lee el nombre comercial en letras celestes con fondo blanco. La pintura no pudo con el paso de los años. Sin embargo, nada de eso importa a los parroquianos. El dueño del bar es alguien cordial y los precios de sus bebidas son modestos.

A la banda se sumaron dos individuos que tendrían papeles secundarios en el secuestro. Uno es Óscar S.F., de 39 años, quien hacía changas en la construcción.

Según estimaciones realizadas por la Policía, este individuo no tenía trabajo fijo y su papel fue efectuar algunas tareas de acondicionamiento del sótano donde iba a ser recluida Milvana. Durante el secuestro, Óscar S.F. se ocupó de llamar algunas veces a la familia, por celular, para negociar el precio del rescate.

Un papel más relevante le cupo a Andrés R., un peón de 23 años. Junto con Óscar S.F, Andrés R. debió encargarse de custodiar a Milvana durante su reclusión. También fue el encargado de quemar la camioneta luego del secuestro.

Parque Batlle.

La negociación entre la familia Salomone y los secuestradores no fue fácil. Primero llamaron al doctor Alejandro Balbi que estaba en Suiza. Luego se comunicaron con el abogado de la familia, Jorge Barrera. La primera negociación se frustró. Los delincuentes habrían pedido US$ 500.000.

Hubo dos intentos de entrega del rescate. Ambos fracasaron porque los delincuentes consideraron que el esposo de Milvana, Germán Álvarez, era seguido por la Policía.

Desde el jueves 4, cuando hubo el primer contacto, la Policía ya había identificado a cada uno de los integrantes de la banda. Los monitoreaba a distancia. "No deseamos intervenir para preservar la vida de Milvana", dijo un jerarca policial a El País.

En otro intento de entrega del dinero, Álvarez fue obligado a recorrer varias calles hasta que tiró el bolso con el dinero en el Molino de Pérez, en Malvín.

Un motociclista se llevó el dinero hasta el depósito en Hipólito Yrigoyen. Antes, retiró US$ 50.000. Se presume que fue Leone Echart, quien desapareció un día antes de que la banda liberara a Milvana y sus compañeros fueran atrapados por la Policía. Milvana Salomone, secuestro, inseguridad, Pedro Leone Echart

Policía dio con una pista en la cárcel.

Diez días después del secuestro de la ginecóloga, Milvana Salomone, la Policía tenía decenas de datos para chequear, filmaciones para analizar y numerosas interceptaciones telefónicas para escuchar. En un establecimiento carcelario, un preso recibió llamadas de un integrante de la banda de secuestradores de Milvana. Preocupado por la posibilidad de quedar "enganchado" con el secuestro, el recluso pidió para hablar con oficiales del Departamento de Información y Análisis (DIAP) del Instituto Nacional de Rehabilitación (cárceles). El interno brindó nombres de personas que integraban la banda, confirmaron a El País fuentes de máxima confianza. Días después, los integrantes de una unidad especial bajo las órdenes del jefe de Montevideo, Mario Layera, descubrieron que el Ford Escort oscuro que seguía a la camioneta Kía Sportage de Milvana pertenecía a un hermano de uno de los integrantes de la banda. Utilizando tecnología de punta y un despliegue importante de efectivos, la Policía pudo seguir de cerca los pasos de los delincuentes. En algún momento, se manejó la opción de irrumpir en la casa donde Milvana estaba cautiva. Sin embargo, primó la idea de esperar a que esta fuera liberada antes de actuar.

LAS FECHAS CLAVES

Secuestro.

17/5.

La médica Milvana Salomone es secuestrada cuando llega a su casa la noche del clásico, a bordo de su camioneta Kia.

Ya había terminado el partido y se desarrollaba un operativo policial a metros de ese lugar.

Los dos líderes de la banda, Leone y Lepere, se la llevaron hasta la calle Watt, donde la mujer quedó cautiva. Luego, a camioneta fue llevada a una calle de Sayago y prendida fuego para borrar huellas.

26/5.

A 10 días de la desaparición, la familia y la Policía autorizaron a difundir la foto de la médica. Al mismo tiempo, se divulgó en los medios el video de la médica cargando nafta en una estación de Florida y realizando compras antes de proseguir su viaje hacia Montevideo. Eran las últimas imágenes conocidas de la médica.

Negociación.

4/6.

Después de un intento fallido de los secuestradores por comunicarse mediante carta con el marido de Milvana, el 4 de junio logran hacer contacto y le dan instrucciones para retirar un sobre con 3 cartas en un buzón de la calle Joaquín Artigas (Cerrito). Fue la primera señal de vida que recibió la familia desde el 17 de mayo.

12/6.

El marido de Milvana comenzó a recibir llamadas a su celular por parte de uno de los secuestradores procesados, quien le indicó que debía dirigirse primero a una escuela en Manga, luego de allí lo enviaron a Gral. Flores y Corrales, y de allí a Luis Alberto de Herrera, donde debió recoger un celular, que fue el utilizado para comunicar la forma de entrega del dinero.

Rescate y liberación.

13/6.

El sábado de noche, el marido de Milvana hace efectivo el pago de US$ 300.000 en un bolso que arroja en la zona del Molino de Pérez. Lo recoge un motonetista con casco (presumiblemente Leone). Retiró para sí US$ 50.000 y llevó el bolso hasta el depósito de Hipólito Yrigoyen donde el boxeador jubilado A.M.L. debía guardarlo hasta que fuera retirado por un cómplice. Leone avisó a su cuñado F. que debía buscar "la tagui a lo del púgil". Le pidió prestado a F. $ 20.000 porque iba a marcharse a Buenos Aires. Se presume que se fugó del país con su parte.

16/6.

Cerca de las 6:50, Milvana es liberada en la Ruta 32, próximo a Progreso, luego de ser trasladada en la valija de un Corsa gris en el que viajaban Lepere y un cómplice, A.E.R.A. Más tarde, el Corsa es ubicado por la Policía. Hay una persecución y un tiroteo. Los delincuentes abandonan el auto y huyen a pie. Lepere se comunica con F. y lo cita a un bar en la calle Atlántico. Desde allí, ambos van al depósito de Hipólito Yrigoyen a retirar el bolso que guardaba el exboxeador. Los tres son detenidos ahí. Se recuperó la mayor parte del dinero.

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Casa donde estuvo recluida la doctora Milvana Salomone Foto: Marcelo Bonjur

Un secuestro con varios cabos sueltos

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